Desde el punto de vista de la Diplomática, «validar» un documento significa que este reciba los signos o marcas de autenticidad, variables según la cancillería de la que dimana, para que adquiera autenticidad legal (Cárcel Ortí, 1997 n.º 369: 91). En general, existen tres formas esenciales de dotar de validez jurídica a un diploma: rubricarlos –o suscribirlos–, sellarlos y colocar un signo identificativo.

Uno de los elementos de validación más visuales y representativos de los diplomas castellanos emitidos por la cancillería real es el Signo Rodado. Esta «rueda», flanqueada por largas columnas de confirmantes, venía dibujada al final del tenor documental. Su apareciencia más arquetípica es aquella con la que se representó entre los siglos XIV y XV: en un marco cuadrangular, con las esquinas ricamente decoradas, se circunscribe una circunferencia donde, a su vez, se dibujan otras dos concéntricas a esta primera; mientras que el anillo exterior e intermedio se reservan para colocar una leyenda, en el interior se ubican, en cuatro cuarteles, iguales dos a dos, los signos parlantes de los reinos de Castilla y de León.

Para llegar a representarse en su máximo esplendor, siendo, además, símbolo de solemnidad y poder real, el Signo Rodado tuvo que evolucionar y adaptarse a las diferentes situaciones políticas e intercambios culturales que tuvieron lugar en la península Ibérica. El presente artículo pretende hacer un repaso sobre los orígenes, desarrollo y desaparición de uno de los signos identificativos más importantes de nuestra historia.

Los signos de la cancillería pontifica: Bene Valete y Rota

Antes de comenzar, conviene hacerse una pregunta: ¿cuál es el modelo en el que se basa el Signo Rodado? Para responder a esta cuestión, conviene buscar la respuesta en la que, con toda probabilidad, fue la oficina de expedición más importante de la Edad Media: la cancillería pontificia (Rabikauskas, 1970). En esta institución, como bien anuncia el título, el Bene Valete y la Rota fueron los signos que se emplearon para validar los documentos papales desde el pontificado de León IX (1049-1054) pero, sobre todo, a partir del de Pascual II (1099-1118) (Poole, 1915: 98-105 y De Francisco Olmos, 2017: 9-13).

El primero de ellos es un emblema monogramático formado por las letras de esas dos palabras, que significan «sigan bien». Este se usaba en la documentación pontifica para validar el documento y como expresión de salud al emisor (Riesco Terrero, 2003: 35). El que a nosotros más nos interesa, la Rota, también era un elemento validatorio, empleado sobre todo en diplomas solemnes. Consistía en dos círculos concéntricos que creaban un anillo exterior –llamado corona o anillo (De Francisco Olmos, 2017: 9)– y uno interior, divido en cuatro cuarteles. La distribución y contenido de estos fue variando con los siglos.

Bula de Inocencio II donde pueden observarse la Rota (izquierda) y el Bene Valete (derecha) (1139, abril, 11. Roma, Basílica de San Juan de Letrán). AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.623,N.15. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/2321098?nm

Los documentos papales, emitidos normalmente desde Roma, llegaban a todas las diócesis de la cristiandad, incluidas, como no podía ser de otra manera, las de la península Ibérica. En aquel tiempo, destacaba entre los prelados hispanos Diego Xelmirez, quien asumió la dirección de la diócesis de Santiago de Compostela hacia el año 1100; dos décadas después, en el 1120, el papa Calixto II, elevó la sede jacobea al rango de archidiócesis y fue el mismo Xélmirez su primer arzobispo. Aquel mitrado, había tenido muy buenas relaciones con el papa Pascual II, de quien había recibido numerosos privilegios que, en aquel momento, eran concedidos a través de los diplomas emitidos desde Roma. Además, realizó también numerosos viajes a la Ciudad Eterna, donde sin duda tuvo contacto con algunos oficiales de la cancillería pontificia, a quienes es probable que viera trabajar en las tareas propias de esta institución. Por todo ello, no es de extrañar que Diego Xelmirez fuera el primero en introducir el uso de la Rota en la península Ibérica, a través de los documentos que él, como arzobispo de Santiago, debía emitir para administrar los asuntos de su archidiócesis (Pardo Rodríguez, 1999: 243). La profesora Pardo Rodríguez (1999: 243-244) asevera que la primera utilización de la Rota por parte de Xelmirez se produce antes de su consagración como arzobispo, más concretamente, según el profesor Jose María de Francisco Olmos (2017: 14), hacia 1115.

