Ahora que Ridley Scott está preparando la secuela de su oscarizada película Gladiator es un momento más que ideal para echar un vistazo en profundidad a las vidas de los protagonistas de la arena, lo que ocurre en sus vidas desde que pisan el ludus por primera vez hasta que lo abandonan por la edad o por la muerte. Unas vidas que conocemos más por los mitos que giran en torno a ellos que por la realidad.
2. Vida de los gladiadores
Los lanistae contaban con tres fuentes de abastecimiento para sus ludus:
- Esclavos
La cantera principal de gladiadores durante la república y principios del imperio. Por su experiencia militar se les consideraba aptos para la gladiatura. Para obtener a los mejores, los lanistae tenían ojeadores que acompañaban a las legiones durante las campañas. Algo que les suponía un gran beneficio puesto que, al no haber intermediarios, podían adquirir los esclavos a un precio menor.
En el mismo campamento había ojeadores imperiales y privados por lo que los prisioneros que llegaban al mercado de esclavos presentaban menos cualidades.
- Criminales
Cuando un criminal era juzgado podía ser, bien participante de las venationes como veremos más adelante, bien un gladiador (damnatio ad ludum, condena al ludus) Esta es la razón por la que muchos ludus se situaban en islas, para hacer así más difícil la huida para los esclavos.
- Voluntarios (auctorati)
Muchos entraban en la gladiatura por el mero deseo de convertirse en gladiadores. Pero esto es un punto que desarrollaremos próximamente porque para hablar de este grupo hay que hablar del concepto de infamia. Este concepto tenía el mismo significado que tiene actualmente, es decir, las personas consideradas infames (actores, prostitutas y gladiadores) son lo más bajo de la sociedad ya que no tienen voluntad sobre sí mismos (su cuerpo y su vida dependen de otros)
Otros entraban en la gladiatura por mera subsistencia. Para los que carecían de cualquier otro medio de vida el ludus ofrecía comida diaria y techo hasta el día del combate. Si la persona sobrevivía obtenía, además, la comisión por el combate más los premios.
3. Los auctorati y la infamia
Los auctorati eran los que mejor espectáculo daban dado que habían elegido el oficio por voluntad propia o porque eran antiguos gladiadores que decidían volver a entrar al oficio.
Cuando un ciudadano deseaba convertirse en gladiador debía declararlo ante un tribuno de la plebe y el lanista al que se adscribía, el cual debía dar su consentimiento de aceptar al voluntario. Posteriormente el voluntario prestaba el juramento (ya que azotar a un ciudadano romano o castigarlo como se hacía con los gladiadores era delito) en presencia del lanista y del tribuno. Si por el contrario el voluntario prefería servir de modo autónomo, es decir, sin lanista (caso de las grandes estrellas de la arena que volvían a la profesión), en la declaración estaría el editor que iba a contratarlo y no se realizaba el juramento.
PETRONIO (20-66), Satyricon, 117: «uri, vinciri, verberari ferroque necari». ([soportaremos ser] quemados, encadenados, golpeados y muertos por la espada.)
El deseo de convertirse en gladiador era algo que nacía desde pequeños. De hecho, en Pompeya se halló un biberón de arcilla que llevaba grabada la figura de un gladiador ya que, según se creía, así el bebé adquiría la fuerza y el valor de dichos luchadores.
Posteriormente estos ciudadanos practicaban con la espada de forma privada pero seguían teniendo el deseo de que se les viera públicamente para que todos admiraran su destreza con el gladius, cosa que no podían permitirse por la infamia.
Como ya hemos adelantado, a pesar de ser admirados por el pueblo por su fuerza y su coraje (es bien conocido el mercado de sangre de gladiador ya que se creía que la fuerza del luchador residía en ella lo que suponía un remedio para cosas como la impotencia sexual) un gladiador era considerado un infamis, una categoría social deshonrosa que incluía a actores y prostitutas. En el caso del gladiador, éstos eran afectados por la infamia por doble razón: el sometimiento de su voluntad a la de otros (el pueblo), su exhibición en público. Esta infamia podía ser marcada de dos maneras:
- A fuego. Era el caso de los esclavos, prisioneros de guerra y condenados. El propósito era poder identificarlos enseguida para que fueran devueltos al lanista.
