En el año 141 AC. subió al trono del Imperio Chino el emperador Wu. Wu era el sexto emperador de la dinastía Han y está considerado como uno de los más importantes emperadores del Imperio Chino. El emperador Wu emprendió importantes reformas a nivel interno, centralizando y racionalizando la potente administración del Imperio. A nivel externo, inició una de las mayores expansiones territoriales en la Historia de China. En este momento no lo sabían, pero estaban dando lugar a la ruta más importante de comercio mundial: la Ruta de la Seda
Este artículo pertenece a Aleksandro Palomo Garrido profesor de la UNIR y especialista en Sociología Histórica. Le podéis seguir a través de su twitter @PalomoGarrido1.
El origen de la Ruta de la Seda
En concreto, bajo su gobierno se emprendió una ambiciosa expansión hacia Occidente (Franke/ Trauzettel, 1973). Había dos motivaciones que impulsaban esta expansión territorial. Por un lado, una de índole militar y por otro lado una de índole comercial. Desde hacía siglos el Imperio sufría en la frontera norte y noroeste el hostigamiento de las tribus de las estepas, que incursionaban en territorio chino y saqueaban de manera crónica. Los emperadores Han anteriores a Wu habían desarrollado una política de apaciguamiento con las tribus del norte, incluso llegando a pagarles tributos. Esta política defensiva cambió con el gobierno de Wu.
El nuevo emperador estaba dispuesto a conjurar esta amenaza constante. Para ello se planeó cuidadosamente una ambiciosa ofensiva militar contra los bárbaros. En aquel momento la principal amenaza bárbara la representaban los xiongnu, también conocidos como hunos[1]. Estos hunos eran una confederación de tribus esteparias de costumbres nómadas y de origen mongol y turco (Franke/ Trauzettel, 1973). Los hunos habían expandido progresivamente sus territorios y presionaban la frontera norte del Imperio Chino. Además, desde el 180 AC., habían logrado establecerse en la frontera noroeste del Imperio Chino.

En concreto, habían invadido el corredor de Gansu y desde allí dominaban toda la cuenca del Tarim. Estos territorios los invadieron después de expulsar a un pueblo indoeuropeo conocido como los yuezhi, que mantenía buenas relaciones con China. La ocupación de la cuenca del Tarim (actual Sinkiang) por los hunos tuvo dos consecuencias. Por un lado, la caballería huna podía incursionar fácilmente desde las llanuras del Tarim en el flanco noroeste del Imperio, desguarnecido y sin muralla defensiva. Por otro lado, la ocupación del Tarim por los hunos bloqueó las incipientes rutas comerciales que conectaban con Occidente (arrecaballo.es).
La apertura de la Ruta de la Seda
El plan del emperador Wu contaba con dos escenarios. Uno al norte, donde el objetivo consistía en hacer retroceder a los hunos hacia las estepas. Por lo menos hasta lograr confinarles al otro lado de la muralla, en los puntos donde los hunos habían conseguido rebasarla. El otro escenario se situaba al noroeste en el Gansu y la cuenca del Tarim, donde la estrategia china esperaba derrotar a los hunos y recuperar las comunicaciones con Occidente.
El gobierno chino estaba interesado en abrir esta ruta de una manera segura al comercio. Ya en el siglo II AC., los funcionarios chinos calculaban que los beneficios económicos para el Imperio podían ser importantes. China podía beneficiarse de la exportación de artesanías, armas, tecnología y artículos de lujo como la seda a Occidente. También, podría importar materias primas y caballos para uso militar.
Antes de iniciar la campaña militar contra los hunos, en 138 AC., el emperador decidió enviar una misión diplomática a Occidente. La pequeña expedición de unos cien hombres estaba liderada por un oficial llamado Zhang Qian. Este joven oficial protagonizó una de las epopeyas más legendarias de la Historia. La misión de Zhang Qian consistía en atravesar territorio enemigo y a lo largo de la cuenca del Tarim llegar hasta el valle de Fergana. Allí, debía entablar contacto con los antiguos aliados yuezhi, que se habían establecido ahí después de ser derrotados por los hunos en Gansu.
