- Leyenda Negra, ¿qué y por qué?
La Leyenda Negra se define como todas las difamaciones, calumnias o exageraciones de lo malo, y minimizaciones de lo bueno que ha hecho España. El término surge a partir del siglo XX, con Julián Juderías, aunque lo cierto es que todos los países tienen la suya, desde Francia , Alemania, o Latinoamérica. Además contra la Leyenda Negra ya habían actuado Quevedo, Valera, Cadalso, etc. Lo cierto es que la propaganda es un activo clave, y la Leyenda Negra servía para criticar los países del sur de Europa, el catolicismo, y argumentar su incapacidad de estar a la altura de la historia. Como vemos es algo que roza el racismo, que tiene influencia hoy en día, pues incluso académicos la han interiorizado, y a menudo sus postulados son falsos. Y el rey Felipe II es uno de los blancos habituales de esta Leyenda Negra. Aclaro que este artículo no pretende sino resaltar los puntos más oscuros del Rey Felipe II, no explicar toda su vida.
¿Cómo empieza, y por qué este auténtico leviatán propagandístico? Por Guillermo de Orange, hombre respetado en Europa, en su obra Apología. En ella describe con muy poca veracidad lo terribles que son los españoles, fanáticos, avaros, y xenófobos. A Felipe II le había declarado adúltero, incestuoso, y bígamo. No solo eso, sino que se le acusaba de asesinar al infante Don Carlos y a su esposa Isabel de Valois. Tanto es así que comenzó a llamársele el Demonio del Sur. Este rey tuvo luces y sombras, pero ni siquiera Voltaire se creía estas cosas. Pero óperas como la de Verdi, y distintas obras han servido para minimizar su influencia en Europa.
La cosa era que con las cartas de Guillermo de Orange la población civil de los Países Bajos se animaba a levantarse contra esa nación imperialista y maldita. Y los protestantes franceses lucharían contra los católicos de su país al ser estos apoyados por España. Incluso el Papa desconfiaba tremendamente de él. Y es que lo que preocupaba a tantos era el expansionismo español, al ser este el primer Imperio Global. Igual que Europa nunca toleró a Luis XIV, Napoleón Bonaparte, o a la Reina Victoria de Inglaterra, tampoco toleraría a Felipe II.
- No reinaría sobre herejes…ni él ni nadie
Empezando por ahí, Felipe II era alguien profundamente convencido de sus ideas religiosas. Iba a misa diaria, tomaba a menudo decisiones junto con los teólogos (además de políticos y militares). Además utilizaba la Inquisición, como cualquier monarca español, como si fuese una Gestapo. Es decir una policía secreta, para perseguir a los enemigos del Estado, véase, el Rey. De la Inquisición, aunque merecería por sí sola un artículo, la realidad es que sus cifras de muertos son muy bajas para la época. Lo que horrorizaba a los extranjeros era ese apoyo estatal, esa maquinaria real que la convertía en el oscuro brazo armado del Reino. De cualquier forma, vayamos con el supuesto fanatismo de Felipe II.
María Tudor, Reina de Inglaterra, esposa de Felipe II y apodada María la Sanguinaria (Bloody Mary)
Veamos una de las frases más conocidas del Rey en una carta al Papa acerca de su postura ante los herejes calvinistas. “Y assi podreis certificar á S. S. que antes que sufrir la menor quiebra del mundo en lo de la religion y del servicio de Dios, perderé todos mis estados y cien vidas que tuviese, porque yo ni pienso ni quiero ser señor de herejes… y si no se puede remediar todo como yo deseo, sin venir á las armas, estoy determinado de tomallas, y ir yo mismo en persona á hallarme en la execucion de todo, sin que me lo pueda estorbar ni peligro, ni la ruina de todos aquellos países, ni la de todos los demás que me quedan”. A ojos de hoy en día esto parece de un auténtico fanático intolerante, pero no podemos nunca juzgar el ayer con la vista del hoy.
En primer lugar debemos entender algo, y es que ideas como la tolerancia, el laicismo, eran valores de loco en el mejor de los casos, de peor en otros. Nadie dudaba de que ser tolerante era poco menos que ser cómplice y traidor a tu confesión religiosa, y a tu reino. Y el laicismo sencillamente ni se planteaba como concepto salvo alguna rara excepción.
