El asesinato de Julio César en el año 44 a.C. supuso que nuevos hombres se disputaran el control de Roma. Por un lado, Marco Antonio, cónsul en ese momento y general del dictador, dispuso en un primer momento la amnistía para los cesaricidas, sin embargo, tras el fervor del pueblo después de la lectura del testamento, los asesinos decidieron huir de Roma. En este contexto, otro hombre entró en la ecuación: Octavio[1], sobrino nieto de César, y según él testamento, su legítimo heredero e hijo adoptivo.

El primer problema entre ambos hombres comienza en este momento, pues, al querer heredar Octavio lo dispuesto por su tío, Antonio bloqueó cualquier intento de este por validar su parte testamentaria, provocando que el futuro princeps se pusiera del lado de Cicerón. A pesar de este acercamiento, Octavio quiso ser nombrado cónsul, y ante la negativa del Senado y de su nuevo amigo, decidió marchar sobre Roma para hacer formal su elección, al mismo tiempo que legalizaba el testamento de su tío abuelo, declarando enemigos públicos a los asesinos de César (Roldán Hervás, 2011:250-251).

Ahora bien, el lugarteniente de Julio César, Marco Emilio Lépido, tuvo que mediar entre Antonio y Octaviano, acordando repartirse el poder y las provincias entre los tres (segundo triunvirato), a la vez que decidían emprender acciones contra los asesinos del dictador. La primera operación fue perseguir a los culpables, acordándose numerosas proscripciones, provocando la muerte 300 senadores y 2.000 caballeros, entre ellos Cicerón. Mientras tanto, Bruto y Casio se fortalecieron en Tracia, produciéndose la batalla de Filipos, donde ambos cesaricidas se quitaron la vida (Roldán Hervás, 2011, pp.251-253). No obstante, tras este pequeño reajuste, Antonio y Octaviano volvieron a repartirse las provincias, esta vez, dejando de lado a Lépido. Por un lado, Antonio prepararía una expedición para una futura campaña contra los partos, mientras que Octaviano se quedaba en Italia. Antonio pronto rectificó, haciendo que casi se llegara al enfrentamiento armado contra Octaviano en la denominada guerra de Perugia, produciéndose de nuevo otra reorganización del mando de las provincias, quedando, Oriente para Antonio y las provincias occidentales para Octaviano, pacto sellado con el matrimonio de Octavia, hermana de Octaviano y Marco Antonio (Roldán Hervás, 2011:253).

El siguiente y último problema, se dio, cuando Antonio al tener que controlar las provincias de Oriente, se entrevistó con la reina de Egipto. Lo que ocurre a partir de este momento es bien conocido por todos. Por un lado, se dio la fallida campaña contra los partos de Antonio, repudió a su esposa Octavia, mientras que:

“mantenía un doble papel: como magistrado asumía los intereses romanos en Oriente; como esposo de la reina de Egipto, asumía el carácter de soberano helenístico divinizado” (Roldán Hervás, 2011:255)

Momento en donde se produce la propaganda de Octaviano contra Antonio, haciendo que la opinión pública estuviera de su parte, haciéndoles creer que el enemigo Antonio, no era romano, sino un extranjero que se creía Dioniso. La Coniuratio Italiae del año 31 a.C, y, narrada en la Res gestae, otorgó a Octaviano poderes especiales para enfrentarse a Antonio, siendo elegido por tercera vez como cónsul (Roldán Hervás, 2011:254-255). Mientras tanto, Antonio actuó hábilmente con las Donaciones de Alejandría, donde otorgó a Cesarión, hijo de César y Cleopatra, el título de Rey de Reyes y a ella el de Reina de Reyes. Fue una buena maniobra, ya que, al reconocer a Cesarión como legítimo heredero de César, Octaviano se veía apartado y sin cierta legitimación, mientras que Antonio estaba casado con la reina de Egipto y unido al hijo legítimo de César (San Vicente González de Aspuro, 2015:119-120).No obstante, Octaviano declaró la guerra a la reina de Egipto, produciéndose la batalla naval de Accio, acción que sin duda alguna le benefició debido a que Agripa había tenidoexperiencia en batallas navales mientras que Marco Antonio no (San Vicente González de Aspuro, 2015:121).

