Desde la caída del Imperio Romano de Occidente (476) hasta mediados del siglo XV, la mentalidad predominante era la misoginia. Una visión que tenía como resultado la discriminación de la mujer en todos los ámbitos pero, con un especial énfasis, en el espacio intelectual.

Este aislamiento femenino hacía que los productores intelectuales fueran varones cuya mentalidad estaba marcada por la moral difundida desde los púlpitos de las iglesias, donde se promovía el binomio mujer-pecado.

A pesar de los innumerables obstáculos que se encontraban, este artículo tiene como finalidad mostrar las huellas femeninas en un espacio de monopolio masculino siendo las fieles representantes de que el saber no entiende de sexos.

MUJERES Y MUNDO INTELECTUAL: ¿UN ESPACIO ACCESIBLE?

«Voces ahogadas» o «voces prisioneras» son algunos de los calificativos que mejor describen la situación de la mujer medieval sin acceso a la cultura.

Como se ha mencionado con anterioridad, el ámbito cultural se encontraba dominado por los varones, reflejo de la estructura patriarcal que enmarcaba la Edad Media. En el seno de esta estructura, las mujeres eran vistas como «hijas de Eva» y la auténtica conexión entre el maligno y el hombre.

En la raíz de esta sociedad caracterizada por el alto índice de analfabetismo, el hecho de que las féminas pudieran aproximarse al mundo cultural era considerado un auténtico peligro debido a que esto las motivaba a tener un pensamiento autónomo. De esta manera, se veía que «la mujer que más sabe, menos vale» como se refleja en el conocido Cancionero de Estuñiga (siglo XV):

Amad, amadores, mujer que son sabe
a quien toda cosa paresca ser nueua,
que, quanto más sabe, mujer menos vale
segund por exemplo lo hemos de Eva.
[…]
Guardaos de mujer que ha plática e sçientia.

En la Baja Edad Media, la escolástica va a ser capital a la hora de desprestigiar y/o desautorizar la producción femenina puesto que las mujeres carecían de una genealogía de autoras de la Antigüedad que dotasen de «autoridad» a sus saberes.

De esta manera, los escritos femeninos se encontraban sujetos a una crítica voraz, acusados de «falsedad». A través de esta vía de desprestigio, las mujeres solían ser apartadas del saber oficial. A pesar de la patente censura hubo mujeres que, aprovechando su status social, realizaron una producción literaria con una notable calidad.

LA EDUCACIÓN FEMENINA

Las mujeres que tenían acceso a la cultura, por lo general, la adquirían en los conventos. En estas casas religiosas se contaba con un tiempo dedicado al desarrollo de actividades intelectuales y artísticas.

En los mencionados espacios, la gran mayoría aprendían a leer pero no todas a escribir. Las mujeres se nutrían de una educación clerical donde conocían el latín y su literatura estableciendo un puente hacia la producción literaria vernácula.

Hasta hace relativamente poco tiempo, la actividad femenina en los scriptoria de los monasterios era bastante desconocida. A partir del conocimiento de este hecho, se ha sido capaz de mostrar la sólida base cultural y artística de aquellas mujeres que no solo escribían y/o iluminaban sus propios manuscritos, sino que se dedicaban a la actividad de copista.

El acceso de la mujer al ámbito cultural se encontraba vinculado a un status elevado dentro de la sociedad. Esto se encuentra reflejado en las Partidas de Alfonso X donde el monarca daba consejos a otros reyes sobre la educación de sus hijas. El Sabio mostraba a otros monarcas que sus hijas tenían suficiente con saber leer.

El amor por los libros y por la literatura era en ocasiones tan grandes para algunas mujeres que, en sus testamentos, aparecían un listado con las obras que poseían y a quien dejaban su particular tesoro cuando fallecieran.

Así pues, cabe destacar el caso datado en 1395 donde la dama Alicia West dejó todos sus libros de latín, inglés, francés a su nuera, salvo el libro de maitines que había pertenecido a su marido, para su primogénito.

Otro caso destacable se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, en el testamento de Toda Sánchez, mujer de Fernando Sánchez. En el presente testamento, datado en 1433 y realizado en un papel toscano con clausores de un notario eclesiástico, se muestra el último deseo de esta vecina conquense que deja cierto dinero a su criado Francisco para que pueda aprender a leer y cantar. Además, deja a su sobrino bachiller un libro de decretos -adquirido por 80 florines de oro- junto a una cantidad de dinero para que pueda continuar sus estudios.

Mediante estos dos ejemplos, se puede apreciar la capacidad cultural e intelectual de estas mujeres que, no solo se preocupan de adquirir conocimientos, sino que promueven para que otros individuos puedan tener la oportunidad de acceder al mundo del saber.

MUJERES ESCRITORAS: UNOS EJEMPLOS EXCEPCIONALES

Entre los testimonios escritos que nos han llegado, las obras realizadas por mujeres son mínimas pero, a pesar de ello, constituyen una obra sobresaliente. La producción de las escritoras, tanto del viejo continente como las castellanas, eran realizadas en latín como símbolo de la herencia educativa pero que, de forma progresiva, se realizarían en lengua vulgar.

