Antecedentes
Los hechos que sucedieron en la jornada del 2 de diciembre de 1805, produjeron un cambio radical en cuanto a la diplomacia y estrategia internacional se refiere. Tras la batalla de Austerlitz, el Tratado de Presburgo y la retirada rusa hacia Polonia, la Tercera Coalición había sido totalmente aplastada. Ni que decir tiene que los prusianos no estaban en condiciones de declarar la guerra a Francia justo en este momento y que, seguramente muy en contra de sus deseos, el rey, Federico Guillermo III, envió a su general Haugwitz para expresar sus felicitaciones ante la gran victoria de Napoleón durante la batalla de los Tres Emperadores. Sin embargo, Napoleón conocía de las intenciones de Prusia mucho antes de finalizar la guerra con Austria y Rusia y, por lo tanto, mostró su rechazo hacia el Rey de Prusia.
La forma en la que Napoleón trataba a Prusia en realidad era una mezcla extraña de respeto y de odio. El primer aspecto mencionado entra sin lugar a dudas en la figura de Federico el Grande, es decir, Napoleón admiraba su gran talento militar y le había estudiado con minuciosidad. Sin embargo, consideraba a Federico Guillermo un hombre sin actitudes sobresalientes y peor aun, como una marioneta en la que servirse para poder frenar la gran influencia austriaca en el continente. A principios de 1806 Napoleón afirmaba la improbabilidad de que Prusia declarara la guerra a Francia debido a que Haugwitz había propuesto a Napoleón una alianza frente a Inglaterra. No obstante, Napoleón sabía perfectamente que la situación de Prusia no era buena y, por su puesto, Napoleón no olvidaba que Prusia había tenido intenciones de participar en la Tercera Coalición en su contra. Por ello, Napoleón realizó una serie de exigencias a Prusia que se traducían en cesiones territoriales, principalmente. Entre los más importantes, cabe destacar la unión del principado de Cleves con el de Berg cuya soberanía recaería en el cuñado del Emperador, Murat. Por otro lado, se impuso a Prusia que estableciera medidas sancionadoras, económicamente hablando, contra Inglaterra que Napoleón viera oportunas. A cambio de todas estas exigencias por parte de Francia, Prusia recibiría Hanover cuya interpretación se ha visto claramente marcada por el intento decisivo de Napoleón de romper las relaciones diplomáticas entre Berlín y Londres.
Los términos eran muy exigentes, pero la situación requería una respuesta rápida dado que las fuerzas francesas estaban en la frontera meridional prusiana y las tropas prusianas estaban totalmente acuarteladas y sin movilizar. Prusia intentó conseguir algo de tiempo y retomar las negociaciones; un comportamiento que denotaba aún más la indecisión del monarca prusiano. Finalmente, la paciencia del Emperador terminó y el 15 de febrero Haugwitz no tuvo más remedio que aceptar todas las exigencias francesas ante la amenaza de guerra. Napoleón había conseguido un gran triunfo diplomático en el sentido de que se había deshecho de un fuerte adversario y había logrado, a su vez, aislar más a Inglaterra.
A pesar de que gran parte de Europa estaba en proceso de arrodillarse a la autoridad de Napoleón, los británicos seguían siendo una oposición indomable. Desde la desastrosa batalla de Trafalgar en octubre de 1805 se había hecho totalmente imposible la invasión de la isla, y por tanto el «Pequeño Cabo» tuvo que recurrir a estrategias de bloqueos económicos para intentar que Inglaterra entrara en razón. Fue una política muy criticada en toda Europa, e incluso los comerciantes franceses no cumplían con los bloqueos. Por ello, Napoleón intentó volver a negociar con la «Pérfida Albión» y en junio de 1806 Napoleón ofrecía la entrega de Hanover a Jorge III para sorpresa de toda Europa. No obstante, el gobierno británico no recibió con gran entusiasmo la noticia debido a lo costoso que había sido hasta ese momento hacerse cargo de tal herencia. Además, Prusia protestó y dicha maniobra diplomática fue un gran error por parte de Napoleón dado que haría estallar un nuevo conflicto armado en Europa, suceso que el propio Emperador estaba tratando de evitar.
Hacia la guerra
Prusia manifestaba una preocupación por los hechos ocurridos en Europa. Aunque se alegrara por un lado de la derrota de Austria, por otro lado estaba acorralada ante el gran poderío francés. Además, la alianza con Francia y las trabas económicas impuestas a Inglaterra por mandato del Emperador habían ocasionada el estallido de la guerra con los británicos. Este hecho provocó la pérdida de más de 700 navíos alemanes que fueron totalmente embaucados en los puertos ingleses. Esto supuso la ruptura total de las relaciones diplomáticas, así como una auténtica catástrofe para los comerciantes prusianos y también ingleses. Por otro lado, se empezaban a sentir los ecos nacionales en el sentido de que el pueblo prusiano se puso en contra de la autoridad y yugo francés, así como la gran humillación que estaba soportando el gobierno prusiano. Un sector importante dentro de este gran descontento anti-francés, fue el del ejército. Se empezó a formar una especie de grupo alrededor de la Reina que estaba formado por oficiales dirigidos por el duque de Brunswick y el príncipe Hohenhole, que no pararon de intentar presionar al monarca para que este declarara la guerra a Francia. El despreocupado e indeciso Federico Guillermo comenzaba a ceder ante las presiones del nombrado grupo y destituyó a su ministro de exteriores Haugwitz y nombró al patriota Hardenberg. Una acción que convenció del todo a Federico Guillermo fue el descubrimiento por parte de este de las negociaciones que estaba llevando a cabo Napoleón con Jorge III con el objetivo de devolver a Inglaterra el territorio de Hanover, algo que ni siquiera el Rey de Prusia podía permitir. El 7 de agosto de 1806 Prusia tomó la decisión en secreto de declarar la guerra a Napoleón comenzado así, la guerra de la Cuarta Coalición (1806-1807).
Napoleón no tuvo conocimiento de la declaración de Prusia hasta el mes de septiembre, sin embargo, todavía era muy escéptico a la creencia de un ataque directo por parte de Prusia a su Grande Armée. En este momento, los franceses tenían a su disposición a unos 160.000 soldados en la zona sur de Alemania, 32.000 jinetes, unas 350 piezas de artillería y 13.000 bávaros y otros aliados como fuerzas auxiliares. Un elemento de gran importancia fue que los oficiales de Napoleón, justo en la campa de 1806, eran jóvenes experimentados, con confianza en sus aptitudes así como en la del propio Emperador. La Grande Armée de 1806 fue, seguramente, la fuerza de combate mejor entrenada de todas las que Napoleón tuvo a su disposición no olvidando, además, las victorias de Ulm y Austerlitz del año anterior que supuso una situación de ánimo y de moral inmejorable dentro del ejército francés.
A pesar de lo descrito anteriormente, Napoleón no subestimaba la capacidad bélica del enemigo. Sin embargo, parece ser que la afamada máquina de combate prusiana padecía graves defectos en 1806. Aunque contara con unos efectivos de unos 260.000 soldados disponibles, dicha cifra se reducía a 170.000 en el mes de agosto de 1806 debido al mal planteamiento de la llamada a filas por parte de la burocracia prusiana; y no solo a lo que respecta de las tropas regulares, sino también entre las filas de los reservistas. Las tácticas militares que impregnaban al conjunto de la cabeza bélica prusiana residía en estrategias anticuadas que procedían de tiempos de Federico el Grande. La idea se aferraba en la precisión de los soldados en un complejo y apretado sistema de fuego por filas frente a la velocidad o la flexibilidad de otros ejércitos contemporáneos como el de la propia Francia. La total dependencia de arsenales y almacenes era otro gran punto débil que aminoraba la marcha y reducía el espacio recorrido a unos 20km diarios. Además, los mosquetes empleados por el ejército prusiano se consideraban los peores de Europa en aquellos momentos debido a que se seguía empleando un diseño que databa del año 1754. A pesar de todos estos defectos, lo que de verdad era el talón de Aquiles del ejército prusiano era su Estado Mayor y su dirección. El monarca, a quien nadie consideraba como militar, no tenía ni por asomo un punto de comparación con su antepasado Federico el Grande. Además, el duque de Brunswick, quien tenía la autoridad suprema del ejército, contaba con nada menos que con 71 años de edad, siendo un veterano de la guerra de los Siete Años (1756-1763). Los generales más jóvenes y de mayor capacidad, como Gebhard von Blücher, el príncipe Hohenhole o el general Schmettau, contaban con no menos de 60 años de edad. Sus edades avanzadas y la diversidad de opiniones y de tácticas a seguir impedían que el mando del ejército siguiera un sistema ordenado y uniforme.
