Hablar de los skinhead como parte de la historia cultural del siglo XX supone entrar en un terreno pantanoso. Para empezar, porque lo que se sabe sobre ellos tiene más de memoria que de Historia propiamente dicha. La línea entre la realidad y lo legendario es difusa y se inserta férreamente en la propia identidad de esta subcultura. No obstante, el evidente problema gira alrededor de la politización de los mismos. Es muy complicado encontrar papers que hablen de la subcultura sin empantanarlo todo con motivos políticos relacionados con la extrema derecha.

También resulta muy complicado acercarse a la cuestión desde la prensa. El sensacionalismo es evidente y cuando se habla de subculturas juveniles es más complicado aún. El interés de los medios por hacer de los skinhead algo indisoluble de la extrema derecha ha conseguido que la población utilice el término como un sinónimo de neonazi. Algo que no podría estar más lejos de la realidad pero que parece encallarse en el imaginario popular del resto de la sociedad que es ajena a esta subcultura.

A pesar de ello, para entender qué es un skinhead, es necesario también tratar de entender qué es una subcultura.

Cultura, subcultura y contracultura

Skinheads en un coche durante los años ochenta. British Culture Archive.
Skinheads en un coche durante los años ochenta. British Culture Archive.

Es evidente que esta es la parte más teórica del artículo, por lo que es necesario que nos la quitemos lo antes posible. Si no te apetece leer teoría de los Estudios Culturales es mejor que pases a la siguiente sección. Seguramente entiendas todo igual. No obstante, si lo que buscas es un conocimiento más complejo de la cuestión quizás esto te aclare unas cuantas dudas.

Para empezar, hay que aclarar que el concepto de juventud es una construcción humana. No hay que confundir este término con adolescencia, evidentemente tampoco con niñez. La juventud es una forma de concebir unos estadios biológicos y de darle forma a estos en tanto en cuanto ese grupo se relaciona con la sociedad. Antes de las postrimerías del siglo XIX, los jóvenes eran adultos que todavía no habían alcanzado la madurez total. Por lo tanto, eran tratados como adultos, con la severidad que ello conlleva. Con la emergencia de la incipiente sociedad de consumo esto va cambiando de forma paulatina hasta que, finalmente, se convierte en una cuestión totalmente diferente a lo que existía antes. El joven se convierte en un potencial cliente, quizás en el más importante. En consecuencia la industria del entretenimiento empieza a producir masivamente todo tipo de servicios para los jóvenes.

La juventud se convierte en un sector del mercado y en un microcosmos al que se le dota de una entidad única. Este artículo no trata sobre la sociedad de consumo más que tangencialmente, por lo que si queréis saber más sobre el tema podéis leer el artículo de Alba Hernández Traverso en el que se describen los orígenes de las «relaciones públicas».

Darle una entidad propia a la juventud hace que esta se convierta en depositaria de una cultura parental. Así, los jóvenes cuentan con muchísimas influencias desde fuera hacia dentro. Ahora bien, también existe una parcela de transformación en la que este influjo puede ser cambiado. Incluso existe un increíble potencial creador en el que la juventud va a tener mucho qué decir.

Bien, hasta ahora hemos intentado desgranar qué es la juventud. Sin embargo, esta juventud se relaciona con lo que se ha denominado cultura parental. ¿Qué es esto?

Cultura y cultura parental

No existe una definición de cultura que contente a todos. Es un tema muy discutido en el que cada autor puede llegar a aseverar lo contrario a todos los que han teorizado sobre el tema antes. Esto lo convierte en una materia apasionante de seguir, pero también farragosa y compleja.

En estas líneas seguiremos la definición del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham. En buena medida porque son los que más se atrevieron a teorizar sobre las subculturas de su época (Años sesenta y setenta fundamentalmente, con una importante proyección posterior). De hecho, fueron realmente valientes y heterodoxos. Hasta este momento, no se había reparado en las subculturas juveniles más que para demonizarlas.

Skinheads posan para una fotografía. s/f. British Culture Archive

Dicho esto, la cultura para ellos es la «manera en la que las relaciones sociales de un grupo son estructuradas y modeladas, pero también en la que esas formaciones son experimentadas, entendidas e interpretadas» (Hall, 2014: 63). Todo esto sin olvidar la definición de Marx en la que cultura es «Tal y como los individuos expresan su vida, así son. Lo que son, por consiguiente, coincide con su producción, tanto con qué producen como con cómo producen».