La religión era esencial dentro del Estado de la Edad Moderna. Como bien decía Hobbes, el Príncipe debía encarnar el Leviatán, un estado absolutamente poderoso, y para no dejarse arrebatar poder, él debía ser la cabeza de la Iglesia. Véase, si Felipe era el gran defensor de los católicos, unas tierras católicas como Italia o España serían muy poco propicias a rebelarse. Esto también lo aseveraba Maquiavelo, explicando que si el poder del Príncipe emanaba de Dios, este debía ser un puente entre Dios y sus súbditos, un Pontifex. Hasta muy entrado el siglo XVII este sería, según la Sociología de la Concepción de Carl Schmitt, la motivación principal de las personas, la ideología del estado. Por muy extraño que nos parezca, vemos que hoy en el siglo XX son las corrientes económicas y los idearios las que provocan guerras. Simplemente el movil internacional ha sido sustituido
Sin embargo este es un caso absoluto de exageración del fervor religioso de Felipe II. Sí, desde luego tenía en cuenta el culto católico en su política exterior, y alguna vez fue más papista que el Papa. Pero no necesariamente, y tenemos varias muestras de su hacer en ello. En el caso de Inglaterra, cuando subió al poder Isabel de Tudor y se convirtió al anglicanismo, no comenzó la guerra contra ella. De hecho ni siquiera cuando ella prestaba apoyo a los rebeldes de los Países Bajos, o pagaba corsarios para saquear sus barcos, atacó, no movía un dedo.
Y es que estaba esperando a que Isabel se deshiciese de María de Estuardo, reina de Escoceses, que por muy soberana católica que fuese, era afrancesada. Una Escocia e Inglaterra unidas junto a una Francia poderosa era algo que a Felipe II no le podía convenir menos. Sólo cuando en 1585 la excomulgada Isabel I hizo que le cortasen la cabeza, reaccionó el Rey de España, iniciando abiertamente la Guerra de las Armadas. Guerra que luego comentaremos pues la verdad de la misma da para apartado propio de este artículo. Y el objetivo de verdad era el trono de Inglaterra.
Otro caso donde se ve que la religión de Felipe II no tenía que condicionar necesariamente su política. Las Guerras de Religión Francesas son unas contiendas armadas en las que Francia perdió a un gran porcentaje de la población, y estuvo aislada de la política internacional. El Rey ayudaba a Catalina de Médici, apasionante personaje histórico que era reina madre de Francia, en su lucha contra los hugonotes. Sin embargo cuando murió el Duque de Guisa, candidato a la sucesión del trono francés por el partido católico, Felipe II reveló sus verdaderas intenciones. Sus tropas entraron en Francia con facilidad pasmosa, pues nadie podía imponerse a los Tercios Españoles, y propuso a su hija Isabel Clara Eugenia de Austria como sucesora católica al trono, frente al candidato hugonote Enrique IV. Al fin y al cabo esta era hija de Isabel de Valois, con lo cual tenía más que palpables derechos dinásticos.
Pero ahí Felipe II subestimó a los nobles franceses, que nunca aceptarían una española reinando, siendo títeres del Rey de España. Así, con el Imperialismo Español amenazante, Enrique IV vio su oportunidad, “París bien vale una misa.”. Dicho de otra forma, que se convirtió al catolicismo para lograr el trono, cosa que no gustó entre los radicales protestantes, con lo cual siguieron las Guerras de Religión. Y menos aun a Felipe, cuyos planes habían sido echados por tierra. Pero lo realmente revelador es que además de ser un convencido católico, no era ningún estúpido cegado por la religión, sino alguien que podía ser calculador y maquiavélico. Y ante todo seguía la vocación del Imperio Español de ser Universal, sin entender que con la aparición del luteranismo, iluminismo etc eso era imposible.
Viendo así que la religión no era lo principal que movía su política tenemos que darle un vistazo a su vida personal. Lo cierto es que Felipe II tuvo sus amantes, sus miedos, sus odios y sus envidias…Pero también vemos que era alguien tremendamente tierno con su familia, interesado por la cultura, que se asqueaba al ver un campo de batalla (“¿y esto es lo que le gusta a mi padre?”, preguntaba cuando vio la Batalla de San Quintín). Se rodeaba de hombres cultos, y tuvo la sensibilidad y la visión de financiar las pinturas del Greco, Antonio Moro, el Escorial, y una corte de intelectuales, como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, y un largo etcétera. Reducirle a fanatismo es absurdo.
