Cuando una persona está en el poder es complicado mantener los pies en el suelo. Les pasó a algunos reyes, como hablamos en este artículo, aunque fuera debido a problemas mentales. En este caso, hablaremos de personas perfectamente cuerdas que, al llegar al poder, comenzaron a actuar de forma excéntrica. Os presentamos a del dictadores del s. XX que usaron su poder de la forma más extraña y megalómana posible.
Rafael Trujillo – República Dominicana (1930-1961)
Rafael Leónidas Trujillo gobernó la República Dominicana durante más de tres décadas con un título que alguno le resultará familiar: Presidente de la República y Generalísimo de los Ejércitos dominicanos.
La familia de Trujillo tenía orígenes españoles, concretamente canarios. Su abuelo había sido militar y combatido en la isla durante la independencia dominicana de España tras la Restauración. El padre de Trujillo permaneció en la isla al casarse con una dominicana y se dedicó al comercio. Nacido en 1891 como el tercero de once hijos, Rafael no tuvo una educación decente. Los constantes cambios de escuela y los problemas familiares de dinero alejaron a Rafael de estudiar y le empujaron a la calle.
Durante varios años, Rafael se dedicó a delinquir, especializándose con su hermano en el fraude postal. Fue descubierto y pasó algunos meses en la cárcel que alimentaron su violenta personalidad. Al poco de salir de la cárcel, Rafael lideró una banda callejera, “la 42”, conocida y temida por sus robos y su violencia. Con la intervención estadounidense en 1916, Trujillo vio a la vez un problema y una oportunidad: el problema era que los estadounidenses no iban a tolerar su banda. La oportunidad, que buscaban jóvenes para alistarse en la recién creada Guardia Nacional (Capdevila, 2000).
Durante sus años en el ejército, Trujillo aumentó su vena dictatorial y violenta. Fue juzgado, aunque finalmente absuelto, de un delito de violación y extorsión a una menor. Además, su jefatura regional era una de las más temidas del país, teniendo el mayor ratio de detenciones y abusos militares. Su carrera fue meteórica y cuando los estadounidenses abandonaran el país en 1924, dejaran a Trujillo al mando de los ejércitos como teniente coronel y jefe del Estado Mayor.
Con todo el poder militar en sus manos, Trujillo pronto puso el poder político en su punto de mira. Recuperó su antigua banda, “la 42”, a la que convirtió en una banda paramilitar dirigida por miembros del ejército. En esta banda se basó Trujillo para orquestar en 1930 un golpe de Estado contra el Presidente Horacio Vásquez y convocar unas elecciones presidenciales con él mismo como candidato. Trujillo encargó a “la 42” que creara un clima de terror entre los votantes de la oposición para evitar que fueran a votar. También amenazó a los miembros de la Junta Electoral, forzando su dimisión y reemplazándolos por allegados suyos. Trujillo ganó sin problemas (Sención Villalona, 1996).
Rápidamente, Trujillo y sus hombres más cercanos desarrollaron un culto a la personalidad tremendo. En 1932 comenzaron a surgir rumores de que el hijo de Trujillo, Rafael “Ramfis” Trujillo, no era realmente hijo del dictador. Para acallar los rumores y mostrar su amor por el niño, Trujillo le nombró coronel en 1934 y general de brigada en 1938, con solamente 9 años, con el salario, privilegios y honores correspondientes.
Poco después, en 1936, el Congreso de la República Dominicana había presentado una ley que pretendía cambiar el nombre de la capital de Santo Domingo a Ciudad Trujillo; el de la provincia de San Cristóbal (donde había nacido Trujillo) a Provincia Trujillo; y el de la montaña más alta del país, La Pelona Grande, a Pico Trujillo. La base de esta ley era que, tras el huracán de 1930, Trujillo había dado esperanza y reconstruido el país y éste, en agradecimiento, le otorgaba dicho honor. Aunque públicamente Trujillo declaró, de manera teatral, que no quería el reconocimiento, en la sombra logró que el Congreso aprobara la ley con mayoría absoluta.
Y no sólo eso. En esa misma ley se aprobó que, para que todos los dominicanos recuerden el esfuerzo de reconstrucción y modernización que había hecho Trujillo en el país tras el huracán, se debían erigir estatuas y bustos del Presidente. En la capital se levantó un enorme obelisco, el Monumento a Trujillo, en referencia al Monumento a Washington en Estados Unidos. Otras muchas ciudades inauguraron en los años siguientes monumentos similares en honor a Trujillo. Aquellos pueblos que no se podían permitir una estatua, cambiaban los nombres de sus calles principales por Avenida o Calle Trujillo. De tal manera que para 1938, allá donde Trujillo fuera, su nombre estaba presente en todas las ciudades del país (Crasweller, 1966).
Pero este no sería el único “agradecimiento” que Trujillo se auto-entregara. En 1931, arguyendo una necesidad de la población, compró a precio de saldo todas las empresas dedicadas a la producción y venta de sal. Poco después hizo lo propio con la carne, la leche y la madera. En 1937, con el fin de revivir la economía local, prohibió la importación de arroz y sólo permitió el consumo de arroz local, curiosamente, un bien que también Trujillo monopolizaba. Así, para 1938, la mitad de las empresas alimentarias, manufactureras y de telecomunicaciones de la República Dominicana, pertenecían a título personal a Trujillo (Crasweller, 1966).
Como manejar semejante imperio económico y además gobernar un país era demasiado, Trujillo no dudó en repartir cargos a sus familiares. Su mujer se dedicó a las empresas de exportación e importación. Uno de sus hermanos, a las telecomunicaciones. Otro hermano obtuvo las empresas manufactureras. Y ya hemos dicho que su hijo de 9 años era el segundo en el escalafón militar solamente detrás del propio Trujillo. Por supuesto, su familia también recibió una parte de los nuevos nombres en el país. La provincia de María Trinidad Sánchez (Nagua) fue bautizada con el nombre de su madre y pasó a ser Provincia Julia Molina. En la capital, Trujillo cambió el nombre de la Avenida Duarte, en honor al Juan Pablo Duarte, artífice de la independencia de la República Dominicana de Haití, por el de su padre, pasando a llamarse Avenida José Trujillo Valdez.
Tras 8 años en el poder, en 1938 debía haber elecciones en la República Dominicana. Trujillo había estado dos legislaturas al frente del país y, al igual que en Estados Unidos, había decidido no volver a presentarse, para aparentar que se retiraba a una vida privada y personal. De nuevo, lo declarado en público nada tiene que ver con la realidad. Trujillo había prohibido todos los partidos políticos salvo el suyo: el Partido Dominicano. Todas las personas mayores de edad tenían la obligación de ser afiliados del partido. Nadie en la República Dominicana podía trabajar sin el carnet del partido. Alguien colocado a dedo por Trujillo sería elegido presidente en elecciones “libres” mientras él continuaba dirigiendo el país desde la sombra (Capdevilla, 2000).
