El papa Urbano II insistió mucho en que la expedición debía reunirse en Constantinopla. Esto demuestra la gran confianza que tenía el Papa en la hospitalidad del emperador Alejo. Sin embargo, había un problema y es que, aunque Bizancio hubiese pedido ayuda militar a Occidente, esta no era en calidad de un pequeño número de mercenarios, sino que se trataba de ejércitos inmensos y poderosos. Los aliados siempre son muy requeridos a la hora de estar en un conflicto armado, sin embargo, cuando los propios aliados envían grandes ejércitos atravesando el territorio esperando a que se les aprovisione y aloje, es cuando surge el debate sobre si dicha alianza ha valido realmente la pena. Esta situación empezó a convertirse en señal de alarma cuando llegaron noticias del movimiento de las Cruzadas. El emperador Alejo comenzó a hacer los primeros preparativos. Debido a que los ejércitos francos tenían que ser provistos de alimento a lo largo del trayecto por el Imperio, se colocaron almacenes de provisiones en cada foco principal por el que iban a transcurrir. Además, los bizantinos intentaron tomar medidas de precaución ante los posibles saqueos y robos mediante una especie de fuerza policial para salir al encuentro de los ejércitos y guiarlos hasta Constantinopla. Alejo se mantuvo firme en Constantinopla a la espera de nuevas noticias: el sabía que el Papa había establecido el día 15 de agosto como fecha de salida de la expedición y, por ello, no se apresuró demasiado en tomar las medidas oportunas. Sin embargo, a finales de mayo de 1096, llegaron noticias de que el primer ejército franco había abandonado territorio húngaro y se estaba adentrando en territorio imperial desde Belgrado: era el comienzo de la Cruzada Popular.
Pedro el Ermitaño llegó a Colonia el 12 de abril de 1096. Será en este lugar donde apreciará la gran dificultad que supondrá dirigir tamaña expedición. La gran muchedumbre que había logrado reunir estaba formada por gentes de diversas condiciones y de diferentes nacionalidades. Muchos de ellos llevaban a sus mujeres y a sus hijos consigo. Aunque la gran mayoría fuesen campesinos, había pequeños comerciantes, artesanos, miembros de la baja nobleza, criminales y hasta bandoleros. Les había unido únicamente la fe y estuvieron dispuestos a abandonarlo todo con tal de seguir a Pedro. No obstante, los problemas estuvieron presentes en cuanto a la alimentación, es decir, eran pocos los lugares de la Europa medieval donde hubiera presente una cantidad suficiente de alimentos para abastecer a la gran cantidad de personas que formaba la expedición. A pesar de todo, parece ser que en la ciudad de Colonia existía una gran cantidad de tierras fértiles y esto les permitió, a su vez, asentarse durante un periodo más largo que en otros territorios aprovechando así, la ocasión de predicar la Cruzada. Aunque ningún miembro de la alta nobleza alemana respondiera al llamamiento, sí que hubo cierta respuesta por parte de la baja nobleza como el conde Hugo de Tubinga, el conde de Schwarzenberg y Gualterio de Teck. Los franceses no soportaron la espera más y, Gualterio Sans-Avoir (Walter el Indigente), se puso en marcha con miles de paisanos camino de Hungría.
Llegó al territorio húngaro el 8 de mayo y se entrevistó con el rey Colomán de Hungría. Gualterio le solicitó provisiones y cruzar su territorio. Colomán aceptó generosamente y el ejército de Gualterio que, cruzó el territorio sin ningún tipo de accidente, llegó a Belgrado (territorio bizantino) a finales de mes. El dirigente militar de Belgrado no sabía como reaccionar debido a que le había cogido totalmente por sorpresa la llegada de Gualterio. Por ello, envió un emisario a Nish, donde habitaba el gobernador de la provincia búlgara, para comentarle la llegada de Gualterio. El gobernador que, tampoco supo como reaccionar, decidió enviar otro emisario a Constantinopla para pedir instrucciones al Emperador. Entre tanto, Gualterio pidió provisiones al comandante de Belgrado, sin embargo, la cosecha aún no se había recogido y no sobraban alimentos. Esto supuso que el comandante se negara y como resultado Gualterio y sus huestes comenzaron a saquear los campos. La respuesta del comandante fue atacar, provocando que numerosos hombres de Gualterio fueran quemados dentro de una Iglesia.
