Suenan los primeros acordes de Blackbird, de Gene Simons y una joven Jessie Eden abre una botella de cerveza. Baila sola bajo la atenta mirada de Thomas Shelby, cabecilla de los Peaky Blinders, que la espía detrás de la puerta de su casa. Minutos después, cerveza en mano mantienen una conversación, de líder sindical a patrón. O algo más.
(Este artículo contiene spoilers)
La misma Jessie Eden, pocos días antes, se retocaba en el baño de caballeros de las oficinas de la compañía Shelby, respondiendo “no hay baños para mujeres en esta planta porque ninguna llega tan alto” cuando la increpan por su presencia. Una huelga en las compañías Shelby, instigada por ella misma, media entre ambas escenas.
¿Qué hay de real en la Jessie Eden de Peaky Blinders? ¿Qué parte de la líder sindical que consigue poner en jaque a Tommy Shelby se corresponde con la realidad? ¿Quién fue la verdadera Jessie Eden? En este artículo vamos a descubrir qué hay de verdad en la representación en la ficción de la comunista británica.
Por orden de los Peaky Blinders.
El pasado otoño, BBC estrenó la cuarta temporada de Peaky Blinders. La ficción, que se sitúa en la Inglaterra de los años 20, concretamente en Birmingham, narra la vida posterior a la guerra de una familia de ascendencia gitana dedicada a las apuestas hípicas y al gangsterismo. La serie trata cuestiones tan características del contexto en el que se apoya como el hampa, la violencia, la sociedad de clases, los traumas postbélicos que arruinaron la salud mental de toda una generación, las drogas, el IRA, las pandillas callejeras o las mafias.
En ese contexto, y dada la evolución de los Shelby, que comienzan la serie siendo prácticamente parte del lumpen y llegada la cuarta temporada se han convertido en empresarios -de maneras poco ortodoxas, no obstante- era inevitable la aparición de los conflictos de clase. Encarnados en primer lugar en la figura de Freddie Thorne y en la propia Ada Shelby, en la cuarta temporada aparece Jessie Eden para poner en jaque al cabeza de la banda. Había sido mencionada ya en la tercera temporada como la responsable de una huelga de mujeres en 1924, que lleva a todas las Shelby a la calle, encabezadas por Polly, con el fin de escuchar a una mujer sindicalista.
Es en la cuarta temporada cuando aparece físicamente en pantalla. Encarnada por Charlie Murphy, su primera aparición la muestra retocándose en uno de los baños de las factorías Shelby. Su presencia en la sede empresarial de los Shelby tiene una razón de ser, que no es otra que la negociación con Tommy Shelby de un sueldo equitativo entre los hombres y mujeres que trabajan en sus factorías. Sin embargo, un Tommy Shelby amenazado de vendetta por la mafia italiana, le propone subir el sueldo de las mujeres a costa de bajar el de los hombres, equiparando a la baja, pues la amenaza de huelga de Eden le resulta conveniente para opacar otro tipo de conflictos menos legales.
Ambos mantienen varias entrevistas a lo largo de la temporada negociando los salarios, reuniones que mantienen una tónica: un Thomas Shelby condescendiente y paternalista frente a una Jessie Eden firme que amenaza con una huelga. Huelga que, finalmente, es convocada en una especie de tira y afloja entre patrón y sindicatos en el que Eden lucha, además, por imponerse al machismo con el que es tratada. Las tramas de la serie comienzan a fundirse, ya que Shelby intenta conseguir información sobre diferentes cuadros del partido comunista, donde sabe de la presencia de italianos y soviéticos, a cambio de una subida salarial.
