La operación Azul («Fall Blau» o «Unternehmen Blau») estaba llamada a ser la llave que facilitara la conquista nazi del Cáucaso y el acceso a sus importantes recursos naturales. El control del petróleo caucásico era uno de los objetivos del régimen nazi, que a mediados de 1942 se encontraba en un momento decisivo de la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, a pesar de los éxitos militares que inicialmente obtuvo la Wehrmacht, la operación Azul terminaría convirtiéndose en un enorme fiasco para la Alemania nazi. Además, la batalla por el Cáucaso acabaría siendo eclipsada por la batalla de Stalingrado, que también acabó desfavorablemente para las armas alemanas.

Contexto histórico

En junio de 1941 la Alemania nazi había invadido la Unión Soviética. La denominada operación Barbarroja había supuesto la destrucción de un importante número unidades del Ejército Rojo y la ocupación de amplios territorios. Los alemanes habían avanzado hasta las cercanías de Leningrado y Moscú. Sin embargo, la operación fracasó en su objetivo de destruir a la Unión Soviética, que todavía estaba en condiciones de resistir.

A este hecho se unió la entrada en guerra de los Estados Unidos, en diciembre de 1941. Intuyendo que la guerra iba a alargarse más de lo previsto inicialmente, los altos mandos del ejército calibraron nuevos objetivos en el Este.

Ojetivos y plan de operaciones

En abril de 1942 Hitler emitió su directiva n.º 41, que pasaría a configurarse como «Fall Blau» (Caso Azul). El nuevo objetivo de la Wehrmacht en el Frente oriental sería la conquista del Cáucaso y de los campos petrolíferos. Esta región concentraba el 80% de la producción petrolífera de toda la Unión Soviética, y también constituía una importante fuente de minerales. Ello permitiría sustituir a Rumanía como principal suministrador de combustible, cuya producción ya había alcanzado máximos y empezaba a dar muestras de agotamiento.

Las fuerzas alemanas en el Sur se dividirían en dos grupos de ejércitos: el Grupo de ejércitos A agruparía al 17.º Ejército y al 1.er Ejército Panzer y el grupo de ejércitos B agruparía al 6.º Ejército y al 4.º Ejército Panzer. Las fuerzas de tierra contaban con apoyo aéreo, proporcionado por la Luftflotte 4 (que contaba con dos cuerpos aéreos), y la colaboración de divisiones húngaras y rumanas.

En una primera fase, estas fuezas avanzarían desde sus bases en Ucrania oriental hasta el río Don y rodearían a los ejércitos soviéticos, alcanzando Stalingrado; con ello, cortarían las comunicaciones del Cáucaso con la Rusia central. En una segunda fase, las unidades alemanas atacarían la estratégica ciudad de Rostov y las formaciones motorizadas avanzarían sobre los campos petrolíferos de Maykop, Grozny y Bakú. Se esperaba alcanzar las fronteras con Irán y Turquía, forzando la entrada en guerra de esta última a favor del Pacto del Eje. En previsión de la captura de los campos de petróleo, ya se habían formado varias compañías petrolíferas de capital alemán y se contaba con una reserva de trabajadores especializados.

Comienzo de las operaciones

La operación Azul comenzó el 28 de junio de 1942, ya bien entrado el período veraniego. Los soviéticos ya habían sufrido una dura derrota en torno a Járkov durante el mes de mayo, por lo que adoptaron la estrategia de ceder terreno para ganar tiempo.

Durante el primer día de ofensiva los alemanes avanzaron varias decenas de kilómetros, empujando con facilidad a su enemigo. La presión germana continuó y a comienzos de julio ya habían alcanzado las orillas del río Don en el sector Vorónezh-Ostrogozhsk. Tras fuertes combates la Wehrmacht logró conquistar parte de la ciudad de Vorónezh, si bien encontró una fuerte resistencia. El comandante de los ejércitos alemanes del Sur, el mariscal von Bock, quería eliminar a las fuerzas soviéticas supervivientes antes de proseguir su avance al Volga. Pero Hitler discrepó y, tras una fuerte discusión, destituyó fulminantemente a von Bock.