Parece ser que durante el mes de agosto el Estado Mayor prusiano solo consiguió ponerse de acuerdo en una cuestión: Napoleón se mantendría en la defensiva y estaría alerta ante un posible ataque por la retaguardia del Saale Alto, en las zonas de Franconio o del Main. A pesar de que deberían haber sido conscientes de lo atrevido y agresor que había sido el corso en sus campañas anteriores, estaban convencidos de que no se lanzaría directamente a pisar territorio prusiano. Por otro lado, los prusianos desplegaron tres ejércitos de batalla. El más numeroso estaba dirigido por el duque de Brunswick, de unos 70.000 soldados, y estaba dispuesto entre las poblaciones de Leipzig y Naumburg; el segundo ejército estaba comandado por el príncipe Hohenhole estando formado por unos 50.000 soldados, sin embargo, se les unió unos 20.000 soldados sajones de refuerzo llegando a alcanzar la cifra del primero. El tercer ejército lo encabezaban los generales Blücher y Rüchel estacionados en Mühlhausen y Gotinga. El total, como se ha descrito anteriormente, era de unos 170.000 hombres de los cuales, 35.000, eran unidades de caballería y 15.000 correspondientes a unidades de artilleros que tenían a su disposición unas 300 piezas de artillería.
Aunque lo más audaz hubiera sido esperar la llegada de refuerzos rusos desde el Este, fue desaprobado porque surgió el antiguo recuerdo del mal comportamiento de las fuerzas rusas en pasados conflictos en los que, según los prusianos, provocaban tanto la aniquilación de enemigos como de aliados. Además, no podían esconder un orgullo por ser los herederos de Federico el Grande y, por lo tanto, no iban a tomar medidas defensivas considerándolas, también, una amenaza para la integridad de la capital. Creían que si Napoleón atacaba primero, podrían llevar a cabo una táctica de tierra quemada, sobre todo, en la zona de la Selva de Turingia, en los alrededores del río Elba, y también en las zonas del Oder hasta que el general ruso Bennigsen llegara con tropas de refuerzo.
Se planeó, por parte del estado Mayor prusiano, una alternativa más agresiva en la que se organizarían alrededor del territorio de Erfurt, en la posición norte de la Selva de Turingia, y proseguirían rodeando el flanco del ejército francés. Esta opción fue la que menos gustó en un primer momento.
Una tercera opción, y la que más efectiva era vista por el Estado Mayor prusiano, era un avance con el conjunto del ejército en dirección Wüzburg por Erfurt y a continuación Stuttgart, con la intentona de coger por sorpresa al ejército francés que estaría totalmente desprevenido y disperso o, en caso contrario, por lo menos romper sus líneas de comunicaciones con el Rin y la propia Francia. Este último plan fue ideado por el duque de Brunswick, sin embargo, no fue apoyado por la gran variedad de opiniones entre las que destacaban, fundamentalmente, las de Hohenhole y el general Massenbach. El primero defendía una opción muy temeraria en el sentido de que defendía desplazar la operación más al este, hacia las ciudades de Hof y Bamberg, obligando a dividir el ejército entres en un frente de nada más y nada menos que de 150km con una reserva aparentemente escasa. Aunque el plan ya resultaba descabellado, Massenbach superó el límite con una propuesta algo ridícula: un movimiento del ejército silesio en dirección Hof y posicionándose en el Danubio volviendo, a su vez, por Sajonia. Finalmente, Federico Guillermo intentó mediar en las decisiones de su Estado Mayor y se decidió por un plan conjunto de las tácticas de Brunswick y Hohenhole.
El día 27 de septiembre, por fin, la junta había decidido optar por el plan de Brunswick. Cuando el ejército prusiano se puso en marcha en dirección Erfurt, Brunswick recibió la alarmante noticia de que la Grande Armée estaba en marcha y, de nuevo, Brunswick convocó un nuevo consejo de guerra para discutir las tácticas. Lo primero que se decidió fue el reconocimiento, enviando al general Müffling, y el 5 de octubre dicho general ostentó la misión de intentar localizar las comunicaciones del enemigo. El 8 de octubre consiguió informar al Estado Mayor de que Napoleón se estaba dirigiendo rápidamente a Bayreuth y Coburg con la impresión de que quería invadir Sajonia. Ante estas noticias, el Estado Mayor discutió las alternativas y, mientras unos decidían la defensa en la línea del Saale, otros defendían la idea de reorganizar el ejército y replegarse a Leipzig.
Finalmente, Brunswick ideó nuevas instrucciones. Ordenó que el ejército se dirigiera al oeste del Saale y posteriormente que acosara el flanco de Napoleón. A su vez, dos escuadrones de caballería apoyadas por varios regimientos de artillería ligera se posicionarían en el sur de Neustadt y Hildburghausen para cortar las comunicaciones francesas. Las restantes fuerzas del Duque se dirigirían hacia Erfut y luego a hacia Blankenhain. El príncipe Hohenhole recibió las órdenes de aproximarse a Hochdorf el día 9 de octubre y, además, mantener posiciones en las cercanías de Rudolstadt, a la izquierda del Saale. Por otro lado, el general Rüchel recibió las instrucciones de mandar regimientos al territorio de Fulda para apoyar un ataque a la retaguardia francesa, mientras que su principal fuerza de ataque se aproximaba desde la zona de Eisenach para juntarse a la de Brunswick entre las posiciones de Gotha y Erfurt. Por último, la reserva, comandada por Eugen de Württemberg (unos 15.000 hombres), se dirigiría a Halle, para juntarse con Brunswick en Leipzig o en Naumberg si fuese necesario. El conjunto del ejército prusiano se dispuso de tal forma, que siguiera los movimientos del ejército de Napoleón aun a costa de dejar toda la iniciativa a Napoleón.
Según Chandler, en conjunto era un buen plan, si bien presuponía que los franceses tendrían toda la iniciativa. Era excesivamente detallado en el número de destacamentos que consignaba, y era lo suficientemente vago como para permitir a Hohenhole interpretar la intención subyacente de la manera que a él, y no a Brunswick, le pareciera mejor.
La táctica de Napoleón: le bataillon carré
Mientras los prusianos estaban debatiendo las medidas y las opciones tácticas que debían llevar acabo para enfrentarse a Francia, Napoleón había terminado ya sus preparativos. Las primeras noticias que recibió Napoleón acerca de los movimientos prusianos, le parecieron muy ilógicas y, a pesar de todo, se las tomó con cautela. ¿A que se debe esta precaución por parte del Emperador? Bien, lo primero que hay que tener en cuenta es la terrible idea de enfrentarse a una nueva coalición y, sobre todo, la posibilidad de que mientras estuviera ocupado en Prusia, los ingleses desembarcaran en las costas francesas de manera que fuera, Prusia, una mera distracción táctica. Por otro lado, le atemorizaba la idea de que mientras se movilizara en las zonas centrales de Alemania, Austria se decidiera a unirse a la lucha contra él y así acabar de una vez por todas con la influencia de la Francia revolucionaria o, mejor dicho, de la hegemonía napoleónica. Las sospechas de un nuevo enfrentamiento de carácter internacional se hicieron evidentes cuando, el 3 de septiembre de 1806, fueron recibidas en París las sorprendentes noticias de rechazo del Zar hacia el acuerdo propuesto por Francia. El 5 de septiembre, por otro lado, Francia impuso decretos de reclutamiento y llamadas a filas que se traducían en 50.000 soldados correspondientes al reemplazo de 1806 y a 30.000 reservistas.
