La Torre Nueva de Zaragoza fotografiada por José Martínez Sánchez entre 1865 y 1867 | Wikimedia
La Torre Nueva de Zaragoza fotografiada por José Martínez Sánchez entre 1865 y 1867

En las sociedades preindustriales quien podía permitirse ser retratado era aquel que disponía de dinero para contratar a un artista que le pintara un cuadro. Todo cambiaría cuando Louis Daguerre y William Henry Fox Talbot inventaron el daguerrotipo y el calotipo en 1839 y 1840 respectivamente. Es a partir de entonces cuando el retrato pasó a estar al alcance de prácticamente toda la sociedad industrial decimonónica debido al abaratamiento del proceso. Con el paso de los años la fotografía se extendió rápidamente por todo el mundo y se diversificó en temáticas muy diversas. Entre estas encontramos retratos de personalidades, de paisajes, de monumentos, científicos, de obras públicas y privadas, de celebraciones, de obras de arte, etc. Y entre todos estos tipos de retratos cabe destacar las fotografías post mortem.

Las técnicas también se diversificaron. En 1850 Blanquart Evrard empieza a usar el papel de albúmina sensibilizado en nitrato de plata para mejorar la nitidez de las imágenes. Un año más tarde Gustave Le Gray usará un nuevo procedimiento fotográfico conocido como «colodión húmedo». Este permitió reducir el tiempo de exposición a unos segundos, lo que supuso una disminución de los costes.

En este artículo veremos qué es la fotografía post-mortem, cuáles fueron sus predecesores, qué tipologías hubo y como se extendió esta práctica por las sociedades decimonónicas del momento.

Antecedentes de la fotografía post mortem

Retrato de una momia de El Fayum descubierto por Flinders Petrie en 1911 | Wikimedia
Retrato de una momia de El Fayum descubierto por Flinders Petrie en 1911

La práctica de retratar a los difuntos no surgió como tal con la invención de la fotografía a mediados del siglo XIX, pues a lo largo de la historia de la humanidad ya se venía realizando, aunque con menos frecuencia.

Los orígenes más remotos de los retratos post mortem podemos encontrarlos en el Egipto de los faraones, aunque sin duda los más famosos son los conocidos como «retratos de El Fayum». Los retratos de El Fayum son unos retratos naturalistas pintados sobre telas o tablas de madera que eran colocados encima del rostro de las momias para que en el más allá el difunto pudiera ser identificado. Es por eso que el retrato tenía que ser lo más fiel posible a la apariencia de su dueño. Estas pinturas datan del siglo I-IV, momento en que Egipto ya era provincia romana, y continuaron practicándose en época bizantina y postclásica. Fueron localizados en las necrópolis de El Fayum y en la actualidad se conocen alrededor de 900.

Máscara mortuoria de Napoleón Bonaparte realizada en la isla de Santa Elena | Wikimedia
Máscara mortuoria de Napoleón Bonaparte realizada en la isla de Santa Elena

En Europa se popularizó el uso de la máscara mortuoria entre la nobleza y la realeza, aunque su uso ya se practicaba en la Antigua Roma. Una máscara mortuoria es la copia del rostro de una persona fallecida mediante el vaciado en yeso y la reproducción en positivo usando materiales diversos como cera de abeja o resinas. Esta práctica se intensificó sobre todo en los siglos XVIII y XIX. Dante Alighieri, Napoleón Bonaparte o Nikola Tesla son solo algunos de los ilustres personajes retratados mediante esta técnica.

Los retratos pictóricos post mortem también eran realizados en la Europa renacentista y barroca, aunque su alto coste de elaboración suponía que solo las élites pudieran tener acceso a ellos.

Orígenes de la fotografía post mortem

Típico retrato victoriano con unos padres fotografiándose con su hija fallecida | Musée Magazine
Típico retrato victoriano con unos padres fotografiándose con su hija fallecida

La fotografía post mortem, como bien indica su nombre, es la imagen de un sujeto captada tras el fallecimiento del mismo. Esta es una práctica que nace a la par que lo hace el daguerrotipo en 1839. De hecho, el 14 de octubre de 1839, el doctor Alfred Donné anuncia a la Academia de las Ciencias de París que obtuvo «un resultado muy bello tomando la imagen de una persona muerta […]» (Vázquez, 2014: 470).