Y así sucedió. El nuevo presidente, Jacinto Peynado, era una mera marioneta de Trujillo. Peynado, para agradecer a Trujillo todo lo hecho por el país, continuó entregándole títulos y reconocimientos. Estableció por ley que todas las matrículas de los coches llevaran el lema “¡Viva Trujillo!”. En la capital, se erigió un nuevo letrero de neón, mucho más grande que el anterior, que decía “Dios y Trujillo” y brillaba día y noche.
Fue nombrado, entre otras cosas: varón insigne, benefactor de la Patria, padre de la Patria nueva, primer soldado, primer constructor, primer médico, mejor hijo, invaluable esposo, generalísimo de 5 estrellas,… Y dependiendo del lugar público, era obligatorio recitar todos sus títulos. Así, antes de comenzar una misa, se daban gracias al Santo y Protector de la Iglesia Trujillo. En el ejército, se prestaba juramento al Generalísimo Trujillo. En la Universidad, se lograba un título por la Gracia del Doctor, Licenciado y primer profesor Trujillo. O se inauguraba un puente dando gracias al primer ingeniero Trujillo (Capdevilla, 2000).
Trujillo nunca fue en católico devoto. En su vida pública estaba obligado a serlo, de nuevo como imagen hacia el pueblo. Sin embargo, Peynado sí era un católico acérrimo y, además, un admirador de Trujillo. Por ello, Peynado declaró que Trujillo era «una coartada de Dios para estar en el mundo» y obligó a las iglesias a utilizar el lema «Dios en el cielo, Trujillo en la tierra». Poco después, aprobó una ley mediante la cual se elaboraron miles de placas con la imagen de Trujillo y el lema «En esta Casa Trujillo es el Jefe». Las placas fueron repartidas a la población y era obligatorio tenerlas colocadas en un lugar visible del hogar, preferentemente junto a la imagen de Cristo. No tener la imagen de Trujillo en casa era una muestra de desafecto al régimen y motivo para ser encarcelado (Crasweller, 1966).
Tras cuatro años en la sombra, Trujillo se presentó a la reelección en 1942. Sin embargo, no lo hizo en el Partido Dominicano, sino en el nuevo y recién creado Partido Trujillista. A pesar de las críticas internacionales, Trujillo salió reelegido con el 90% de los votos y modificó la ley para que las nuevas legislaturas duraran 5 años en lugar de 4. Con su figura ya fuertemente idolatrada, Trujillo comenzó a buscar formas de aumentar y perpetuar su legado. Contrató a numerosos escritores e historiadores para que escribieran sus logros. En octubre de 1952 Trujillo creó el Instituto Trujilloniano, con la misión de difundir la obra de su gobierno.
Tras dos nuevas legislaturas, dejó el poder a su hermano Héctor Trujillo en 1952. Durante el mandato de Héctor, los Trujillo intentaron limpiar su apellido. Rafael había perpetrado numerosas matanzas y asesinatos de opositores políticos, inmigrantes y haitianos (como en la Masacre del Perejil de 1937). Además, cárceles como “La 9” y “La 40” eran famosas en toda América por su crueldad. Así, era necesario “borrar” esos cerca de 50.000 asesinados por el régimen. Y para ello se creó en 1955 la “Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre”. En ella, se buscaba poner el enfoque en los logros económicos del gobierno trujillista durante sus 25 años en el poder.
Pero, de nuevo, Rafael era demasiado megalómano. Durante la Feria, coronó a su hija Angelita como reina de la Feria y a su esposa como una gran “escritora y filósofa” a pesar de ser semi-analfabeta. Y también usó la Feria para presentar su candidatura al Premio Nobel de la Paz, candidatura que fue rápidamente desestimada en Estocolmo. En total, Trujillo gastó en la organización de la Feria unos 30 M de $, cuando el PBI del país no llegaba a los 100 M de $ (Crasweller, 1966).
Sin embargo, los Trujillo continuaban cometiendo asesinatos y actos contra los derechos humanos, como el atentado contra Rómulo Betancourt y el asesinato de las Hermanas Mirabal, opositores todos ellos a la dictadura. Así, Estados Unidos, que otrora apoyó al dictador por la estabilidad política y económica que aportaba al país, tuvo que intervenir y, a través de una operación financiada por la CIA, asesinarle en 1961, poniendo fin a la “era Trujillo” en República Dominicana (Sención Villalona, 1996).
Enver Hoxha – Albania (1944-1985)
Camarada, Secretario General del Partido, Primer Ministro, Ministro de Asuntos Exteriores, Ministro de la Guerra y Comandante en Jefe del Ejército Popular albanés. Cuando eres el dictador de un país, como es el caso de Enver Hoxha en Albania, la ventaja es que puedes auto-concederte todo tipo de títulos y cargos. Pero para llegar a entender cómo y por qué Hoxha derivó hacia unas políticas extravagantes, debemos entender qué le hizo volverse una persona tan desconfiada y paranoica.
Hoxha nació en 1908 en una Albania que aún era parte del Imperio Otomano. Aunque Hoxha no fue consciente de la Independencia de Albania en 1912, ésta sería muy importante en su vida. Su tío, Hysen Hoxha, fue un líder nacionalista y se encargó de insuflar a su sobrino sus fuertes ideas nacionalistas. Y éstas pronto darían sus resultados en el joven Enver. Con su entrada en el Liceo Nacional a la edad de 19 años, Enver comenzó a descubrir los escritos marxistas y comunistas, de los que se impregnó rápidamente. Estas ideas se afianzaron en él cuando se marchó a estudiar y trabajar a Francia y Bélgica. Incluso, viajó a España para combatir en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española (O’Donnell, 1999).
A su vuelta a Albania, Hoxha sufrió la invasión italiana de Albania en 1939. El hecho de negarse a afiliarse al Partido Fascista Albanés le costó su trabajo. Esa fue la gota que colmó el vaso para Hoxha, que decidió reorganizar en la clandestinidad el Partido Comunista de Albania (PKSH) y acabó siendo escogido como secretario general del mismo. Hoxha incluyó a los comunistas en los partisanos albaneses, formándose así el Movimiento de Liberación Nacional (LANÇ), que agrupaba a comunistas, nacionalistas y monárquicos. Rápidamente Hoxha y los comunistas se hicieron con el control del LANÇ. Con la creación de la Sigurimi (Directorio de Seguridad Estatal en español) en marzo de 1943, Hoxha empezaría a purgar a elementos partisanos ajenos a su ideología.