En palabras de Chandler, las maniobras prusianas, en particular los indicios de que sus principales fuerzas se estaban concentrando al oeste del caudaloso Elba, seguían sorprendiendo al Emperador. Era tan evidente que a Federico Guillermo le convenía interponer distancias y tiempo entre él y Napoleón que una concentración tan desprotegida y avanzada solo tenía sentido presuponiendo la existencia de una conspiración de mayores proporciones o un ataque de locura. Por otro lado, Napoleón seguía expresando lo siguiente: los movimientos prusianos siguen siendo insólitos; debo darles una lección. Mis caballos salen mañana y la Guardia dentro de pocos días… Si los informes sugieren que los prusianos han perdido la cabeza, viajará [refiriéndose al mariscal Berthier] directamente a Würzburg o Bamberg. Tras varios días, Napoleón se decidió, el 15 de septiembre, por tomar el camino de Bamberg.
El 18 de septiembre Napoleón recibió noticias de que los prusianos se estaban concentrando en Sajonia, así como el reclutamiento de dos divisiones prusianas que se incorporaron al grupo de ejército de Hohenhole.
Napoleón se tomó dicha acción como una declaración de guerra a Francia y se puso en marcha. El ejército estaba completamente en alerta, y la Guardia Imperial se dirigió hacia el territorio de Maguncia. En apenas semana y media Napoleón y su Grande Armée habían recorrido alrededor de 550 km.
Entre los días 18 y 19 de septiembre el Emperador elaboró más de 100 instrucciones a sus subordinados. El 2 de octubre, el Séptimo Cuerpo del mariscal Augereau debería situarse en Frankfurt; el Primer Cuerpo del mariscal Bernadotte se establecería en Nuremberg, y el Sexto Cuerpo del mariscal Ney se había organizado en Ansbach en las posiciones cercanas a los ríos Iller y alto Danubio. El 3 de octubre el Tercer Cuerpo del mariscal Davout se dirigió a Bamberg para unirse al cuartel general de la Grande Armée; el Quinto Cuerpo del mariscal Lefebvre, se aproximaría desde la zona baja del Main, hasta Königshofen, al mismo tiempo que la artillería y las caravanas de suministros se emplazarían en Würzburg. El 4 de octubre, el Cuarto Cuerpo del mariscal Soult llegaría a Amberg tras una pesada marcha desde el territorio del valle del río Inn. Napoleón se puso en marcha a Maguncia la noche del 24 de septiembre acompañado de su esposa Josefina y de su ministro de asuntos exteriores Talleyrand.
En el pensamiento del Emperador residía la convicción de que debía aplastar a los prusianos antes de que se les unieran los rusos que se acercaban desde el Este. Además, Napoleón contaba con un factor importante como son las vías fluviales, es decir, tanto el río Rín como la zona del Main estaban controladas por los franceses. A estas dos alternativas, se sumaba una tercera vía que sería la tentativa directa para deshacerse cuanto antes de los ejércitos prusianos: el camino a Berlín.
A continuación, vamos a analizar las tres rutas estudiando, principalmente, el terreno, el tiempo y la distancia.
Por un lado, si la Grande Armée se establecía en las proximidades de Wesel en la zona del Rín le sería poco dificultoso moverse hacia Berlín. No había gran número de accidentes geográficos que sirvieran de obstáculos para el ejército francés. Sin embargo, la posición del ejército francés en ese momento desaconsejaba esta opción porque tardarían mucho en organizarse para tomar ese camino y, por lo tanto, la ofensiva se retrasaría tanto que daría tiempo a que los rusos llegaran en ayuda de Prusia. Por otro lado, dejaría sin defensa las posiciones del sur ante un hipotético ataque austriaco y, en caso de derrota por parte de los prusianos, les daría tiempo a replegarse al norte y unirse a los rusos para contraatacar. En definitiva, esta opción presentaba mas desventajas que beneficios.
Una segunda opción era la de establecerse en las cercanías de Maguncia para, posteriormente, dirigirse a Berlín tomando el camino por Frankfurt, Fulda y Erfurt. Este recorrido estaba mejor comunicado con las líneas de abastecimiento y de comunicación francesas, pero ostentaba el problema de que la ruta poseía unos accidentes geográficos, como la Selva de Turingia, muy difíciles de atravesar que retrasarían mucho la marcha y el movimiento del ejército.
Por último, una tercera vía que anunciaba mejores oportunidades de éxito. Si los franceses conseguían reunirse en la zona de Bamberg-Bayreuth, tendrían una posibilidad de avanzar dirección norte para situarse en las proximidades de Leipzig y Dresde y así poder dirigirse hasta Berlín. A pesar de todo, esta alternativa presentaba difíciles travesías con un bosque bastante denso y escarpados, así como el obstáculo principal: el río Elba. Sin embargo, las ventajas eran mayores a las desventajas debido, fundamentalmente, la localización en aquellos momentos de la Grande Armée. Cabía la posibilidad de situar bases de operaciones en Maguncia, Würzburg, Mannheim y Bamberg alrededor de las principales líneas de comunicación, y plantear otro camino al sur por Ulm y al oeste desde la anterior posición en las proximidades del alto Danubio en dirección a la Selva Negra y Estrasburgo. Además, tomando estas posiciones se aseguraban su retaguardia encaso de un ataque austriaco, así como acosar la moral de Austria y recordarles la severa derrota que la ocasionaron hace tan solo un año atrás. La mayor ventaja de esta opción era que se podrían utilizar como defensas estratégicas las posiciones de los ríos Saale, Eláter y el Molde que posibilitarían una manoeuvre sur les derrières contra los ejércitos prusianos. Sería un gran movimiento rápido que, desde Bayreuth en dirección Berlín, haría peligrar las comunicaciones prusianas, conseguiría rodear a las fuerzas prusianas suponiendo un peligro para la capital y aislar a los ejércitos de Prusia de los rusos que se acercaban por el este. Napoleón pensaba que la batalla final se libraría en torno a las inmediaciones del río Elba. El 29 de septiembre le llegaron noticias a Napoleón sobre que las fuerzas prusianas se encontraban en las cercanías de Erfurt. Con estas noticias Napoleón sabía que las zonas de Leipzig y Dresde serían de gran importancia estratégica, así como que dichas zonas centrales, en caso de ser tomadas por los franceses antes que los prusianos, serían un factor fundamental para aislar de forma definitiva a los prusianos de los rusos.