Y por terminar de matizar las afirmaciones de su fanatismo, hay que entender como era Europa. María Tudor, que fue su esposa, cada vez que no se quedaba embarazada con las visitas de su marido, la tomaba con los anglicanos, iniciando persecuciones religiosas. Así se ganaría el favor de Dios, le decían sus consejeros. E Isabel I también persiguió a los católicos las veces que pudo. En La Matanza de San Bartolomé, Catalina de Medicis en Francia mató a 10.000 hugonotes en una noche, a lo que el Papa comentó que era de los mejores días de su vida. Y si Felipe II no perdió la Guerra de los Países Bajos fue porque los católicos, hartos de los abusos de los calvinistas, se agruparon en la Liga de Arras, pro-española. Lo que debía haber sido una guerra nacional contra el fanatismo español, el fanatismo protestante lo convirtió en una guerra de religión como otra cualquiera.
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Así, vemos como normalmente los que le acusaban de ello no eran mejores, y a menudo peores. Lo cierto es que Felipe II era tremendamente intransigente como cualquier rey de su época, incluido su padre, aunque este tiene muy buena prensa. Y no hay que olvidar que Carlos V si fue tolerante en Alemania es porque su poder ahí era más nominal que real, y que fue el primero en dar la orden de exterminar aquellos cultos luterano-luministas de Valladolid y Sevilla. Dicho y hecho, la Inquisición terminó con ellos.
- Su alcoba: El infante Don Carlos, Isabel de Valois y el daño que hicieron Verdi y Schiller.
Infante Don Carlos
Es curioso que empecemos con la opera de Verdi, cuyo argumento se sacó el famoso Don Carlos, obra que todo amante de la música clásica debe conocer. En la historia, Felipe II se casó con la prometida del príncipe gentil, Isabel de Valois. Este noble heredero deseaba imponer la tolerancia al calvinismo, y otorgar la libertad a los Países Bajos. Además de ello mantenía relaciones con la Reina Isabel, descontenta con su marido, el intransigente Felipe II. El caso es que les descubren, y Felipe le encierra bajo la influencia de la Inquisición que pretende matarlo. Corren a por él, y antes de que el duelo empiece, emerge Carlos V de su tumba y se lo lleva sellando la entrada. Se cierra así el telón.
Es una historia romántica donde el pueblo oprimido holandes, hablando en clave, es el italiano, y el austríaco es quien les oprime, el español. La Opera es la más larga de Verdi, tiene muchas versiones y se basa en el argumento de la opera de Schiller. Lo malo es que la verdad histórica es muy poca, y a menudo difama personajes y sociedades históricos como los que tratamos.
En primer lugar Carlos no era esa especie de retrato de su abuelo homónimo en vida. De hecho fue un chico enfermizo psíquica y físicamente. Su espalda encorvada, sus piernas y sus problemas de salud lo delataban. Se rumoreaba que gustaba de torturar animales, y se sabía que uno de sus pasatiempos era acosar criadas sexualmente. De hecho persiguiendo a una cayó por las escaleras, tornando su intento de violación en una operación a vida o muerte. Se le trepanó la cabeza, y aunque se salvó su vida, toda su locura fue a más.
Quizá por eso Felipe decide casarse con Isabel de Valois, por el Tratado de Cateau -Cambresis, donde Francia pasaba a salir de la escena internacional durante años. Isabel trataba con cariño a Carlos, que estaba realmente celoso. Cuando la situación en Flandes se puso dura, por un malentendido el infante creyó que iba a ser enviado, pero el Rey prefirió mandar al Duque de Alba. Don Carlos trató de asesinar torpemente al Duque de Hierro, que le apretó las manos e inmovilizó con facilidad.
Tras esta humillación intentaría buscar a Juan de Austria, su tío, bastardo de Carlos V. Hablando con él, le pidió un barco para llegar a los Países Bajos y hacerse con el poder. Juan le pidió 24 horas para pensarlo e informó al rey. El Príncipe fue puesto bajo arresto domiciliario y se puso a hacer huelga de hambre, de forma infructuosa también. Quizá fue esto su causa de muerte, quizá que llenase su cama de nieve y bebiese agua helada a todas horas, o quizá un poco de todo. Y como Felipe no quería que se supiese la debilidad mental de su hijo, no dio explicaciones, lo que aumentaría los rumores que llevarían al bulo en el que se basan las óperas.