- Tatuaje (stigma). Teniendo en cuenta las inscripciones que contamos en armas de gladiadores suponemos que serían abreviaturas.
Sin embargo, se daba la paradoja de que se podía luchar en la arena sin ser afectado por la infamia. Algunas de las circunstancias que libraban a la persona de la infamia son:
- Cumplir una obligación familiar.
- Realizar una obligación social.
Además, si el auctoratus no recibía dinero sino que sólo luchaba para mostrar su valor no quedaba afectado por la infamia.
4. Vida en el ludus
4.1 Llegada
El gladiador novato recibía el nombre de tiro. Independientemente de su origen debía pasar el mismo proceso de selección inicial:
- Se le ponía en ropa de trabajo (sólo con el subligaculum)
- Era asignado a un doctor para que realizase una primera evaluación.
- Armado con una rudis (espada de madera) debía atacar a uno de los magistri (profesores auxiliares) para así ser evaluado.
Si no demostraba cualidades era asignado al grupo de los gregarii, los gladiadores «de relleno» por así decir ya que eran los que caían primero. Si las tenía entonces se estudiaba su fuerza y agilidad para saber a qué grupo debía unirse: al de las armas pesadas (secutor, oplomachus, murmillo, etc) o al de las armas ligeras (thraeces, retiarii, etc.)
El tiro pasaba por todas esas unidades a fin de ver para qué tipo gladiatorio tenía más cualidades, en cuál rendía mejor. Una vez determinado esto el tiro quedaba adscrito a la unidad en cuestión. Había un doctor especialista en cada tipo gladiatorio. Sobre los doctores hay que decir que eran gladiadores ya retirados que habían destacado en el arma que ahora enseñaban. El doctor era contratado por el lanista, que le daba una porción acordada de los beneficios producidos por los gladiadores que había preparado. Debido a que normalmente el doctor era un gladiador retirado de avanzada edad, eran los magistri los encargados de enseñar «la práctica» (golpes, fintas, etc.)
Los jóvenes aprendían de los más veteranos, y sentían verdadero respeto y admiración por los doctores. Probablemente también admirarían al lanista. Los jóvenes aprendían de estos supervivientes de la arena sus técnicas y estrategias, y también oían de ellos las leyendas e historias del oficio, los relatos de las vidas de los gladiadores famosos, como Tritanus – conocido por su fuerza – o Spiculus. Así era como se creaba el espíritu de familia que ya sentirían por el resto de sus vidas.
El aprendiz (tiro) seguía siendo tiro hasta que salía vivo del primer combate.
4.2 El apodo
Tras el primer combate el tiro pasaba a ser veteranus y adoptaba un apodo lo más rimbombante que fuera posible para que llamase la atención en los anuncios y la gente pudiese aprendérselo con facilidad. También debía inspirar miedo y respeto al rival.
Por ejemplo en la imagen vemos a un gladiador llamado Bellerefons, apodo que hace referencia a Belerofonte, héroe de la mitología griega e hijo de Poseidón y Eurínome famoso por matar al monstruo Quimera.
4.3 Zurdos (scaevae)
Los zurdos tenían una categoría especial entre los gladiadores ya que era una cualidad muy apreciada debido a las mismas razones que hoy en día: la mayoría de los competidores eran diestros. Teniendo en cuenta ésto, los diestros, al estar acostumbrados a enfrentarse a diestros, tenían problemas para enfrentarse a zurdos ya que todo el esquema de la lucha es inverso. Sin embargo, los zurdos estaban acostumbrados a medirse con diestros así que no tenían tanto problema.
