Leonor de Aquitania, una mujer que logró llegar a la cúspide del poder político de su tiempo. Ocupando el título de reina consorte, no solo fue capaz de sentarse en el trono de Francia e Inglaterra sino, también, de tejer una serie de redes para asegurar las posiciones de sus descendientes.

Leonor se encuentra presente en el marco cronológico que comprenden el reinado de Enrique II hasta el conocido como Juan “sin tierra” -marido e hijo de Leonor, respectivamente-. Su presencia en la vida pública ha favorecido a que se vincule su imagen con la leyenda. Pero, ¿cuál fue el papel de esta mujer a lo largo de su vida política?

En el presente artículo se pretende mostrar la forma en la que Leonor personifica el enorme poder que tenían las monarcas europeas durante el medievo. Una mujer que fue capaz de dominar la esfera pública del siglo XII no solo a través de su reinado sino, también, su presencia en el reinado de sus descendientes en un mundo en constante cambio.

Leonor de Aquitania (1122 – 1204)

MONARQUÍA EN FEMENINO. EL ESTUDIO DE LA REGINALIDAD

Las mujeres no siempre han sido vistas como sujetos serios para el estudio histórico. Las reinas, eran vistas como seres cargados de pasión y sentimentalismo. Eran grandes mujeres por estar casadas con grandes hombres. Esa visión cargada de sentimentalismo en la mujer se debe a que los textos donde suele aparecer la presencia femenina monárquica se vinculan a los romances (Earenfight, 2013: 4). Unos textos donde la vida de la reina se desarrolla en el seno de la corte mientras que los monarcas aparecen vinculados con el derecho, el gobierno o la guerra.

En la última década del siglo XX, pero, sobre todo, en estos primeros años del siglo XXI, la historiografía anglosajona y española han mostrado un especial interés en la puesta en valor del sujeto femenino -generalmente un sujeto invisible en la historiografía clásica-. El estudio del queenship o la reginalidad dirige el foco de análisis del poder regio entorno a la figura femenina y su indudable actividad dentro de la espera pública.

Las monarcas no solo contaban con un papel formal, oficial o público. Contaban con una serie de relaciones de poder no institucionalizadas vinculadas a las redes familiares como forma de influencia para engrandecer su propio linaje (Pagès Poyatos, 2017: 48) convirtiéndose la “esposa del rey” en una auténtica “mujer de Estado”.

LEONOR DE AQUITANA. LA DUQUESA DOBLEMENTE REINA

Leonor, nieta del pintoresco Guillermo IX “el trovador”. Heredera legítima del rico territorio del ducado de Aquitania y del condado de Poitiers. Auténtica terrateniente debido a la prematura muerte de su hermano Aigret. Leonor se caracterizaba por tener una gran autonomía y agudeza política que le hacía más que capaz de custodiar su linaje (Ardesi de Tarantuviez, 2012: 23-24) y sus tierras ante las amenazas de sus vecinos, los condes de Anjou (Pernoud, 2009: 19).

Con el nombramiento de la joven Leonor como heredera de ese poderoso territorio, se convirtió en la pieza angular dentro de las estrategias de poder del momento y, en consecuencia, una figura interesante para analizar a las mujeres en el poder y su influencia política en el siglo XII.

Su ascenso a la cúspide social se produce mediante las nupcias con Luis, el heredero del reino francés. Este compromiso se cerró debido a que el padre de Leonor –Gillermo X de Aquitania– entrega la custodia de su hija a Luis VI “el gordo”, quien la desposa con Luis para consolidar el poder del reino de los francos (Piquer Otero, 1999: 44).

Leonor y Luis, reyes de Francia

La boda entre los dos jóvenes se celebró en la catedral de san Andrés de Burdeos en julio de 1137. Pocos días después, en agosto de 1137, Leonor de Aquitania fuera coronada como reina consorte de Francia tras el fallecimiento de Luis VI.

Primeras nupcias de la duquesa de Aquitania con Luis (julio, 1137)

Es innegable la influencia política que desarrolló la duquesa sobre el monarca francés, al que veía como “casi un monje” (Markale, 1999: 25). Es probable que incitara a su esposo a embarcarse en la Segunda Cruzada (1147-1149). Conflicto donde apenas se obtuvieron resultados prácticos (Riu Riu, 1969: 304).

El ansiado heredero no llegaba. El matrimonio solo concibió dos mujeres: María y Alix. Pero, a pesar de que la reina había traído al mundo a dos hijas, fue tachada de estéril (Ardesi de Tarantuviez, 2012: 26) por su incapacidad de gestar un heredero varón.