Esto hizo que el LANÇ saltara por los aires en julio, creándose varias facciones. En septiembre de 1943, los nazis invaden Albania y colocan a la facción nacionalista (Balli Kombëtar) al frente del nuevo estado títere. Este hecho le sirvió a Hoxha como excusa para proclamar al comunismo como el único movimiento que quería la independencia de Albania. El PKSH empezó a ganar terreno. Con la creación del Consejo Antifascista de Liberación Nacional, del cual Hoxha se nombró presidente, el PKSH fue eliminando a los enemigos de la nación albanesa. El 29 de noviembre de 1944, el PKSH de Hoxha derrocaba a los miembros del Balli Kombëtar y se hacía con el poder en Albania (O’Donnell, 1999).
El Consejo Antifascista de Liberación Nacional se convirtió en el gobierno provisional de la nueva República Popular de Albania. Hoxha no perdió ni un instante y comenzó a proclamar numerosas leyes de corte comunista: se nacionalizaron las minas, bancos y empresas; se centralizó y planificó el desarrollo industrial y la producción; se expropiaron tierras a los grandes terratenientes y se entregaron a los pequeños campesinos en parcelas similares a los koljós soviéticos y se eliminaron los derechos feudales (Zickel, 1994).
Sin embargo, Hoxha aún tenía que hacer frente a bastantes críticos y detractores del régimen que había implantado. Para acabar con ellos, Hoxha creó la Corte Especial contra Criminales de Guerra y Enemigos del Pueblo. Al frente situó a su número 2, Koçi Xoxe. El objetivo de la Corte era purgar a cualquier persona que hubiera colaborado con la monarquía anterior a la guerra, con los fascistas italianos o con los nazis alemanes. A las ejecuciones y detenciones se unieron un gran número de exiliados. Para finales de 1945, cuando Hoxha llevaba solamente 1 año en el poder, ya había eliminado todo tipo de resistencia interna.
O casi. Durante estos primeros años, Albania y Yugoslavia mantenían unas relaciones bastante amistosas. Sin embargo, Hoxha no tenía intención de acercarse más a Yugoslavia, sino a la URSS, mientras que su número 2, Koçi Xoxe, sí quería ampliar contactos con la vecina Yugoslavia. Incluso había planteado una integración de Albania en ésta. Esto desató una guerra interna en el PKSH que acabó con la condena a muerte de Xoxe por traición y la ruptura total de las relaciones entre Albania y Yugoslavia (O’Donnell, 1999).
Con la posición de Hoxha afianzada, éste comenzó a tratar de manera más cercana con la URSS. La colaboración entre la URSS y Albania pronto dio sus frutos. La industrialización de Albania comenzó a recuperarse, el ejército se profesionalizó y la inteligencia albanesa (Sigurimi) fue capaz de desbaratar planes de la CIA y el MI6 gracias a la ayuda de la KGB. Pero la muerte de Stalin y la llegada de Kruschev al poder en la URSS enfriaron las relaciones. La desestalinización, la agrarización de Albania o el acercamiento a Yugoslavia fueron demasiado para Hoxha. El líder Albania no dudó en tildar a Kruschev de revisionista, antimarxista y derrotista. Esto significaba la ruptura de relaciones con la URSS, pero Hoxha aún no estaba solo. China, también comunista, estaba enfrentada abiertamente con Kruschev. Así, Hoxha acercó posturas con China (Vickers, 1999).
Tras unos comienzos difíciles, Albania comenzó a florecer gracias a las ayudas chinas. Pero, al igual que había sucedido con la URSS, las relaciones pronto se deteriorarían. Cuando el presidente estadounidense Richard Nixon visita China con el fin de normalizar las relaciones, Hoxha se vuelve a sentir traicionado y rompe los contactos con China. Tras todas las desavenencias que Albania había tenido con el resto de líderes comunistas, la desconfianza comenzó a crecer en Hoxha. Se auto-consideró como el último defensor del auténtico marxismo-leninismo y desarrolló una auténtica paranoia hacia una eventual invasión extranjera. Es en este momento cuando Hoxha pasa a actuar de maneras totalmente inexplicables (O’Donnell, 1999).
Convencido de que alguna potencia extranjera iba a asesinarle, Hoxha comenzó a usar dobles. Esto no están locura sabiendo que muchos dictadores han usado métodos similares durante la Historia. Lo particular de Hoxha es que, en sus últimos años, su paranoia se acrecentó, en especial tras el atentado sufrido en 1982. Así, mandó a la Sigurimi por toda Albania para buscar hombres similares a él. La Sigurimi encontró a un dentista rural muy similar a Hoxha.
El dentista fue secuestrado, forzado a una operación estética para parecerse aún más, a abandonar su identidad y a ser el Primer Ministro. Y digo ser y no actuar porque el doble de Hoxha acabó apareciendo en todos los actos públicos albaneses entre 1983 y 1985. Aunque también hay que mencionar que su delicado estado de salud no ayudó. Hoxha sufrió un infarto en 1973 y un derrame cerebral en 1983. Para evitar que los albaneses vieran a su líder débil y en silla de ruedas, el dentista comenzó a ser Hoxha a tiempo completo (Zickel, 1994).
Aunque desde la segunda mitad de la década de 1970 ya se había dedicado a escribir, este tiempo apartado de la vida pública acrecentó su producción. Concretamente llegó a escribir más de 60 libros sobre su vida y obra. Sus memorias, sus actos, la guerra, reflexiones sobre la URSS, China o Yugoslavia,… Toda una colección de libros que durante sus últimos años de vida era obligatoria de leer en todas las escuelas del país.
Y hablando de escuelas, los albaneses aprendían no sólo a leer y a escribir, sino que también aprendían trabajos y se les entrenaba militarmente. Uno de los trabajos que aprendían, por ejemplo, era ser mecánicos de su propio coche. Aunque en Albania sólo había unos 3000 coches hacia 1980, todo albanés debía ser capaz de conducir y reparar uno. Negarse a ser “educado” suponía la encarcelación en un campo de trabajo y reeducación. Se estima que el 10% de los albaneses pasaron por un campo de trabajo (Vickers, 1999).
El ejército jugó un rol muy importante en la Albania de Hoxha. El entrenamiento militar era obligatorio para defender la tierra albanesa de una invasión. Pero… ¿Y si el ataque venía por el aire? Ningún problema. Hoxha mandó construir 750.000 búnkeres. Estos búnkeres, conocidos como QZ, podían albergar la friolera de una persona en su interior (dos si estaban apretadas). Además, estaban diseñados para ser posiciones defensivas desde las que poder disparar al enemigo. Los búnkeres aún están en pie hoy en día (Zickel, 1994).