Cómodo, por ejemplo, era zurdo y cuando un gladiador zurdo moría no olvidaba mencionar ese rasgo en su epitafio.
Las estrellas de la arena, por descontado, aprendían a usar las armas con ambas manos para no tener este problema.
4.4 Condiciones de vida
Las condiciones de vida de los gladiadores dependían del origen del gladiador. Los condenados estaban sujetos a una vigilancia más estricta, dado que si se le escapaban al lanista había consecuencias legales. Los que eran esclavos adquiridos por el lanista gozaban de más libertad. En cuanto a los gladiadores voluntarios (auctorati), estos gozaban casi de total libertad. De hecho, algunos vivían fuera del ludus, en su casa, con su mujer e hijos, yendo al ludus solo a entrenar. Si el auctoratus no tenía casa se le daba su propia dependencia en el ludus.
4.5 La familia gladiatoria
Una de las cosas que se hacía en el ludus, además del entrenamiento físico, era el formar el sentimiento de pertenencia a una familia. El ludus se convertía en un lugar donde tenía a sus compañeros de profesión, entre los que reinaba un sentimiento de hermandad que incluso les llevaba a reclamar el cuerpo de un gladiador del ludus que no tuviera familia para poder enterrarlo, y además donde podía tener a su familia biológica, es decir, su mujer y sus hijos.
4.6 Entrenamiento y nutrición
El entrenamiento para preparar la condición física general estaba muy basado en los
conocimientos de los entrenadores griegos. Por tanto, los planes de entrenamiento físico eran muy parecidos a los de los deportes de combate griegos (lucha, pugilato y pancracio) Principalmente se necesitaba fuerza, para llevar las armas y para imponerse en el cuerpo a cuerpo, resistencia, para aguantar todo el combate, y movimientos rápidos y potentes.
A comienzos del siglo II, los entrenadores griegos desarrollaban el ciclo de cuatro días, la tetrada. Consistía en:
- Primer día: ejercicios preparatorios
- Segundo día: trabajo intenso.
- Tercer día: día de descanso
- Cuarto día: trabajo a intensidad media.
La fuerza la trabajaban mediante el levantamiento de pesas (halterae), la velocidad, practicando lucha y otros deportes de combate, y la resistencia la entrenaban o bien en la misma práctica de la lucha, o bien con un juego llamado harpastum. Se trata de un juego parecido al rugby en el que valía casi todo y sería para matar las horas muertas.
Pero no solamente se les entrenaba como guerreros sino también como actores. Debían ofrecer espectáculo ya que eso les podía dar puntos para conseguir salir con vida en la arena, especialmente en la del Coliseo ya que vivir dependía de caerles bien a las seis vestales.
La dieta era considerada como un elemento sin el cual el gladiador no podía desarrollar
todo su potencial debido a las necesidades de fuerza del combate gladiatorio. Por ello la carne era un alimento predominante en dicha dieta. Dicha carne se conseguía principalmente de las propias venationes.
Junto con la carne, la dieta era complementada con algún alimento rico en hidratos de carbono, por lo que los lanistae optaban por la cebada (el alimento más barato, más barata que el trigo pero de similar valor nutritivo), la cual era ingerida en forma de gachas. Junto a estos dos alimentos se consumía también una gran cantidad de legumbres, sobre todo alubias, algo que también señalaba Galeno (médico de gladiadores que también llegó a ser médico de emperadores como Septimio Severo) y que corroboran los restos encontrados en Éfeso. Además la dieta estaba suplementada con complementos nutricionales tales como infusiones de ceniza de madera y hueso, ricas en calcio. A tal mezcla (carne, gachas de cebada y alubias) la llama Juvenal «miscellanea ludi» (mezcla de los ludi)
5. Bibliografía
- MAÑAS, Alfonso. (2018) Gladiadores. El gran espectáculo de Roma. Nueva edición actualizada. Barcelona: Ariel Historia.