Thomas acude a casa de Eden, una escena que supone un cisma en la relación existente entre ambos protagonistas. En ella, Eden termina por poner todas las cartas sobre la mesa: conoce del pasado del gángster como comunista, conoce la historia de su primer amor y, sobre todo, sabe tocar la tecla exacta, que no es otra que la del cambio experimentado por el protagonista tras la I Guerra Mundial. Sin embargo, Thomas Shelby, un personaje que se caracteriza por una excepcional inteligencia, contraataca. Él también conoce la historia personal de Jessie, así como del que fue pareja de Eden y que, al contrario que él, no pudo superar los traumas de la guerra y terminó sus días suicidándose. La existencia de lugares comunes entre dos personajes en principio antagónicos cambia radicalmente la relación entre los personajes.
Ignoradas dichas propuestas por Jessie Eden, el líder de los Peaky Blinders acude al único nexo entre la banda y el comunismo: su propia hermana. Ada Thorne, que confiesa haber perdido la fe cuando le preguntan por qué dejó el comunismo, es la encargada de mediar entre su hermano y Jessie Eden. Se encuentran tras un acalorado mitin de la líder sindical, que desata los aplausos de los trabajadores allí convocados. Hablan sobre el pasado comunista de Ada para, finalmente, ir al grano: Thomas Shelby accederá a las peticiones de Jessie Eden a cambio de una cena juntos en la que le explique todo lo que ella sabe sobre marxismo.
Tras otra entrevista con Shelby en la fábrica, y poco convencida de pasar a un plano tan personal, accede. Cenan juntos en la antigua chatarrería de los Shelby, lugar donde definitivamente, las barreras entre ambos se derrumban en una estrategia del empresario: intenta sofocar el agitado ambiente social de Birmingham seduciendo a Jessie Eden. Aparentemente, Shelby había menospreciado el peso de las amenazas de Eden. Sin embargo, el éxito de la huelga convocada por Jessie Eden y el clima que se experimenta en Birmingham, que apunta no solo a la repetición de las huelgas sino incluso a una revolución, hacen que Shelby comience a tomar en serio las amenazas de Eden. Así que el cabecilla de la banda se dispone a apagar los fuegos de revolución seduciendo a la líder de la misma. Como la propia Ada afirma, Tommy Shelby va a parar la revolución con su nabo.
A partir de este momento, la trama se complica para los Shelby. Para sofocar ciertos problemas con las instituciones, Shelby tira del único cabo posible: Jessie Eden. Consigue hacerla creer que ha vuelto a creer en el socialismo, con el único fin de conseguir información sobre los vientos del Este que soplan en la ciudad y pasar dicha información al gobierno a cambio de ser contratado para fabricar vehículos de guerra.
Sin embargo, como es costumbre, Thomas Shelby da un paso más. Con el apoyo de Eden -y con los votos de las mujeres Shelby, que podían ejercer ese derecho desde 1918 en caso de ser mayores de 30 años- se convierte en miembro del parlamento inglés por el partido laborista. Cabe preguntarse cómo encaja la figura de un empresario (sin entrar a cuestionar otras actividades menos lícitas de los Peaky Blinders) dentro del partido laborista y del movimiento obrero inglés y qué nivel de estabilidad es el de la relación de Eden con Shelby, que recibe la noticia del inicio de su vida política del brazo de Lizzie Stark, ex prostituta, secretaria y reciente madre del segundo hijo de Thomas Shelby.
Tras la elección de Thomas Shelby como miembro parlamentario laborista cambia completamente el panorama político que se muestra en la ficción. Eden, mujer, joven y de clase obrera es, quizá, uno de los pocos personajes capaz de poner en jaque al líder de la banda a nivel intelectual. Las escenas que protagonizan ambos son, ateniéndonos a los diálogos, las más ágiles de la temporada. La agudeza de ambos personajes y la tensión que se respira entre ambos sirven para caracterizar y construir al personaje de Jessie Eden, pero también al protagonista. El pasado sentimental y político de Thomas Shelby, el Tommy anterior a la guerra se va construyendo a lo largo de la serie con leves pinceladas que, a la llegada de Jessie Eden se convierten en brochazos que van dando luz al protagonista.