Esto implica que no todos los grupos que forman una sociedad tienen la misma cultura. Evidentemente, sus culturas se relacionan entre sí, tomando préstamos e incluso siendo prácticamente indisolubles las unas de las otras. Sin embargo, unas tienen más poder que otras, imperando así una cultura hegemónica (Hall, 2014: 64). Esta cultura dominante es la que todos consideramos como «cultura» a secas. Asimismo, esta cultura hegemónica se encuentra profundamente estratificada y diferenciada en sus intereses.

Obviamos así que existen muchas culturas dentro de nuestro país. Estas dependen tanto de factores económicos (clase) como de dónde nos hayamos criado (pueblo, aldea, ciudad) o si nacimos en este país o provenimos de otro. Es por ello por lo que el término cultura es muy fluido y quizás un tanto limitante.

Que existan distintas culturas dentro de un territorio no significa que estas estén en conflicto. Al menos no siempre, o no abiertamente. Aunque la cultura dominante se impone sobre las demás, estas no siempre son subversivas abiertamente. En palabras de E. P. Thompson, en muchos casos «la agrietan desde dentro» (1965).

Subcultura y contracultura

El racismo nunca fue un rasgo definitorio de los skinhead. s/f. British Culture Archive
El racismo nunca fue un rasgo definitorio de los skinhead. s/f. British Culture Archive

En cualquier caso, estas culturas pueden dar lugar a otras formas de expresión cultural bajo su propio paraguas. Se convierten en cultura parental de una subcultura. Esta siempre dependerá y se originará bajo el amparo de una cultura más amplia y menos localizada en algo concreto. En el caso de los skinhead, la cultura parental es la de la clase obrera de la periferia londinense. Esta le dará los rasgos más distintivos tanto estéticos como ideológicos y pergeñará un recorrido en paralelo.

Por lo tanto, podemos definir como subcultura a aquella cultura que tiene unos rasgos claramente distintivos con respecto a la cultura dominante y a la parental (no tienen por qué ser la misma). No obstante, esta subcultura bebe demasiado de estas culturas como para considerarse algo independiente y puramente original (Hall, 2014).

La contracultura por su parte, sería aquella que lucha abiertamente contra la cultura hegemónica y se revuelve de tal manera que pugna por destruir absolutamente toda la herencia de la misma. En cualquier caso, personalmente no es de mi agrado usar el término contracultura por varios motivos. El primero de ellos es que parece negar los evidentes préstamos de las culturas parentales. Por otro lado, el término es fácilmente asimilable al de subcultura, por lo que no acostumbro a hacer distinción entre unas y otras.

Dicho esto, ahora sí. Ha llegado el momento de hablar de esos chicos y chicas que en los años 60 decidieron calzarse las botas y patearse los barrios obreros del Reino Unido. Dentro música.

Los orígenes: entre el mito y la recuperación de la comunidad

Como ya se ha dicho con anterioridad, los skinhead son generalmente demonizados por los mass media. Recientemente en La 1 de RTVE comentaban en el telediario que el auge del neonazismo se debía a que lo conformaban «skinheads y boneheads». Aunque carece de sentido, es un tópico que se ha ido extendiendo en la población. Para muchos, skinheads y nazis son sinonimia pura. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los skinheads tienen sus orígenes en el mestizaje. Así, esta subcultura jamás habría existido de no ser por la inmigración jamaicana que llegó a los barrios obreros ingleses.

Los primeros grupos de inmigrantes jamaicanos van a formar parte de las clases medias que perdieron su lugar en el país después de la descolonización británica. Cabe recordar que la independencia de Jamaica se dio en el año 1962. No obstante, la migración se empieza a dar tan pronto como el Reino Unido empieza a mostrar signos de mejoría después de la Segunda Guerra Mundial. Después de las clases medias, llegaría otro tipo de inmigración mucho más empobrecida que pronto encontró lugar en los barrios obreros. Las zonas más empobrecidas de Londres se vieron prontamente bañadas por las culturas caribeñas.