Otro tema importante para Hoxha era la religión. Como comunista convencido, en 1967 declaró a Albania un país ateo y ordenó el cierre de todos los lugares de culto. En total se cerraron 2169 lugares de oración. Pero, obviamente, los ciudadanos acababan encontrando formas de celebrar sus liturgias, en especial los musulmanes, mayoría en el país. Es por ello que Hoxha prohibiría las barbas. En el Islam, la barba está ligada a la fitrah, el orden natural, y es símbolo del hombre. Además, se cree que Mahoma llevaba barba. Por tanto, muchos musulmanes se dejaban largas y pobladas barbas. Para evitar esto, Hoxha decidió cortar por lo sano y prohibir las barbas a toda la población (Zickel, 1994).
Pero la barba no sería lo más loco que prohibiera Hoxha. También prohibió las televisiones en color al ser un invento capitalista y que distraía al pueblo. Lo mismo hizo con las máquinas de escribir. Sí, un invento de 1870 quedaba prohibido. Escribir a máquina suponía publicar cosas que, a veces, no reflejaban la realidad de Hoxha y podían, de nuevo, distraer al pueblo. Así que ni televisiones ni máquinas de escribir. El pueblo debía trabajar sin distracciones para alcanzar el comunismo.
Y es que uno nunca sabe de dónde pueden venir las distracciones. Por ejemplo, pueden llegar de fuera. Por eso, los viajes fuera de Albania quedaron prohibidos salvo aquellos que se realizaban con fines diplomáticos. La llegada de extranjeros sí era posible. Se necesitaban una gran cantidad de permisos, pero era posible. Aunque eso sí, al llegar a Albania, todo visitante debía recibir una ducha desinfectante. Por si acaso traían alguna enfermedad occidental para acabar con el pequeño “paraíso” de Hoxha.
O las distracciones pueden llegar desde dentro. Hemos hablado de televisiones en color y máquinas de escribir, pero bailar también estaba prohibido. El tango, el foxtrot, el quick step o el cha-cha-chá estaban prohibidos en Albania. También estilos musicales como el jazz o el rock-and-roll no tenían cabida en la Albania de Hoxha. Y, por supuesto, también podían aparecer distracciones políticas. Por ejemplo, Mehmet Shehu, que había sido Presidente del Gobierno por 27 años, discrepó con Hoxha enfrente de todo el Politburó albanés. Al día siguiente apareció muerto con un tiro en la cabeza y su cadáver fue tirado a un río (Vickers, 1999).
Por último, poco antes de morir, Hoxha encargó a su hija Pranvera que construyera una enorme pirámide en el centro de Tirana. El edificio, inaugurado en 1988, tres años después de la muerte de Hoxha, era un museo dedicado al dictador. Hoy en día sigue siendo el edificio más caro construido en el país mientras el gobierno le busca una nueva utilidad.
François Duvalier – Haití (1957-1971)
Antes hemos visitado la República Dominicana para hablar de Rafael Trujillo. Ahora nos movemos al otro lado de la isla, a Haití. Allí, en 1907, nació nuestro tercer protagonista de este top-5 de dictadores excéntricos: François Duvalier.
Duvalier nació en el seno de una familia humilde de agricultores. A pesar de que la pobreza estuvo muy presente en su infancia, su familia le pudo enviar a la Universidad a estudiar medicina. Tras su graduación, Duvalier ganó mucho reconocimiento nacional por su lucha e investigación contra las enfermedades tropicales que asolaban Haití, como el tifus o el paludismo. Ello le valió ser nombrado en 1946 como director general del Servicio Sanitario Nacional. Y poco después, en 1949, fue nombrado Ministro de Salud y Trabajo.
El golpe militar de Magloire en 1950 obligó a Duvalier a abandonar todos sus cargos políticos y pasar a la clandestinidad por miedo a represalias. De hecho, Magloire había emitido órdenes de busca y captura para todos los miembros del gobierno anterior, incluido Duvalier. Finalmente, en 1956 y debido a la presión popular y las divisiones internas en el ejército, Magloire dimite de su cargo. Esto permite a Haití recuperar la democracia anterior (Abbott, 2011).
En las elecciones convocadas para 1957, Duvalier se presentó como símbolo de la resistencia frente a la dictadura de Magloire. Durante su campaña, Duvalier usó un duro racismo. Se posicionó claramente del lado afro-haitiano y criticó duramente a la élite mulata, a la que pertenecía su rival. Además, contaba con el apoyo del ejército. Duvalier se alzó con la victoria sin dificultades. Sin embargo, la victoria de Duvalier quedó empañada por acusaciones de haber usado el ejército para intimidar a los votantes.
Con el control del gobierno y del Congreso, Duvalier se apresuró a redactar una nueva constitución para Haití ese mismo 1957. Según había aprobado él mismo, la legislatura duraría 6 años y no se podría acceder a una reelección. Con el poder político en su mano, era el momento de dominar al ejército también para perpetuarse en el poder. Tras un intento de asesinato en 1958, Duvalier depuró a los altos cargos del ejército, la mayoría de ellos mulatos, y colocó a personas de su confianza, de raza negra. Además, creó la milicia de Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN), que velaría por los intereses nacionales en las zonas rurales del país. La VSN creció tan rápido que para mediados de la década de 1960 duplicaba en efectivos al ejército haitiano (Metz, 2001).
En 1959 su corazón le dio un susto. Enfermo de diabetes, sufrió un infarto grave. Estuvo nueve horas en coma y los médicos aseguraron que había sufrido daño cerebral debido a la falta de riego sanguíneo. Quizás eso explique sus siguientes actos. El líder de la VSN, Clément Barbot, asumió la presidencia en ausencia de Duvalier. Cuando éste regresó a su puesto, encarceló a Barbot aduciendo que había intentado usurpar su puesto. Además, el hecho de haber sobrevivido a ese infarto supuso una revelación para él. Comenzó a distribuir imágenes de Jesucristo posando su mano sobre el hombro de Duvalier con la frase “Le he elegido”. También se declaró un “bien inmaterial” y ser la reencarnación de la bandera haitiana. Por supuesto, el Congreso aprobó todas y cada una de sus medidas.
Y con tanto poder concentrando en sus manos, parecía claro que Duvalier no iba a abandonar el cargo al acabar su mandato en 1963. Por ello, en 1961 modificó la Constitución para permitir la reelección y ese mismo año convocó elecciones. Duvalier fue el único candidato permitido. Ganó las elecciones con el 100 % de los votos. No hubo ni votos en contra ni nulos. La prensa internacional se hizo eco de este flagrante amaño de las elecciones y los Estados Unidos, presididos por Kennedy, decidieron detener las ayudas económicas que enviaban regularmente a Haití. Duvalier declaró que había sido él quien había rechazado la ayuda estadounidense al considerarse un nacionalista y no querer estar bajo el dominio de un imperio extranjero (Metz, 2001).
