La guerra civil de Sierra Leona es recordada, en la actualidad, como uno de los peores episodios de la historia reciente africana. Diez años de conflicto armado que solo pudieron ser superados con la intervención directa de tropas internacionales y la gestión de Naciones Unidas.
Es una historia de codicia, sangre y violencia. Una historia de niños a los que arrebataron su inocencia; de diamantes manchados en sangre. Hoy en día, el país se encuentra en la difícil tarea de enfrentarse a sus fantasmas del pasado y superar los desafíos de este nuevo siglo.

Introducción: Presencia europea en el continente
Colonización:
La colonización africana, más reciente y menos duradera en el tiempo que la americana, nació como consecuencia de los impulsos imperiales de las principales potencias europeas a finales del siglo XVIII y a principios del XIX.
La vía de penetración habitual en el continente fueron los ríos y las selvas inhóspitas, además de los establecimientos costeros. La presencia inglesa se estableció en Nigeria, Ghana, Sudáfrica y Sierra Leona; la protagonista de este artículo. Como caso excepcional de territorio independiente en África, nos encontramos con Liberia, que se había configurado como una república independiente en el año 1822 cuando llegaron a su territorio miles de esclavos huidos de Norteamérica. Fruto de la división arbitraria colonial, muchas tribus milenarias se verán separadas por fronteras (Azcona, 2019: 405).
A pesar de la decadencia empresarial y la falta de integración de las actividades agrícolas, se desarrolló notablemente la extracción minera. De este modo, los diamantes, el hierro y el cobre africanos; aportaron la mayor parte a la producción mundial. En África no existirá una buena red de infraestructuras ni un urbanismo decente como consecuencia de la escasez del dinamismo económico, a excepción de en países como Egipto y Sudáfrica (Azcona, 2019: 405).
África tras la II Guerra Mundial:
Una de las consecuencias que más interés causó, al acabar la II Guerra Mundial, fue la descolonización del continente africano. Tras la contienda bélica, el proceso en política exterior que más coherencia tenía para países como Francia e Inglaterra era dotar con la independencia a sus colonias. Antes de la guerra, solo Sudáfrica, Liberia y Etiopía eran independientes. En la década de los cincuenta del pasado siglo XX, muchas áreas geográficas fueron pioneras en el continente negro a la hora de organizar los primeros movimientos en contra de los gobiernos blancos coloniales (Azcona, 2019: 407-409).
En 1960, Gran Bretaña abandonaría la soberanía sobre Somalia, y posteriormente en 1961; sobre Sierra Leona y Tanganika. En los dos años siguientes, alcanzarían la independencia también Zanzíbar (junto a Tanganika, la actual Tanzania), Uganda, Zambia (Rhodesia del Norte), Zimbabue (Rhodesia del Sur) y el actual estado de Malawi (Azcona, 2019: 413).
África y la Guerra Fría:
El final de la Guerra Fría, en 1989; y la globalización, no fueron tan buenos como se preveían en África. Se abandonó, a su suerte, a todos aquellos países menos interesantes para el capitalismo internacional. Se generalizaría desde entonces un nuevo modelo de guerra, que ya no era de carácter étnico o anticolonial; sino una mezcla de ambos. La manipulación de las etnias africanas, que conviven en cada país, fue un hecho generalizado, tanto para ganar elecciones como para resucitar viejos demonios y odios en la convivencia (Azcona, 2019: 426-440).
La lucha por los escasos recursos, junto a la exaltación del nacionalismo manipulado por sus dirigentes por fines políticos y de distracción, han dado lugar a una violencia xenófoba y a expulsiones masivas de inmigrantes procedentes de países como Senegal, Sierra Leona, Costa de Marfil o Guinea Conakry (Azcona, 2019: 426-440).
Cuestiones generales del país:
Desde el siglo XV y debido a la llegada de los portugueses, Sierra Leona se convirtió en lugar de culto para comerciantes europeos. Allí adquirían ropa, metales, marfil, madera y pequeños grupos de esclavos (Fayanas, 2020). Sierra Leona fue británica desde 1808, los protestantes fueron los primeros en establecerse allí (Illife, 2013: 233). Tras su independencia, destacaron las presidencias de Siaka Stevens de 1968 a 1985; y de Joseph Momoh, general del ejército nacional y fallecido en 2003 tras la Guerra Civil (Elaigwu y Mazrui, 1993: 460).
Demografía:
Las etnias principales de este país son los mende (mandinga), que viven de forma generalizada en el sur del país y los temne que viven mayoritariamente en la zona norte. Estos dos grupos representan el 60% de la población total del país, aunque existen una veintena más aproximadamente de grupos étnicos (Fayanas, 2020).
Su idioma oficial es el inglés, aunque existen otras lenguas como el krio, el mende y el temne. Se denomina criollos a los descendientes de esclavos establecidos en Sierra Leona a lo largo del siglo XIX. Los habitantes norteños son prácticamente musulmanes, mientras que en el sur del país predominan los cristianos. En los pueblos del interior, en cambio, se siguen creencias animistas. El cristianismo representa el 10% de la población, el islamismo el 60% y el animismo el 30%. La esperanza de vida es de 44 años y el índice de alfabetización se encuentra en el 25%, lo que nos demuestra que es un país deprimido de manera profunda (Fayanas, 2020).
Economía:
El país cuenta con recursos minerales y pesqueros de gran importancia, además de una agricultura y pesca potenciales. Cerca de dos tercios de la población activa viven de ello. El país se materializa en campos de pequeñas plantaciones. Los cultivos más extendidos son el arroz, el ñame, los cacahuetes y el cacao y el café de exportación. Sus recursos forestales son inmensos y le permiten exportar maderas de mucha calidad. No obstante, la ganadería es muy escasa (Fayanas, 2020).
La industria se reduce, básicamente, al procesado de materias primas. Se limita, en esencia, a la fabricación de tejidos y artículos de uso corriente. La emisión de sellos postales, destinados al coleccionismo filatélico, es una de las mayores fuentes de ingresos de su economía. Se han reabierto, en los últimos tiempos, las minas de bauxita y rutilo, además de las aguas territoriales del país. No obstante, la infraestructura socioeconómica del país sigue sin estar desarrollada. Su renta per cápita es de 452 euros anuales (Fayanas, 2020).