Aquel signo empleado por Xelmirez asemejaba mucho al usado por los pontífices. Su importancia dentro de la archidiócesis será tal que los sucesores de aquel también lo utilizarán. Este empleo de la Rota romana –adaptada al episcopado castellano– no se limitará solamente a esta sede, sino que se expandirá por las vecinas, siendo los obispos de Lugo, Guido (1134-1152) y Juan (1152-1181), y el de Mondoñedo, Nuño Alfonso (1112-1136), algunos de los ejemplos más conocidos de esta nueva tendencia.

Detalle de la Rota empleada por Xelmirez (1115, abril, 4). López Sangil, J. L. (2006). Un nuevo documento de 1117 del monasterio de Caaveiro. Cátedra: revista eumesa de estudios 13, 165-188. https://www.estudioshistoricos.com/wp-content/uploads/2014/10/jlls_04.pdf

El Signum Regis

Mientras la Rota papal era cada vez más empleada por los obispos del noreste peninsular, en los documentos reales estaba normalizado el uso del Signum Regis. Este símbolo que, literalmente, significa «la señal del rey», era utilizado en los privilegios desde el periodo astur-leonés para representar a la persona del rey (Pardo Rodríguez, 1999: 244). Durante esta época, hasta el reinado de Urraca I de León (1109-1126), no existía una cancillería como tal, sino que los diplomas que los monarcas leoneses emitían, estaban realizados por aquellas personas que sabían escribir que, por lo general, pertencían a diferentes centros religiosos de la península Ibérica. Fue con doña Urraca cuando se creó una suerte de «protocancillería» real, es decir, una institución cuya misión era la de redactar, validar y emitir los diplomas intitulados por aquella monarca (Cárcel Ortí, 1997, n.º 268: 70). Sin embargo, está importante oficina regia no terminó de asentarse hasta el reinado de su hijo Alfonso VII (1126-1157), quien primero fue rey de León y, a partir de 1135, Imperator totius Hispanie. Tras su nombramiento como emperador, este Signum Regis pasó a denominarse Signum Imperatoris y, en lugar de representar a la persona del emperador, pasó a ser un símbolo de expresión territorial.

Signum Imperatoris de Alfonso VII de Castilla y León (1124, enero, 13). AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.1481,N.2. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/4806567

Alfonso, desde el inicio de su reinado, se preocupó mucho por asentar las bases de lo que en siglos posteriores se conocerá como cancillería real. En esta tarea organizativa, dotó a su oficina de expedición de una jerarquía que es la base de cualquier institución de este tipo: canciller, máxima autoridad dentro de esta institución; notarios, encargados de redactar la minuta del documento y escribanos, funcionarios cuya misión es la de materalizar el diploma que se emitirá. Para ocupar los nuevos cargos de los que tenía necesidad, decidió valerse del bien formado y organizado clero compostelano; es en este momento cuando, en 1127, el aun obispo Xelmirez es nombrado canciller del rey, cargo de máxima confianza del monarca.

El Signum Regis/Imperatoris pasó a ocupar en el diploma regio la posición que en los documentos papales/episcopales ocupaba la Rota. Este sincretismo será lo que permita, después de mediados del siglo XII, que el Signum Regis comience a adquirir la apariencia redondeada y los elementos identificativos que darán lugar al Signo Rodado que se nos viene a la mente cuando pensamos en él.