En este punto, el Alto Mando soviético llegó a valorar erróneamente la posibilidad de que la ofensiva alemana tuviera Moscú como objetivo. Debido a ello se reforzó la defensa del sector de Vorónezh, descuidándose los sectores meridionales de las URSS. No sería hasta pasadas unas semanas cuando se percataron de cuál era la estrategia germana.

Estas victorias alemanas en el Don coincidieron con la captura de la base naval de Sebastopol, el 3 de julio, que fue tomada tras un largo asedio de más de ocho meses. Ello aseguró el control germano de la península de Crimea y añadió un punto de optimismo al desarrollo de las operaciones en el Cáucaso.

Rostov, la puerta del Cáucaso

Rostov constituía un objetivo clave para la conquista del Cáucaso, por ser un nudo de comunicaciones y un importante centro urbano. Los alemanes ya habían ocupado brevemente la ciudad a finales de 1941, en el contexto de la operación Barbarroja, antes de ser desalojados por el Ejército Rojo. Desde entonces, los soviéticos habían conseguido retener el control de Rostov.

Hacia el 19 de julio de 1942 las vanguardias blindadas alemanas comenzaron a llegar a las afueras de Rostov. Las fuerzas soviéticas en su interior debían hacer frente a una presión procedente tanto del Oeste como del Norte, con el río Don a sus espaldas. Aunque las unidades del Ejército Rojo ofrecieron cierta resistencia, la Wehrmacht fue imponiéndose con el paso de los días. Algunos mandos soviéticos acabaron ordenando la retirada de las unidades al otro del río Don, incluyendo las que defendían Rostov.

Rostov 1942 Cáucaso
Unidades mecanizadas alemanas en Rostov, julio de 1942. Fuente: WW2 en Imágenes.

Para el día 23 la ciudad estaba bajo control germano, que consiguió con ello dominar la que se consideraba la puerta del Cáucaso. La propaganda alemana celebró esta conquista como un importante triunfo militar, creyendo muchos entonces que la conquista del Cáucaso sería poco menos que un paseo militar. En la zona soviética, por el contrario, la noticia cayó como un jarro de agua fría y, según señaló con posterioridad el corresponsal de guerra Alexander Werth, generó una gran conmoción entre la población (Werth, 1969: 468-469).

A la conquista del Cáucaso

Ante las primeras victorias que obtuvo la Wehrmacht, Hitler y algunos mandos alemanes pensaron que el Ejército Rojo ya había sido derrotado. Bajo esta premisa, y sin haber completado la primera fase de la operación Azul, se introdujeron una variación en los planes para la conquista del Cáucaso. Bajo el nombre en clave de operación «Edelweiss», el grueso de las fuerzas alemanas debía dirigirse hacia el sur del río Don e internarse en Transcaucasia.

Las nuevas órdenes de Hitler crearon un grave problema para el sistema logístico del ejército germano, que ya afrontaba una situación complicada en territorio soviético. Más adelante, esta nueva situación se volverá en contra de los alemanes. El avance hacia Stalingrado no fue suprimido, pero el plan fue alterado de forma considerable.

Vuelve la Blitzkrieg

Entre finales de julio y finales de agosto se desarrollaron operaciones propias de la Blitzkrieg, o «guerra relámpago». Al Oeste, en la península de Kubán cayeron en manos alemanas un buen número de ciudades, sin encontrar fuerte resistencia. Al Este, una patrulla de reconocimiento de la 16.ª División de infantería motorizada lograría llegar al mar Caspio, cerca de Astracán (Messenger, 1991: 203). Otro éxito reseñable fue la conquista de Elista, capital de la República de Kalmukia, a mediados de agosto.

En el norte del Cáucaso uno de los objetivos clave del avance germano era la ciudad de Maykop, importante centro de producción petrolífera. Hacia el 7 de agosto las vanguardias de la 13.ª División Panzer habían llegado al norte de la urbe (Higgins, 2014: 55). Sin embargo, iban a ser comandos especiales —los llamados «brandenburgueses»— los que destacaran en la toma de los puntos clave. Finalmente, la tarde del día 9, la 13.ª División Panzer logró tomar la ciudad y el aeródromo, capturando además a unos 1000 prisioneros (Black, 2007: 521). Los soviéticos hubieron de retirarse, si bien lograron destruir o inutilizar buena parte los campos petrolíferos.