Cuando una mujer se presentaba como escritora, sus escritos denotan respeto y humildad como se aprecia en la obra de Teresa de Cartagena y su «yo con mi simpleza, atrévome a decir». Así pues, cabe destacar algunas de las mujeres que consiguieron romper el monopolio de las letras de su época siendo, en algunas ocasiones, aplaudidas por sus contemporáneos:

En el siglo IX, coincidiendo con la fractura del Imperio Carolingio, la hija de una familia de la nobleza francesa comenzaba a escribir. Esta mujer era Dhuoda, autora de la obra Liber manualis Dhuodane quem ad filium suum transmisit Wilhelmum.

Mujer y producto intelectual. Dhuoda
Dhuoda, hija de Sancho I López, duque de Gascuña, y de Aznárez de Aragón.

Esta autora se encuentra caracterizada por una tragedia personal ya que su marido y su hijo -a una edad de diecisiete años- parten hacia la guerra. Así pues, escribe el Manual para su hijo a modo de consuelo para sentirse cerca de él mediante una composición lírica en prosa.

De esta forma, se está confeccionando composiciones muy propias de su tiempo donde, en cada poema, hay un enigma que descubrir a través de acrósticos dedicados a su hijo Guillermo. En esta obra, formula una serie de consejos llenos de ternura, respeto, amor y fe. Estas características hicieron que en el siglo XII fuera una alabada autora.

En el siglo XII, María de Francia fue una de las grandes escritoras de su época. La identidad de esta escritora podría estar relacionada con un status social elevado y que era conocedora de la corte inglesa.

Mujer y producto intelectual. María de Francia
Miniatura extraída de su manuscrito «Fábulas». París, 1285-1292. Iluminado por Jean de Papeleu. Conservado en la Biblioteca Nacional de Francia.

Su obra fue muy aplaudida por los cortesanos de finales del siglo XII debido a que tenía la capacidad de ahuyentar los pensamientos «fastidiosos» a través de sus escritos. Esto se debía a que su obra se caracterizaba por un estilo literario encantador y sutil que, como se ha mostrado, cautiva al público.

En sus obras más importantes –Lais, Fábulas y el Espurgatoire Saint Patriz– refleja su interés por el mundo popular de su época ya que eran obras pensadas para todos los públicos y, en especial, para el creciente público de literatura vernácula.

Adentrándonos en el siglo XV, la figura literaria que nos viene a la mente es Christine de Pizán cuyo perfil se podría describir como “singular” en un momento donde la vida intelectual de Francia se encontraba un tanto inestable como consecuencia de las continuas guerras, hambrunas, revueltas, epidemias, crisis financiaras agravadas por la Guerra de los Cien Años contra los ingleses

A pesar de la mencionada situación, esta femme de lettres se abrió paso en el ámbito erudito de la sociedad francesa. Christine no solo fue una defensora de las mujeres, sino que fue la escritora más prolífica del siglo XV y la única mujer medieval que se ganó la vida gracias a su pluma.

Mujer y mundo intelectual. Christine de Pizán
Miniatura atribuida al taller de Bedford. París, c. 1413. The British Library (Londres).

En cuanto a su educación, pone como figura capital a su padre que la educó “como si fuera un varón” a través de facilitarle el acceso al estudio. La formación de la joven Christine no pudo trascender los límites básicos debido a la prohibición de su madre ya que consideraba que su hija se encontraba “desatendiendo sus obligaciones domésticas”. Ante esta prohibición, consigue el equilibrio para cultivarse y no “desatender” de sus obligaciones como mujer.

La producción literaria de Christine comienza en el momento que la Fortuna decidió arrebatarle a su padre y, poco después, a su marido. Así pues, Christine se quedó sola con tres hijos a su cargo y su madre. Ante esta situación tenía dos posibles opciones: un nuevo casamiento o la vida religiosa.

Ante estas dos posibilidades, decidió sacar adelante a su familia a través de su pluma. Así pues, sus primeras producciones se van a encontrar relacionadas con el género popular para llevarlo a la corte o lírica amorosa en forma de balada, entre otras, tomando como temática la partida del ser amado.

De esta forma, Christine estaba consolidando su faceta más conocida: la de una desconsolada amante que, de una manera hermosa, canta su pena por la reciente muerte de su marido. Así pues, sus versos la sitúan, junto a Carlos de Orleans, entre los poetas cortesanos que supieron la fórmula de cómo conmover al público a través de sus versos.

Centrándonos en la parte educativa, podemos apreciar que consideraba que, si un varón negaba la enseñanza a su hija/mujer, haciendo que estas desconozcan “el dulce placer del saber y el aprendizaje” consideraba que “perjudicaría a su moral”. Estas niñas, irían a la escuela al igual que los niños pero a estas les limitaría para las actividades domésticas. Además se muestra la idea de igualdad de sexos.