Zhang debía hacer llegar a los yuezhi el ofrecimiento de una alianza militar por parte del emperador Wu. El emperador les hacía saber sus planes de guerra contra los hunos y buscaba su apoyo con un ataque coordinado desde el oeste. De esta manera, los hunos serían atacados desde dos frentes al mismo tiempo. Se trataba de una misión diplomática delicada que Zhang afrontó con energía. Sin embargo, las cosas se torcieron desde el primer momento. Al poco de incursionar en territorio enemigo, el destacamento de Zhang se extravió y fue descubierto por las patrullas de los hunos. Estos los emboscaron y los capturaron.

Zhang Qian y los supervivientes de su expedición fueron esclavizados por los hunos, pero nunca confesaron el objeto de su misión. Zhang pasó al servicio de una familia aristocrática huna. En ese tiempo Zhang llegó a contraer matrimonio con otra esclava con la que tuvo un hijo. Finalmente, después de once años de cautiverio, Zhang, su familia y algunos de sus hombres lograron escapar de sus captores. En lugar de regresar a China, Zhang escapó hacia el oeste y decidió proseguir con su misión. Posiblemente, su huida hacia el oeste despistó a sus perseguidores que debieron pensar que intentaría regresar a China.
En su marcha hacia el oeste, Zhang y sus hombres bordearon el desierto de Taklamakan y la cuenca del Tarim por un camino al norte de las montañas Tian Shan. Más tarde este camino se conocería como el camino del norte de la Ruta de la Seda. Después de semanas de viaje, en el 127 AC. Zhang y sus hombres alcanzaron el valle de Fergana en el extremo oeste de la cuenca del Tarim. El contraste entre los áridos paisajes de su viaje y la vista del fértil valle de Fergana, que sigue el curso superior del río Sir Daria, debió ser una celebración para el grupo expedicionario.
Cuando Zhang y su compañía llegaron al valle de Fergana, se encontraron en el joven reino de Dayuan. El reino se acababa de independizar del gran reino Greco-Bactriano (250-125 AC), que había llegado a extenderse hasta la India y que se encontraba en las últimas fases de su descomposición. Allí se encontraron con una civilización desconocida hasta entonces por los chinos. Según la describió más tarde Zhang, era una civilización civilización sedentaria y urbana con un desarrollo similar al chino.
Zhang calculaba la población de esta civilización en torno al millón de personas, quienes vivían en ciudades amuralladas bajo el gobierno de pequeños reyes o magistrados. Zhang estaba describiendo la sociedad greco-persa que se había instalado en Asia Central, en Bactria y Sogdiana, desde la invasión de Alejandro Magno dos siglos antes. Era la primera vez que estas dos importantes sociedades, la helénica y la china, se encontraban frente a frente.
En Dayuan, Zhang y sus hombres fueron conducidos ante el rey (arrecaballo.es). El monarca les ofreció su hospitalidad y los ayudó a llegar hasta el territorio donde se habían establecido los yuezhi más al oeste. Los yuezhi habían llegado a la región aproximadamente en el 160 AC. Habían llegado huyendo desde Oriente después de su derrota con los hunos. Los yuezhi eran un pueblo indoeuropeo nómada con costumbres parecidas a las de los hunos.

En el momento en que Zhang llegó a la región los yuezhi estaban instalados en las tierras entre Bactria y Sogdiana. Zhang les presentó el ofrecimiento del emperador de una gran alianza para combatir a los hunos y expulsarlos de la cuenca del Tarim. Sin embargo, el rey y sus consejeros pidieron tiempo para meditarlo. Mientras el tiempo pasaba, Zhang tuvo la oportunidad de viajar y conocer Bactria y Sogdiana (actual norte de Afganistán, sur de Uzbekistán y Tayikistán). Zhang se asombró de la cantidad de productos chinos que se consumían allí.