Cuando en 1963 Kennedy fue asesinado en Dallas, Duvalier se colgó la medalla de haber estado detrás del asesinato. Según sus declaraciones, Duvalier habría lanzado una maldición a Kennedy y ésta se había cumplido. Al final iba a ser sencillo descubrir quién mató a Kennedy. El caso es que, tras este momento, Duvalier comenzó a creer realmente que tenía poderes. Comenzó a abandonar la religión católica y abrazó el vudú. Se consideraba un hougan, es decir, un sacerdote vudú y, además, pensaba que era la reencarnación del Barón Samedi, el vengativo espíritu de la muerte vudú.
Ese mismo año, Barbot fue liberado. Sintiéndose traicionado, comenzó a planear el secuestro de los hijos de Duvalier. El plan falló y la VSN capturó y asesinó a Barbot. Duvalier ordenó que la cabeza de su enemigo le fuera enviada conservada en hielo, para que así el Barón Samedi pudiera tomar cuenta de su espíritu. Sin embargo, cuando Duvalier recibió la cabeza de Barbot, el espíritu de éste había escapado y, según Duvalier, se había reencarnado en un perro negro. Por ello, Duvalier ordenó erradicar y prohibir a todos los perros negros en Haití (Nicholls, 1996).
Erradicados sus enemigos y convencido de su posición superior, se auto-nombró presidente de por vida en 1964. El Congreso, para legitimar el nombramiento, convocó un referéndum unos meses después, donde el “Sí” ganó con el 99,9 % de los votos. Esto no es una sorpresa, pues las papeletas solamente tenían la opción del “Sí” que, además ya estaba previamente marcada. Con este nuevo cargo de Presidente Vitalicio, el Congreso además le otorgó la potestad de nombrar a su propio sucesor y se le concedieron poderes absolutos.
El principal uso que dio a estos poderes fue para cambiar el Credo y la Liturgia católica, donde en lugar de mencionar a Dios se debía decir el nombre de Duvalier. Expulsó a todos los obispos católicos no nacidos en Haití, lo que le valió un duro enfrentamiento con el Vaticano. Finalmente, en 1966, el Vaticano aceptó que Duvalier nombrara sus propios obispos siempre y cuando la fe católica fuera la predominante en el país. También promulgó un nuevo impuesto. ¿Su objetivo? Financiar la construcción de Duvalierville, una ciudad de nueva planta con el nombre del dictador. El dinero recaudado, sin embargo, acabó en las cuentas personales de Duvalier (Metz, 2001).
El único jefe de Estado que visitó la Haití de Duvalier fue el emperador Haile Selassie I de Etiopía en 1966. Tras el intercambio de honores, Duvalier comenzó a ponderar la opción de convertirse el mismo en emperador de Haití. Si queréis conocer más el Imperio Haitiano, podéis hacerlo en este artículo. Sin embargo, murió en 1971. Pero tal y como estaba establecido, le sucedió su hijo, Jean-Claude Duvalier, con tan sólo 19 años, que sería derrocado tras 15 años en el poder.
Francisco Macías Nguema – Guinea Ecuatorial (1968-1979)
Mez-m Ngueme o Francisco Macías Nguema es uno de los muchos presidentes postcoloniales de un país africano que, por unas circunstancias o por otra, se acaban perpetuando de maneras ilegítimas en el poder. La descolonización no fue sencilla y muchas potencias abandonaron a los nuevos países a su suerte. Sobre el ejemplo de Nigeria, hablamos aquí.
Nguema nació en 1924 como hijo de un famoso médico-brujo de la tribu de los fang. El padre de Nguema abusó de su poder y de su “don”, amenazando al resto de la tribu con el canibalismo y el evú o “sustancia del mal”. Esto provocó que la familia de Nguema fuera expulsada de su Gabón natal y se trasladaran a la vecina Guinea Española. Allí, el padre de Nguema continuó con sus rituales. En uno de esos rituales, el padre de Nguema sacrificó a su primogénito, inmolándolo, y recogiendo sus huesos. Nguema, presente en el sacrificio, quedó traumatizado por ello.
Desde ese momento, Nguema se recogió en si mismo. Sus hermanos le pegaban y la tuberculosis estuvo a punto de matarle en varias ocasiones. Cuando tenía 9 años, su padre fue apaleado y muerto por colonos españoles por querer negociar un salario para los esclavos de la tribu fang. A la semana siguiente, su madre se suicidó. A partir de ese momento, Nguema fue criado por españoles. Se cristianizó, se cambió el nombre y aprendió el castellano (Nze Nfumu, 2006).
Aunque su educación era muy básica, Nguema se había ganado el favor de los españoles en Guinea y comenzó a trabajar para la administración colonial en 1938. Su buen servicio y salario le permitió comprar una pequeña finca para cultivar café y ganarse el estatus de emancipado en 1950. Gracias a su estatus y se experiencia en la administración, Nguema fue una pieza importante en la descolonización del territorio. Sin embargo, los españoles también confiaban en él ya que se mostraba colaborativo y sumiso a sus planes.
Entre 1960 y 1964 fue alcalde de Mongomo y entre 1964 y 1968 sería vicepresidente de la Comunidad Autónoma de Guinea Ecuatorial. Ese mismo 1968, Guinea Ecuatorial se independizaría de España. Nguema participaría en las negociaciones con España sobre la independencia y la nueva Constitución. Sorprendió a muchos con su postura tremendamente nacionalista y antiespañola, lejos de lo que había mostrado en los años anteriores. También renegó de la fe católica y recupero sus raíces tribales (Nze Nfumu, 2006).
Gracias al apoyo tribal, Ngueme logró hacerse con la presidencia de la recién independizada República de Guinea Ecuatorial en las elecciones de 1968. Rápidamente, Nguema evolucionó hacia posturas radicales y filonazis, alentando la persecución de los colonos españoles y abogando por la superioridad de la tribu fang. Creó una milicia, las Juventudes en Marcha, que se dedicaron a perseguir y acosar a los colonos españoles.
España, ante la dura situación, evacuó de emergencia a todos los colonos españoles y retiró las ayudas económicas y militares acordadas para la transición de la colonia hacia su independencia. Esto dejó a Ngueme en una posición muy delicada, pues el país no tenía ni moneda propia ni fondos para pagar a los trabajadores. La situación comenzó a desestabilizarse y Nguema usó a la Guardia Nacional, un ejército relativamente joven, para recuperar el control a través de un gobierno de terror (Mansueto Nsi, 2003).