Sin embargo, a pesar de ser un personaje esencial para construir la imagen del protagonista, la propia Jessie se ve ligeramente desdibujada cuando su relación con el líder del clan se torna más personal, sobre todo si se la compara con la persona real que inspiró el personaje. Una Jessie que comienza impasible ante el paternalismo de Shelby, quien, socarronamente, llama a la líder sindical encanto en su primer encuentro y que, poco a poco va cayendo en las redes de Tommy, pasando a ser otra más de las innumerables conquistas del protagonista.
¿Qué hay de la Jessie Eden real en la Jessie Eden ficticia?
Contextualizar a Jessie Eden cronológicamente es muy importante para comprender las diferencias entre la ficción y la realidad, puesto que los propios Peaky Blinders de la ficción son un anacronismo en sí mismos. La banda criminal conocida como Peaky Blinders actuó, en realidad, durante la última década del siglo XIX y la primera del XX. Se trata de grupos criminales que dominaban las calles de Inglaterra en las fechas mencionadas y cuya denominación está sujeta a debate histórico. El nombre de la banda se ha convertido para algunos historiadores en un denominador genérico que define a una subcultura juvenil violenta («Peaky Blinders (banda criminal)», 2018) pero para otros hace referencia a una banda concreta. Probablemente naciese para denominar a un grupo concreto y se fuese extendiendo.
El origen del nombre también es debatido: todo apunta a que peaky refiere a las boinas que acostumbraban a utilizar -que tanto en la serie como en la realidad son el distintivo estético de los miembros- y blinders del uso de dicha boina como arma, en la que supuestamente se escondían cuchillas de afeitar con las que cegaban a sus contrincantes, o al hecho de que estas les servían para ocultar un ojo. Tras los Peaky Blinders, cuyo radio de acción se centró en Bordesley y Small Heath, barrios pobres de la ciudad -tal y como sucede en la ficción-, las calles de Birmingham fueron ocupadas por otras bandas, como los Birmingham Boys, quienes sí se encuadran en el contexto cronológico de la serie (Mariño, 2017).
Es el historiador Carl Chinn, quien, debido a nexos familiares, ha investigado ciertas cuestiones en torno a estas bandas. De hecho, incluso afirma que el personaje de Thomas Shelby se inspira en Billy Kimber, uno de los gángster con más poder de Inglaterra, líder de los Birmingham Boys y que en la serie aparece como el rival de Shelby. Hay diferencias entre ambos: el historiador afirma que Kimber desertó mientras que el personaje de Shelby es dibujado como un héroe de guerra que regresa de las trincheras traumatizado, como toda una generación (Mariño, 2017).
Es complicado, por lo tanto, que la verdadera Jessie Eden tuviera que hacer frente a un Peaky Blinder convertido en empresario. En primer lugar, por pura cronología. Además, los pandilleros que ocuparon las calles de Birmingham en el XIX, al igual que los de la ficción al comienzo de la serie, forman parte prácticamente del lumpenproletariado, lo cual, en cierto modo, y a pesar de lo poco factible que hubiera resultado en 1890 que un pandillero se hiciese con la propiedad de varias factorías, encaja con el ideario del personaje. No obstante, Shelby a pesar de haber abandonado sus creencias socialistas no es ningún «traidor a su clase»: su clase es el lumpen y actúa como tal, intentando -y consiguiendo- medrar en el sistema en vez de cambiarlo, como en el caso de Eden.
La banda, como tal, está descontextualizada, y las dinámicas de actuación de los Peaky Blinders reales se ajustaron a las dinámicas de finales del XIX. Sin embargo, existió una cierta tradición en Birmingham en torno a estas pequeñas mafias que sí hace posible que otras de corte similar se desarrollasen en los años 20. Estas diferencias entre el contexto en que se desarrollaron las bandas de finales del XIX y las que actuaron en la década de 1920 son vitales para comprender cómo se entrecruza Jessie Eden con los Peaky Blinders en la ficción, así como para determinar si ese entrecruzamiento fue simplemente posible en la realidad.