El alto mando nazi acogió con regocijo la noticia de la captura de Maykop, pero muy pronto se hicieron evidentes los graves problemas existentes. A pesar de los trabajos de reparación, los daños eran demasiado graves como para sacar provecho a la producción (Black, 2007: 522-523). Por otro lado, se empezó a hacer evidente que los alemanes, por muy rápido que avanzaran, no serían capaces de capturar intactos restantes los campos petrolíferos.

Camino a Stalingrado

Mientras el grueso de las fuerzas alemanas se dirigió hacia el Sur, el alto mando alemán adoptó la operación «Fischreiher», por la cual el 6.º Ejército avanzaría en solitario hacia Stalingrado. Sus unidades continuaron presionando y atravesaron la curva del río Don. En un comienzo, los soviéticos presentaron una fuerte resistencia en la cabeza de puente de Kalach, si bien acabarían retirándose tras sufrir abundantes pérdidas.

Wochenschau Stalingrado Cáucaso
Diversas escenas que aparecieron en varios números del «Deutsche Wochenschau», el noticiario gráfico de la Alemania nazi, entre agosto y septiembre de 1942. Fuente: Elaboración propia.

La tarde del 23 de agosto una avanzadilla motorizada del 6.º Ejército alcanzó el río Volga al norte de Stalingrado, en Rynok. El tráfico fluvial fue interrumpido y la línea férrea que comunicaba el Cáucaso con la Rusia central también fue cortada. El grueso de las fuerzas alemanas todavía no había llegado, por lo que el casco urbano no fue asaltado en un comienzo. No obstante, la Luftwaffe se centró durante aquellos días a bombardear la ciudad hasta reducirla a escombros, causando unos 25.000 muertos civiles (Roberts, 2006: 143).

Cuando los alemanes se decidieron a asaltar Stalingrado, se encontraron una resistencia soviética sólida y bien organizada. Durante los siguientes meses la que luego se conocería como batalla de Stalingrado se convirtió en un cáncer para los recursos militares germanos y, además, terminó eclipsando a la propia ofensiva del Cáucaso.

La resistencia soviética se consolida

Hacia finales del mes de agosto las fuerzas el Grupo de Ejércitos A se hallaban empeñadas en demasiadas ofensivas al mismo tiempo. En el Oeste trataban de llegar al puerto de Tuapse y controlar la costa del mar Negro; en el Este intentaban alcanzar Grozny y continuar su avance hasta Bakú; entre ambos ejes de avance los ejércitos de Hitler también intentaban llegar hasta Vladikavkaz y Ordzhonikidze, para proseguir hacia Georgia.

A pesar de la retirada que habían emprendido sus fuerzas en el río Don, los soviéticos tenían previsto presentar una fuerte resistencia en el Cáucaso. Prepararon una red de fortificaciones y líneas defensivas que, apoyándose en la orografía montañosa de la zona, desbarataran el avance germano. En torno a Bakú establecieron un potente anillo defensivo y planificaron la destrucción de las infraestructuras petrolíferas por si se veían obligados a retirarse de la zona. Además, contaban a su favor con el agotamiento de la ofensiva nazi, cuyas unidades motorizadas afrontaban una grave escasez de combustible.

Flak Gebirgs Cáucaso
Unidades de montaña alemanas manejan una pieza de artillería antiaérea en las montañas del Cáucaso, cerca de Teberda, en septiembre de 1942. Fuente: Bundesarchiv/Wikimedia Commons.

Los nazis alentaron la insurgencia de grupos chechenos y llegaron a lanzar sobre las montañas a comandos especiales para organizar operaciones conjuntas. Alemanes y chechenos llegarían a colaborar en varios operativos. Aunque se capturaron varias instalaciones importantes en el área de Grozny, la paralización del avance germano en Mozdok acabaría condenando toda la operación al fracaso (Schaefer, 2010: 101-102).