Según algunos historiadores, los orígenes de la fotografía post mortem se encuentran en la Inglaterra victoriana, lugar donde se popularizó rápidamente debido a la alta tasa de mortalidad infantil. Es entonces cuando esta práctica pasó a ser la única manera asequible que tenían los familiares de conservar un recuerdo de sus hijos fallecidos (Carrillo, 2014: 9). Además, cabe remarcar que las condiciones salariales de la época no dejaban margen para realizar gastos que se salieran del propio sustento familiar, por lo que muchas familias tan solo podían permitirse fotografiar a sus seres queridos una vez en la vida, y lo hacían cuando ya estaban muertos.

Esta práctica se irá multiplicando a medida que las técnicas fotográficas se vayan simplificando y abaratando. Aun así, habrá notables diferencias entre las fotografías post mortem realizadas en el ámbito rural de las realizadas en el ámbito urbano. Mientras las primeras resultaban más austeras y solo interesaba retratar el rostro del difunto, en las segundas se desplegaba todo un velatorio ornamentado con el fin de demostrar el poder adquisitivo de la familia (Carrillo, 2014: 14).

Es así como el retrato post mortem se convertirá en un fenómeno internacional que se irá adaptando a las distintas sociedades mediante las particularidades propias de cada territorio (Vázquez, 2014: 468). Lo que se destaca de él es su capacidad de consuelo y el ser un objeto de carácter documental que servirá como recuerdo en un álbum fotográfico. Estos retratos, posteriormente, podrán usarse tanto para compartir entre los familiares que no habían podido asistir al funeral (Vázquez, 2014: 471) como para contemplarse en la intimidad, lejos de las rígidas etiquetas del luto (Carrillo, 2014: 7).

La presencia de esta práctica en sociedades rurales y urbanas fue comprobada por Jay Ruby, quien a partir de sus estudios sobre el cometido sociocultural de la fotografía en un condado rural de Pensilvania pudo demostrar como esta práctica de la fotografía post mortem no se encorsetaba en unas sociedades rurales determinadas sino que era algo común a diferentes niveles sociales, desmintiendo así las tesis de Michael Lesy que afirmaban que las fotografías de difuntos eran costumbres victorianas extrañas que apenas tuvieron presencia generalizada en la sociedad del momento (Vázquez, 2014: 468-469).

Tipologías de la fotografía post mortem

Fernando Vázquez se enfoca en la iconografía mostrada en las fotografías post mortem a la hora de determinar las tipologías de estas. La iconografía variará en función de las exigencias de la familia a la hora de encargar los retratos y serán distintas según las sociedades. Por ejemplo, mientras que en Norteamérica los niños son retratados con juguetes o ropas que los caracterizan, en Centroamérica estos serán representados estando amortajados como San José y a las niñas como la Inmaculada (Vázquez, 2014: 469).

Retrato de una niña fotografiada con sus muñecas | Vintage Everyday
Retrato de una niña fotografiada con sus muñecas | Vintage Everyday

Por otra parte, Jay Ruby, en su obra «Secure the Shadow: Death Photography in America» (1995), analiza las diferentes tipologías de fotografía post mortem que se realizaron a lo largo de la historia a partir de la forma de retratar. Entre estas tipologías encontramos básicamente tres: simulando vida, simulando estar dormido y sin simular nada. Estas tres tipologías no se reemplazaron entre ellas, sino que las tres coexistieron a lo largo de los años. Cada familia podía elegir una u otra en función de sus necesidades o capacidades adquisitivas (Osorio, 2016: 328).