Del Signum Regis al Signo Rodado

Alfonso VII falleció en 1157 y el territorio sobre el que gobernaba se repartió entre sus dos hijos: el Reino de Castilla recayó en Sancho III (1157-1158), mientras que el de León en Fernando II (1157-1188). Este segundo vástago fue el primero que introdujo el Signo Rodado en los privilegios que emitía; en contraposición, Sancho, titular del que se consideraba como reino principal, siguió las prácticas de su padre y continuó empleando el Signum Regis. La decisión de elegir la rueda para validar los documentos en el Reino de León la explica el profesor De Francisco Olmos (2017: 37-38) y las profesoras Ostos Salcedo y Pardo Rodríguez (1999: 21): Fernando II, relegado a un segundo plano, buscó sus propios espacios simbólicos y políticos, por lo que empleó un signo propio que representara su auctoritas; para ello, se fijó e imitó los sistemas de validación que los arzobispos de Santiago, –quien, tradicionalmente, fueron los cancilleres honoríficos de la cancillería leonesa, siendo los de Toledo los de la oficina de expedición castellana–, venían usando desde los tiempos de Xelmirez. Adaptándolo a la representación de su territorio, se eligió el león heráldico como símbolo parlante, quedando la cruz imperial adscrita al símbolo del reino castellano. Respecto a la parte textual, puede verse como Fernando escribía Signum Ferdinandi Legionensis regi pero, tras la muerte de su hermano en 1158, cambió a Signum Ferdinando regis Hispaniarum; mientras que, de Sancho III existe tan solo un ejemplo en el cual, aparte de la cruz en el círculo central, en el anillo puede leerse: Signum regis Sanci, sin mención al territorio gobernado.

Rueda del rey Fernando II de León (1169, marzo, 23). AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.495,N.23. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/4807496
Signos del rey Sancho III: Signum Regis (arriba) y Rueda (abajo). De Francisco Olmos, J. Mª. (2017). El signo rodado regio en España. Origen y desarrollo. Madrid: Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. https://www.ramhg.es/images/stories/pdf/silografia-articulos/SIGNO-RODADO.pdf

Tras morir Sancho III, le sucedió en el trono castellano su hijo, Alfonso VIII (1158-1214). Contaba con tan solo tres años, por lo que durante su minoría de edad, cuya tutoría recaía en su tío, Fernando II de León, el futuro rey empleó un signo muy parecido al de su abuelo. Hacia 1165 comienza a emplearse la rueda, cuya cruz añadirá una especie de flor de lis; más tarde, de manera paulatina, el espacio donde se recoge la leyenda textual irá haciéndose más grande para escribir la expresión de dominio del rey: Signum Adefonsi regis Castelle. Finalmente, la aportación mas determinante, será el desgajamiento de las columnas de confirmantes, de las confirmaciones del alférez y el mayordomo real, pasando de forma un dintel a ambos lados del signo, a «enroscarse» en él y crear una nueva circunferencia (Pardo Rodríguez, 1999: 247). Tras el reinado de Alfonso VIII, ocupó el trono castellano Enrique I (1214-1217), quien redució las dimensiones del signo, haciendo que el texto se ajustará al máximo a los cuatro cuarteles que se formaban al adaptar la cruz a la totalidad del espacio.

Copia en el Tumbo menor de Castilla de la Rueda de Alfonso VIII de Castilla (1174, enero, 13) AHN, CODICES,L.1046, f. 17. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/2610187

Por otro lado, en el Reino de León, tras la muerte de Fernando II en 1188, accedió al trono su hijo, Alfonso IX (1188-1230). Curiosamente, la situación respecto a la Rueda es diametralmente opuesta a la que sucede en el territorio castellano, siendo esta cada vez realizada con menor precisión, llegando incluso a desaparecer la circunferencia en algunas ocasiones y quedando solamente el símbolo del león. Este hecho, en palabras de la profesora Pardo Rodríguez (1999: 249), se explica de la siguiente manera:

Esta decadencia de la rueda, dentro de una cancillería caracterizada por una cierta desorganización y una continua fluctuación en cuanto al valor asignado a los tipos documentales, no resultaría extraña, habida cuenta de la clara relación que se establece entre las circunstancias políticas del reino leonés y el nivel organizativo y funcional de este organismo de expedición. Sin embargo, no parece que haya una justificación aparente que señale tal «resurrección» e indique, al mismo tiempo, la ruptura de una tendencia que parecía abocar a la desaparición del signo rodado y al no empleo del documento que lo contenía.