La guerra civil de Sierra Leona
Antes de la Guerra, la corrupción y la mala gestión en el sector de los diamantes fueron varias de las principales razones por las que Sierra Leona fue considerado el país más pobre del mundo, según la ONU, en aquel entonces. Con la ruptura de las estructuras del Estado, se abrieron amplias posibilidades para el tráfico de armas, munición y drogas (Richards, 2008: 186-188).
El Frente Revolucionario Unido:
En 1991 se inició la guerra, cuando Foday Sankoh, líder del Frente Revolucionario Unido, desata una década de conflicto armado, la cual se cobró 70.000 vidas, miles de amputaciones y unos dos millones de refugiados. En 1992, el capitán Valentine Strasser derrocaría al presidente Momoh en un golpe militar (Richards, 2008: 186-188).
La brutal guerra que vivía Liberia, su vecina más próxima, desempeñaría un papel importante en la de Sierra Leona, puesto que el presidente de Liberia, Charles Taylor, patrocinaría al RUF (Zartman, 2008: 192). La estrategia del RUF era marcadamente antigubernamental, criticaban todo tipo de objetivo económico. Reclutaban a la población civil y se aliaron con los jefes tradicionales y con algunos miembros del ejército. Desde su aparición en escena, secuestraron a rehenes extranjeros como forma de presión internacional (Costero, 2001).
Desarrollo de la contienda:
El RUF lanzaría su primera campaña desde Kailahum, en el este de Sierra Leona. El reclutamiento forzado de niños era una característica de los rebeldes desde su comienzo. Foday Sankoh era un rebelde sin rostro en los primeros años, pero la aparición pública de este hombre rechoncho, pequeño y barbudo causó sensación en el país, además estaba asiduamente rodeado de mujeres jóvenes y guardaespaldas (Morán, 2016: 470-474).
Después de ocho meses de negociaciones en Costa de Marfil, Sankoh firmaría en 1996 un decreto de paz nunca aplicado con el gobierno legítimamente electo de Ahmad Tejan Kabbah, por lo que fue arrestado y encarcelado en Nigeria. Sin embargo, volvería a incorporarse a los rebeldes en el año 1997. En 1998 la ONU restablecería la situación, volviendo a poner en el cargo al presidente electo. En el año 1999, el RUF atacó Freetown, ocupándola durante semanas, y dejando allí miles de muertos. Tras este episodio, negociaría el presidente en Lomé para aceptar la salida de Fankoh de la cárcel, en la cual había vuelto a entrar en 1999 (Morán, 2016: 470-474).