Una serie de cartas que Napoleón escribió para explicar sus planes a su hermano Luis narraban lo siguiente:
Es mi intención concentrar todas las fuerzas en el extremo derecho, dejando toda la zona entre el Rin y Bamberg sin ocupar a fin de permitir que se concentren 200.000 soldados en el mismo campo de batalla. Si el enemigo avanzase entre Maguncia y Bamberg, no estaría preocupado dado que mi línea de comunicación está basada en Forcheim, una pequeña fortaleza, y desde allí llega hasta Würzburg… Es impredecible qué va a ocurrir exactamente, ya que el enemigo, que piensa que mi izquierda está en el Rin y mi derecha en Bohemia, y que mi línea de operaciones corre paralela a mi frente de batalla, podría considerar una ventaja doblar mi izquierda, y si lo hace lo arrojaré al Rin. Napoleón en otra carta expresaba lo siguiente: Las observaciones de mi primera nota son todas de carácter preventivo. Mis primeras marchas amenazarán el corazón de la monarquía prusiana y el despliegue de mis fuerzas será tan importante y rápido que considero probable que todo el ejército de Westfalia se repliegue en Magdeburg y se disponga mediante marchas forzadas para loa defensa de la capital. Unos días antes de dichos escritos, Napoleón comentaba a su hermano esto: Apresúrate a movilizar tus tropas. Congrega todas las fuerzas disponibles a fin de engañarlos y proteger mis fronteras en tanto que yo me planto en el centro de Prusia con mi ejército y me dirijo directamente a Berlín. Guarda todo esto en secreto. Dado que mi intención no es atacar desde tu lado, deseo que inicies la campaña el 1 de octubre atemorizando al enemigo. Podrás refugiarte detrás del in y de las murallas de Wesel si ocurre algo imprevisto. Me sirvo de tus tropas solamente para atraer al enemigo hasta el 12 de octubre, …la fecha en que daré a conocer mis intenciones. Si tu misión fallara me encontraría en un apuro; mi proyecto podría malograrse, y en tal caso, tal vez todo el norte de mi reino quedase sin dirección. Por otro lado, independientemente de lo que me ocurra a mí, sabiendo que te encuentras detrás del Rin seré capaz de actuar con más libertad.
Estos escritos revelan la gran relevancia que Napoleón daba a su hermano Luis y la confianza en que el mismo mostraba en su hermano para defender la línea del Rin, inclusive si el ejército francés sufriera una derrota que obligar a un repliegue ordenado hacia el Danubio.
No obstante, había, como ya hemos comentado, dos problemas más que Napoleón intentó de paliar o, al menos, vigilar. En primer lugar, se encontraba la hipotética intervención austriaca. Aunque se fiara de las promesas por parte de Austria de no intervenir, Napoleón envió refuerzos al ejército de Italia dirigido por Eugene de Beauharnais y que se preparara en caso de ataque austriaco. Por otro lado, se encontraba la fatal situación de un desembarco inglés en las costas francesas. Aunque Napoleón estaba seguro de la actuación de la Guardia Nacional, la guarnición local de unos 16.000 soldados dirigidos por el general Brune, así como los 2.000 jinetes con los que contaban los departamentos, avisó a su hermano Luis de que en tal caso se dirigiera a París con 8.000 reservistas desde Holanda junto con el general Kellermann.
El 2 de octubre Napoleón asumió el mando directo de la Grande Armée. Aunque no había habido una declaración formal de guerra, Federico Guillermo envió un ultimátum a Napoleón con las siguientes exigencias: la retirada total de las tropas francesas apostadas en el Rin, la devolución de Wesel y la reunión de una embajada para tratar otros asuntos de suma importancia. La respuesta de Napoleón se redujo a la violación del territorio prusiano en los primeros días de octubre de 1806.
Tras finalizar la última semana de septiembre, todo estaba preparada para que diera comienzo la primera etapa de la campaña con el dificultoso obstáculo geográfico del bosque franconio. El día 5 de octubre, Napoleón redactó al mariscal Soult una instrucción en la que narraba un plan para atravesar dicho bosque.
He hecho ocupar Würzburg, Forcheim y Kronach, armarlas y aprovisionarlas, y me propongo irrumpir en Sajonia con todo mi ejército en tres columnas. Estarás al mando de la columna de la derecha con el cuerpo del mariscal Ney siguiéndote a medio día de marcha, quien a su vez lleva tras sí a 10.000 bávaros a un día de marcha; en total más de 50.000 soldados. El mariscal Bernadotte mandará la columna central, seguido del cuerpo del mariscal Davout, la mayor parte de la Caballería de Reserva y la Guardia, lo que hace más de 70.000 soldados. Irá por Kronach, Lebenstein y Schleiz. El Quinto Cuerpo encabezará la columna izquierda, con el del mariscal Augereau tras él. Atravesará Coburg, Grafenthal y Saalfeld, y comprenderá unos 40.000 soldados. El día que llegues a Hof el resto del ejército estará en posiciones igual de avanzadas. Yo acompañaré al centro. Con una fuerza concentrada en un espacio tan pequeño comprenderás que no pienso dejar nada al azar, y puedo atacar al enemigo dondequiera que él elija hacerme frente con casi el doble de tropas… Si el enemigo te resiste con no más de 30.000 soldados, coordínate con el mariscal Ney y atácale… Cuando llegues a Hof, tu primera preocupación deberá ser establecer comunicaciones entre Lebenstein, Ebersdorf y Schleiz… Por las noticias recibidas hoy parece que si el enemigo emprende alguna acción será contra mi izquierda; el grueso de sus fuerzas parece estar cerca de Erfurt… No puedo pedirte con más fuerza que me escribas con asiduidad y me mantengas informado de todas las noticias que te lleguen de Dresde. Tal vez pienses que todo son ventajas al desplazarse en un batallón cuadrado de 200.000 soldados, pero se requiere no poco arte y que se den las circunstancias apropiadas.
Según Chandler, la organización de la Grande Armée en un bataillon carrée de unos 180.000 soldados le permitiría afrontar un ataque enemigo desde cualquier dirección. Las unidades constituyentes de cada columna estaban lo suficientemente cerca como para prestarse apoyo aunque los enlaces laterales fuesen muy débiles durante el cruce del bosque.
La diversificación del ejército en tres columnas hizo ganar mucho tiempo a Napoleón durante la travesía en el bosque debido, principalmente, a la flexibilidad con la que contaba el ejército con esta fragmentación.
En la mañana del día 8 de octubre, las tres columnas avanzaban y atravesaron la frontera sajona. En la vanguardia se situaron los escuadrones de caballería del mariscal Murat, con el objetivo de reconocer la zona e informar al grueso del ejército francés sobre las posiciones prusianas y los caminos a seguir. Es en esta fecha,a demás, donde se produjeron algunas escaramuzas sin importancia. Al amanecer del día 9, sin embargo, ocurrió la primera acción militar importante de la campaña: los mariscales Bernadotte y Murat se encontraron de lleno con las fuerzas del general prusiano Tauenzien que contaban con unos 6.000 prusianos y 3.000 sajones.
Dos escuadrones de caballería y pequeños grupos de infantería del primer Cuerpo despejaban los caminos de Gera. El resto del ejército seguía avanzando y al caer la noche el cuerpo de Lannes en el flanco izquierdo y el del mariscal Soult en el flanco derecho estaban en las cercanías de Saalfeld y Hof respectivamente. Napoleón pensaba que la vanguardia de su ejército, sobre todo en su flanco izquierdo dirigido por Lannes, encontraría una gran presencia enemiga y el Emperador avisó a Lannes de que en caso de ataque prusiano esperara a Augereau para contestar el ataque.
En el bando prusiano la situación era más bien caótica. Las noticias sobre la difíciles circunstancias del general Tauenzien, hicieron que Hohenhole dirigiera su avance en ayuda del mismo atravesando el río Saale. Entre la noche del día 9 y el amanecer del día 10, el príncipe Luis Fernando avistó muchas hogueras alejadas de su posición en Saalfeld. Esto reafirmaba la necesidad de reagrupar tropas en las posiciones de Rudolstadt y Kahla con objetivos posteriores de cruzar el río. Sin embargo, estas órdenes de Hohenhole al príncipe Luis contenían contradicciones, y el príncipe las interpretó mal pensando que sus objetivos eran los de resistir en el desfiladero de Saalfeld y ganar tiempo mientras que Hohenhole se dirigía con el grueso de sus fuerzas hacia Auma en ayuda de su subordinado Tauenzien, así como que Brunswick conduciría a su ejército a cubrir el flanco izquierdo del príncipe Luis. No obstante, todo lo descrito no ocurrió porque Brunswick se quedó sin saber qué hacer en las proximidades de Erfurt, y el príncipe Luis, por lo tanto, cada vez más aislado. El día 10 por la mañana, el príncipe Luis recibió nuevas instrucciones que ordenaban la resistencia en Rudolstadt y evitar entrar en combate con el mariscal Lannes. Sin embargo, era ya demasiado tarde; sobre las 10 de la mañana ya había empezado la batalla de Saalfeld.