Ahora, ¿es posible que Felipe II ordenase matar a su propio hijo? El Rey era monarca antes que padre y tenía un alto concepto de sí mismo. Probablemente el monarca más dotado de su tiempo (pese a sus limitaciones)si lo necesitase, lo hubiese matado. Apartaría así a un peligro enorme, pues si Carlos reinase hubiese sido una calamidad. Pero no le hacía falta llegar a ese extremo. Ya tenía el precedente de Juana la Loca, la cual fue incapacitada y gobernaron su padre y su esposo. No hubiese sido raro, así que es muy especulativo pensar en que lo mató. Ninguna fuente fiable ni lo menciona. Pero eso quedará en el cajón de incógnitas de la historia…
- Todo lo que quiso saber y nunca se atrevió a preguntar sobre las guerras con Inglaterra
Felipe II fue rey de Inglaterra e Irlanda desde 1554 hasta 1558. Como rey consorte lo cierto es que se aprovechó de María Tudor para lograr tropas y barcos. Con larguísimos periodos de ausencia, la reina María le esperaba, y este volvía para pedir dinero e irse. Ella estaba enamorada desde que vio su retrato, cuenta la leyenda. Y es que en 1557 Felipe regresaba para pedir hombres y dinero para la guerra contra Francia. 7000 ingleses participarían en la Batalla de San Quintín, y las naves inglesas serían esenciales en la Batalla de las Gravelinas. Y María le despidió muy triste, hecho sobre el que hay una canción popular inglesa: Oh, Philip! most unkind, Bear not such a mind, To leave the daughter of a king Gentle prince of Spain, Come, oh come again
Al margen de estos sucesos, lo cierto es que Felipe indultaría a distintas personalidades a la muerte de María, e incluso sufriría un intento de asesinato. El caso es que Isabel de Tudor subió al trono, y como ya hemos comentado, ordenó a los corsarios atacar a los galeones de Felipe II, cargados de oro, plata y piedras preciosas que portaban hasta España desde América. Aunque en el cine y la literatura se nos muestra contunuamente como los piratas abordan galeones, la realidad es que sus naves rápidas no valían de nada contra las españolas en un abordaje. Y para más inri, durante la época de Felipe II no cayó ningún convoy en manos inglesas, y la realidad es que solo el 1% de los barcos españoles fueron presa de la piratería.
Felipe II envió la Felicísima Armada (nunca la invencible, salvo para historiadores y propagandistas ingleses). El plan era embarcar tropas de Alejandro Farnesio y desembarcar en Inglaterra. Pero la navegación basada en velamen y viento de los ingleses superó al tamaño y los remos españoles. Fue un triunfo de la navegación atlántica sobre la mediterránea. De 127 buques 37 fueron al fondo del mar Así Inglaterra se salvó de la invasión de España. E Isabel I creyéndose vencedora de la guerra, preparó junto a Drake y Hawkins, temibles corsarios la Contraarmada.
Inglaterra tenía en su poder al pretendiente de Portugal, Antonio de Crato, ansiaba destruir los restos de la Armada Invencible (102 barcos), y tomar las Azores, para tener una base pirata. Pusieron al mando de las operaciones (150 barcos y 25.000 hombres) de la escuadra inglesa a Francis Drake. Este, además de atruibuirse todo el mérito de la batalla de la Armada, fue de desastre en desastre. No atacó los restos de la Felicísima en Santander, sino que se dirigió a Coruña, donde fue expulasado por escasas tropas y población civil. Despues marchó a Portugal, donde esperaban que el pueblo llano se levantase a favor de Antonio Crato. Nada más lejos de la realidad, fueron destrozados, Antonio de Padilla capturó algunos barcos, y la población portuguesa los veía como saqueadores y no liberadores. Si bien ambas expediciones fueron un desastre, la inglesa cuantitativamente lo fue mucho más. Y no hizo si no empeorar cuando Drake, para restituir su honor filibustero (perdón por el oximoron) fue al Caribe, muriendo en Portobello.