Gualterio consiguió proseguir su viaje hacia Nish donde el gobernador, Nicetas, le recibió cordialmente ofreciéndole aprovisionamiento. Sin embargo, este les retuvo allí hasta que llegara respuesta de Constantinopla. El Emperador tuvo que acelerar los preparativos y pidió a Nicetas que facilitara escolta a Gualterio para que esta les guiara hasta Constantinopla. A principios de julio llegaron a Filipópolis y hacia mediados del mismo mes se encontraban ya en la capital.
Nicetas se enteró por Gualterio de que Pedro no se encontraba muy lejos y que, además, traía consigo un ejército mucho más numeroso. Durante su estancia en Colonia, Gualterio consiguió reunir miles de seguidores más; hasta el punto de que a finales de abril la expedición contaba con entre 15.000 y 20.000 hombres y mujeres. El rey Colomán recibió a Pedro con la misma generosidad que con Gualterio y pudieron marchar por territorio húngaro durante finales de mayo y principios de junio. El 20 de junio llegaron a Semlin y, tras una serie de dificultades con el gobernador, cruzaron el río Save y se adentraron en territorio bizantino. Nicetas se mantuvo en alerta desde Belgrado y envió tropas al río para evitar que se dispersaran y que siguieran una misma ruta. El 23 de junio, la expedición popular forzó el paso a través del Río y se dirigieron hacia Belgrado, que fue totalmente saqueada. Reanudaron la marcha durante siete días hasta llegar a Nish el 3 de julio. Es en esta ciudad donde Nicetas, junto con una gran guarnición, esperaba los refuerzos y la escolta desde Constantinopla para guiar a Pedro hasta Constantinopla. Pedro solicitó provisiones y Nicetas accedió con la condición de que entregaran rehenes mientras se preparaban las provisiones.
Al día siguiente la expedición partió en dirección a Sofía. No obstante, una discusión de varios alemanes la noche anterior con un hombre de la ciudad de Nish, provocó la quema de varios molinos. Cuando llegaron las noticias, Nicetas envió a un destacamento para atacar la retaguardia de la expedición de Pedro . Pedro intentó parlamentar con Nicetas, sin embargo, los cruzados que, habían oído rumores de traición por parte de los bizantinos, se dirigieron hacia Nish y comenzaron a asaltarla. Aunque el asalto fue rechazado, la respuesta de Nicetas fue el ataque total a los cruzados provocando la muerte de una cuarta parte de la expedición. A pesar de todo, la expedición continuó la marcha, llegando a Sofía el 12 de julio. En dicha ciudad se encontraron con al escolta enviada desde Constantinopla para guiarles hacia la capital y para advertirles de que no podían permanecer en un mismo lugar más de tres días. A partir de aquí, el transcurso del viaje continuó sin ningún tipo de accidentes. Los cruzados llegaron a Constantinopla el 1 de agosto, siendo recibidos de buen agrado por el Emperador que, anteriormente, había enviado un mensaje a Pedro describiendo que eran perdonados por los sucedido en Nish. Parece ser que cuando Alejo vio la expedición, expresó a Pedro que no era impresionante, es decir, manifestó que si ponía rumbo hacia Asia sería aniquilada por los turcos. Sin embargo, el saqueo continuo de los cruzados obligó al emperador Alejo a desplazarlos fuera de la ciudad. Entre tanto, Pedro perdía progresivamente el control de la expedición en favor de personajes de baja nobleza como Gualterio Sans-Avoir, que ya se encontraba en Constantinopla, Reinaldo y Godofredo Burel.
Alejo recomendó a Pedro que esperase la llegada de los demás ejércitos cruzados antes de emprender una campaña militar contra los turcos. Sin embargo, Pedro ya no podía controlar la expedición: los alemanes, los franceses y los italianos comenzaron a rivalizar entre ellos por conseguir más saqueos en los campos. Parece ser que los franceses y los italianos avanzaron pro territorio ocupado por los trucos, saqueando y robando a la población que, curiosamente, era cristiana. En septiembre un ejército de franceses llegaron hasta Nicea saqueando los pueblos circundantes, robando el ganado y asesinando a la población. Las crónicas cuentan como, además, empezaron a asar a niños en parrillas. Derrotaron a varios contingentes turcos y después regresaron a un campamento llamado Civevot, donde lograron vender gran cantidad del botín conseguido.