Finalmente, tras un año de espera, Zhang recibió un “no” como respuesta de los yuezhi. Los yuezhi no confiaban en el éxito de la alianza con China. En concreto, temían las represalias de los hunos contra ellos. Si la campaña militar coordinada con los chinos no conseguía derrotar decisivamente a los hunos, éstos se vengarían y los atacarían en sus nuevos territorios. Como le dijo el rey a Zhang Qian, “China quedaba muy lejos y los hunos muy cerca”. Tras un año de espera y al haber fracasado en su misión, Zhang y sus hombres decidieron regresar a China.
A la vuelta, decidieron tomar la ruta del sur que bordea el desierto de Taklamakan. De esta forma, también explorarían esta ruta alternativa al camino del norte. Sin embargo, de nuevo el destino los puso a prueba. Nuevamente, fueron capturados por los hunos que los obligaron a realizar trabajos forzados. En esta ocasión el cautiverio no fue tan prolongado como en el viaje de ida. Al año aproximadamente de ser apresados, el cacique huno que los retenía murió y se desencadenó una lucha interna en la tribu por la sucesión en el poder.
Aprovechando la confusión, Zhang volvió a escapar y consiguió regresar a China. En el año de 126 AC. la expedición de Zhang se presentó en la capital Chang’an ante la corte del emperador Wu. Trece años después de su partida, de los cien hombres de la expedición sólo regresaron tres personas: Zhang Qian, su guía huno y la esposa de Zhang (Franke/ Trauzettel, 1973). Aunque la misión diplomática fue un rotundo fracaso, Zhang fue recompensado por el emperador con un rango de alto dignatario del Imperio. La información recopilada durante todos esos años en Occidente era muy valiosa y causó un profundo impacto en la corte.

Descubriendo la alteridad a través de la Ruta de la Seda
De su viaje de Occidente, Zhang trajo alimentos aún desconocidos para los chinos, como la uva, la zanahoria, el ajo o el sésamo. El descubrimiento más apreciado en aquel momento por el emperador fue una nueva raza de caballos. Los llamados “caballos celestiales” eran caballos más ligeros, fuertes y altos que los pequeños caballos de raza mongola o china (arrecaballo.es). Los militares chinos los apreciaban mucho y consideraban que estos caballos podían aportar una ventaja en la guerra contra los hunos. Por lo que el Imperio chino estaba interesado en importarlos masivamente, junto con la alfalfa, la planta forrajera con la que se los alimentaba.
Mientras que Zhang Qian se encontraba todavía en paradero desconocido inmerso en su periplo, en la corte imperial no habían desistido de encontrar una ruta comercial hacia el oeste. La desaparición de la expedición de Zhang había desanimado a la corte de los Han, que pensaba que la ruta del Tarim era inviable por el bloqueo que ejercían los hunos. Sin embargo, hacia el año 135 AC., un oficial fronterizo llamado Tang Meng había conseguido persuadir al emperador para que enviara una expedición de exploración en dirección sudoeste, ya que tenía informes sobre la importante actividad comercial en esos territorios.
Esta ruta del sur buscaba atravesar el actual Sichuan y Birmania hasta llegar al norte de la India (Chun-Shu, 2006). Los informes de Tang Meng hablaban de que productos chinos como el bambú y la seda eran exportados a través de esa ruta. Valorando las dificultades que aún presentaba la ruta del norte, amenazada por los hunos constantemente, se envió una expedición para establecer esta vía comercial por el sur que forzosamente tenía que existir. La expedición china consiguió establecer su control sobre la ruta a través de Sichuan. Sin embargo, no logró llegar más allá.
Las avanzadas en Sichuan tampoco se mantuvieron mucho tiempo. El establecimiento chino tuvo que retirarse de la región debido a la disidencia local que no toleraba la ocupación china. Estas revueltas se produjeron en el mismo momento en que el emperador abría sus hostilidades contra los hunos en el norte. La necesidad de concentrar fuerzas en el frente del norte impuso una estrategia de retirada en el sur. Años después, cuando las victorias contra los hunos lo permitieron, los ejércitos chinos se anexionaron definitivamente Sichuan. Sin embargo, las expediciones enviadas hacia el sur para encontrar la ruta a la India se toparon con la tupida jungla birmana y no fueron capaces de franquearla. Después de varios intentos fallidos, esta posible ruta comercial en dirección sudoeste fue abandonada hasta mucho tiempo después (Chun-Shu, 2006).
