El fin de los tiempos, la batalla del fin del mundo, el ocaso de los dioses, la confrontación final entre el bien y el mal… Por supuesto, hablo del Ragnarök.

Existen dos vías abiertas respecto al significado de este mito: por un lado, la versión del Ragnarök, “el Destino de los Dioses”, por otro, Ragnarøkkr, “el Crepúsculo de los Dioses”. Realmente no hay mucha variación, pero es importante el matiz que otorga el cambiar un destino inamovible, un final, por un crepúsculo u ocaso. Más adelante volveremos a esto.

Antes de comenzar con la vorágine de este evento final de la mitología nórdica, hay que plantear unos prolegómenos al conflicto. Hay dos personajes fundamentales en este preludio: Balder (Baldur en islandés moderno, Balder en danés, noruego y sueco o Baldr en nórdico antiguo) y Loki.

Introducción

Balder, hijo de Odín, el más puro de los dioses, el que era luz, el más sabio… había muerto. Todos los dioses lloraban su pérdida, y Loki había sido el responsable de su muerte.

Balder estaba teniendo sueños, sueños terribles, de inquietud y muerte. Frigg, su madre, interpretando por estos sueños que su amado hijo iba a morir, emprendió un viaje por los nueve mundos, haciéndole jurar a todas las cosas que no harían daño a su hijo.

Sin embargo, durante su viaje, encontró un pequeño y diminuto ser, el muérdago, demasiado inofensivo como para que pudiera hacerle daño a su hijo, así que lo pasó por alto.

Loki, henchido de resentimiento por ver cómo los dioses habían confinado a sus tres hijos con la gigante Angrboda (Fenrir, Hela y Jörmungandr), vagó por los mundos, intentando encontrar algo que pudiera hacer daño a Balder. Al final, optó por hacer uso de sus habilidades para el engaño y, bajo una falsa apariencia, preguntarle directamente a Frigg.

Al final Loki obtuvo su respuesta.

Creó una flecha de muérdago que le dio al hermano de Balder, Hod, que era ciego, y le instó a tirarla contra su hermano a modo de juego, ya que nada podía hacerle daño.

Su hermano disparó, y Balder cayó.

Muchas afrentas le habían sido perdonadas a Loki hasta entonces, pero aquello era imperdonable.

Al igual que Loki había sido el culpable de que Hod matara a su hermano Balder, los dioses hicieron que Vali, hijo de Loki, se transformara en lobo y despedazara a su hermano Narfi. El castigo otorgado a Loki, consistía en estar atado con los intestinos de su hijo, Narfi, bajo la incesante caída de gotas de un terrible veneno de serpiente. Su mujer, Sigyn, con un cuenco, evitaba que las gotas cayeran sobre él, hasta que se llenaba y tenía que vaciarlo, momento en el que Loki sufría tanto, que la propia tierra temblaba. Así habría de estar hasta el Ragnarök (Snorri Sturluson, 2016, Textos mitológicos de las Eddas, p.168).

Si desconocéis la historia de los dioses, no importa. En este caso, se puede empezar por el final.

El destino de los dioses

¿Queréis saber cómo acabará todo? Pues hablemos de la muerte de los dioses.

Habrá señales que anuncien el principio del fin. Esto ocurrirá mucho después del tiempo de los dioses, en una época muy lejana.

Llegará un invierno sin final, y tras ese, vendrá otro. Los hombres padecerán hambre y frío, y se llenarán de odio. Pelearán entre sí, siendo un tiempo de muerte.

“Una edad del hacha, una edad de la espada -escudos serán partidos- una edad de la tormenta, una edad del lobo, antes de que el mundo se colapse. Ningún hombre salvará a otro” (Pálsson, H. 1994, Völuspa, p.43).

Las tinieblas ocuparán la tierra de los humanos, su mundo se desmoronará y sólo quedarán cenizas y desolación.

Los pocos supervivientes que queden, vivirán como animales.

Tras esto, Sköll y Hati alcanzarán al Sol y la Luna, y los engullirán, quedando sólo oscuridad. No habrá más estrellas, no habrá más estaciones, sólo un frío y perpetuo invierno.

The Wolves Pursuing Sol and Mani (1909) John Charles Dollman
The Wolves Pursuing Sol and Mani (1909) John Charles Dollman

Llegarán los más violentos terremotos, tan poderosos que romperán las cadenas que atan a los seres más temibles, liberándolos de sus confinamientos. El lobo Fenrir quedará libre, y, al abrir sus fauces, su boca llegará desde el cielo a la tierra. No habrá nada que no pueda devorar, y allá por donde pase, dejará una estela de fuego y destrucción. Loki quedará libre. La serpiente de Midgard, Jörmundgandr, se sacudirá y retorcerá, creando inundaciones, derramando su veneno en todas las aguas y sacando a flote el barco Náglfar, hecho con las uñas de los muertos, quien dirigirá Loki y cuyo capitán será el gigante Hrym. Y todos los gigantes de hielo que queden, obedecerán al colosal capitán.

Así comienza el fin de los tiempos. Pero aún queda mucho por contar.

El cielo se desgarrará. Bajarán del cielo los hijos de Muspell (el reino del fuego), liderados por Surtr, el gigante de fuego, con su espada llameante. Cruzarán de este modo el puente del Bifrost, no dejando de él más que cenizas. No volverá a asomar un arco iris en la tierra.

Y así, Heimdall será testigo de la llegada del Ragnarök.

Entonces Heimdall hará sonar su cuerno, Gjallerhorn, y todo Asgard (la tierra de los dioses) acudirá al encuentro final.