Disposición de las flotas de Augusto y Marco Antonio durante la batalla de Accio
Batalla de Accio. podemos observar el bloqueo que Octaviano realizó a Marco Antonio para evitar que saliera del golfo. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Battle_of_Actium-es.svg?uselang=es

Este punto es clave para comprender la estrategia del futuro princeps y que se diferencia sumamente a lo que hizo su tío abuelo. La guerra civil entre Julio César, Pompeyo y sus hijos provocó numerosas bajas romanas, sin embargo, durante la celebración del triunfo del dictador perpetuo, mostró las imágenes de sus enemigos muriendo, no intentó en ningún momento salvaguardar el honor de sus enemigos romanos. Sin embargo, Octaviano aprendió de su tío abuelo, y en esta nueva guerra civil, mostró a Marco Antonio como un extranjero, como Dioniso, y no como un romano.

Fuentes para el estudio de la propaganda contra Marco Antonio

Ahora bien, para poder conocer si la propaganda de Augusto tenía algo de razón o no, debemos recurrir a aquellas fuentes que nos den información de primera mano. Sin embargo, tenemos un problema, y es que, el principal referente para conocer a Antonio es, nada más y nada menos que Cicerón y sus Filípicas[2]. Es muy probable que veamos a un Marco Antonio un tanto desfigurado y, por tanto, debemos prestar cierto cuidado a la hora de valorar su obra. Lo mismo ocurre con los autores a los inicios del Imperio, pues, se ven influenciados aún por la propaganda augustea y su gusto monárquico como Apiano y Dion Casio. En el caso de Plutarco, esta visión negativa crece al ser comparado con Demetrio Poliorcetes, ambos ejemplos de cómo no debe comportarse un buen hombre, pues, este autor, emplea las Filípicas de Cicerón para construir su relato. No obstante, debemos también apuntar que concede ciertos halagos, aunque siempre veremos que son siempre los mismos (muy buena capacidad militar, leal, con gran carisma, etc.). Esta visión un tanto ambigua de Plutarco será la tónica a seguir, como veremos más adelante, en las interpretaciones de Antonio en el cine o la televisión (Ansuátegui,2014:245-246).

Propaganda augustea

Una de las más claras formas de propaganda que Augusto utilizó contra Marco Antonio fue establecer una dicotomía entre Apolo-Octavio contra Antonio-Dioniso y el uso de la imitatio Alexandri (imitación a Alejandro Magno) en esta dualidad.  Parece que, a primera vista, el empleo de estos dioses no parece una elección “mala” para contrarrestar al enemigo. No obstante, analizaremos ambos casos para llegar a la clave de este asunto.

En primer lugar, Dioniso, se introdujo en el año 496 a.C. y estuvo vinculado a Ceres. Según documenta Dion Casio (6.17. 2-4), en este caso, por una hambruna. En cónsul de ese año decidió construir un templo en honor a Ceres (deidad propicia que controlaba la abundancia vegetal y la escasez de comida) y a Líber (Baco). A partir de este momento, los ritos de Líber-Baco se hicieron muy populares entre la plebe, ritos que implicaban a jóvenes de ambos sexos, celebraciones nocturnas durante 5 días cada mes y como ya saben, terminaron con las Baccanalia y con el Senado viéndolo como un peligro, siendo prohibidas y perseguidas. Con este pequeño esbozo nos hacemos una idea de porqué la asociación Antonio-Dioniso no es tan buena idea como lo que parece. Antonio, no se quedó atrás, y también decidió hacer algo parecido a Octavio para asimilarse con Alejandro Magno, empleando también al propio dios Dioniso (San Vicente González de Aspuro, 2015:84-85).

Para situarnos en contexto, hubo una historia que afirmaba que cuando Alejandro llegó a Carmania (antigua satrapía persa, actual provincia de Kermán, Irán), iba ataviado como los atributos propios de Dioniso, acompañado además de carruajes y flautistas (San Vicente González de Aspuro, 2015:86), sin embargo, sus sucesores macedonios intentaron fortalecer su posición identificándose también con Dioniso. Con esta premisa, Plutarco nos describe una escena similar de Antonio llegando a Asia Menor, junto con un grupo de flautistas y actores. Ahora bien, fue en Éfeso cuando Antonio se mostró como un verdadero Dioniso, llegando a serle otorgados ciertos honores divinos. Incluso estableció en Alejandría patrones iconográficos muy similares a los que utilizaba Alejandro, empleando desde estatuas a camafeos. (San Vicente González de Aspuro, 2015:87-91).