El éxito de las incursiones francesas provocó la reacción de envidia pro parte de los alemanes. A finales de septiembre, unos 6.000 alemanes, bajo el mando de Reinaldo, emprendieron una expedición que sobrepasó los límites de Nicea, y comenzaron a saquear todo lo que encontraban a su paso, pero a diferencia de los franceses, respetaron a los cristianos griegos. Esto no acabó aquí, sino que lograron tomar el castillo de Xerigordon logrando reunir una gran cantidad de provisiones.
El sultán turco respondió enviando a un gran ejército bajo el mando de un militar muy capaz que sitió el castillo y privó a los cruzados de agua al tomar el manantial que se encontraba a las afueras del castillo. La escasez de agua pronto hizo mella en los cruzados y Reinaldo se vio obligado a rendir el castillo tras ocho días de asedio. Parece ser que llegaron antes las noticias de la toma del castillo por parte de los alemanes, que la reconquista de este por los turcos. A esto hay que sumar a que dos espías turcos comenzaron a propgar la noticia de que los cruzados habían tomado Nicea, provocando una gran exaltación de euforia por parte de los cruzados asentados en el campamento. Esta estrategia por parte de los turcos tenía el siguiente objetivo: hacer salir a los cruzados del campamento para que se dirigiesen a Nicea y así reunirse con los cruzados que, supuestamente, habían logrado tomar dicha ciudad. Sin embargo, las noticias de lo que en verdad había ocurrido llegaron y el pánico se extendió por todo el campamento. Los principales líderes cruzados como Reinaldo de Breis, Gualterio Sans-Avoir, Fulco de Orléans, y los alemanes Hugo de Tubinga y Gualterio de Teck se reunieron y decidieron esperar a Pedro para tomar decisiones. No obstante, Godofredo Burel, que contaba con el apoyo del ejército, decidió enfrentarse al enemigo poniendo como excusa que sería un acto de cobardía esperar sin contraatacar a los turcos. Este consiguió su objetivo y emprendieron la marcha el 21 de octubre con unas fuerzas de aproximadamente 20.000 hombres, dejando en el campamento a mujeres, niños y ancianos.
Los cruzados estaban realmente confiados y marchaban haciendo bastante ruido con los caballeros en la vanguardia. De repente, los turcos lanzaron una fuerte lluvia de flechas que aniquiló a gran parte de los caballeros. Tras esta confusión inicial, los turcos comenzaron el ataque y, aunque muchos caballeros intentaron resistir el ataque turco, una oleada de pánico se extendió en el ejército cruzado que comenzó a huir hacia el campamento de Civevot. La persecución por parte de los turcos llegó hasta el campamento, donde se produjo una masacre: los solados, las mujeres, los ancianos y los niños sufrieron una matanza sin precedentes. Solo algunos pocos consiguieron emprender la huida hacia bosques cercanos. Algunos jóvenes que agradaban a los turcos consiguieron salvar la vida, pero en condición de esclavos. De los 20.000 cruzados que emprendieron la expedición el 21 de octubre, solo 3.000 lograron atrincherarse en un antiguo castillo que reforzaron improvisadamente con madera que lograron reunir de las zonas circundantes, consiguiendo retener al enemigo. Sin embargo, la batalla había dejado millares de muertos. Entre los fallecidos se encontraban Gualterio Sans-Avoir, Reinaldo de Breis, Fulco de Orléans, Hugo de Tubinga, Gualterio de Teck y numerosos caballeros alemanes. Resulta increíble que el responsable de esta matanza, Godofredo Burel, sobreviviera a la batalla.
Tras llegar la noche, un griego que participó en la batalla consiguió escapar y llegar a Constantinopla para informar a Pedro y al Emperador del desastre ocurrido. Alejo reunió un ejército y salió inmediatamente hacia el campamento de Civevot. La llegada de los refuerzos bizantinos supuso que los turcos levantaran el sitio al castillo y se retirasen. Los supervivientes de la batalla y del campamento fueron llevados hacia la capital, donde se les dio alojamiento en las afueras de la misma y se les desarmó.
La Cruzada de los Pobres terminó. Costó miles de vidas y puso a prueba la gran paciencia del Emperador y de sus propios súbditos al soportar los innumerables saqueos que llevaron a cabo los cruzados. Sin embargo, demostró un elemento mucho más importante: la actuación de solo la fe sin la aportación de la disciplina y sin el adiestramiento militar necesario, jamás lograría llegar hasta Jerusalén.
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