Las bases de la apariencia arquetípica del Signo Rodado quedaron asentadas en los dos siguientes reinados, el de Fernando III (1217-1252) y el de Alfonso X (1252-1284). En 1217, tras la muerte de Enrique I, accede al trono su sobrino, Fernando III, quien, por lo general, mantuvo las características del Signo Rodado que había llegado hasta él. Sin embargo, en 1230, el padre de este, Alfonso IX de León, falleció, lo que provocó que Fernando III se convirtiera también en rey de León. Las coronas de Castilla y de León volvía a encontrarse unidas bajo un mismo titular, tal y como lo estaban durante el reinado antes mencionado de Alfonso VII. En este momento, la forma de trabajar de la cancillería castellana se impuso a la de la leonesa, provocando, en consecuencia, que el Signo Rodado que predominó en los privilegios rodados emitidos por Fernando III fuese el de Castilla, es decir, con la cruz como símbolo en lugar del león. Además, este cambio supuso también la modificación de la leyenda que acompañaba al signo, ahora más complicada ya que añadió los distintos dominios territoriales que pertenecieron al dicho rey. En la última etapa del reinado, desde 1232 a 1252, la Rueda queda prácticamente conformada de la siguiente manera: una cruz con los brazos del mismo tamaño dentro de una doble circunferencia con la leyenda «signo del rey»; a su vez, otro círculo concentríco al anterior, contiene el nombre de los distitntos territorios anejos a la corona. Por último, rodeando todo este conjunto, aparece escrita la confirmación de los dos cargos de más confianza del monarca: el alferez y su mayordomo mayor.

Rueda deFernando III (1231, enero, 8. Zamora). AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.1431,N.16. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/4803531
Rueda de Alfonso X (1255, marzo, 29. Sahagún) AHN, SIGIL-SELLO,C.11,N.4. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/6084938

 

Este modelo difundido en los últimos años del reinado de Fernando III, culminará durante el periodo de Alfonso X (1252-1284). El cambio más significativo que añadirá el rey sabio, será la policromía, pasando de ser un signo realizado en negro, a uno que contiene varios colores. Esta iluminación del Signo Rodado se produce a causa de la importancia que adquiere el documento escrito en este periodo y por tratarse de la forma de validación del tipo documental más solemne que la cancillería alfonsina podía emitir (Pardo Rodríguez, 1999: 252-254 y De Francisco Olmos, 2017: 82-85). El símbolo central seguirá siendo la cruz, con los cuatro cuarteles que forma dentro de la circunferencia vacíos; sin embargo, poco a poco, se irán rellenando con las armas parlantes de los reinos peninsulares: en el primero y el cuarto, el castillo dorado sobre gules y, en el segundo y cuarto, el león púrpura sobre plata.

La fijación defnitiva de la Rueda quedará fijada en este reinado y permanecerá de esta manera hasta el siglo XV, cuando el privilegio rodado comience a caer en desuso en favor de otros tipos documentales –como la carta de privilegio y la carta de privilegio y confirmación– hasta desaparecer en el reinado de los Reyes Católicos. Conviene aclarar, que estas dos tipologías mencionadas, aún seguirán usando este sistema de validación tan llamativo.

Diferentes modelos de Signo Rodado antes de la dinastía Trastámara: Sancho IV (1285, febrero, 14. Soria). AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.3022,N.5Bis. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12726148
Diferentes modelos de Signo Rodado antes de la dinastía Trastámara: Fernando IV (1304, abril, 6. Burgos). AHNO, FRIAS,CP.252,D.3. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/3949160
Diferentes modelos de Signo Rodado antes de la dinastía Trastámara: Alfonso XI (1326, enero, 28. Valladolid) AHN, SIGIL-SELLO,C.19,N.3. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/6085008
Diferentes modelos de Signo Rodado antes de la dinastía Trastámara: Pedro I (1351, septiembre, 14. Valladolid) AHN, CLERO-SECULAR_REGULAR,Car.556,N.17. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/4804881

Últimos ejemplos del Signo Rodado

Como hemos mencionado, desde el reinado de Alfonso X en adelante el Signo Rodado apenas sufre cambios relevantes en su configuración, más allá de la tendencia a la estandarización del tamaño desde el reinado de Alfonso XI (1312-1350), entre los 150-170 mm. (Pardo Rodríguez, 1999: 255). Otra evolución que puede llamar la atención es el encuadre del Signo Rodado en una suerte de marco cuadrado a partir del inicio de la época Trastámara hasta el reinado de los Reyes Católicos; de esta manera, los círculos concéntricos y las respectivas suscripciones a las que se ha hecho mención, quedaban circunscritos a un perimetro cuadrangular, permitiendo realizar decoraciones de estilo vegetal en las esquinas del mismo.