El príncipe Luis pensaba que su objetivo era defender el movimiento de Hohenhole hacia Auma y también defender el despliegue de Brunswick en dirección Rudolstadt contra una probable ataque del cuerpo del mariscal Lannes. Dirigió sus fuerzas, de unos 8.500 soldados en total, para preparase en sus puestos del flanco izquierdo del Saale con el objetivo de ocupar la salida del desfiladero que llevaba a Grafenthal. La división en vanguardia del mariscal Lannes se expuso demasiado a su salida de los montes, pero su comandante, Suchet, no dudó en atacar al instante, incluso antes de que llegara en ayuda el cuerpo del mariscal Augereau. Lannes, además, ordenó que se dirigiera en ayuda de su subordinado Suchet, un escuadrón de caballería ligera y ordenó a este que enviara al resto de sus fuerzas de infantería para intentar rodear al príncipe Luis. A las 11 de la mañana, Luis se dio cuenta de esta acción e intentó reforzar su flanco derecho, al mismo tiempo que ordenaba avanzar a su centro para tomar la aldea de Beulitz.
Toda la mañana prosiguió con duros combates en dicha aldea y en las proximidades de Croesten, sin embargo poco a poco los franceses ganaban terreno a los prusianos. En un intento por asegurar el repliegue de sus fuerzas y evitar el desorden generalizado, el príncipe Luis, junto con cinco escuadrones de caballería, cargó contra el centro francés perdiendo la vida. Según Chandler, con él seguramente pereció el mejor militar de Prusia.
Tras la muerte del príncipe, el combate estaba perdido para los prusianos. Lo que quedaba de las fuerzas prusianas se replegó hacia el Saale. Los franceses perdieron 172 hombres, pero capturaron 33 cañones y 1.800 enemigos, matando a cerca de 1.000. Es esta una de las primeras acciones importantes de la campaña y tuvo graves repercusiones en la moral y estado de ánimo de los prusianos. El Príncipe se había enfrentado a 14.000 franceses en una desventaja de dos a uno. Las noticias acerca de su muerte fueron recibidas con gran desolación en el Estado Mayor prusiano. Por otro lado, la acción de Schleitz hizo suponer a los prusianos que los franceses se dirigirían hacia Leipzig para intentar romper sus comunicaciones. Esto hizo que Hohenhole tomara la decisión de dirigirse hacia Kahla con la idea de dirigirse a Jena, mientras el Rey y Brunswick se reagrupaban en Weimar. Como siempre, los prusianos se mostraban confusos en sus movimientos.
Los franceses no sabían la localización exacta de los prusianos. Desde el flanco derecho del mariscal Soult llegaban noticias de que el ejército prusiano apostado en Plauen se retiraba al norte, y Napoleón, cuando recibió dichas noticias, meditó en un principio que los prusianos se agruparían cerca del enclave de Gera con el objetivo de proteger la entrada a Leipzig y ayudar a Tauenzien. Los franceses continuaron, por lo tanto, su marcha hacia el norte con la idea de llegar antes a Gera y atacar a los cuerpos prusianos. Aunque el Emperador no se equivocaba en cuanto a la dirección y marcha de los prusianos, se equivocó en su destino que mucho tenía que ver con la mala coordinación de los prusianos que, de no haber sido así, seguramente hubiesen tomado el camino por Gera y Napoleón hubiera acertado en todos los detalles.
El reconocimiento de la caballería de Murat en Gera informaba de que no había presencia enemiga en sus inmediaciones y que, por tanto, los prusianos se encontraban o más al norte o en el oeste. La noche del 11 de octubre Lannes informaba a Napoleón de que los prusianos tampoco se encontraban más allá de la orilla oriental del río Saale. Con esta información, Napoleón razonó que los enemigos no tenían la intención de proteger sus comunicaciones con Leipzig, sino que su ejército se localizaba cada vez más hacia el oeste y que presentaría batalla en las proximidades de Erfurt. Las órdenes que elaboró el día 12 situaban al ejército francés en el oeste para frenar cualquier intento por parte de los prusianos de dirigirse hacia Elba. A pesar de todo, Napoleón no conocía bien las intenciones del enemigo y ordenó a Soult establecerse en las proximidades de Gera para que vigilara cualquier tentativa de ataque en las posiciones del norte y del este. El objetivo del Emperador era el de cruzar el Saale el día 14, dirigirse a Weimar y atacar el enclave de Brunswick el día 16. Tenía los cálculos previstos, es decir, los prusianos tenían dos alternativas: atacar antes de dirigirse a Erfurt o replegarse hacia las inmediaciones de Halle y posicionarse en el flanco izquierdo del río Elba. Para erradicar esta vía, la mayoría del ejército francés desde Jena atacaría al enemigo mientras que los mariscales Davout y Bernadotte lo cerraban en Elba, forzando a entablar batalla.
Mientras tanto, los prusianos, frente a su arrogancia y confianza del mes de septiembre, ahora su moral se encontraba y el duque de Brunswick dio órdenes de replegarse hacia el norte abandonando las posiciones de Auerstadt, queriendo evitar así cualquier tipo de acción con su enemigo.
El día 13, Napoleón recibió noticias de su mariscal Lannes por el que este informaba que había entre unos 12.000 y 25.000 soldados prusianos apostados en las inmediaciones de Jena y Weimar. Cuando Napoleón recibió estas noticias ya se podían escuchar el ruido de los cañones y los mosquetes de lejos. Con este panorama, Napoleón necesitaba reorganizar su estrategia y ordenó a Davout que se dirigiera hacia el oeste en Naumburg para atacar el flanco izquierdo enemigo en caso necesario. Bernadotte recibió órdenes de avanzar hacia Dornburg salvo en caso de que atacaran a Lannes cuyo objetivo sería el de prestarle apoyo. Soult y Murat emprenderían su marcha directamente hacia Jena; Lefebvre junto a la Guardia Imperial, se encontrarían con el Emperador en el cuartel general en las cercanías de Jena. En el trayecto hacia Jena, se toparon con la vanguardia prusiana. Los franceses pudieron repeler los ataques y a pesar de que Lannes, todavía aislado, creía que estaba contra una fuerza de unos 40.000 prusianos, estaba convencido en defender el terreno ganado. Napoleón pensó erróneamente que se trataba del grueso de las fuerzas prusianas y, por lo tanto, envió al Quinto Cuerpo y la reserva de la Guardia hacia las posiciones de Jena para fortalecerlas.
Napoleón estaba seguro de que los prusianos querían presentar batalla en la meseta. Además, contaba que con sus 25.000 hombres (Quinto Cuerpo y la Guardia) podría resistir la posición hasta la mañana siguiente. No obstante, esto seguía suponiendo un riesgo respecto al hecho de que se produjera un hipotético ataque prusiano durante la noche del día 13. Durante la medianoche del día 13, la disposición de las tropas francesas era la siguiente: el Quinto Cuerpo de Lannes y la Guardia se encontraban en las montañas de Landgrafenberg; el Séptimo Cuerpo de Augereau se acercaba por un valle cercano al sur; Davout junto con su cuerpo y escuadrones de caballería y había cruzado Jena; la vanguardia del mariscal Ney estaba en las afueras de la ciudad, el resto del Sexto Cuerpo avanzaba por la carretera de Roda, mientras que el Cuarto Cuerpo llegaba a Gera. Napoleón contaba con estas fuerzas para poder derrotar o hacer que se replegaran las fuerzas de Tauenzien.