Podríamos pensar que la estrategia de Marco Antonio no es del todo errónea pues, la imitatio Alexandri ha sido empleada por grandes romanos como Pompeyo o Escipión el Africano. Sin embargo, su fallo proviene, como se pueden hacer a la idea, de utilizar a Dioniso como patrón a seguir, Dios que los romanos no han tenido en tan buena consideración, sobre todo la clase alta, que es la que imponía los códigos de la moral, y es algo que sin duda Octaviano supo utilizar en su provecho para establecer una dualidad entre sus personas.

Para el caso de Octaviano, Apolo, fue introducido en el panteón romano en el año 431 a.C. después de una epidemia. Pronto levantaron templos en su honor, entre ellos, el templo construido por orden de Octaviano después de la batalla de Accio, en el año 28 a.C. Sin embargo, la vinculación de Augusto va más allá y es que, la serpiente en la antigüedad siempre ha sido un animal cargado de simbolismos: fertilidad, vida, eternidad, etc. Sin embargo, en el caso que aquí nos trae, este animal sirvió a Augusto para realizar una imitatio Alexandri. Para ello, debemos conocer que la serpiente, por un lado, estuvo vinculada a la familia de su padre, pues, su origen procede de Lanuvio, conocida por su santuario dedicado a Juno Sospita y a una serpiente oracular (Vázquez Hoys, 2017:812). Por otro lado, si nos remontamos a la guerra de Toya, Apolo había ayudado a Eneas- recordemos que la gens Julia procedía de los hijos de Ascanio, hijos de Eneas-(San Vicente González de Aspuro, 2015:93).

 

Diosa Juno ataviada con lanza y escudo
Juno Sospita representada con lanza, escudo y piel de cabra, podemos ver la serpiente en el suelo. En este caso, la escultura procede del templo de Juno Sospita del foro Olitorio, en Roma. Fuente: https://www.flickr.com/photos/mmarftrejo/4359397163/in/photolist-7De3U4-7De67R-njWHTV-DmZLjj-6Vgmyd-6KTSGF-68pymt-pBHWa7-PnhnHD-Jh9nvU-7De4Zt-HUzprd-pP6RMq-zhkaBh-zhrBcx-2iAicTo-9zLGUK-kgR3ey-2muyXxD-LGJZt7-2mt7QYr-2mhBTzE-NqR8T7-aBYVmR-7jbWaA-q4H1T5-ob986m-NqR4sJ-Jh9hP9-D9pRqH-2hhH947-kgQJyo-kgQPCG-dTK8Xu-2hhEx7U-9Yk4hu-7fgfHb-qmQpfi-7fgfDo-upPW3H-qJi92F-qJ9auE-6K9UDD-TcQyDE-2bZTwGV-2iABUak-TcQzmm-WdwHUb-2muuM4r-GTE8QE

Ahora bien, Octaviano consiguió hacer rondar una historia que afirmaba que el mismo dios Apolo se había aparecido en forma de serpiente, yaciendo con su madre, Atia, de la misma manera que había ocurrido con Olimpia, la madre de Alejandro Magno, aunque en ese caso era Zeus el Dios elegido para la personificación. Una prueba que sin duda afirmaría el origen divino, en este caso apolíneo, del futuro Princeps, y que más tarde se aseguraría al nombrar Dios a Julio César (San Vicente González de Aspuro, 2015:91). Es de recordar que la acusación contra Antonio puede hacerse debido a que Octaviano, no se identifica directamente con Apolo, sino que se identifica como su hijo, al contrario que Marco Antonio, quien si se identifica como un Nuevo Dioniso (San Vicente González de Aspuro, 2015:111).

Retornando al uso de la serpiente en la propaganda de Augusto, vemos que también la emplea como un claro ataque a Marco Antonio. Para ello, decide mostrasla en la iconografía del Ara Pacis. En él puede verse una cobra atacando un nido de pájaros “serpiente mala” mientras que pueden verse otras serpientes dispuestas por la vegetación, personificando así la Abundancia, siendo, por tanto, unas serpientes “buenas”. Esto vendría a significar la personificación de Augusto como un refundador de Roma, mientras que la cobra comiéndose a las pájaros representa el “peligro vencido” o “la defensa a Roma de la peligrosa serpiente” (Vázquez Hoys, 2017:814).