Fracaso del plan germano

Originalmente, en los planes germanos la toma de Bakú se había previsto para finales de agosto. Sin embargo, la falta de combustible y la precaria situación en que se encontraba la logística de la Wehrmacht provocaron que los avances se ralentizaran. Aunque la 3.ª División Panzer tomó la ciudad de Mozdok el 25 de agosto (Tieke, 1995: 141), la resistencia soviética en el río Terek abortó cualquier avance nazi sobre Chechenia. En ese punto, el gran centro petrolero del Cáucaso se encontraba situado a unos 120 kilómetros.

La lucha por el control de la costa fue encarnizada, especialmente en los pasos de montaña que conducían al Mar Negro. El 10 de septiembre los alemanes lograron capturar el importante puerto de Novorosíisk, pero los soviéticos lograron conservar algunas posiciones al sur de la urbe. Esto frustró la posibilidad de utilizar su puerto, por la amenaza de la artillería. Por su parte, los puertos de Tuapse y Sujumi continuaron fuera del alcance nazi.

Exasperado por la falta de resultados, el 9 de septiembre Hitler destituyó al comandante del Grupo de Ejércitos A —el mariscal de campo Wilhelm List—. Unas semanas después, el día 24, también destituyó al jefe de Estado Mayor del ejército, el general Franz Halder (Jukes, 1985: 13). Aún con estos cambios, la evolución de las operaciones se mantuvo inalterable. Finalmente, consciente de la incapacidad de la Wehrmacht de avanzar sobre Chechenia, Hitler ordenó el 7 de octubre que la Luftwaffe destruyera los campos petrolíferos de Grozny. Las instalaciones de Bakú, que se encontraban fuera del radio de acción de los bombarderos alemanes, se salvaron de un destino similar.

Últimos intentos alemanes

A finales de octubre los alemanes lanzaron una nueva ofensiva con la que buscaban romper el punto muerto existente y forzar las líneas soviéticas hacia Grozny.

Las divisiones panzer 13.ª y 23.ª, en colaboración con la 2.ª División rumana de montaña, atacaron el área de Nalchik y avanzaron hacia Ordzhonikidze (Ziemke y Bauer, 1987: 453-454). La ciudad de Nalchik cayó en manos germanas, pero el avance acabaría siendo detenido ante las líneas defensivas que los soviéticos habían construido. La operación se dio por terminada el 9 de noviembre. Ante este nuevo fracaso, los alemanes paralizaron todas sus operaciones en este sector hasta la primavera de 1943, cuando preveían reiniciar su avance.

Tropas Rumanas Nalchik 1942
Infantería rumana en Nalchik, a comienzos de noviembre de 1942. Fuente: Pinterest.

Consecuencia de todos estos avances, se formó una extensísima línea de frente a defender que iba desde el sector de Orel a Stalingrado, siguiendo el curso del río Don. Desde Stalingrado el frente atravesaba Kalmukia y llegaba hasta las estribaciones del Cáucaso. Las fuerzas alemanas disponibles sencillamente no daban a basto para cubrir semejante territorio, con los problemas que ello también suponía para la logística de la Wehrmacht.

En previsión de lo que se creía que sería la última gran ofensiva de la guerra en el Frente oriental, durante la primavera de 1942 Hitler había exigido una mayor contribución a sus aliados. Italia, Hungría y Rumanía enviaron varios ejércitos de campo a la URSS, que fueron situados por el mando alemán para cubrir el frente del río Don, entre Vorónezh y Stalingrado. Dichas formaciones constituían fuerzas numerosas sobre el papel, pero estaban mal equipadas, bajas de moral y carecían de equipo moderno, artillería pesada o tanques.

Imagen propagandística

Durante el verano de 1942 la propaganda nazi funcionó a pleno rendimiento. En un contexto en que los japoneses acechaban la India, la conquista del Caúcaso se vio como un preludio del encuentro de las fuerzas del Eje. Además, el «Afrika Korps» del mariscal Erwin Rommel avanzaba hacia el canal de Suez y se barajaba la posible entrada en guerra de Turquía en favor de Alemania. La suerte parecía sonreír al Eje Roma-Berlín-Tokio, siendo este un estado de ánimo que reinaba entre muchos soldados y civiles.