Es importante hacer hincapié en esa cuestión puesto que el movimiento obrero en Inglaterra experimenta un cambio bastante relevante entre 1890-1910, fechas en las que actuaron los verdaderos Peaky Blinders y 1922 o 1926, enclaves cronológicos en los que aparecen personajes como Freddie Thorne o la propia Jessie Eden.
La llegada de la contemporaneidad o más bien la implantación del capitalismo trajo cuestiones como el éxodo rural y el ensanche de las ciudades, algo relevante teniendo en cuenta que la serie se desarrolla en un ambiente urbano mayoritariamente, en el que Birmingham se integra como un personaje más. Este proceso fue especialmente intenso en Inglaterra, cuna de la industrialización y país en el que hacia 1911 solo el 11% de la población activa se dedicaba a la agricultura (Villares, Bahamonde, & Magro, 2001, p. 86).
De hecho, Inglaterra podía considerarse un territorio plenamente urbanizado en la segunda mitad del XIX. Tenía una población industrial que ya desde 1851 superaba a la agricultora. Todo ello se desarrolló en un ambiente urbano que experimentó un crecimiento desordenado y caótico. Es el momento de la creación de barrios insalubres y contaminados como los que describía Engels o como el propio Small Heath (Villares et al., 2001, p. 90). Lo social también experimentó fuertes transformaciones que corrieron paralelamente al proceso de industrialización, como es la consolidación de una sociedad de clases. Sin embargo, en un universo en constante transformación separar el acero de las clases, en palabras de la propia Jessie Eden, no era tan sencillo, ya sea para trepar por él como para destruirlo.
Los primeros intentos por separar ese acero, las primeras reivindicaciones sobre la llamada cuestión social están presentes en algunos casos en las revoluciones liberales. En Inglaterra, el movimiento obrero entronca el liberalismo durante un largo período de tiempo. Sin embargo, el pensamiento obrero termina por posarse sobre sus propias vías. Desde las sociedades de socorros mutuos, que beben del asociacionismo anterior al luddismo inglés, hasta el nacimiento del marxismo en los años 40 del siglo XIX. Son diferentes herramientas que canalizan las acciones colectivas de los obreros. En las primeras experiencias, parten de acciones a mitad de camino entre protestas más propias del antiguo régimen -como los motines de subsistencia-, las cuales evolucionan hacia acciones colectivas más organizadas, como el mencionado luddismo o el cartismo inglés durante la década de 1840 (Villares et al., 2001, pp. 105, 106).
Especialmente relevante fue el surgimiento del sindicalismo. Nacido de las sociedades de socorros mutuos, evoluciona a formas más organizadas. Es en la década de 1880 cuando se estabilizan como instituciones imprescindibles en la regulación de las relaciones laborales, especialmente en el sector industrial, que es el que ocupa Shelby cuando consigue prosperar económicamente y a través del cual pretende legalizar sus negocios sucios. En Inglaterra, el sindicalismo partió inicialmente de las agrupaciones de oficios, para terminar en una organización de nivel nacional, el Trade Union Congress. El sindicalismo sirve de herramienta para grandes conquistas de la clase obrera, como la jornada de ocho horas o la posibilidad de celebrar el Primero de Mayo. De la aspiración de los obreros por conseguir, además de cuestiones laborales, derechos políticos, nacen los partidos políticos de corte obrero (Villares et al., 2001, pp. 107, 108).
En el caso británico, la fortaleza del movimiento obrero demoró la aparición de un partido obrero propiamente dicho. El carácter reformista del obrerismo inglés, vinculado con el liberalismo, así como la permeabilidad del sistema político ingles lo explican. Sobre la organización sindical se creó el Partido Laborista, fundado en 1905, año en que fue respaldado por los miembros de las Trade Unions. Con ello, rompían con la participación política a través del partido liberal para gestionar sus propias herramientas. El éxito electoral del laborismo será una de las grandes novedades del período de la primera posguerra, cuando el fundador, McDonald, alcance por primera vez el poder en las elecciones de 1924 (Villares et al., 2001, pp. 107, 108).