En 1969, tras un intento de golpe de Estado, Nguema endureció su postura. Criticó duramente a España por estar, según él, detrás del intento golpista. Suspendió la Constitución de 1968 al considerarla un intento español de seguir controlando a Guinea Ecuatorial y comenzó a gobernar en solitario tras declarar el Estado de Emergencia. Al año siguiente, en 1970, suspendería todos los partidos políticos salvo el suyo, el Partido Único Nacional de los Trabajadores (PUNT) y cualquier persona que no perteneciera al PUNT sería detenida (Mansueto Nsi, 2003).
En 1972, Nguema aprobó una serie de decretos para concentrar en su persona todos los poderes de Estado. Nguema era así a la vez Presidente de Guinea Ecuatorial, Juez Supremo y Legislador Único. Además, se auto-otorgó más de 50 otros títulos, como “Honorable y Gran Camarada”, “Gran Líder Popular Revolucionario de Guinea Ecuatorial”, “Jefe Supremo de la Revolución Guineana”, “Fundador Máximo del Estado Guineano”, “Padre de todos los niños revolucionarios” o “Único Milagro de Guinea Ecuatorial”. En 1972 se declaró Presidente Vitalicio y en 1973 redactaría una nueva Constitución, claramente antiespañola y que concedía a Nguema todo tipo de poderes. Fue aprobada con el 99% de los votos y aquellos que votaron en contra fueron encarcelados.
Desde ese momento, Guinea Ecuatorial se convirtió en el coto privado de Nguema. Cualquier muestra de oposición política era rápidamente eliminada a través del ejército. La ONU fue expulsada del país y se comenzó una dura persecución a los misioneros católicos. Nguema se hizo con el control de los medios de comunicación y prohibió el tránsito de personas, incluso dentro del país. El ejército dominaba todas las carreteras y los controles eran muy duros y exhaustivos.
También comenzó a atacar al resto de tribus y etnias, en especial a la bubi y ndowé. Prohibió todos los idiomas tribales, así como el castellano (a pesar de que la Constitución de 1973 estaba redactada en castellano) y solamente el idioma fang era permitido. La milicia Juventudes en Marcha se encargó de hostigar y asesinar al resto de tribus. Se estima que un 10% de la población fue asesinada y el 35-40% se exilió. Con el fin de frenar la huida de personas, Nguema prohibió la pesca y mandó destruir todas las embarcaciones. Así nadie podría huir por mar. Se minó la única carretera de salida del país y se construyeron fosos con lanzas en las fronteras para disuadir a aquellos que buscaban “escapar sin motivo” (Artucio, 1979).
Nguema expulsó del país a todas las empresas extranjeras, desde el sector del cacao hasta el maderero, pasando por la minería. Para Nguema, eran “sanguijuelas imperialistas que vienen a robar nuestras riquezas”. Se prohibieron los productos extranjeros, desde alimentos hasta medicinas, y la población solamente podía consumir lo que la propia población producía. Así, las plantaciones, minas o industrias serían trabajadas por todos los habitantes, de manera forzada si era necesario. Si alguno de estos “trabajadores revolucionarios” se negaba, era inmediatamente encarcelado. No existían derechos laborales ya que para Nguema, el trabajo era “el primer deber y obligación de todo ciudadano” (Artucio, 1979).
En 1973 también prohibió el uso de la palabra “intelectual” al considerarla un símbolo de imperialismo y comenzó así una política anti-intelectual. Se produjo una masiva fuga de cerebros y, como en la Camboya de Pol Pot, toda aquella persona con gafas sería ejecutada. Centenares de profesores fueron despedidos y numerosas escuelas cerraron. En las pocas que quedaron abiertas, se comenzó un fuerte adoctrinamiento. Se enseñaban las líneas políticas de la revolución y, para pasar de curso, era obligatorio poder recitar sin error todos los títulos de Nguema. La biografía de Nguema era una asignatura obligatoria. De igual manera, antes de cada clase se comenzaba con una oración-alabanza a Nguema.
Se ordenó el cierre de hospitales en favor de la ancestral brujería tribal. Se estableció la religión fang como la única del país y el nuevo lema del país era “No hay otro Dios que Macías Nguema”. En 1976 africanizaría su nombre y obligaría al resto de la población a hacer lo mismo, para “borrar así cualquier resto del imperialismo”. La isla de Fernando Poo pasó a llamarse isla Fernando Macías y numerosos puentes y calles recibieron el nombre del dictador (Nze Nfumu, 2006).
La industria era otro símbolo del capitalismo extranjero que debía ser destruido. Nguema nunca aprobó leyes o planes económicos, ya que declaró que tenía poderes tribales mágicos que permitirían el funcionamiento de las plantas. Obviamente, Nguema no los tenía y la falta de lubricantes y electricidad hizo que poco a poco las industrias fueran cerrando. Para 1976 solamente quedaba una industria funcional en toda Guinea Ecuatorial. Ante esta evolución de la política de Nguema, él mismo declaró que se definía como un “marxista-hitleriano”. Marxista en lo político, hitleriano en lo social (Mansueto Nsi, 2003).
La electricidad desapareció casi por completo. De hecho, cuando Nguema no estaba en la capital, la electricidad se cortaba. Y en caso de que hubiera un corte inesperado estando Nguema en la ciudad, su palacio contaba con potentes generadores eléctricos para que siempre hubiese luz en él.
También se cerró el sistema de Correos y Nguema se declaró el “Único Cartero”. Así, toda la correspondencia del país pasaba por él, que la leía y censuraba personalmente. Mismo caso de los medios de comunicación. Nguema controlaba absolutamente todo lo que se emitía o publicaba. La prensa no podía publicar por falta de papel y la poca electricidad que había se usaba en emitir programas de radio que ensalzaran a Nguema. Los periodistas extranjeros no podían acceder al país, ya que daban una imagen equivocada del país.
En 1975, Nguema sustituyó la peseta por el ekwele que rápidamente se devaluó hasta límites insospechados. Acusando de esta devaluación al director del Banco Central, Nguema ordenó su asesinato y confiscó todo el dinero de las cámaras del banco. Una vez tenía el dinero en su poder, lo escondió en una finca de su propiedad en el corazón de la selva de Guinea Ecuatorial. Una finca que, como muchas otras propiedades, Nguema había confiscado haciendo uso de su poder. Sin dinero, los sueldos se dejaron de pagar y se estableció el trueque como forma de comercio.
En 1979 la situación ya era insostenible e incluso miembros de la tribu fang eran perseguidos por Nguema. Así, Teodoro Obiang, sobrino de Nguema, organizó un golpe de Estado, esta vez exitoso. Nguema logró huir brevemente y pudo quemar todo el dinero que tenía escondido en la selva antes de ser detenido y ejecutado (Nze Nfumu, 2006).