Las fotografías post mortem simulando vida

Retrato de una chica fallecida (derecha) con su hermana | Vintage Everyday
Retrato de una chica fallecida (derecha) con su hermana

En este tipo de fotografías al difunto se le retrataba con los ojos abiertos, normalmente sentado en algún lugar o bien de pie. Generalmente la familia solía aparecer junto a él como si se tratara de un retrato normal y corriente. En estos casos no es difícil identificar quién es la persona fallecida puesto que las manos pueden aparecer moradas o bien las facciones del rostro muy tensas. En ocasiones al difunto se le fotografiaba con los ojos cerrados y posteriormente el fotógrafo retocaba la imagen pintando unos ojos abiertos encima de los párpados.

Para mantener el cuerpo de pie y que no se cayera al ser fotografiado se usaban mecanismos especiales para mantener al difunto sujeto por los pies, por la espalda y por la cabeza (Carrillo, 2014: 10).

Fotografía donde se muestra a un fallecido sujeto con mecanismos simulando tener vida | Culture.pl
Fotografía donde se muestra a un fallecido sujeto con mecanismos simulando tener vida

Las fotografías post mortem simulando estar dormido

Retrato de una niña simulando estar dormida con sus padres| Bygonely
Retrato de una niña simulando estar dormida con sus padres

Este tipo de retratos se solía realizar en niños. Se les fotografiaba en la cama como si estuvieran durmiendo, o bien en los brazos de sus padres si se trataba de bebés. Ruby llama a esto como la pose del «último sueño» y lo relaciona con el deseo de asociar la muerte con el sueño (Ruby, 1995: 63).

En ocasiones eran los fotógrafos los que se desplazaban hasta el domicilio familiar para retratar al difunto. Es el caso de Fernando Navarro, fotógrafo murciano que realizaba las fotografías en los patios de las viviendas familiares. Para tomar el retrato tan solo necesitaba luz solar, una sábana blanca como fondo y un lugar donde apoyar al fallecido (en el caso de los niños bien podía ser una silla o una cuna) (Lara, 2005: 139).

Las fotografías post mortem sin simular nada

Estas son las fotografías normales y corrientes que se solían realizar de forma general. Al difunto se le fotografiaba en la cama tumbado, normalmente rodeado de flores. También se le podía fotografiar directamente en el féretro. En ocasiones, si la familia lo quería, se le podía retratar durante el entierro, normalmente rodeado por sus seres queridos. Estos casos solían ocurrir cuando la familia no disponía de dinero suficiente como para pagar un estudio fotográfico (Carrillo, 2014: 12).

Entierro en un pueblo de Letonia alrededor de las décadas de 1930-1940 (Colección Carlos Areces) | El País
Entierro en un pueblo de Letonia alrededor de las décadas de 1930-1940 (Colección Carlos Areces)

 

La práctica de realizar fotografías post-mortem empezó a decaer a mediados del siglo XX, momento en que las máquinas fotográficas empiezan a ser accesibles a toda la sociedad permitiendo así poder ser fotografiado en vida.

Conclusiones

Podemos decir que la fotografía post mortem fue (y es) un género fotográfico que surge a la par que lo hace el daguerrotipo en 1839 como respuesta a unas necesidades sociales de preservar el recuerdo del ser querido fallecido.

Esta necesidad se verá respaldada por primera vez en la historia por toda la sociedad, desde la clase obrera hasta la realeza. Aun así, dependiendo del nivel socioeconómico de la familia los retratos podrán ser de un estilo o de otro.

Bibliografía

Carrillo Soto, M. (2014). Post Mortem: el proceso de duelo a través de la fotografía. (Tesina). Asociación Mexicana de Tanatología, México.

Lara López, E. (2005). «La representación social de la muerte a través de la fotografía (Murcia y Jaén, 1870-1902): una historia de la imagen burguesa». Revista de dialectología y tradiciones populares, 60 (2), pp. 129-147.

Osorio Cossío, H. (2016). «Un velo para la muerte. Las fotografías post mortem de niños en Medellín, 1898-1932». Transhumante. Revista Americana de Historia Social, 8, pp. 324-337.

Ruby, J. (1995). Secure the Shadow: Death Photography in America. The MIT Press, Boston

Vázquez Casillas, F. (2014). «La fotografía como documento sociocultural a finales del siglo XIX: Nadar y el retrato post mórtem». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 69 (2), pp. 467-486.

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