Publicaciones populares de la época, como las revistas Signal y Der Adler, se hicieron eco de esta sensación, con imágenes sobre el buen desarrollo de la campaña militar. El noticiario gráfico del régimen nazi, el Deutsche Wochenschau, también mostró en las pantallas de los cines los avances de los ejércitos alemanes por tierras exóticas y lejanas. No faltaron quiénes entonces soñaron con que la guerra hubiera acabado para navidades.

Wochenschau Cáucaso
Varias escenas del «Deutsche Wochenschau» en su edición del 19 de agosto de 1942. La propaganda nazi presentó una imagen exótica y amable del avance en el Caúcaso, mientras enmascaraba las graves carencias logísticas del ejército alemán. Fuente: Elaboración propia.

La propaganda alemana tuvo una importancia de tal calibre que llegó a influir en el curso de las operaciones militares. Joseph Goebbels estaba ansioso por conseguir fotografías que mostraran a victoriosos soldados germanos coronando las montañas del Caúcaso (Forczyk, 2015: 66-67). Un destacamento de cazadores de montaña o Gebirgsjäger llegó hasta la cima del monte Elbrus el 21 de agosto y plantó la bandera de la esvástica. Aquella fue una imagen icónica al gusto de la propaganda nazi, aunque cuando Hitler tuvo conocimiento de la acción se mostró furioso ante lo que consideró una pérdida de tiempo.

Planes nazis para el Cáucaso

Tras la conquista, los planes nazis para el Cáucaso eran ambiciosos. Todo el territorio estaba previsto que quedase englobado bajo jurisdicción de una entidad administrativa especial, el llamado «Reichskommissariat Kaukasus». Como reichskommissar y máxima autoridad administrativa sería designado Arno Schickedanz, alemán del Báltico y amigo personal del ideólogo nazi Alfred Rosenberg (Jerabek, 1991: 31).

El Cáucaso quedaría bajo dominio germano y debía articularse como una base para un posterior avance hacia Asia Central. Estaba previsto que el gran mosaico cultural, étnico y religioso que constuían aquellas tierras se convirtiera en una fuente de reclutas musulmanes para la Wehrmacht. El colaboracionismo estaba llamado a jugar un papel central en la relación entre el poder alemán y los pueblos nativos.

El organismo responsable de toda la organización era el Ministerio para los territorios ocupados del Este, que dirigía Alfred Rosenberg. Sin embargo, hubo de hacer frente a conflictos competenciales con la burocracia nazi, las SS y el Ejército, que tenían sus propias ideas. El propio Hitler llegó a mostrar dudas sobre el reclutamiento de batallones de musulmanes caucásicos y sobre la fiabilidad de los georgianos y armenios (Werth, 1969: 664-665).

Colaboracionismo

La corta estancia alemana en el Cáucaso impidió que estos desarrollaran plenamente sus planes para la región. Los nazis sí que llegaron a establecer lazos de colaboración con algunas nacionalidades musulmanas del Cáucaso septentrional, o con los calmucos budistas (Werth, 1969: 665). El colaboracionismo alcanzaría importantes cotas entre los karachai y los kabardianos.

Un ejemplo de ello lo constituye el gran evento que tuvo lugar el 11 de octubre de 1942 en la ciudad de Kislovodsk para conmemorar el Bayram, una festividad musulmana de origen túrquico. En aquella ocasión banderas nazis y textos coránicos se entrelazaron en un ambiente de camaradería que estuvo presidido por el desfile de un escuadrón musulmán de caballería. Unos meses después, en diciembre, se celebró otro evento propagandístico en Nalchik que pretendía conmemorar los lazos de amistad entre Alemania y los pueblos del Cáucaso.