Jóvenes Teddy Boys. Skinheads
Jóvenes Teddy Boys. Se pueden observar sus trajes eduardianos. s/f

Paralelamente, desde principios de los 50 habían ido apareciendo subculturas juveniles en estos barrios. Los primeros de ellos fueron los Teddy Boys, bandas callejeras con un refinado gusto por la violencia. Durante el periodo de entreguerras se habían puesto realmente de moda los lugares de reunión para jóvenes desempleados. Esta especie de pubs se convirtieron en su lugar de actividades, donde demostraron ser polémicamente belicosos. Jóvenes de las clases más bajas se juntaban allí con sus trajes eduardianos y se enfrentaban en peleas multitudinarias.

Más tarde llegarían los mods, una subcultura original también del Reino Unido. Ya hemos hablado largo y tendido de ellos en otros artículos. Estos estaban profundamente marcados por el momento social que vivían. Con la llegada de los años sesenta se normalizó que los jóvenes tuvieran trabajos de media jornada en oficinas y otros trabajos poco remunerados. Esto hacía que pudieran contar con suficientes ingresos para costear sus vicios: la fiesta y las motos. El aumento en la «calidad de vida» de los jóvenes hizo que se institucionalizaran los viajes de verano al sur de Inglaterra, concretamente a Brighton. Paralelamente existían otras subculturas, como las de los rockers, a los cuales estaban profundamente enfrentados. Tal es así que su enemistad desembocó en varias peleas campales en la costa inglesa, tanto en la mencionada Brighton como en otros lugares cercanos.

Durante este periodo las drogas empiezan a ganar una grandísima importancia. Inicialmente aquellas que servían para aguantar largas horas de fiesta, como las anfetaminas. Sin embargo, con el paso de los años empezaron a ganar importancia aquellas destinadas a «alucinar», como el ácido lisérgico.

Esto saltó a la prensa como un escándalo a nivel nacional. Causando una gran conmoción entre la población de mediana edad que veía cómo la juventud «perdía el norte». Pronto los mods se diluirían como las subculturas anteriores. Sin embargo, esta lo hizo dividiéndose en dos: aquellos que gustaban más del estilo hippie, y otros – de condición social más baja – que fueron tomando formas y actitudes más duras. Surgían así lo que se conoce como hard mods, y con ellos el génesis de la subcultura skinhead (Viñas, 2006: 33).

Si una subcultura juvenil necesita de algo para conformar su identidad es la música. Con la llegada de la inmigración jamaicana también llegaron ritmos como el Rythm & Blues y el Calypso, que pronto cristalizarían en formas nuevas y originales como el ska. Hoy en día todo el mundo conoce este género, aunque ha variado mucho con el paso de los años. De hecho lo que se estila en la actualidad son vertientes más vinculadas al punk o al rock urbano. En los sesenta surgen así bandas afroamericanas que van a ser auténticos himnos para los futuros skinheads: Symarip, The Pioneers, Toots & Maytals, The Ethiopians.


Ligado al ska se encontraban los rude boys, literalmente traducido como «tipos duros». Estos jóvenes plagaban los barrios «bajos» y se dedicaban a matar el tiempo tonteando con el tráfico de sustancias ilegales, metiéndose en peleas o juntándose simplemente a pasar el rato escuchando música.

Pronto, ambas vertientes (hard mods y rude boys) convergieron en una única cosa: los skinheads. Así, en el año 1969 se configura míticamente el origen de los skinheads como subcultura. Sin embargo, es evidente que llevaban existiendo unos cuantos años más. Sin embargo, para los skinheads es importante este año, ya que el «espíritu del 69′» se configura como vuelta a los orígenes de su identidad.

Durante esta época no existió un odio generalizado hacia la inmigración. Al contrario, lo que interesaba era simplemente pasarlo bien. Así, los skinheads negros y blancos convivían en armonía y compartían exactamente los mismos espacios. Por eso, cuando se habla de recuperar el espíritu del 69 también se busca una vuelta a ese antirracismo.

De acuerdo con John Clarke en «Rituales de Resistencia» (2014, 169 y ss), los skinheads surgen como una necesidad. Concretamente una necesidad de recuperar las estructuras de comunidad que se habían perdido en las últimas décadas en el Reino Unido. En este Estado, el proletariado urbano más pobre se empobreció aun más, haciendo que los jóvenes de estos sectores se vieran enormemente castigados. El fenómeno skinhead surge así como una respuesta de solidaridad colectiva. Busca reunificar los trozos que quedan de una comunidad cada vez más maltrecha.