Es imposible que alguno de los pandilleros que pasearon por Birmingham a finales del XIX se uniese a los laboristas simplemente porque el partido no existía. También es poco plausible que algún miembro de las bandas contemporáneas a estos hechos incorporase a uno de sus miembros en las listas de los laboristas. Sin embargo, el éxito electoral de Shelby como miembro del Partido Laborista en 1926 sí que se encuadra en la tónica política del momento en que se desarrolla la serie, aunque como se ha cuestionado anteriormente, cabe preguntarse cómo encaja Shelby, empresario, en un partido de corte obrero, si bien reformista.
Ha de tenerse en cuenta, por otra parte, que Jessie Eden, a pesar del apoyo a Shelby como candidato laborista, militaba en el Partido Comunista de Birmingham, ejercía de mediadora sindical y en varios momentos de la temporada afirma ser partidaria de la lucha armada. Si Shelby va a ser más fuerte que esos valores en Eden es algo que aún desconocemos.
Entre el contexto en que se desarrollan los Peaky Blinders reales y el de la serie ha sucedido un cambio de siglo, la creación del partido político que vertebra el socialismo inglés, dos Internacionales, una guerra mundial y la Revolución Rusa, los vientos del este tan mencionados por Eden y tan perseguidos por el gobierno inglés. Es imposible que los pandilleros de finales de siglo se enfrentasen a problemáticas como las que expone la serie y, mucho menos, que en esas problemáticas se viesen atravesados por una persona como Jessie Eden que, al contrario que otros personajes o elementos de la serie, es un personaje de su tiempo.
Como ya se ha comentado, coincidió en el tiempo con otras bandas similares que sí actuaron en la década de los 20, como los Birmingham Boys, pero teniendo en cuenta la biografía real de Jessie Eden, es poco probable que se relacionase con ellos como se relacionó con los Shelby. No obstante, ha de tenerse en cuenta el hecho de que Eden se relaciona con Shelby cuando este está prácticamente en el punto más alto de su trayectoria vital, relacionándose con el Thomas empresario, no con el Thomas mafioso.
El personaje de Eden, por otra parte, no está caracterizado sólo por su clase social, si bien es lo que la mueve en la ficción de manera principal. Es difícil obviar el hecho de que Jessie Eden es una mujer. Ni siquiera el propio Shelby lo olvida a la hora de intentar atrapar a Jessie en sus redes, ni cuando hace referencia a la muerte de la sufragista Emily Davidson en la conversación que mantiene con Eden en la chatarrería.
El simple hecho de que Tommy se plantee utilizar la tensión existente entre ambos a su favor en un plano sentimental/sexual es algo derivado de su condición como mujer. Además, las reivindicaciones de Eden tienen como eje principal la equiparación de las mujeres a nivel salarial y de derechos laborales, si bien la estratagema de Shelby hace que todos los obreros, hombres o mujeres, se concentren en torno a ella para una huelga general.
Eden bebe no sólo del marxismo, sino que de forma más velada el personaje toma también de otras culturas políticas. La primera vez que se la menciona, hay un clima de estupefacción entre las mujeres Shelby porque otra mujer haya convocado un parón femenino. Todo el personaje está marcado por su género, puesto que, de ser Eden un hombre, la historia hubiera tomado derroteros diferentes, probablemente. El derecho al voto femenino, la mención a las sufragistas, las lucha de Eden por la equiparación salarial de la mujer obrera y su propia existencia tienen un punto de trasgresión, de ruptura con un marco bastante estrecho para las mujeres.
Una parte importante del atractivo de la ficción con bastante peso en el resultado final son sus personajes femeninos. Son personajes femeninos construidos a partir de sus propios rasgos y no como una parte complementaria de los masculinos. A la mezcla se añade la propia Jessie, que aparece como otro personaje femenino que se desenvuelve en un mundo eminentemente masculino. La buena construcción de los personajes no las libra de la violencia, pues sería poco plausible en función a la realidad histórica.