De esta forma, refleja el lamento de que las mujeres están demasiado absorbidas por ser unas buenas madres y esposas -cosa que le designa la sociedad- que se les priva del tesoro de poder estudiar . En el caso de Christine, culpa a la Fortuna pero su padre le proporciona bases sólidas de cultura y el placer por el trabajo y el cultivo intelectual.

¡Oh, Fortuna, qué tesoro me robaste! […] Pues si entonces hubiera visto tan claramente, con el deseo que ahora tengo, el deber sustraerme a todas las ocupaciones y placeres de las cosas vanas, me hubiera entregado por completo al estudio, de tal manera y durante tanto tiempo me hubiera llenado de él como nunca ninguna mujer nacida lo hubiera hecho antes.

L’ advision (1405).

Además, Christine se muestra víctima de obras como el Roman de la Rose (1305), siendo una literatura donde se difundía la imagen de la mujer como ser malévolo, con una escasa capacidad intelectual y con necesidad de ser constantemente «reconducidas» al buen camino.

Mujer y producto intelectual. Roman de la Rose
Miniatura extraída del «Roman de la Rose»

De esta forma, se muestra como abogada de las mujeres que defiende al sexo femenino y reclama la capacidad y las competencias equivalentes a las de los varones a partir de su propia experiencia ya que tuvo que afrontar problemas demostrando que es capaz de emprender y culminar, con éxito, una carrera literaria sólida y sacar a delante a su familia.

Como se ha podido apreciar, su registro es muy extenso ya que en su carrera literaria había cultivado discursos eruditos, retórica inflamada, canto poético nostálgica o apasionado. En sus relatos directos sabe cómo hacerse oír debido a la utilización de la alegoría interpuesta, la forma de ilustrarse a través de las historias, empleando los recursos estilísticos de su época haciendo que, el lector actual, haga un pequeño esfuerzo para descubrir a la interesante literato.

Centrándonos en la península Ibérica y, en concreto, en el reino de Castilla, se pueden identificar a grandes mujeres que cultivaron la literatura como es el caso de Teresa de Cartagena -primera mitad del siglo XV- que cuenta con una conciencia completa de autora y escritora de la que deja constancia en Admiración donde justifica, mediante la vía espiritual, el ser escritora. Esta autora de prosa es admirada por el público masculino.

Otra autora castellana fue Florencia Pinar cuyas composiciones cantan al sufrimiento amoroso, alejándose de los tópicos del amor cortés. De esta forma, realiza versos de introspección sentimental siendo el estilo de lírica más desarrollado a finales del siglo XV.

Otra faceta que las mujeres cultivan es el denominado folklore poético. En el caso de los reinos hispánicos, este tipo de composiciones se relacionan con la literatura mozárabe que prosigue en la literatura castellana hasta calar en los mismos Cancioneros.

Este tipo de género se vincula con el nacimiento de la lírica a nivel europeo donde se muestra la figura capital del juglar o la juglaresa donde se muestra que no todo es saber escribir una composición, sino también el valor de la interpretación.

CONCLUSIONES

Como se ha apreciado a lo largo del trabajo, la producción femenina en el ámbito intelectual de la época va de la mano de la capa social a la que pertenece la persona, haciendo ver que la educación contaba con un acceso social restringido donde las mujeres que accedían no solo tenían la posibilidad de aprender a leer, sino también de aprender a escribir.

Esa necesidad de expresarse mediante la producción literaria tenía varios objetivos. Algunas autoras, lo utilizaban para exteriorizar sentimientos demoledores como puede ser la pérdida de un ser amado. Otras autoras, realizaban sus obras con el fin de expresar consejos o luchar por defender a las mujeres de su propia época con el objetivo de protegerlas de falsas atribuciones difundidas a través de la utilización de fragmentos bíblicos o mediante obras donde se fomenta el sentimiento misógino.

Cabe aplaudir a todas aquellas mujeres que, a pesar de la patente censura, no dejaron de escribir y comunicar con una notable calidad haciendo que sus figuras fueran reconocidas por parte de sus contemporáneos.

Es curioso apreciar que fueron figuras aceptadas en la sociedad que vivían pero, las letras clásicas, han cubierto con la losa del olvido a figuras literarias de gran calibre solo por el mero hecho de ser mujeres.

A pesar de esta triste realidad, en la actualidad se está luchando para volver a dar voz a aquellas mujeres “revolucionarias” que se enfrentaron al ámbito cultural e intelectual para demostrar que el mundo de la cultura no entiende de sexos mostrándonos verdaderas amantes del saber.

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2 COMENTARIOS

  1. Un gran aplauso para las mujeres que como tú, investiga y difunde el saber hacer humanístico , cultural y literario de mujeres , que con todas las dificultades, la mayoría , inimaginables, para mujeres del siglo XXI que no deberíamos obviar ni , mucho menos , olvidar.
    Gracias.

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