Las primeras nupcias de la duquesa de Aquitania se disuelven a mediados de marzo de 1152 debido a que su alto grado de parentesco (Rodríguez, 2014: 31-32). Un parentesco que el papa Eugenio III había pasado por alto el grado de parentesco de los reyes franceses para evitar que afectase al equilibrio de la política europea. El matrimonio se declaró nulo con una salvedad: las dos hijas fruto del matrimonio fueron consideradas legítimas (Piquer Otero, 1999: 95-96).

Leonor y Enrique, reyes de Inglaterra 

Tras el divorcio con Luis VII, la duquesa de Aquitania se casó -en mayo de 1152- con el conde de Anjou, duque de Normandía y heredero de la familia Plantagenet: Enrique.  Este enlace fue un auténtico escándalo para Francia puesto que se había vuelto a casar sin permiso de su teórico soberano, Luis VII (Piquer Otero, 1999: 101).

Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra

A través de su unión, se configuró un extenso territorio donde Enrique y Leonor desplegaron su poder. La vida pública y el poder de Leonor como reina consorte se notó de forma especial en las tierras de Normandía, Poitur y Aquitania.

La colaboración de ambos garantizaba el buen gobierno de sus territorios y con vistas a que sus descendientes tomaran tronos de otros reinados europeos como el castellano mediante el casamiento entre Leonor Platagenet con Alfonso VIII de Castilla. La buena sintonía y armonía del matrimonio fue estable hasta 1173 (Piquer Otero, 1999: 110-111).

Con la llegada del medio siglo de edad, Leonor haber traído al mundo a ocho hijos e hijas que garantizaban la estirpe Plantagenet. Ella tenía la responsabilidad de establecer la estrategia de casamiento de sus descendientes para asegurar su estrategia de poder. Ante esta tesitura, la duquesa y reina consorte debía de tomar el camino esperado por sus contemporáneos: resignarse a la educación de sus hijos y quedarse como mera observadora y consejera de su joven cónyuge, pero no lo hizo teniendo como desenlace el enfrentamiento con Enrique II.

Estirpe de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra

Como si del mecanismo de un reloj se tratase, Leonor fue capaz de establecer un plan a medio plazo para que sus descendientes reclamaran su herencia en vida de su padre. Así pues, logró que Enrique “el joven” fuera coronado rey y asociado al trono en 1170. Reservó para su querido Ricardo el ducado de Aquitania y Poitou. Comprometió con a su primogénito Enrique con la hija de Luis VII; desposó a Margarita con Enrique “el león” y a Godofredo la hija del duque de Bretaña, Constanza (Piquer Otero, 1999: 121-122).

En abril de 1173, tres de los hijos fruto del matrimonio -Enrique, Ricardo y Godofredo- se levantaron contra su padre exigiendo el gobierno de Inglaterra, Normandía y Anjou, respectivamente (Ardesi de Tarantuviez, 2012: 28). Con perfecta hipocresía y sin escrúpulos, Leonor animó a sus hijos levantarse contra el monarca. En este sentido, Leonor actúa como consejera puesto que les sugiere que establezcan relación con el rey Luis VII de Francia.

Como consecuencia a este suceso, se desarrolló un conflicto armado donde la reina será capturada como prisionera de su propio marido cuando se encaminaba hacia París en busca de protección. Los mercenarios de Enrique II la encontraron disfrazada de varón (Piquer Otero, 1999: 126-127) en el momento de la huida haciendo que comenzara una de las etapas más tristes de la duquesa: el cautiverio.

Leonor camino a su cautiverio

Concluido su cautiverio y con sesenta y siete años, Leonor recorrió Inglaterra para liberar a los prisioneros de Enrique II y para buscar apoyos para el nuevo rey, Ricardo I (Piquer Otero, 1999: 126-127 y 132-134). Un rey que, en diciembre de 1189, inicia su camino hacia Francia para capitanear un ejército -junto a Felipe Augusto– con el fin de partir hacia Tierra Santa y desempeñar la Tercera Cruzada (1188-1192) (Riu Riu, 1969: 304). Haciendo que su madre volviera a llevar las riendas del trono inglés a modo de reina regente.

Las andaduras de Leonor como regente se alargaron durante el cautiverio de su hijo Ricardo por el duque de Austria en el desarrollo de la Guerra Santa. Esto hizo que la duquesa recorriese el reinado para recaudar el elevado rescate debido a la pasividad del papado; llegando a desafiar a la propia institución.