Saparmyrat Nyýazov – Turkmenistán (1991-2006)
Saparmurat Atáyevich Niyázov fue, entre 1991 y 2006, el presidente de la República de Turkmenistán, una de las muchas repúblicas creadas tras la caída de la URSS. Aunque su poder se extiende desde 1985, cuando fue el Secretario General del Partido Comunista de Turkmenistán, es a partir de 1991, con la independencia del país, cuando Niyázov comienza a desarrollar unas de las políticas más extravagantes del mundo.
Nacido en 1940 en Turkmenistán, nunca conoció a su padre, que murió ese mismo año luchando contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En 1948, un terremoto en Asjabad, capital de Turkmenistán, acabó con la vida de su madre, Gurbansolan Eje. Así, con 8 años, Niyázov quedaba huérfano. Criado en un orfanato, logró completar sus estudios y marcharse a Rusia a estudiar ingeniería eléctrica, título que recibiría en 1967. Obviamente, para poder estudiar, tenía que ser miembro del Partido Comunista, al cual se afilió en 1962.
Tras su graduación en 1967, combinó su trabajo en una central eléctrica cercana a Asjabad con la política. En 1973 se convirtió en el representante de su sector industrial. Y en 1979 fue elegido como Secretario del Partido Comunista Regional de Asjabad. Durante su mandato, la ciudad creció en cuanto a infraestructuras. Niyázov realizó una fuerte inversión en casas, hospitales y escuelas. Tal fue su trabajo, que entre 1984 y 1985 fue llamado para servir en el Comité Central en Moscú. A su regreso a Turkmenistán, Moscú presionó para que Niyázov fuera escogido como el nuevo Secretario General del Partido Comunista de Turkmenistán (Theroux, 2007).
Niyázov destacó por su línea dura y criticó duramente a Gorbachov y sus políticas. Incluso, apoyó el golpe de Estado contra él. Pero, al fracasar éste, se apresuró a declarar la independencia de Turkmenistán de la URSS. Dicha independencia fue confirmada por el Sóviet Supremo unos meses después, en octubre de 1991. Niyázov que actuaba como Presidente en funciones de la república de Turkmenistán, convocó elecciones para 1992. Sin embargo, las elecciones serían una farsa. Abolió la ley que permitía el multipartidismo. También disolvió e ilegalizó el Partido Comunista, que sería sustituido por el Partido Democrático de Turkmenistán (PDT), único partido del país.
En el referéndum, Niyázov ganó, obviamente, las elecciones y con ellas los cargos de Presidente de Turkmenistán, Primer Ministro, Secretario General del PDT, Presidente del Consejo de Ministros y “Türkmenbashi” o Líder de todos los Turcomanos (gentilicio de Turkmenistán). La nueva Constitución, además, le entregaba poderes extraordinarios de manera ilimitada. A pesar de ello, sus primeros años en el cargo fueron relativamente normales. De hecho, incluso dio varios pasos para la modernización del país. Sin embargo, a partir de 1994 su mandato comenzaría a derivar hacia la megalomanía. Ese año convocó un plebiscito con el fin de que los turcomanos extendieran su mandato por ocho años, es decir, hasta 2002. La justificación era que solamente él podía supervisar el programa de desarrollo para el país puesto en marcha. Huelga decir que Niyázov ganó el plebiscito con el 99,9% de los votos (Gleen, 1997).
Desde ese momento, las políticas de Niyázov comenzaron su deriva extravagante. El Congreso aprobó una ley para que la cara de Niyázov apareciera en todos los billetes y en todos los sellos que se emitieran. Los billetes y sellos anteriores carecerían de valor desde ese mismo momento. También, los medios de comunicación tenían la obligación de tener presente a Niyázov. En televisión y prensa, por ejemplo, debía aparecer siempre bien visible una imagen del Presidente. No es de extrañar que en 1999 recibiera por parte del Congreso el título de Presidente Vitalicio de Turkmenistán (Gleen, 1997).
También en 1994 comenzó su plan de “Turkmenización” del país. Niyázov consideraba que la URSS había estado robando durante décadas la identidad turcomana y que su propósito era restablecerla. Así, comenzó una fuerte represión cultural de las minorías del país, forzándolas a adoptar la nueva cultura turcomana que él iba creando sobre la marcha. Se sustituyó el alfabeto cirílico por el alfabeto “Latino-Turcomano”. Se eliminaron las festividades y se crearon nuevas, de acuerdo con la cultura turcomana. Para trabajar en la administración era necesario demostrar que la persona provenía de al menos tres generaciones de origen turcomano. Se creó el Movimiento Nacional de Renacimiento, con el fin de promover la “Galkynish” o cultura turcomana. Para plasmar todas sus ideas sobre la nueva cultura turcomana, Niyázov comenzó a escribir un libro titulado “Ruhnamá”, el “Libro del Alma”, al que volveremos después.
Otro aspecto de la “Turkmenización” tenía que ver con el lenguaje. Cambiar el alfabeto era un primer paso, pero se debían cambiar más cosas. Como, por ejemplo, los nombres de los meses y de los días. En 2002, Niyázov aprobó el cambio, dando a los meses nombres de grandes personajes de la Historia y la cultura turcomana. Así, Enero pasó a ser Türkmenbashi, su propio título. Febrero cambió a Baýdak, el nombre de la bandera del país. Abril recibió el nombre de Gurbansoltan, la madre de Niyázov. O noviembre se bautizó como Sanjar, en honor al último emperador seléucida (Hiro, 2011).
Los nombres de la semana siguen la misma línea. También cambió algunas palabras, como “pan”, que en lugar de ser “choregi” se convirtió en “Gurbansoltan”. Sí, de nuevo el nombre de su madre. Así, “comprar pan en abril” en turcomano era “comprar Gurbansoltan en Gurbansoltan”. Y puestos a poner nombres, nombró un cometa con el suyo propio.
También reorganizó la vida diaria. Los nombres de las calles pasaron a ser sustituidos por números. Los coches que llevaban el volante al lado derecho quedaron terminantemente prohibidos. Espectáculos como el ballet, la ópera y el circo fueron eliminados ya que Niyázov consideraba que no eran propios para los turcomanos. La música sí fue permitida, pero solamente en directo. Para Niyázov, los playbacks y la música grabada habían hecho mucho daño a este arte y, por tanto, debía ser prohibida. Es por ello que las emisoras musicales de radio tuvieron que cerrar o reconvertirse (Hiro, 2011).
Otro de sus grandes proyectos fue engrandecer Asjabad, la capital turcomana. La temperatura media en Asjabad en verano es de unos 37ºC y en invierno está entorno al 1ºC. ¿La lluvia? Escasa, por no decir nula. Bien, pues a pesar de ello, Niyázov comenzó a plantar una enorme cantidad de árboles, en algunos casos tropicales, alrededor de la capital con el fin de crear un inmenso bosque a su alrededor. También exigió la construcción de una enorme pista de hielo permanente donde la gente pudiera aprender a patinar sobre hielo.