No las libra de sufrir vejaciones, violaciones y de que sus propios personajes estén limitados por los roles de género de la época. Roles de género que, al igual que el resto de los aspectos de la sociedad contemporánea, están en constante cambio. El hecho de que una mujer de clase obrera como la propia Eden aparezca en un espacio político, en la esfera pública al nivel en que lo hace ella es la prueba. No obstante, Jessie Eden, personaje y persona, se desarrolla en un contexto político donde el feminismo ha tomado forma como cultura política.
Se trata, en los primeros momentos, de un feminismo liberal, ante todo centrado en el sufragismo y en la búsqueda de la igualdad en términos jurídicos y políticos, sobre todo desde finales del XIX. Es concretamente en Inglaterra donde surgen las primeras sufragettes, como Emmeline Pankhurst o la anteriormente mencionada Emily Davidson. Se trata de un movimiento esencialmente blanco y de mujeres pertenecientes a las clases medias, que poco a poco, tras la abolición de la esclavitud, va mezclándose con mujeres negras y obreras, lo que generó fricciones, pero también avances. Se consiguió el derecho al voto para las mujeres en 1918 -mayores de 30 años- y diez años después se equiparó la edad a la masculina.
El marxismo, ideología a la que se adscribe Jessie Eden en la ficción y en la realidad, por otra parte, contempla la liberación femenina como parte de su cosmovisión. Partiendo de El origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado (Friedrich Engels, 1884) hasta los postulados de Alexandra Kollontai, la cuestión femenina es también ampliamente tratada. En la figura de la Eden ficticia, comunista, se entrecruzan todas estas cuestiones. No obstante, se trata de una mujer de clase obrera con un ideario comunista, que se ha socializado políticamente en una Inglaterra donde hasta el movimiento obrero entronca con el liberalismo y donde el sufragismo tiene un peso relevante a nivel político y social.
¿Cuál es el resultado de todo este contexto en la trayectoria vital de la Jessie Eden real?
Todo el contexto que se viene explicando es imprescindible para comprender cual fue el recorrido vital de la verdadera Jessie Eden y cuáles son sus diferencias principales con el personaje inspirado en ella, tanto a nivel personal como en cuánto al contexto que las rodea. Ya se ha presentado a Eden como líder sindical. Jessie Eden, apellidada más tarde McCulloch, nació como Jessie Shrimpton el 24 de febrero de 1902 (Stevenson, 2017).
Hija de un obrero del metal, tuvo dos hermanos menores. Jessie Shrimpton se casó con Albert Eden (1896) en 1923. Este es el único matrimonio Shrimpton-Eden que, según quienes han investigado las fuentes primarias, se adapta a las fechas, pero ambas familias tuvieron una presencia bastante fuerte a principios del XX en Brimingham. Se trata de un matrimonio que, según la propia Eden era complicado al no compartir interés político con su cónyuge. En un matrimonio sin hijos biológicos, el papel de Albert Eden en la historia de Jessie se desvanece rápido. Adoptaron un hijo, Douglas, con una salud débil, que murió en 1977 (Stevenson, 2017).
Si situamos a la verdadera Eden en 1925-26, momento en que aparece en la ficción, la encontramos trabajando en la fábrica de motores Joseph Lucas, donde ejercía de delegada sindical para el Sindicato de Trabajadores del Transporte. Las fábricas Shelby ocupan el mismo sector, algo a tener en cuenta. En el momento de la huelga general de 1926, que se ve representada en la serie, el porcentaje de mujeres sindicadas en la factoría mencionada era minoritario frente a las aproximadamente 10.000 mujeres no adscritas a los sindicatos (Hokin, 2017).
Sin embargo, Eden arrastró a las mujeres de su sector a la huelga. En 1976, por el 50 aniversario de la huelga, Eden fue entrevistada por el Birmingham Post, donde recordó las privaciones que habían atravesado, los turnos en los piquetes y sus problemas con la ley en el desfile del Primero de Mayo de ese año, al que acudieron 25.000 personas y donde fue defendida de la policía por sus correligionarios (Hokin, 2017).