Tiempo antes, en el 134 AC., habían estallado las hostilidades entre los chinos y los hunos en la frontera norte del Imperio. Por fin, en el 129 AC., el emperador lanzó su gran ofensiva contra los hunos. Años después, en el 119 AC., los ejércitos chinos avanzaban victoriosos y los hunos habían sido expulsados hacia el norte hasta el desierto del Gobi en Mongolia interior. Esto permitió ganar al Imperio una importante franja de territorio en el norte que prevenía de las incursiones de las hordas (Franke/ Trauzettel, 1973). También, permitió reparar los sectores de la muralla defensiva que habían quedado dañados.
La ofensiva en el noroeste comenzó en el 127 AC., cuando ya se habían logrado importantes victorias contra los hunos en el norte. Estas victorias permitieron concentrar fuerzas en la cuenca del Tarim. Con esta ofensiva en el noroeste el Imperio esperaba desplazar a los hunos de la región del Tarim y de esta manera afianzar sus posiciones defensivas y abrir definitivamente la ruta comercial hacia Occidente.
Justo en el momento en que se desarrollaba esta campaña contra los hunos, en el 126 AC., se presentó Zhang Qian ante la corte del emperador después de su fabuloso viaje. La crónica de Zhang redobló, si cabe, los esfuerzos chinos en la cuenca del Tarim. Por fin, en el año 121 AC. el general chino Huo Qubing logró conquistar el corredor de Gansu y penetrar en la cuenca del Tarim avanzando hacia el noroeste.
Desde el Gansu partían los dos caminos que había empleado Zhang para ir y regresar de Occidente. Eran dos rutas alternativas que podían facilitar el comercio entre China y los reinos del oeste. Partiendo del corredor de Gansu, una primera transitaría al norte del desierto de Taklamakán pasando por las montañas Tian Shan y la otra al sur por las primeras estribaciones de la cordillera del Pamir.
En el camino del norte, se estableció en Juyen un importante asentamiento comercial y militar chino. También se iniciaron obras de fortificación que buscaban prolongar la gran muralla del norte hacia el oeste con una nueva sección de 400 km de largo para proteger la ruta. Sin embargo, estas obras llevarían su tiempo y las posiciones chinas no eran todavía suficientemente sólidas, por lo que existía el temor a los contraataques hunos.
En este punto Zhang intervino de nuevo ante el emperador proponiéndole un plan. En el informe sobre su viaje Zhang había descrito la historia interna de los wusun. Este era un pueblo nómada de origen indoeuropeo que habitaba una zona del valle del río Ili al noroeste de la cuenca del Tarim. Los wusun se habían aliado con los hunos para expulsar a los yuezhi en el pasado. Sin embargo, en la actualidad las relaciones entre ellos no eran buenas. Zhang proponía buscar un acuerdo amistoso con los wusun, del mismo tipo que se había querido conseguir con los yuezhi para combatir a los hunos. La corte de Chang’an aceptó su propuesta y Zhang fue enviado en una expedición diplomática.

Aproximadamente en torno al 115 AC., Zhang partió hacia el oeste con una expedición de unos 300 hombres recorriendo el corredor de Gansu. La expedición tenía una misión diplomática y portaba presentes de valor, como oro y seda, para entregar a los jefes de las tribus recientemente liberadas de la dominación de los hunos, y con los que se quería establecer lazos de amistad. Estas tribus eran de origen indoeuropeo y estaban establecidas en torno a los oasis que bordeaban el desierto de Taklamakan. Los oasis eran transitados habitualmente por las caravanas de mercaderes que hacían la ruta entre Oriente y Occidente.