Cobra atacando un nido de pájaros
Cobra atacando a un nido de pájaros en el Ara Pacis. Fuente: Vázquez Hoys, 2017:821

Lo oriental y los excesos, frente a las virtudes romanas que Octaviano empleaba como su bandera, lo apolíneo y lo dionisiaco, al fin y al cabo, una gran estrategia que los escritores a favor de Octaviano supieron emplear con gusto, siguiendo el patrón marcado por Cicerón y sus Filípicas. En el caso propagandístico de Octaviano contra Marco Antonio destacan varios adjetivos que se repiten, y que San Vicente González de Aspuro ha sabido reunir dentro del conjunto de inculpaciones.

Para comenzar, la crueldad de Antonio es recogida por Veleyo Patérculo. Según el escritor, fue Antonio y no Octaviano quien decidió realizar las proscripciones, incluida la muerte de Cicerón, opinando sobre la vida de las familias de sus enemigos, sin embargo, Dion Casio va mucho más allá y afirma que Octaviano quiso salvar a muchas de estas personas (San Vicente González de Aspuro, 2015:92-103). Por otro lado, la cobardía, apuntada por Plutarco, Veleyo Patérculo y otros autores. En este caso, durante la campaña parte se dijo que incumplió sus obligaciones, haciendo una campaña apresurada para poder volver cuanto antes junto a Cleopatra. No es algo que parezca nuevo pues en Accio, según Plutarco, Antonio corrió a los brazos de la reina, dejando atrás a sus soldados (Ant. 66.7), esta tesis también es defendida por Dion Casio (50.33. 1-4) y Veleyo Patérculo (Vell.2.85.3-5), (San Vicente González de Aspuro, 2015:106-107).

La impiedad, de la que ya hemos hablado un poco previamente, incidía en el comportamiento griego que tenía Antonio, que había abandonado a los dioses romanos para considerarse Dioniso y Osiris, mientras que a Cleopatra la trataba como si fuera Isis o Selene. Octaviano, lo aprovechó y exclamó un discurso a sus soldados antes de la batalla de Accio incidiendo en estos detalles, los cuales, también llegaron a Roma rápidamente. Todo esto llegó a su culmen cuando, en el año 35 a.C., Octavia, hermana de Octaviano y mujer de Antonio, fue a ver a su marido a Atenas. Sin embargo, no pudo llegar a verle porque el mismo dio órdenes de que volviera a Roma, afirmando que se había casado con Cleopatra. Esto supuso un gran rechazo para todo el pueblo, el mismo que antes le había apoyado debido a su gran carisma, ahora, estaba indignado, pues, prefería el amor de Cleopatra, a sus deberes como romano para con la República (San Vicente González de Aspuro, 2015:110-111).

Cleopatra y Cesarión en el templo de Hathor
Cleopatra y Cesarión en el templo de Hathor. Fuente: https://www.flickr.com/photos/155783673@N02/49787535911/in/photolist-2iRy8Rz-8pi4jN-8pi1mC-8phR4L-8peUxr-PoeeFp-2g54nPk-buwx6N-8peTZX-8phQtU-8pePuB-8peS52-8pi5ys-2xbJHR-WXhfP5-8peF2Z-oxYFss-osUC1M-8peEqK-mWbWRe-dbcCaY-mWbZ26-HrLC65-fre94f-fre93G-zvSwux-fqYJKk-cCHKaA-oQYEaM-oNWSxE-oyuirh-oyuinE-oyu3S9-oQGRGn-oyuikW-oNWSvL-obEPvQ-6CPTaz-2damwwj-q6kCuT-2iZN39C-bqjasp-8YPchv-6CU3am-6CPSYK-5XmYVb-q6kXhU-5AAuDk-5FpaQB-5DMmNm

La lujuria de Antonio según Cicerón y Plutarco abarcaba desde bellos jóvenes, prostitutas a esclavos de ambos sexos, las grandes borracheras, y las visitas a espectáculos teatrales eran su día a día, incluso llegó a tener como amante una actriz con la que acudía a banquetes y orgías, si bien es cierto que César siempre iba detrás de él, intentando corregir estas actitudes. Muchos más son los detalles que da Cicerón acerca de la vida sexual de Antonio, y sus desenfrenos con la bebida, tanto, que se nos escapan para contarlo en este artículo (Cic.Phil. 2.66 y Plu. Ant. 21). En esta misma inculpación, estaría sin duda, su relación con Cleopatra. Muchos argumentaban que esta le había embrujado para hacer todo lo que ella quisiera, y vivir una vida de lujuria y placeres, llegando a abandonar a su mujer, y sus obligaciones como romano (San Vicente González de Aspuro, 2015:115-117)., si bien es cierto que:

“tiene comportamientos antirromanos (misorromanos) pero muere como un romano” (Ansuátegui, 2014:246).