Enterramiento de Francis Drake
La cosa es que el gran mérito de Isabel I frente a Felipe II es sobrevivir mediante golpes de suerte, pues fue una absoluta imprudencia declararle la guerra, decapitar a María, etc. La diferencia entre ambas potencias es que Felipe reconstruyó su armada en menos de cinco años, en cambio Inglaterra estaría los siguientes treinta atada de pies y manos en la escena internacional. Los saqueos sin importancia se sucederían, hasta que muertos los dos reyes, en el Tratado de Londres (1604) ambas potencias firmarían una paz muy ventajosa para España.
La Leyenda Negra viene aquí motivada porque esta guerra solo se conoce mundialmente un episodio, debido a la propaganda británica sobre el asunto. Nadie mejor que el Presidente del Comité de Educación de la Asociación Británica, Ben Walsh, para describirlo: la Armada inglesa nunca se ha enseñado en las escuelas británicas y la mayoría de los profesores de historia podrían no ser conscientes de que existió. Las culturas tienden a atesorar victorias. La Armada invencible es percibida como una victoria y la Armada inglesa, evidentemente no lo es. El plan de estudios moderno proviene de esos valores culturales… Podría parecer injusto que un ataque desastroso de Inglaterra contra España sea completamente olvidado mientras que un ataque desastroso de España contra Inglaterra sea universalmente recordado
Esto nos enseña algo, y es que la historia no la escriben los vencedores, la escriben primero los ingleses y luego los franceses.
- Archivos desclasificados: Juan de Austria, la Princesa de Éboli, Antonio Pérez y Escobedo.
En un callejón seis sicarios apuñalaron a Escobedo, secretario de Juan de Austria, héroe de la cristiandad y gobernador de los Países Bajos. El motivo fue una red de cortesanas mentiras que harían las delicias de cualquier novelista, y que puso de relieve que la vida en palacio no era idílica. El instigador, Antonio Pérez, y seguramente la Princesa de Éboli y el rey. Antonio era un secretario especialmente importante y corrupto, con gran habilidad para los asuntos de estado. La Princesa de Éboli había sido esposa de Ruy Gomes, mano derecha del rey en lo económico. No solo eso, su inteligencia más que sabida, su habilidad y experiencia política la hacían un enemigo temible. Y, dicen algunos historiadores, es muy posible que se acostase con Felipe II.
La Princesa de Éboli, Ana de Mendoza
Juan de Austria estaba en Países Bajos y debía comunicarse con su hermano Felipe por correspondencia. Aquí entran en juego dos secretarios, Juan de Escobedo y Antonio Pérez, del gobernador y el rey respectivamente. Juan de Escobedo había enviado cartas al rey expresando los deseos de su señor: casarse con María Estuardo e invadir Inglaterra, su derecho al trato de Alteza, y tras vencer en Gembloux, volver a España.
Pero no contaban con que el que leía y traspapelaba las cartas era Antonio Pérez, el cual odiaba a Juan de Escobedo, pues este sabía de sus corrupciones y tejemanejes varias. Y sobre todo por conspirar con la Princesa de Éboli, siendo que amenazó con contarle al rey acerca del asunto. Antonio Pérez envenenaría al rey con mentiras acerca de que Juan deseaba usurpar el trono español en un complot con el Papa, el Duque de Guisa etc. Felipe, harto, debió haber tenido conocimiento o parte en el asesinato. Acabar con el criado y mandar un mensaje así al vencedor de Lepanto, que el era el que realmente mandaba.
Esto se explica por una simple razón, la envidia de Felipe II a D. Juan de Austria. El hijo natural de Carlos V, pese a nacer fuera del matrimonio, había mostrado ser el heredero de las cualidades de Carlos V. Carismático, gran militar, parecido en el físico de pelo rubio y ojos azules…Y alguien castaño, de estatura media y con un perfil más de rey de despacho que de campos de batalla como era Felipe le tuvo bastante recelo. Al final, con la muerte de Juan de Austria Felipe II fue entrando en razón y acabó deteniendo a Antonio Pérez. El resto ya es sabido, la huida a Aragón, y que este secretario instigaría la Leyenda Negra por toda corte de Europa…
- Conclusión
Como valoración del reinado, la verdad es que Felipe II fue un gran rey, en especial si tomamos el contexto. Se suele hablar que en lo económico despilfarró, pero es que no podía hacer otra cosa a menudo. ¿Debía dejar una Francia protestante a la espalda de España? ¿Podía evitar la guerra con Isabel I e Inglaterra si era esa reina la que atacaba los barcos españoles? ¿Los Países Bajos, si bien es cierta la represión que hubo, hubiesen estado mejor con los calvinistas que tampoco fueron precisamente tolerantes?