Diferentes modelos de Signo Rodado de la dinastía Trastámara: Juan I (1379-1390). ARCV, PERGAMINOS,CARPETA,141,8. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/542046?nm
Diferentes modelos de Signo Rodado de la dinastía Trastámara: Juan II (1445, marzo, 9. Tudela del Duero). ARCV, PERGAMINOS,CARPETA,10,3. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/540188?nm
Diferentes modelos de Signo Rodado de la dinastía Trastámara: Enrique IV (1457, julio, 30. Segovia). AHMJ, n.º 10001003

Finalmente, durante el reinado de los Reyes Católicos, se produjo el último de los cambios en la configuración gráfica del Signo Rodado. Tras el ascenso al trono de Isabel y Fernando (1474) las armas tradicionales que aparecían en los cuarteles formados en el círculo más interno de la Rueda, son sustiuidas por las suyas que, además, aparecen bajo la corona real y el águila de san Juan. Las esquinas con motivos vegetales típicas de época Trastámara, pasarán ahora a rellenarse con las archiconocidas divisas de ambos monarcas: el yugo y las flechas.

En los años 90 del siglo XV se emitieron los últimos documentos validados con el Signo Rodado. Quizás, uno de los más conocidos de este periodo, es el privilegio emitido por los Reyes Católicos, donde se acuerdan las capitulaciones del reino nazarí. Fueron firmadas el 25 de noviembre de 1491, unas semanas antes de entrar definitivamente en Granada, el 2 de enero de 1492. La Rueda que aparece validándolo es de unas dimensiones enormes, ocupando prácticamente el centro del soporte. Visualmente, es diametralmente opuesta a aquella pequeña rueda monocromática que en el siglo XII utilizase el obispo Xelmirez; sin embargo, conserva todo su valor simbólico siendo, además, el cénit de un signo que marcó la historia medieval de la península Ibérica y siempre fue ejemplo de solemnidad y poder.

Capitulaciones de Granada donde puede verse uno de los últimos ejemplos de Signo Rodado en Castilla, perteneciente a los Reyes Católicos (1491, noviembre, 25. Santa Fe). AHNO, FRIAS,CP.285,D.18. “Privilegio rodado de las capitulaciones para la entrega de la ciudad de Granada a los Reyes Católicos (1491)”, Modernalia. Recursos para la enseñanza de la Historia Moderna. https://www.modernalia.es/items/show/908

Bibliografía

Cárcel Ortí, Mª. M. (Ed.). (1997). Vocabulaire International de la Diplomatique. Valencia: Universitat de València.

De Francisco Olmos, J. Mª. (2017). El signo rodado regio en España. Origen y desarrollo. Madrid: Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía.

Ostos Salcedo, P. y Pardo Rodríguez, Mª. L. (1999). Signo y Símbolo en el Privilegio Rodado. En M. Borrero Fernández, M. Fernández Gómez, A. Iglesias Ferreirós, P. Ostos Salcedo y Mª. L. Pardo Rodríguez (Eds.), Sevilla, ciudad de privilegios. Escritura y poder a través del Privilegio Rodado (pp. 15-47). Sevilla: Universidad de Sevilla-Ayuntamiento de Sevilla-Fundación El Monte.

Pardo Rodríguez, Mª. L. (1999). La rueda hispana. Validación y Simbología. En P. Herde y H. Jakobs (Eds.), Papsturkunde und europäisches Urkundenwesen: Studien zu ihrer formalen und rechtlichen Kohärenz (11. bis 15. Jahrhundert) (pp. 241-258). Viena-Colonia-Weimar: Böhlau Verlag.

Poole, R. L. (1915). Lectures on the History of the Papal Chancery. Cambridge: University Press.

Rabikauskas, P. (1970). Diplomatica Pontificia (praelectionum lineamenta). Roma: Università Gregoriana Editrice.

Riesco Terrero, A. (2003). Vocabulario científico-técnico de Paleografía, Diplomática y Ciencias Afines. Madrid: Barrero&Azedo.

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