Visión actual en el cine y en las series: permeabilidad de la propaganda

Para poder acercarnos a la visión que tenemos actualmente acerca de Marco Antonio y saber si la propaganda augustea ha perdurado, la mejor opción es acudir a las nuevas investigaciones y podremos conocer una visión no sesgada de este personaje. A finales del siglo XX ya se percibe un cambio historiográfico claro, donde, se apartan los descalificativos y se decide estudiar los actos, las decisiones políticas, y el contexto[3]). Los nuevos investigadores se dan cuenta del peso que tiene Augusto y su propaganda en la visión que se tiene de Antonio, por lo que se intenta dar mucha más importancia al estudio del proyecto político de Antonio, muy preocupado después de la muerte de César en hacer que Octavio estuviera bien considerado entre los cesarianos, o como intentó aplacar aquellos más radicales y seguir una política similar a la de César en Oriente.

Por otro lado, para dejar de lado la visión augustea que se da de Antonio en Egipto, se intenta asimilar su conducta a la imitatio Alexandri como hemos citado antes, donde el programa de Antonio encajaría con la visión que tuvo Julio César en su política oriental, con numerosos estados clientelares en la zona oriental para poder conseguir su ayuda en una campaña contra los partos (si bien es cierto que aquí entraríamos en la polémica que aborda la dualidad de las decisiones de César, bien romanas o bien helénicas).

Por otro lado, esta permanencia de la visión sesgada podemos verla en el arte, el cine y en las series.

Sin ninguna duda, es interesante la visión de Shakespeare pues, en la obra Julio César (1599), podemos ver a un Marco Antonio, no solo como un gran orador, sino como un buen estratega político y negociador, visión que contrasta claramente con su otra obra Marco Antonio y Cleopatra (1606), donde la visión que prima es la de un Antonio totalmente enamorado de la reina, muy pasional y dramático. Esta dualidad podría encajar muy bien con la visión tan ambigua que nos ofrece Plutarco, haciéndonos pensar que Shakespeare pudo utilizar sus obras para crear el personaje en ambas obras, donde el cambio tan brusco de conducta de Antonio se debe, para Plutarco, por la depresión y aislamiento que sufre Antonio tras el intento fallido de llevar a cabo la campaña contra los Partos, momento el cual la reina pudo aprovechar e influenciarle. (Ansuátegui, 2014:250).

Por otro lado, este enfoque de héroe trágico puede verse también en la serie Roma de HBO (2005-2007). En ella, vemos un Marco Antonio muy leal a César como se ha citado previamente, pero muy inepto políticamente (es Octaviano quien controla políticamente a Marco Antonio desde el momento en que muere su tío abuelo Julio César), eclipsado totalmente a partir de la segunda temporada por Cleopatra y dominado por sus pasiones. Debemos recordar que la presentación del personaje hace gala de lo que bien podría haber descrito Cicerón en sus Filípicas, y es que, al volver de la Galia, Marco Antonio se separa de sus soldados para, desfogarse con una pastora.

En la foto podemos observar a Octavia y Marco Antonio en la celebración de su boda. Temporada 2, Episodio 6, de la serie Roma de HBO. Fuente: https://www.flickr.com/photos/46590446@N03/4345661074/in/photolist-7C1DCW-7C1DD1-26sYQEY-xrgpfK-6A41cQ-5eAdSu-5bhh83-5bd1wc-26cax1p-6wJzgN-8QPfn5-52xUy-ss7zv-52xTS-wufS19-gCz8KJ-6Pdge-26cawYR-DNR1G-xrgqpi-xrgbJx-26cax8D-xrghuR-6gQ1zd-6gL1g8-wuoWH8-6gL5qe-5EcaPY-gByE2k-26cax3P-8pPqqF-24P9thQ-xqssMf-xrgwEV-26cax5c-wufFHq-xrguBg-x9DGxd-x9DDT3-52xSC-xoWXLC-x9DKZo-wuoPF2-xqszw7-x9Lzbe-rwVbnp-2isLkFM-xoWN7Y-eiQgzg-2isKaM9

El principal problema que hemos podido observar respecto a la propaganda augustea es que, sin ninguna duda, empapó todos los escritos tanto republicanos como alto imperiales que hablaban de Marco Antonio, lo cual, únicamente nos da malas actitudes y pésimos adjetivos de este personaje, donde, además, Cleopatra es descrita como una bruja, principal culpable de la locura del cónsul romano. Excesos y pasiones contra lealtad y mando militar. Vemos que el estereotipo de hombre vulgar y pasional creado por Octaviano y fomentado por Cicerón o Plutarco, llega a perdurar hasta nuestros días.