Desafortunadamente, esos jirones para este momento están demasiado deshechos. Los skinhead no recuperan más que la imagen, la visión ideal de una comunidad que hace tiempo que ya no existe. Observando esto a través de una óptica post-industrial como la nuestra, no es difícil entender cómo los remanentes de solidaridad obrera que antes existían ahora se han convertido en estructuras que se afianzan en lo más profundo del sistema.

En cualquier caso ese intento está ahí y se puede observar en muchos aspectos. La propia iconografía y las referencias textuales hacen una clara alusión a la «unidad» de los cabezas rapadas.

These boots are made for stomping: la subversión de la estética obrera

Skinhead rapando a un amigo, s/f. British Culture Archive
Skinhead rapando a un amigo, s/f. British Culture Archive

Cuando hablamos de skinheads lo primero que nos viene a la mente es que van rapados. Es una obviedad pero es uno de los símbolos más distintivos que se pueden apreciar a simple vista. Inicialmente, debido a que las maquinas de cortar el pelo manuales de la época, el rapado no era realmente al raso, sino que dejaba algunos milímetros de pelo. Sin embargo, es muy interesante hablar del pelo rapado ya que es una subversión de los gustos de la clase obrera inglesa. Ésta, gustaba de llevar el pelo corto, más cómodo para determinados trabajos.

Como hemos mencionado antes, los Teddy Boys vestían a la manera eduardiana, con trajes pretendidamente ostentosos y en apariencia cara. Aunque los compraran en mercadillos y realmente valieran poco, la idea era «reafirmar contraintuitivamente los valores de los barrios obreros ingleses» (Jefferson, 1974 a través de Viñas, 2006: 29).

En el caso de los skinhead no existe esta dinámica. Se afirman de forma totalmente intuitiva estas conexiones con los barrios obreros. Al final, las botas son también una herramienta de trabajo bastante evidente. Hoy en día en la industria las botas siguen estando muy vigentes en los pies de los trabajadores. Evidentemente, difiere del tipo de industria de la que estemos hablando, aunque es así por norma general.

Describir físicamente a un skinhead por lo tanto, no es muy complicado. Las botas y el pelo rapado son quizás los pilares fundamentales. No obstante, no son los únicos, también se hace un uso habitual de las camisas de cuadros y de los tirantes (de hecho, tanto las botas como los tirantes podrían ser uno de los aspectos más distintivos de la estética. Por otro lado predomina el uso de vaqueros, algo que tampoco es muy distinto de la estética del resto de la población en general.

Conclusión

En próximos artículos hablaremos de cómo buena parte de la comunidad acabó transigiendo o uniéndose a los movimientos ultranacionalistas y neonazis de la Gran Bretaña de los años 70 y 80. No obstante, es importante entender que los skinhead son una subcultura que poco tiene que ver con el racismo en sus orígenes. Hoy en día, la gran mayoría de la comunidad (que se extendió por todo el mundo) continúa fiel a los orígenes y al espíritu del sesenta y nueve.

Pese a ello, esta subcultura todavía continúa siendo considerada como algo propio de la extrema derecha. Fundamentalmente, debido a unos medios de comunicación que desconocen la dialéctica de la misma y que encuentran una ganancia importante a la hora de hablar de este movimiento como algo peligroso y destructivo.

Bibliografía

Hall, S. y Jefferson T. (eds), (2014). Rituales de Resistencia: subculturas juveniles en la Gran Bretaña de Postguerra. Traficantes de Sueños.

Hebdige, D. (2016). Subcultura: el significado del estilo. Paidós Comunicación.

Mattelart, A.  y Neveu E. (2017). Introducción a los estudios culturales. Paidós Comunicación.

Thompson, E. P. (1965). «The Peculiarities of the English» Recuperado de: https://www.marxists.org/archive/thompson-ep/1965/english.htm (26/04/2021)

Viñas, C. (2006). Skinheads a Catalunya. Nou mil-l3nni.

 

2 COMENTARIOS

  1. Saludos, excelente artículo. No había leído algo interesante sobre los cabeza rapada. Por tanto es bueno conocer sus orígenes y no prejuiciar con un fenómeno como los cabeza rapada. Va mi felicitaciones por tan extraordinario artículo y esperó leer más de estas entradas.

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