A pesar de su anhelado retiro, Leonor jugó un papel capital para intentaba reconciliar a Ricardo y a Juan. Ricardo fue herido por un virote durante un asedio, lo que provocó su muerte en abril de 1199. En Leonor volvía a recaer el papel de reina madre teniendo la responsabilidad de seleccionar a quien dejaba el legado de su hijo y rey de Inglaterra, Ricardo I: a su hermano –Juan “sin tierra”– o al joven Arturo de Bretaña –hijo de Godofredo y Constanza-. Finalmente, Juan fue el elegido y Leonor, por última vez, recorrió sus territorios para convencer a los nobles del nuevo rey, e incluso, se reunió con Felipe Augusto convirtiéndose en su vasallo nominal (Piquer Otero, 1999: 147).

El último viaje de la reina antes de su retirada definitiva fue con destino a Castilla. El objetivo de su viaje recaía en la elección de una de las hijas de Leonor y Alfonso para comprometerla con el futuro rey de Francia, Luis VIII.

Efigies de las tumbas de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra (Abadía de Fontevraud, Francia)

A su avanzada edad de ochenta años, en 1200, Leonor regresaba a su tierra acompañada de su nieta Blanca. Los caminos de abuela y nieta se separaron en Burdeos donde la octogenaria reina se dirigía al monasterio de Fontevraud donde fallecería en marzo de 1204, siendo enterrada junto a su segundo marido, Enrique II de Inglaterra, y junto a sus hijos Ricardo I de Inglaterra y Juana de Toulouse (Rodríguez, 2014: 17).

CONCLUSIONES

La autoridad e influencia de Leonor durante su longeva vida es incuestionable pues, mediante su dominio de las relaciones de poder, fue capaz de hacer que cuatro de sus diez hijos conquistara alguno de los tronos del viajo continente.

Mujer con templanza en un mundo movido por las guerras. Su actividad política no cesó con el final de su reinado, sino que continuaba de forma diluida. Su papel como reina madre hizo que fuera tomada por sus descendientes como una auténtica consejera ejerciendo su notable influencia en los pasos de vástagos.

Leonor constituye uno de los mejores ejemplos para estudiar cómo las mujeres, con cargos políticos en el medievo, establecen sus redes clientelares con el fin de transmitir el legado de su linaje a otros reinos europeos.

Sin ninguna duda, Leonor encarna en su figura la autoridad y el poder mediante no solo su posición político-social, sino a través del desarrollo de sus capacidades personales e intelectuales. Unas características que favorecen que, entorno a la figura de la duquesa de Aquitania, se generara su extensa leyenda negra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ardesi de Tarantuviez, Beatriz, «La mujer y el poder político: Leonor de Aquitania (siglo XII)», en Revista Melibea, 6, 2012, pp. 17-36. Recuperado de: http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/8936/04-tarantuviez.pdf [Fecha de consulta: 09/12/2019].

Earenfight, Theresa, Queenship in Medieval Europe, Nueva York, 2013.

Markale, Jean, La vida, la leyenda, la influencia de Leonor de Aquitania. Reina de Francia, de Inglaterra, dama de los trovadores y bardos bretones, Palma de Mallorca, 1999.

Pagès Poyatos, Andrea, «El Queenship como modelo teórico de poder formal e informal aplicado a la nobleza: apuntes para una propuesta metodológica», en Journal of Feminist, Garder and Women Studies, 5, 2017, pp. 47-56. Recuperado de: https://revistas.uam.es/revIUEM/article/view/8916 [Fecha de consulta: 04/12/2019].

Pelaz Flores, Diana y Val Valdivieso, Mª Isabel del, «La Historia de las Mujeres en el siglo XXI a través del estudio de la Reginalidad medieval», en Revista de Historiografía, 22, 2015, pp. 101-127.

Pernoud, Régine, Leonor de Aquitania, Barcelona, 2009.

Piquer Otero, Andrés, Leonor de Aquitania, Madrid, 1999.

Riu Riu, Manuel, Lecciones de Historia Medieval, Barcelona, 1969.

Rodrigues, Ana MAría S. A., «Espacios y objetos de poder reginal en la Edad Media. El caso portugués», en Henar Gallego Franco y María del Carmen García Herrero (eds.), Autoridad, poder e influencia. Mujeres que hacen Historia, 2017, pp. 35-60.

Rodríguez, Ana, La estirpe de Leonor de Aquitania. Mujeres y poder en los siglos XII y XIII, Barcelona, 2014.

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