Cinco años despues de la huelga, en 1931, Eden consiguió llevar a 10.000 mujeres de la fábrica de Joseph Lucas a una huelga que se alargó una semana en la que protestaban por el nivel de exigencia hacia las trabajadoras, que las llevaba al borde el colapso. Irónicamente, el índice de velocidad que debían cumplir las trabajadoras se basaba en la tasa de productividad de la propia Jessie, a la que tomaron como ejemplo de eficiencia. Si bien la huelga fue exitosa, fue una de las que perdió su puesto de trabajo (Hokin, 2017).
A esa huelga, con Eden a la cabeza, se le atribuye el inicio de una sindicalización masiva entre las trabajadoras, pero Jessie Eden pagó las consecuencias. Durante los recortes llevados a cabo por la empresa, Eden perdió su puesto. Tras un tiempo intentando conseguir otro empleo y teniendo en cuenta que se había unido definitivamente al Partido Comunista tras la huelga, fue enviada a Moscú prácticamente en secreto. Nadie supo donde estaba durante dos años. En la ficción, Eden ya es miembro del partido en 1926, como se viene comentando, sin embargo, en la realidad fue delegada sindical pero no se adscribió al comunismo hasta 1931, año en el que aparentemente, desapareció. En realidad, se encontraba en Moscú reuniendo a mujeres trabajadoras de la construcción soviéticas para ser empleadas en la construcción del metro (Hokin, 2017).
También se dedicó al desarrollo de cuadros comunistas en Moscú a través de la Escuela Lenin de la Comintern, en un principio en su tiempo libre pero eventualmente como actividad permanente. En total, trabajó en la Unión Soviética durante dos años y medio. De vuelta a Birmingham, su hijo se unió a la marina y entró en su vida el responsable de su cambio de apellido. Walter Baxter McCulloch se convirtió en el compañero sentimental de Jessie. Junto a sus dos hermanos, Alex y Andy, formaron parte del Partido Comunista de Birmingham, mientras ella ejerció como vicepresidenta del Central Tenants Association.
Ejerciendo esa vicepresidencia, convocó una movilización de 8000 mujeres en medio de diez días de protesta para retener los alquileres municipales (Stevenson, 2017). Eden fue también una de las figuras clave en la huelga de Birmingham Rent de 1939, que tuvo 49.000 inquilinos como participantes. Consiguió controlar los alquileres tanto a nivel privado como del Consejo de Birmingham (Hokin, 2017).Eden, de forma autodidacta, se había convertido en una experta respecto a los problemas de vivienda de la clase obrera inglesa del primer tercio del XX. Participó también como motor para la visita del embajador de la URSS durante la II Guerra Mundial. La visita de Ivan Mikhailovich Maisky (1884-1975) difícilmente pudo ser organizada sin la mediación de Eden en el Partido Comunista. Una rama del partido, por otra parte, participó en las Brigadas Inernacionales (Stevenson, 2017).
Jessie era uno de los miembros más a la vanguardia del Partido Comunista, sobre todo en lo que a enlaces soviéticos se refiere. También representó al partido comunista en las elecciones generales de 1945 y encabezó las protestas contra la guerra de Vietnam en Birmingham en 1969. En cuanto al primero de los hechos, obtuvo un total de 1390 votos, una cantidad considerable para el Partido Comunista. Su lema, viviendo en Handsworth, era “Elect a Handsworth woman for Handsworth”. Como se puede comprobar las reivindicaciones de Eden giran en torno a la mujer obrera, teniendo en cuenta ambos factores. También concurrió, meses después, como candidata en las elecciones municipales. No alcanzó una concejalía, pero dobló sus votos con respecto a las elecciones generales, quedando muy por delante de los demás candidatos comunistas (Hokin, 2017; Stevenson, 2017).