Napoleón seguía manteniendo la idea de que se enfrentaba al conjunto del ejército prusiano. Contaba además que, tanto los cuerpos de Davout como el de Bernadotte, atravesaran el Saale hacia el enclave de Apolda y atacaran por el flanco y la retaguardia de los prusianos cuando ya estuvieran entablando combate con las restantes fuerzas francesas.
A pesar de todo, Napoleón organizó su estrategia dentro de un plan totalmente erróneo debido, fundamentalmente, a que no se enfrentaba al grueso de las fuerzas de Brunswick dado que este había dado órdenes expresas de que gran parte de su ejército (60.000 hombres) se dirigiera a Auerstadt. De hecho, Davout comunicó al Emperador la gran cantidad de enemigos que se encontraban más allá de su posición; pero Napoleón mantuvo su compostura de que se enfrentaba al grueso del ejército prusiano al norte de Jena. Otro gran error se encontraba entre las filas prusianas. Concretamente, en la figura del príncipe Hohenhole debido a que este no sospechaba de que se enfrentaba al grueso del ejército francés, sino que era más bien un flanco. Tanto Napoleón como Hohenhole, se llevarían una gran sorpresa a la mañana siguiente.
Jena-Auerstadt
El campo de batalla despertó cubierto de una densa niebla que hacía muy difícil avistar las posiciones prusianas y ralentizaba los movimientos de los soldados franceses. No obstante, por la mañana, cerca de 45.000 soldados y 70 piezas de artillería se encontraban en las posiciones de las montañas de Landgrafenberg y en los valles próximos a las mismas. En palabras del propio conde Marbot, el término «concentrado» nunca se había usado con más propiedad, dado que dentro de los regimientos el pecho de los hombres casi tocaba con las espaldas y el apilamiento de más de 40.000 soldados en una plataforma estrecha, y de que el enemigo estaba a medio tiro de cañón, éste no se enteró de nada». En el lado prusiano se encontraban cerca de 40.000 soldados y 120 piezas de artillería, pero los franceses tenían la moral mucho más alta que sus oponentes, así como un mando muchísimo más competente. Además, hay que añadir la conversación que mantuvo Napoleón con su vanguardia acerca de a lo que se iban a enfrentar.
Según Chandler, el enfrentamiento de Jena se puede explicar siguiendo cuatro fases muy diferenciadas. La primera tiene lugar entre las seis y las diez de la mañana, y es en esta donde los mariscales Lannes, Soult y Augereau se enfrentaron a la vanguardia de Tauenzien derrotándola y ocupando las posiciones de la zona occidental del Saale.
El combate de esta primera fase lo llevaron a cabo dos divisiones del mariscal Lannes, apoyados por 30 cañones. Cuando dichas divisiones emprendieron el combate con las fuerzas de Tauenzien se produjo una serie de ataques confusos debido a la espesa niebla. Tras cuantiosas bajas francesas debido en gran parte a la artillería prusiana, Lannes consiguió hacerse con el control de Closwitz y su infantería hizo que los prusianos abandonaran sus posiciones. Tauenzien ordenó el repliegue de las fuerzas que defendían el pueblo de Closwitz. Los franceses prosiguieron su avance, pero un rápido contraataque de Tauenzien con unos 5.000 hombres paró en seco dicho avance. Sin embargo, esta pequeña victoria no fue aprovechada por el general prusiano y decidió volver a las posiciones iniciales en Vierzehnheiligen debido, sobre todo, a que conocía bien las noticias acerca de la mala situación en los flancos acosados por los mariscales Lannes, Soult y Augereau. Tauenzien, abrumado ante el peligro de un posible rodeo, decidió retirarse en busca del apoyo de las fuerzas de Hohenhole.
A las diez de la mañana la vanguardia de Napoleón lograba la iniciativa debido a los repliegues prusianos. La primera fase consiguió ser un éxito total y, además, permitió más tiempo para que se posicionaran un mayor número de regimientos en las nuevas posiciones. En el flanco derecho francés, los combates continuaban. Sin embargo, los prusianos decidieron retirarse al ver que llegaban refuerzos comandados por Saint Hilaire quien, junto a las fuerzas del mariscal Soult, dirigente del flanco derecho, logró tomar a quinientos prisioneros, capturar seis cañones y dos estandartes enemigos.
Holtzendorff agrupó a sus hombres y ordenó un ataque contra la población de Nerkwitz. El ataque fue un fracaso debido a las cargas de caballería francesa y comenzó una retirada desorganizada por parte de los prusianos que si bien fue un desastre, pudo haber sido incluso peor si el general Saint Hilaire hubiera ordenado una persecución. No obstante, las cosas en el centro no iban tan bien y se le ordenó que acudiera junto con el mariscal Soult para acosar el flanco izquierdo de Hohenhole.
A la nueve de la mañana el príncipe Hohenhole ya no le cabía ninguna duda que no se enfrentaba a un simple flanco francés. Ordenó al general Tauenzien que organizara su retaguardia, los aprovisionara de armas y protegiera la ruta de Weimar. Por otro lado, Hohenhole dio instrucciones al general Gräwert de que tomara a la mayor parte de la infantería prusiana y se dirigiera al este para intentar arrebatar las posiciones que los franceses ocupaban en la meseta. A las once de la mañana habían llegado unos diez batallones frente al cuerpo del mariscal Lannes y a la vanguardia del mariscal Ney que acababa de llegar. A pesar de que había recibido órdenes de esperar que se reunieran el conjunto de sus fuerzas, su impaciencia o mejor dicho imprudencia hizo que superara toda la expectativas del deber y se lanzara directamente al sorprendido enemigo, entre las posiciones de Augereau a la derecha y a la izquierda de Lannes, rompiendo la derecha de la línea prusiana y expulsando a los artilleros y diezmando, momentáneamente, al escuadrón 45º enemigo. No obstante, cuando se recuperaron del inesperado ataque, la caballería prusiana cargó y el mariscal Ney se vio obligado a formar un cuadro para resistir el ataque. Sin embargo esto no era lo peor; el avance de Ney fue tan atrevido que ni los mariscales Lannes y Augereau podían ir en su ayuda.
El Emperador se dio cuenta de la situación de su mariscal y decidió enviar a dos escuadrones de caballería para socorrerle. Además, dio instrucciones a Lannes para que atacara la posición de Gräwert. Ambos bandos sufrieron muchas bajas, pero al final los franceses tuvieron que retroceder y las posiciones ocupadas por Ney tuvieron que ser abandonadas. A Napoleón le molestó mucho la acción de su subordinado y se lo comunicó, aunque de manera calmada.
Hohenhole tenía una gran oportunidad de atacar a los franceses, pero le faltó confianza. Sus subordinados el aconsejaron que atacara la posición de Vierzehnheiligen, sin embargo, ordenó que consolidaran sus posiciones y dio instrucciones a sus tropas de que se apostaran cerca del pueblo de Gräwert en una posición bastante desprotegida de la artillería enemiga. Tendrían que permanecer en dicha posición hasta que los refuerzos del general Rüchel llegaran. Un coronel prusiano describe lo que, posiblemente, resulte uno de los episodios más tristes de la historia militar prusiana: La línea compuesta por unos 20.000 excelentes infantes esperó de pie y a descubierto durante dos horas, todos ellos expuestos al despiadado fuego de cañones y hostigadores franceses quienes, en cambio, quedaban protegidos del fuego de respuesta tras las tapias de los jardines. En los frentes de las compañías había lugares en los que solo filas aisladas seguían cargando y disparando mientras todos sus compañeros yacían muertos o moribundos a su alrededor.