Finalmente, Zhang alcanzó el territorio de los wusun y les transmitió el ofrecimiento de una alianza con el Imperio. Sin embargo, de la misma manera que ocurrió con los yuezhi, los wusun no aceptaron la oferta y no quisieron participar militarmente contra los hunos. Zhang sólo logró establecer unas relaciones amistosas con ellos, que no dieron sus frutos plenamente hasta décadas después. En el 106 AC. el Imperio chino y los wusun concertaron una serie de matrimonios entre ambas noblezas que finalmente sellaron la alianza contra los hunos. Mientras tanto, Zhang se tuvo que conformar y regresar a Chang’an con una comitiva wusun de buena voluntad. Esta comitiva estaba formada por embajadores, guías, intérpretes y valiosos caballos.
De los 300 hombres que le acompañaban, Zhang envió algunos emisarios a los diferentes reinos más hacia el oeste que había visitado en su primer viaje. El objetivo era también establecer relaciones permanentes con ellos ahora que la ruta estaba expedita de las interferencias de los hunos. Las delegaciones tuvieron éxito y más tarde llegaron representaciones diplomáticas de los reinos de Bactria y Sogdiana a la corte china. Fue el comienzo de un ir y venir de misiones oficiales que se tradujo en una intensificación del comercio entre Oriente y Occidente. Se produjo el nacimiento de la Ruta de la Seda.
Pero no todo fue coser y cantar. En el transcurso de estas embajadas también hubo desacuerdos. El más grave se produjo cuando el emperador Wu exigió a sus nuevos socios de Dayuan, Bactria y Sogdiana incrementar el número de cabezas de caballos, para abastecer al ejército chino que todavía se encontraba en campaña contra los hunos. Según las crónicas chinas, el rey de Dayuan rechazó las exigencias de China y mató y despojó al enviado chino para la negociación. Este turbio asunto desató una guerra entre el reino de Dayuan y el Imperio chino.
Cuando la noticia de lo ocurrido llegó a Chang’an, el emperador montó en cólera y envió un ejército contra Dayuan. En el 104 AC. el general Li Guangli se puso en camino con un ejército de 6.000 jinetes y 20.000 infantes. Recorrió los 1.500 km a lo largo del corredor de Gansu y el Tarim y se plantó delante de los muros de la capital de Dayuan, Alejandría Escate (actual Khujand) la ciudad que fuera fundada por Alejandro Magno. Sin embargo, el ataque de Li Guangli no tuvo éxito y se vio forzado a retirarse abandonando el valle de Fergana y refugiarse en Juyen. Allí Li esperó los refuerzos que deberían llegar desde China.
En el 102 AC., se pudo iniciar una segunda campaña contra Dayuan. Esta vez el ejército chino disponía de más del doble de efectivos que en la anterior ocasión. A pesar de las pérdidas durante la terrible marcha a través del inhóspito territorio del Tarim, cuando llegó a Fergana el ejército chino seguía disponiendo de suficientes fuerzas para sitiar Alejandría Escate. Después de un asedio a la ciudad de cuarenta días, los nobles de Dayuan decidieron entregar la plaza. Como gesto de buena voluntad enviaron la cabeza de su rey a Li Guangli. Además, aceptaron suministrar a los chinos todos los caballos que les pedían. Pagaron un tributo de 3.000 sementales y miles de yeguas, asimismo se comprometieron a enviar dos sementales cada año.
Li aceptó el trato en nombre del emperador y nombró a uno de los nobles nuevo rey de Dayuan. Desde entonces, el valle de Fergana quedó bajó la tutela del Imperio. En el viaje de regreso a China los jefes de las tribus de Gansu también aceptaron la soberanía del emperador. Li estableció guarniciones militares desde Gansu hasta Fergana en lo que pasarían a ser las regiones del oeste del Imperio chino.