Bibliografía
  • Fuentes clásicas

Marco Tulio Cicerón (1976): Cartas a Ático, trad. Juan Antonio Ayala, t. II, México, Universidad Nacional Autónoma de México (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana).

  • (1994): Fílipicas. Juan Bautista Calvo. Madrid. Editorial Planeta

Dión Casio (2004): Historia romana, libros I-XXXV. Madrid.Gredos. Biblioteca Clásica Gredos.

Plutarco (1948-1952): Vidas Paralelas. trad. de Ranz Romanillos Madrid. Espasa Calpe. 1948-1952.  Podéis encontrarlo online en: https://www.imperivm.org/vidas-paralelas-marco-antonio-por-plutarco/

Veleyo Patérculo (2014):  Historia de Roma (Edición crítica del texto latino, introducción y traducción y notas de Antonio Ruiz Castellanos), Madrid, Ediciones Clásicas.

  • Obras de referencia

Ansuátegui, A. D. (2014): “Tradición y/o manipulación: el caso de Marco Antonio”.  Estudios de filología e historia en honor del profesor Vitalino Valcárcel. 239-254

Roldán Hervás, J.M.,2011. [1995]. Historia de Roma. Universidad de Salamanca.

San Vicente González de Aspuro, J. I. (2015): “Antonio-Dionniso versus Octaviano-Apolo: Propaganda y contrapropaganda en torno a los ritos dionisiácos”. Arys: antigüedad, religiones y sociedades. Nº 13. 77-125.

Vázquez Hoys, A. Mª. (2017): “Serpiente y propaganda augustea en Hispania”.Gerión. Vol. 35.809-396

  • Para ampliar:

Estas tres referencias abordan los nuevos estudios sobre Marco Antonio, sobre pasando la imagen clásica de Augusto y Plutarco:

La Penna, A. (1993): “Antonio come personaggio ‘paradossale’, en A. Gara-D. Foraboschi” (eds.). Il triunvirato constituente alla fine della Repubblica romana. Scritti in onore di M. A. Levi. Como. 93-111.

Matijevic, K. (2006): Marcus Antonius. Consul-Proconsul-Staatsfeind. Die Politik der Jahre 44 und 43 v.Chr., Rahden (Westfalen).

McJannet, L. (1993) “Antony and Alexander: Imperial Politics in Plutarch, Shakespeare, and Some Modern Historical Texts”. College Literature 20: 3, 1-18.

 

Si quieren ampliar conocimientos sobre Augusto de manera amena, les recomiendo encarecidamente esta conferencia del profesor Francisco Pina Polo celebrada el 21 de noviembre de 2019: Fundación Juan March (2019), César Augusto: el primer Princeps del Imperio Romano. Ciclo de Conferencias “Creadores de imperios”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=16gDAsUK17w  (última consulta 03/10/2021)

[1] Cayo Octavio sufre varias transformaciones en su nombre. Octavio hasta que se lee el testamento de César donde le nombra su hijo adoptivo, pasándose a llamar César Octaviano. Por último, utilizará el cognomen de Augusto cuando el Senado se lo conceda en el 27 a.C.

[2] La primera Filípica se pronunció el día 2 de septiembre del año 44 a.C. En ella, Cicerón da un rapapolvo a Marco Antonio, acusándole de haber mantenido encuentros sexuales con jóvenes. La segunda, aunque no fue pronunciada en el Senado, si la escribió. La tercera, se decide rotundamente por la eliminación del cónsul (lo que se confirma con las cartas enviadas a Ático tras la muerte de César, en las cuales Cicerón se lamenta de no haber acabado con la vida de Antonio también. Fam.14.21.3) dejando claro su apoyo a Octaviano (San Vicente González de Aspuro, 2015:98-101).

[3] Para conocer sobre estas nuevas vías historiográficas: Penna (1993), McJannet (1993), Matijevic (2006).

 

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