Otra infraestructura que ordenó erigir fue un zoológico. Invirtió más de 20 milones de dólares de la época en construir toda una serie de instalaciones especiales para acoger todo tipo de animales, incluidos pingüinos y osos polares. ¿La razón? Niyázov quería salvar estas especies de la extinción por culpa del calentamiento global. Las instalaciones se construyeron, pero ningún animal llegó jamás a vivir allí.
Pero su mayor ambición para Asjabad fue convertirla en una ciudad brillante, literalmente. Niyázov invirtió millones y millones en construir edificios con materiales de lujo. De hecho, 543 edificios están construidos así, la mayoría de ellos en mármol. Gracias a ello, Asjabad es la ciudad del mundo con más edificios de mármol. Un mármol que, con el sol del desierto, brilla como un punto de luz y referencia, precisamente lo que Niyázov pretendía. Pero dentro de la brillante Asjabad hay un lugar que brilla aún más. Y ese no es otro que la estatua de oro de 12 metros de Niyázov. Coronando un arco de 75 metros, la estatua tiene un sistema de rotación para que Niyázov siempre esté cara al sol. Así, dentro del punto de luz que es Asjabad, Niyázov es el mayor punto luminoso de todos (Theroux, 2007).
Además, la ciudad debía estar siempre impecable. Por ello prohibió la presencia de perros en toda Asjabad. Según Niyázov, su hedor y sus heces ensuciaban la belleza de la capital. También prohibió el tabaco. La prohibición se remonta a 1997, cuando tuvo que dejar de fumar tras ser operado de corazón. Esto llevó a mucha gente a consumir tabaco de mascar, que sería prohibido años después por, también, ensuciar la ciudad.
Cómo semejante embellecimiento de la capital no podía pasar desapercibida, Niyázov se encargó de que los habitantes de Turkmenistán la visitaran. Para ello cerró todos los hospitales del país salvo los de la capital. Así, cada vez que una persona tenía que acudir al hospital, debía ir a la maravillosa y brillante Asjabad. Aunque esto pueda parecer una gran desventaja (las distancias hasta la capital llegan hasta los 1000Km), en realidad no era un gran problema. Niyázov declaró ilegales todas las enfermedades infecciosas en Turkmenistán. Ni el cólera, ni el SIDA entre muchas otras existían en Turkmenistán (Gleen, 1997).
Niyázov estaba tremendamente orgulloso del pueblo turcomano. Por ello declaró en 2004 que todos los hombres y mujeres de Turkmenistán eran bellos por naturaleza. Con este pretexto, prohibió el maquillaje en las mujeres y el pelo largo y las barbas en los hombres. Los dientes de oro también fueron prohibidos. La recomendación de Niyázov para fortalecerlos y que no se cayeran fue simple: mascar huesos.
Y por último, su gran obra. En el año 2001, terminó y publicó su libro: el Ruhnamá, un código espiritual para el pueblo turcomano. Convencido de su éxito, publicó un millón de ejemplares traducidos a más de 30 idiomas. La obra era una lectura obligada para todos los turcomanos. De hecho, saberlo era obligatorio, pues nadie podía conseguir un empleo sin pasar un examen en que se comprueba que conocen a la perfección la obra de su líder (Theroux, 2007).
En las mezquitas, el libro debía ocupar un sitio preferente, junto al Corán y en ocasiones, ser leído y recitado durante las oraciones. En 2006, poco antes de su muerte, una copia fue enviada al espacio en un satélite. Por último, ordenó construir una estatua gigante de su libro abierto. Cada día, a las 8 de la tarde, la tapa del libro se abre y se proyecta un vídeo de Niyázov leyendo un pasaje del libro.
Murió en 2006, tras 21 años en el poder, 6 en la República Socialista Soviética de Turkmenistán y 15 en el Turkmenistán independiente.
Bibliografía
Rafael Trujillo
Lauro CAPDEVILLA, La dictadura de Trujillo: República Dominicana, 1930-1961, 2000 (Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos).
Robert D. CRASWELLER, The Life and Times of a Caribbean Dictator, 1966 (New York, The Macmillan Company).
Augusto SENCIÓN VILLALONA, La dictadura de Trujillo (1930-1961), 2012 (Santo Domingo: Editora Búho). Disponible Online en: https://web.archive.org/web/20140303020559/http://www.agn.gov.do/sites/default/files/publicaciones/historia_la_dictadura_de_trujillo_ok.pdf
Enver Hoxha
James Salibur O’DONNELL, A Coming of Age: Albania under Enver Hoxha (Colección East European Monographs), 1999 (Columbia University Press: Nueva York).
Miranda VICKERS, The Albanians: A modern history, 1999 (Londres: Bloomsbury Academic)
Raymond E. ZICKEL et al, Albania: A Country Study, 1994 (Washington D.C.: Library of Congress) Disponible Online en: http://www.country-data.com/frd/cs/altoc.html#al0040
François Duvalier
Elizabeth ABBOTT, Haiti: A Shattered Nation, 2011 (New York: The Overlook Press)
Helen Chapin METZ et al, Dominican Republic and Haiti, 2001 (Washington D.C.: Library of Congress)
David NICHOLLS, From Dessalines to Duvalier: Race, Colour, and National Independence in Haiti, 1996 (New Brunswick: Rutgers University Press)
Francisco Macías Nguema
Alejandro ARTUCIO, The Trial of Macías in Equatorial Guinea: The Story of a Dictatorship, 1979 (Ginebra: International Commission of Jurist). Disponible Online en: http://www.opensourceguinea.org/2013/10/artucio-arturo-trial-of-macias-in.html
Okwomo Okomo MANSUETO NSI, El proceso político de Guinea Ecuatorial desde la independencia hasta la pre-democracia, 2003 (Granada: Universidad de Granada)
Agustín NZE NFUMU, Macías: Verdugo o víctima, 2006 (Morrisville: Lulu)
Cronología de Guinea Ecuatorial: 1950-1979. Disponible Online en: http://www.angelfire.com/sk2/guineaecuatorial/Lacosta2.htm
Saparmyrat Niyázov
Curtis E. GLEEN, Kazakstan, Kyrgyzstan, Tajikistan, Turkmenistan, and Uzbekistan: country studies, 1997 (Washington D.C.: Library of Congress)
Dilip HIRO, Inside Central Asia: A Political and Cultural History of Uzbekistan, Turkmenistan, Kazakhstan, Kyrgyz stan, Tajikistan, Turkey, and Iran, 2011 (Nueva York: The Overlook Press)
Paul THEROUX, «The Golden Man: Saparmurat Niyazov’s Reign of Insanity» (págs 54-65), en The New Yorker, 28 May 2007 (Nueva York: The New Yorker)