El mariscal Lannes rompió el estancamiento táctico cargando contra el flanco izquierdo enemigo y su centro. Hohenhole no pudo hacer mucho por evitar tal ataque y se vio obligado a retroceder hasta que un desesperado contraataque de escuadrones de caballería sajona logró rechazar al enemigo francés que se retiró hacia el pueblo. De nuevo, Hohenhole, no tomó la iniciativa porque la situación en su flanco derecho era complicada debido a que Ney había logrado aislar a tres regimientos sajones logrando atravesar el bosque de Isserstadt y aproximarse a la carretera principal de Weimar. Hohenhole, por lo tanto, trató de recomponer su flanco derecho y su centro, así como esperar a los refuerzos de Rüchel.
El ataque de los franceses parecía no cesar. Sobre las 13:00 Napoleón contaba con una reserva de 42.000 soldados, más los 54.000 que ya participaban en la batalla. Se ordenó un ataque total contra las líneas prusianas. Gran parte de la artillería y caballería prusianas realizaron un imprudente movimiento hacia las tropas francesas que se acercaban para intentar contener el asalto. No obstante, fueron totalmente rodeados y los franceses no tuvieron problemas en atravesar las líneas prusianas debido a los huecos que habían dejado al abandonar sus líneas. Con esta situación, Hohenhole aceptó lo inaceptable dando instrucciones para una retirada general hacia las posiciones de Grös y Klein-Romstedt. Aunque al principio dicho repliegue se realizó de una forma ordenada, enseguida los prusianos sucumbieron al pánico provocado por el fuego de artillería de Lannes y la retirada se convirtió en una total desbandada. Los franceses consiguieron hacer unos 2.500 prisioneros, capturar 16 cañones y 8 estandartes.
Todo lo mencionado hasta aquí, podría hacernos pensar que la victoria francesa era ya clara. Sin embargo, queda por mencionar otro episodio que tiene como protagonista al general Rüchel. Como hemos mencionado, se trataba de un general que, en teoría, debía reforzar las posiciones de Hohenhole pero se había retrasado mucho en su camino y, probablemente, era bastante responsable del desastre. Este general contaba con unos 15.000 hombres y, a pesar de que debía haber adoptado posiciones defensivas ante la avalancha de sus compatriotas huyendo, decidió plantar cara a los franceses entre las posiciones de Kotschau y Gröss-Romstedt. Cuando el general observó la proximidad de un gran número de fuerzas francesas comandas por los mariscales Ney y Lannes, así como que su posición era muy poco defendible, decidió emprender una retirada ordenada junto a Hohenhole. Sin embargo, las descargas de artillería francesa hicieron que se produjera otra oleada descontrolada de prusianos huyendo. Con este panorama, Napoleón ordenó que la caballería de Murat se encargara del resto logrando capturar a otros 4.000 prusianos, 5 banderas y estandartes.
Napoleón había logrado una victoria completa en Jena a las tres de la tarde. Los franceses habían perdido cerca de 5.000 hombres, mientras que los prusianos tendrían que lamentar unas pérdidas de aproximadamente 25.000 hombres en los que se incluían cerca de 15.000 prisioneros. Napoleón estaba convencido que estas cifras aumentarían debido a que pensaba que sus mariscales Davout y Bernadotte estarían aproximándose a Apolda logrando interceptar dicha retirada.
El Emperador se dirigió a su campamento y organizó el cuidado de los heridos. Se estableció en su cuartel general situado en la misma Jena, adornado con cerca de 30 erstandartes enemigos, y se entrevistó con un oficial del estado mayor de Davout. Este oficial llamado Tobriant le comunicó que el mariscal Davout había derrotado al grueso del ejército prusiano en Auerstadt, a unos 16 kilómetos de distancia de las posiciones del Emperador. Napoleón se dirigió a este capitán de la siguiente manera: tu mariscal ve doble. Sin embargo, poco tiempo después el propio Emperador llegó a la conclusión de que solo se había enfrentado a los flancos enemigos, es decir, a unos 55.000 soldados, mientras que Davout, con tan solo 25.000 soldados, había entablado un combate con el grueso de las fuerzas de Brunswick. A Napoleón le costó bastante reconocer su gran error, pero no olvidó otorgar al día siguiente los elogios que, sin duda alguna, su subordinado merecía.
El combate de Auerstadt, fue una batalla simultánea a la de Jena. En el llamado Quinto Boletín de la Grande Armée, Napoleón exclamaba lo siguiente refiriéndose a Davout: En nuestra derecha, el cuerpo del mariscal Davout obró milagros. No solo resistió sino que hizo retroceder a lo largo de cinco kilómetros y derrotó a la mayoría de las tropas enemigas, que se disponían a atravesar Kosen. Este mariscal exhibió valentía excepcional y firmeza de carácter, las principales cualidades de un guerrero. Según Chandler, estas palabras deberían servir para demostrar que Napoleón sí que reconoció el gran éxito conseguido por Davout a pesar de que muchos historiadores lo nieguen.
En la madrugada del día 14, Davout recibió las instrucciones del Emperador para que se dirigiera a Apolda con su Tercer Cuerpo. Davout, a su vez, envió una copia de dichas isntrucciones a su compañero y mariscal Bernadotte para que avanzaran juntos. Como mencionamos anteriormente, en la mañana del día 14 había una densa niebla que también afectó al cuerpo de Davout en el sentido de que no podía saber con exactitud a que número de tropas prusianas se enfrentaba. Una serie de prisioneros que el cuerpo de Davout logró capturar tras una serie de escaramuzas los días anteriores, permitieron hacer saber a Davout de que se trataba del ejército de Brunswick. Este consta de 60.000 hombres y 230 cañones. Por otro lado, una pequeña patrulla de caballería prusiana había logrtado capturar a un pequeño grupo de franceses que les confesaron que el cuerpo de Davout estaba apostado en Kosen. Sin embargo, Brunswick decidió ser cauto porque creía que, en realidad, era Napoleón quien estaría cerca de Naumburg. Por ello, Brunswick decidió dirigirse con sus tropas hacia Hassenhaussen para tener una visión exacta de las posiciones francesas.
Las tropas de Davout ya se habían puesto en marcha poco después de haber recibido las órdenes del Emperador. El Tercer Cuerpo atravesó Haussenhaussen cuando se encontraron de frente con varios escuadrones de caballería prusiana y una batería de prusianos cerca de la población de Pöppel a las siete de la mañana. El general de Davout, Gudin, ordenó abrir fuego contra dichas formaciones, poniendo en fuga a la caballería prusiana, tomando las baterías prusianas y, finalmente, se puso en marcha hacia Liss Bach, con órdenes de esperar a la llegada de las divisiones de Friant y Morand. Ambas fuerzas se encontraban bastante lejos de las posiciones de Gudin y, por lo tanto, se tuvo que enfrentar a las fuerzas enemigas solo durante bastante tiempo.
Las tropas prusianas se encontraban en Liss Bach. A las ocho de la mañana, la división del general prusiano Schmettau, acompañado por el propio rey de Prusia y Brunswick, se encontraba en sus posiciones, así como los doce escuadrones de caballería del general Blücher posicionados en el flanco. Gudin se enfrentaba a nueve batallones, 24 cañones y 16 escuadrones de caballería. El combate comenzó con pequeñas escaramuzas entre las formaciones de infantería ligera de cada bando mientras las demás compañías se desplegaban. Por suerte para Gudin, la coordinación de los ataques prusianos era terrible y tuvieron muy poca efectividad en las líneas francesas.
El ataque de los prusianos se retrasó un poco con el objetivo de esperar a la división del general Wartensleben. Esto dio tiempo a que la división del general Friant llegara y se colocara a la derecha de Gudin sobre las 9:30 de la mañana. Estos refuerzos permitieron que se sumaran a la batalla las brigadas de caballería ligera, así como los cañones de 12 libras que se posicionaron al norte de Hassenhaussen. Davout percibió que el enemigo trataba de atacar su flanco derecho con el objetivo de controlar la carretera que unía Friburgo. Esto hizo que Davout ordenase a la división de Gudin establecerse al norte del pueblo de Hassenhaussen, salvo un regimiento que se mantuvo en sus posiciones iniciales.