El asunto es que la Monarquía Hispánica era de carácter universal, y por ende debía tener reyes capaces de hacer frente a las ambiciones sobre ellos. Objetivamente en ese reinado se incorporaron Filipinas y Portugal, con todas sus colonias. Es decir, “en su Imperio no se ponía el sol”. Se logró detener la amenaza turca que se cernía sobre Europa, se evitó una Francia protestante si bien su excesiva ambición la convirtió en enemiga. Inglaterra fue manifiestamente derrotada, aunque no incorporada a los reinos de la Monarquía. Y las rutas comerciales con América aseguradas. En opinión del que escribe, con todos sus defectos, su talla política es incuestionable, y sus resultados fueron razonablemente buenos. Sea como fuere, es deber de historiador poner la verdad sobre el asunto, y que el lector decida.
LECTURA RECOMENDADA
Felipe de España, de Henry Kamen
España bajo los Austrias, de John Lynch
La Leyenda Negra, de Joseph Pérez
Felipe II el Rey Imprudente, de Geoffrey Parker
ENLACES WEB DE UTILIDAD
Manual de Historia de la Edad Moderna en España y en Europa:
http://www.uned-historia.es/sites/default/files/Apuntes/Nacho%20Seixo%20-%20Historia%20Moderna%20FLORISTAN.pdf
Blog de la Universidad de Alicante sobre Felipe II:
blogs.ua.es/elprudente
[…] que estaban destruyendo a los Países Bajos bajo su férreo gobierno. Continuaba así la famosa Leyenda Negra española en la que ciertamente, algo había de cierta. La inteligencia de Guillermo le hizo cargar contra […]
Magnífico artículo, sólo una pregunta, es cierto que a menudo se culpa a Felipe de su actitud conservadora durante la batalla de San Quintín, motivo por el cual fue apodado «el prudente». Pero lo que yo planteo es ¿Por qué la paz de Cateau-Cambresis fue tan poco favorable en términos territoriales para España cuando Francia había sido totalmente humillada?. Tengo entendido que Felipe realmente nunca quiso conquistarla algo que a la larga, por el apoyo que ésta prestaría a rebeldes y protestantes, pagaría caro; no obstante pienso que fue una suerte para la historia de la humandad, ya que Inglaterra y Francia libres de España cambiarían el mundo en los siglos venideros.
Saludos.
Hola Julián, en primer lugar gracias.
La paz de Cateau Cambresis fue especialmente beneficiosa para España, confirmaba una realidad hegemónica. Territorialmente fue maravillosa, pues hasta la Guerra de los Treinta Años Francia no pondría un solo hombre en Italia. Las interminables guerras de Francia por Italia acababan.
Ahora, si te refieres a porque España no reclamó más territorio francés, en esencia es la demografía la respuesta. Si ya fue costoso mantener los Países Bajos con sus enormes ciudades, imagina el país francés. Además el plan de Felipe II era convertirles en un reino títere, mediante matrimonios e intrigas palaciegas. Quiso poner a Isabel Clara Eugenia en ese trono cuando estuvo vacante (contexto de guerras de Religión), pero la Liga Católica no iba a apoyar a una española, eran franceses antes que católicos. Y por eso acabaron aceptando a un protestante converso.
Y sí, en general la historia del mundo ha necesitado del genio francés, inglés y español para desarrollarse en la Edad Moderna. Así que estoy de acuerdo contigo en que casi mejor así 🙂
Te animo a leer más artículos de esta web, y espero que te haya satisfecho la respuesta
Bueno creo que Felipe podría haber arañado algún que otro ducado más, sin ser descabellado, sobre todo si tenemos en cuenta que años más tarde se emprendería el intento de conquista de toda Inglaterra. Tal vez tenía otros planes como dices y al final le salió medianamente mal la jugada, salvo por la ansiada entronización de un rey católico en Francia.
Es una página estupenda, no sólo narra con detalle, también explica causas y consecuencias de una forma didáctica y concisa. Comparada con la bazofia sensacionalista que hay por ahí, esta pretende enseñar en vez de obtener clics.
Saludos.