Volvió a contraer matrimonio, con McCulloch, y adoptó a otro niño en 1950, uno de los muchos huérfanos de la II Guerra Mundial. Mantuvo una conciencia política muy fuerte durante toda su vida, independientemente del nivel de implicación en la política institucional del que hiciese gala, el cual descendió ligeramente durante los 50 y los 60.A fines de 1976, tanto Jessie como Walter estaban muy enfermos. Walter iba a fallecer en 1977 y Jessie, en estos momentos, además empezó a mostrar signos de demencia que la llevaron a permanecer interna hasta que falleció en Birmingham en 1986 (Stevenson, 2017).
Jessie Eden, como era conocida a pesar de su cambio de apellido, sobre todo entre los comunistas de más edad, era una figura relevante del partido, sobre todo en el Birmingham de Entreguerras. Fue una de las primeras líderes de masas a nivel local, con papel esencial durante la década de 1930. Las conocidas como nuevas industrias de dicha década, que producían artículos de lujo para la clase media-alta requerían del trabajo femenino, trabajo que los sindicatos no estaban tan dispuestos a organizar como en el caso de los obreros. Jessie fue una de las responsables de organizar un sindicalismo de raíz femenina. Sin esos sindicatos, hubiera sido complicado movilizar a las mujeres durante la II Guerra Mundial (Stevenson, 2017).
Se dice de ella que fue una excelente oradora, algo que en la ficción se plasma a la perfección en el momento en que la Eden ficticia da un mitin incendiario que levanta a todos sus compañeros. También que confió siempre en una victoria del comunismo, al igual que su representación en la ficción, que amenaza constantemente a Shelby con prender la llama de una revolución (Hokin, 2017).
La vida de Jessie Eden estuvo en esencia dedicada a la defensa de la clase obrera y, más concretamente, de las mujeres, tratando de equipararlas a sus compañeros mientras no cesaba en su lucha por mejorar las condiciones de trabajo de todos. Es justo agradecerle a la serie el hecho de traer al presente a un personaje histórico como Eden. Sin embargo, cabe preguntarse si es igualmente justa su representación en ficción, que, en el punto en que se encuentra finalizada la cuarta temporada, ha quedado desdibujada por el hecho de haberla convertido en una de las numerosas conquistas de Shelby. El personaje aún tiene recorrido y es pronto para juzgar cómo se va a seguir construyendo y desarrollando, no obstante.
Se trata, en definitiva, de un personaje histórico de un interés innegable, que formó parte de los cuadros medios del Partido Comunista. Su biografía ilumina el campo de actuación y las dinámicas de dichos cuadros medios, alejadas de los principales líderes de los partidos políticos. Ha servido para inspirar un personaje ficticio con su mismo nombre y una historia similar. La representación, sin embargo, no es del todo fiel, si bien resulta interesante. Va bifurcándose y diferenciándose: la Jessie Eden real siguió el camino marcado por el propio devenir histórico y la ficticia, el marcado por las exigencias de guion.
Referencias:
- Hokin, C. (2017, noviembre 22). The History Girls: From the Communist Party to Peaky Blinders: The Real Jessie Eden by Catherine Hokin. Recuperado 12 de julio de 2018, de http://the-history-girls.blogspot.com/2017/11/from-communist-party-to-peaky-blinders.html
- Mariño, E. (2017). Peaky Blinders: Estos son los verdaderos Peaky Blinders | Público. Público. Recuperado de http://www.publico.es/culturas/verdaderos-peaky-blinders-serie.html
- Peaky Blinders (banda criminal). (2018). En Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado de https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Peaky_Blinders_(banda_criminal)&oldid=108703455
- Stevenson, G. (2017). Eden Jessie (McCulloch). Recuperado 12 de julio de 2018, de http://grahamstevenson.me.uk/index.php?option=com_content&view=article&id=180:jesse-eden-mccullough-&catid=5:e&Itemid=20
- Villares, R., Bahamonde, Á., & Magro, Á. B. (2001). El mundo contemporáneo: siglos XIX y XX. Santillana 2001