Un caso especial fue el de Chechenia, región que no llegó a ser ocupada por el Reich, pero en la que existían fuertes sentimientos germanófilos y donde hubo situaciones de colaboracionismo. Las repúblicas soviéticas de Georgia o Azerbaiyán tampoco fueron ocupadas por la Wehrmacht, pero se llegaron a formar unidades con voluntarios de estas nacionalidades.

En la zona del Kubán habitada por cosacos los militares alemanes establecieron una especie de distrito autónomo, con el objetivo de explotar el anticomunismo. No obstante, el intento de volverles contra Moscú constituyó mayormente un fracaso.

Fracaso y consecuencias

Un viaje de ida y vuelta

A comienzos de 1943 el cerco del 6.º Ejército alemán en Stalingrado había dejado en una situación muy comprometida a las fuerzas germanas en el Cáucaso. Los soviéticos, que esperaban poder cercar a todo el Grupo de Ejércitos A, lanzaron una gran contraofensiva. Los ejércitos rumano, italiano y húngaro que guarnecían el río Don fueron completamente destruidos.

Los nazis lograron evacuar a gran parte de sus formaciones militares, aunque en la retirada se abandonó una importante cantidad de equipo. Según el corresponsal de guerra Alexander Werth, en el nudo ferroviario de Mineralnye Vody el ejército soviético se apoderó 1.500 vagones de ferrocarril cargados con material (Werth, 1969: 657). Aún así, la resistencia germana en Rostov permitió que muchas unidades pudieran escapar a Ucrania, mientras que otras pudieron hacerlo a través de la cabeza de puente establecida en la península de Tamán.

La campaña del Cáucaso, lejos del gran éxito que se auguraba en el verano de 1942, terminó convirtiéndose en un fiasco. No consiguió ninguno de sus objetivos y, para empeorar aún más las cosas, consumió un gran número de recursos militares del Eje. A eso se unió el catastrófico resultado de la batalla de Stalingrado, que terminó en febrero de 1943 con la rendición de los restos del 6.º Ejército.

Represión soviética

Tras sus avances en el Cáucaso, los soviéticos temían la posibilidad de encontrarse con una guerra de guerrillas. Y tenían motivos para ello. En febrero de 1943 el ministro Joseph Goebbels había publicado un artículo en el diario Das Reich, en el cual se hacía eco de los «aliados alemanes» que quedaban diseminados por el Cáucaso tras la retirada de la Wehrmacht (Werth, 1969: 668). El recuerdo de las guerras que el Imperio zarista había emprendido en esta zona durante el siglo XIX también estaba muy fresco todavía.

Por ello, a comienzos de 1944 las autoridades soviéticas decidieron proceder a la deportación en masa de algunas poblaciones, acusadas de colaboracionismo. Los grupos afectados (karacháis, chechenos, ingushes, calmucos o kabardinos) fueron trasladados forzosamente hacia Siberia, Kazajastán o Kirguizistán. Las repúblicas autónomas soviéticas de Chechenia-Ingusetia y Kalmukia fueron incluso disueltas como entidades administrativas.A pesar de las medidas drásticas adoptadas por las autoridades soviéticas, algunos grupos de guerrilleros musulmanes se mantuvieron activos durante algunos años más.

Bibliografía

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JERABEK, B. (1991). Das Schulwesen und die Schulpolitik im Reichskommissariat Ukraine, 1941-1944. Múnich: Ukrainische Freie Universität.

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ROBERTS, G. (2006). Stalin’s Wars: From World War to Cold War, 1939-1953. New Haven: Yale University Press.

SCHAEFER, R.W. (2010). The Insurgency in Chechnya and the North Caucasus. Praeger.

TIEKE, W. (1995). The Caucasus and the oil: the German-Soviet War in the Caucasus 1942/43. J.J. Fedorowicz Publishing.

WERTH, A. (1969). Rusia en la guerra (I). De la invasión a Stalingrado. Barcelona: Editorial Bruguera.

ZIEMKE, E. F., BAUER, M. E. (1987). Moscow to Stalingrad: Decision in the East. Washington DC: Center of Military History.

Material audiovisual

Stalingrad (2006), documental alemán. Sebastian Dehnhardt (dir.).

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