En el año 53 AC. los chinos lograron afianzar más sus posiciones en Asia Central. Después de negociaciones, el rey de los hunos del reino meridional (el reino se había dividido en dos por luchas internas y se había establecido un reino al norte y otro al sur) aceptó ser vasallo del emperador de China (Franke/ Trauzettel, 1973). El dominio de los hunos estaba en franco retroceso. El Imperio chino aprovechó la coyuntura y se expandió más al oeste. Los ejércitos chinos llegaron hasta Sogdiana y derrotaron allí a lo que quedaba de las huestes hunas. Así, aproximadamente desde mediados del siglo I AC., la Ruta de la seda se encontraba completamente a salvo de las incursiones de las hordas. Una amplia red de guarniciones chinas garantizaba la seguridad del tránsito de las mercancías desde Asia Central hasta China y viceversa.
Pero la ruta no finalizaba en Asia Central. En el 110 AC., las delegaciones diplomáticas chinas habían llegado hasta el reino de Partia y como respuesta el rey Mitridates II había enviado embajadores a China. Como consecuencia de ello, cuando cincuenta años más tarde (en el año 53 AC.) el cónsul romano Marco Licinio Craso cruzó el Éufrates para conquistar Partia, se asombró al descubrir un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. Unas décadas más tarde, las familias más acaudaladas de Roma se vestían con el preciado tejido. Se trataba de la seda llegada desde China. También llegaron a China influencias y bienes culturales procedentes de Oriente Medio e India que revistieron gran importancia. Por la Ruta de la Seda llegó el budismo a China procedente de India en el siglo I DC., además de otras muchas más innovaciones (Boulnois, 2004).

Por tanto, a lo largo del siglo I AC. las relaciones comerciales de China se extendían a Asia Central, Oriente Medio, India y el Mediterráneo. Una vez abierto el camino hasta Oriente Medio, las mercancías disponían de varias rutas comerciales que habían desarrollado griegos, árabes e indios en dirección al Mediterráneo, el mar Rojo y el Indico. Estas ramificaciones de la Ruta de la seda iban desde Antioquía al Pamir, y a través del mar Rojo hasta los puertos de Barygaza y Musiris (India), así como el remoto de Cattigara (Indonesia) en el océano Indico. Este momento histórico corresponde a una oleada globalizadora que conectó a los territorios más poblados del planeta (Boulnois, 2004).
En la actualidad el gobierno chino intenta reactivar la Ruta de la Seda. Pekín está promoviendo un ambicioso proyecto de infraestructuras y acuerdos diplomáticos para hacerlo posible. La Ruta de la Seda fue la red de rutas comerciales más extendida por el continente asiático, la cual transitaron los mercaderes desde el siglo I a. C. Las rutas comerciales conectaron China con Asia Central, India, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Su nombre se originó por ser la seda el producto estrella que se exportaba desde China.
Bibliografía
- Boulnois, Luce (2004). La ruta de la seda. Península.
- Chun-Shu, Chang (2006) The rise of the Chinese Empire. Ann Arbor: University of Michigan Press
- Franke, Herbert/ Trauzettel, Rolf (1973). El imperio chino. Siglo XXI.
- Tarn, William W. (1980). The Greeks in Bactria & India.
- https://arrecaballo.es/edad-antigua/la-caballeria-oriental/dinastia-han-206-ac-220-dc/
- https://web.archive.org/web/20041227112640/http://www.upf.es/materials/huma/central/historia/xinamon/docums/zhangqi.htm
- http://depts.washington.edu/silkroad/texts/weilue/weilue.html
- https://www.rtve.es/alacarta/videos/grandes-documentales/grandes-documentales-ruta-seda-capitulo-1/4591426/
- https://www.youtube.com/watch?v=o8mF1rTD_i4&list=RDo8mF1rTD_i4&start_radio=1&t=0
[1] La historiografía moderna todavía no ha aclarado si estos hunos son el mismo pueblo que siglos después atacó el Imperio Romano.
Francamente interesante. Me encantan tus trabajos. Los paso por si puede interesar y se habren puertas de claridad
Y como trump no lee historia, la cago al salirse de ese tratado asia pacifico creado por obama.
PS, alguno de los admin de esta pagina estan detras de este canal? https://www.youtube.com/channel/UCBIMW0ZhwULY_x7fdaPRPiQ
Es muy gracioso e informativo.