Las tropas de Loki serán las legiones de Hel (la tierra de los muertos), los gigantes del hielo, Surtr y los hijos de Muspell, el lobo Fenrir y la serpiente de Midgard.

En el otro bando, Odín montará su caballo, Sleipnir, el mejor de los caballos, que tenía ocho patas. Pedirá consejo en el pozo de Mimir, quien le dirá cómo va a acabar todo. Tras esto, todos los aesir, los dioses, se prepararán y acudirán a la llanura designada para la batalla, de nombre Vigrid.

Odín y Thor serán quienes estén en cabeza, y liderarán a todos los dioses.

Entonces, tendrá lugar la batalla definitiva.

Odín, empuñando su lanza Gungnir, se abalanzará directo al enfrentamiento con Fenrir, el más temible de los monstruos, de un tamaño inimaginable. Thor entonces sonreirá e irá martillo en alto al encuentro con Jörmungandr, la serpiente de Midgard.

Ragnarök (1903) Johannes Gehrts
Ragnarök (1903) Johannes Gehrts

Frey se dirigirá hacia Surtr, el monstruo llameante. Pese a luchar con todas sus fuerzas y a su habilidad, será el primero de los aesir en caer.

Los espíritus de los guerreros caídos en batalla, los einherjer, guerreros de Odín, combatirán ferozmente contra las fuerzas de muertos de Loki.

Tyr, será el encargado de detener con su única mano al perro de los infiernos, Garm, el más poderoso y temible de los perros. Este combate será el final para ambos.

Thor matará a la serpiente de Midgard con su martillo Mjolnir, cumpliendo así su destino y satisfaciendo su más profundo deseo. Sin embargo, la serpiente, en su último estertor, lanzará su veneno contra el dios, quien sólo podrá andar nueve pasos antes de caer.

Odín conseguirá clavarle su lanza al lobo en la boca, pero la bestia cerrará las fauces, desapareciendo así Odín entre ellas. Entonces Vidar, uno de los hijos de Odín, al ver morir a su padre, le pisará la mandíbula al lobo con un zapato que se ha fabricado desde el principio de los tiempos, y descoyuntará la boca del lobo.

Por toda la llanura, tanto los dioses, como los gigantes de hielo, así como los propios muertos, irán cayendo en terribles combates.

Loki se topará de frente con Heimdall, quien empuña la espada Hofud. Ambos, se enfrentarán en una igualada batalla que acabará con la muerte de ambos. En sus últimos momentos, Heimdall, el guardían de los dioses, le transmite a Loki lo que puede ver más allá de la muerte: Vida y Vali, hijos de Odín, siguen vivos, así como Magni y Modi, hijos de Thor, quienes tienen el martillo de su padre y son dignos de empuñarlo. Pero más allá de eso, el árbol de los mundos, el Yggdrasil, no podía ser tocado por el fuego de Surtr, y su tronco albergaba a dos mortales que habían conseguido refugiarse allí, mujer y hombre. La mujer se llamaba Vida, así como el hombre se llamaba Impulso de Vida. Y sus descendientes volverán a poblar la tierra. No es el final, sólo un nuevo comienzo.

Surtr, contemplando la llanura de muerte, hará arder todo el mundo. Luego, los océanos crecerán e inundarán todas las cenizas. Este es el destino del mundo y el destino de los dioses.

Renacer

La semilla de esta destrucción final está implantada desde el mismo comienzo de la mitología nórdica. Si nos remontamos al comienzo, vemos la figura del gigante Ymir, cuya muerte fue necesaria para crear los mundos (Heinrich Niedner, 1997, p.238).

Hay investigadores, tales como Mircea Eliade y Rudolph Simek, que otorgan una visión diferente al Ragnarök. Este evento no marca el final de una historia, sino que marca el fin de un ciclo. Tras la destrucción, llega la creación. Un nuevo mundo se erigirá, con nuevos dioses, con nueva vida. De este modo, la traducción como Ragnarøkkr, “el Crepúsculo de los Dioses”, cobraría el sentido de una muerte, un período de oscuridad, pero también un amanecer. Por ello, no sería correcto relacionarlo con un apocalipsis. Es la destrucción y el renacimiento del cosmos.

Pero tras la muerte, viene la vida. La tierra vuelve a nacer y surge de las aguas. La hija del Sol brillará en el cielo con una luz joven y nueva.

La mujer y el hombre saldrán del fresno de todos los mundos y repoblarán la humanidad.

Los dioses que quedarán con vida establecerán su nuevo hogar en Idavoll. Modi y Magni, los hijos de Thor, podrán manejar el martillo uniendo sus fuerzas. Balder y Hod regresarán de la tierra de los muertos.

Una vez reunidos estos dioses, encontrarán piezas de ajedrez con las formas de los dioses antiguos, allí estarán Thor, Odín, Loki, Fenrir… De este modo jugarán, enfrentándose a sus eternos enemigos sobre un tablero.

Y así es como renace esta historia.

Bibliografía:

Niedner, H. (1999). Mitología nórdica. España: Edicomunicación.

Pálsson, H. (1994). Völuspa.

Gaiman, N. & Conde, C. (2017). Mitos nórdicos. Barcelona: Destino.

García Pérez, R. (2014). Völuspá. Madrid: Miraguano.

Lerate, L. (2016). Edda mayor. Madrid: Alianza Editorial.

Sturluson, S. & Lerate, L. (2016). Edda Menor. Madrid: Alianza Editorial.

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