A principios del 2000, la paz se hizo añicos debido a que el RUF volvería a hundir al país en la guerra, tomando como rehenes a más de 500 cascos azules de la ONU. La guardia privada de Sankoh volvería a provocar la muerte a cada paso; lo que ocasionó la intervención británica mediante la Operación Palliser, poniendo fin definitivamente a la Guerra Civil que asoló al país (Betancourt, 2013: 76).
Sankoh moriría en 2003, lo que le libró de un juicio por crímenes de guerra. No obstante, se hizo justicia y el resto de las personalidades culpables del conflicto fueron llevadas a los tribunales. Esta barbarie surgió, en esencia, por el control absoluto sobre todos los diamantes del territorio nacional (Betancourt, 2013: 76).
Los niños soldados:
En relación con los niños soldados en zonas de guerra, uno de los países que más afectados se ha visto ha sido la República Democrática del Congo. Además, Somalia, con el respaldo del gobierno de los EE. UU. alistaba, también, a niños en su lucha contra los rebeldes islamitas. El sufrimiento de un niño soldado no acaba una vez el conflicto termina, ya que viven verdaderas dificultades para restablecerse otra vez en la sociedad civil. Están entrenados en los hábitos de la guerrilla y crecen con la brutalidad como norma vital. Son víctimas arrancadas de sus familias y privadas de educación (Gates y Reich, 2009).

Durante la guerra civil de Sierra Leona, millares de niños fueron reclutados por el ejército, las fuerzas paramilitares o grupos armados pertenecientes a la oposición. Todos ellos eran expuestos a altos niveles de violencia, siendo ejemplo de esta las incursiones en sus pueblos de procedencia. Más de un tercio de las chicas eran violadas y casi una cuarta parte de las niñas y los niños, admitían haber matado o herido de gravedad a alguien (Matey 2010).
La extracción de los diamantes:
Desde que los diamantes fueron descubiertos en el año 1930 en la región este del país, Kono, por los misioneros británicos; se estableció un antes y un después para la historia del país. En Sierra Leona, los diamantes acostumbran a encontrarse en los lechos de los ríos, siendo fácilmente accesibles para cualquier persona que tenga las herramientas adecuadas; a diferencia del resto del continente donde se necesitan procesos de mecanización a gran escala (Caballero, 2018).
El precio que reciben los mineros por la mercancía comprada por los intermediarios sigue siendo, a día de hoy, muy bajo; en comparación con la que los diamantes alcanzan en el mercado internacional. Si la situación lograse cambiar algún día, estas piedras desempeñarían un papel fundamental en el desarrollo económico de las zonas rurales (Caballero, 2018).
Los diamantes de sangre se caracterizan por su peculiar extracción y comercialización. Ambas se realizan bajo unas duras condiciones de explotación laboral e incumplen los derechos humanos. Mediante una acción conjunta con el sector del diamante en el año 2005, la ONU elaboró un texto (la resolución 55/56) que certificaría el origen legítimo de estas piedras. Se estableció, desde entonces, una normativa que debe ser seguida para una adecuada explotación y venta de estos recursos. Conocido como el Proceso Kimberley, no solo iba dirigido a las compañías que realizan trabajos en las minas; sino que pretende ordenar la cadena de producción desde el principio hasta el final (ACNUR, 2016).
En el ámbito cinematográfico, destaca Diamantes de Sangre, del director Edward Zwick, como una de las películas que mejor narran este conflicto.

Conclusiones:
A modo de conclusión, conviene recordar que la violencia colonial ha provocado un trauma irreparable en las sociedades africanas. El fin del colonialismo no trajo consigo tribunales que indagaran sobre los crímenes cometidos en aquellos territorios ni la aplicación de justicia. Sin restituir el daño, es imposible que las grandes heridas del continente no se alimenten del nepotismo y las ansias de guerra (Alonso, 2004: 151).
A este hecho, debemos sumarle que África cuenta con el mayor retraso demográfico del mundo, siendo muy evidente la brecha entre la zona al sur del Sahara y la zona norte. Dentro de los factores que posicionan a África como el continente más empobrecido del mundo destacan la alta fecundidad, la escasa escolarización, la manifestación de nuevas epidemias y un elevadísimo analfabetismo (Martín, 2007: 61).
El fracaso de la imposición de nuestro modelo social al continente africano es claro y total. Todo lo que allí se hace en la actualidad no puede ser visto como más que un mero combate en la retaguardia. La ayuda no puede generarse a partir de antiguas potencias coloniales, sino a través de nuevas entidades internacionales con garantías y competencias en la materia. Los discursos y estrategias que deben aplicarse hoy al Tercer Mundo deben estar sujetos exclusivamente a la consecución del desarrollo económico (Azcona, 2019: 503, 512).
BIBLIOGRAFÍA
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Un texto tan duro como interesante y lamentablemente una realidad en muchos lugares de África.