Schmettau y Wartensleben comenzaron el ataque a las 10:00 de la mañana, justo cuando el príncipe de Orange se aproximaba desde su retaguardia. Las tropas prusianas tuvieron éxitos y fracasos. No obstante, el fuego cruzado de dos divisiones francesas destrozó a los de Schmettau, pero Wartensleben, consiguió poner en fuga al regimiento que Davout había ordenado mantener al sur. Esto dejó completamente aislado el flanco izquierdo de Davout, quien reaccionó colocando a dos regimientos procedentes de Hassenhaussen y dirigiéndolos en persona para ocupar de nuevo el pueblo. Aunque frenó el ataque prusiano, agotó las reservas de las tropas francesas porque Morand se encontraba aún a 5 kilómetros en dirección este, y el mariscal Bernadotte ignoró completamente las peticiones de auxilio de Davout.
A pesar de todo, los prusianos tardaron demasiado en aprovechar esta ventaja en el flanco sur. En lugar de doblegar dicho flanco y seguir avanzando, malgastaron fuerzas en realizar numerosos ataques contra las posiciones del pueblo . En dicha acción, el duque de Brunswick resultó herido de muerte y el general Schmettau quedó fuera de combate. Esto supuso la pérdida de un mando efectivo dado que el rey Federico Guillermo III no eligió a un nuevo comandante en jefe ni asumió el control de la batalla. Eliminada la más alta dirección, la batalla se convirtió en una auténtica carnicería sin ningún tipo de lógica en la que los prusianos conocieron la peor parte debido a que, a pesar de tener 30 escuadrones para enfrentarse al flanco francés totalmente indefenso, estaban apilados en un espacio muy reducido donde el margen de maniobra era nulo, estancándose el frente.
Además, tanto el bando francés como el prusiano recibieron refuerzos a eso de las 11:00 de la mañana. Se correspondían con la llegada del general Morand por el lado francés y del príncipe de Orange por el lado prusiano. El despliegue, no obstante, fue muy diverso en cada uno de los enfrentados: mientras que Morand recibió órdenes de desplegarse en el flanco derecho, Orange decidió diversificar sus fuerzas y reforzar tanto los flancos como el centro. Esta última organización de los prusianos, supuso estancar más el combate debido a que si hubiera concentrado todas sus fuerzas en único punto, seguramente el príncipe de Orange hubiera establecido la balanza de la batalla a su favor.
Morand consiguió repeler a la caballería prusiana que se encontraba al sur de la posición de Hassenhaussen y prosiguió el ataque ordenado a las fuerzas de Wartensleben, y derrotando al contraataque realizado por Orange, consiguiendo eliminar la derecha prusiana. Desde este momento, según Chandler, Davout tenía la victoria asegurada, debido a que, a pesar de que los prusianas mantuvieran en reserva a 14 batallones, cinco escuadrones y tres baterías, el Rey no quiso autorizar el empleo de dichas fuerzas para ocupar el flanco derecho totalmente destruido anteriormente. El Rey pensaba que se estaba enfrentando a Napoleón y estaba totalmente desconcertado en cuanto a las órdenes a dictar y manejar la situación.
Su confusión acabó con toda probabilidad de victoria. Davout formó a su tres divisiones en media luna logrando rodear a un gran número de fuerzas enemigas estableciéndose un combate cuerpo a cuerpo sin cuartel. Morand avanzó, soportando el intenso fuego de artillería prusiano, hacia las posiciones de entre los ríos Ilm y Liss Bach hasta que fue frenado por las sucesivas cargas de jinetes prusianos. Sin embargo, Morand ordenó formar en cuadro y consiguió repeler a la caballería prusiana que retrocedieron hacia Auerstadt mientras que el resto de fuerzas francesas tomaba Rehausen.
El general francés Friant consiguió tomar la población de Pöppel y capturar a unos 1.000 prusianos. Los dos flancos del Rey estaban totalmente destruidos; por ello, ordenó el inmediato repliegue hacia las fuerzas de Hohenhole y el general Rüchel, fuerzas que aún creía intactas. Blücher situó a su cuerpo en la retaguardia de las líneas prusianas para brindar una oportunidad de respiro a sus camaradas. Sin embargo, tanto Gudin, Friant y Morand rodearon sus flancos con lo que se produjo una retirada general. La persecución se prolongó hasta las 17:00.
Las tropas del Tercer Cuerpo de Davout habían conseguido aniaquilar a cerca de 10.000 prusianos, hacer prisioneros a casi 3.000 y capturar 115 cañones. Las bajas de dicho Cuerpo suman las 6.8000 entre muertos y heridos, así como 258 oficiales en el campo de batalla de Auerstadt.
Napoleón reconoció el gran mérito de su subordinado Davout, así como replicó la conducta del Primer Cuerpo de Bernadotte. Dicho Cuerpo no llegó a efectuar un solo disparo en toda la jornada debido a la falta de cohesión y de pensamiento del Mariscal. Napoleón le exigió explicaciones y casi estuvo a punto de costarle la cabeza. En palabras del propio Emperador: Según una orden muy clara que se te entregó, deberías haber estado en Dornburg… el mismo día en el que el mariscal Lannes estuvo en Jena y Davout llegó a Naumburg. Por si no habías conseguido llevarla a cabo, te informé durante la noche de que si aún estabas en Naumburg cuando recibieras la orden deberías marchar con el mariscal Davout y apoyarle. Estabas en Naumburg cuando te llegó; se te comunicó; no obstante, preferiste ejecutar una falsa marcha en dirección a Dornburg, y en consecuencia no participaste en la batalla y el mariscal Davout cargó con todo el peso del ataque enemigo». Como se ha mencionado antes, esta actitud casi le cuesta la cabeza, de hecho, el conjunto del ejército esperaba que se castigara al Mariscal con rigor. No obstante y aunque dicha acción le repercutiera después por su nombramiento como Rey de Suecia, Napoleón le indultó debido a que estaba casado con la cuñada de su hermano José. Una vez más la ambición y la envidia de Bernadotte se puede demostrar en la siguientes palabras que dicho personaje exclamó refiriéndose al asunto: pude haberme sentido molesto al recibir, en cierta forma, «órdenes de Davout», pero desde luego cumplí con mi deber.
Aunque la inoperatividad de Bernadotte afectó a las circunstancias de la campaña, sin duda fue una victoria decisiva. En un solo día habían caído como prisioneros 25.000 soldados prusianos, 200 cañones y 60 banderas o estandartes. Federico Guillermo III ordenó, por otro lado, un repliegue general hacia Magdeburg.
Durante la mañana del día 15, se inició una gran persecución que se ha explicado como el gran ejemplo de explotar aún más una victoria. Fue tan eficaz que, en apenas 3 semanas, los franceses consiguieron tomar como prisioneros a otros 140.000 prusianos y capturar cerca de 2.000 cañones. Se había tardado apenas 33 días en aniquilar los ejércitos de Prusia y con ellos su leyenda de invencibilidad.
Uno de los logros más señalados por parte de esta persecución relámpago, fue que el ejército prusiano fue incapaz de atravesar el río Oder para intentar unirse a los rusos. A pesar de todo, el desastre militar de Prusia no supuso la paz. El rey Federico Guillermo III al contemplar la destrucción de sus ejércitos y la toma de su capital, no pensaba en otra cosa que no fuera la paz. Sin embargo, el no mandaba en su país sino que lo hacía su esposa Luisa, y su primer ministro Hardenberg. Estos, cuando supieron con certeza que los rusos seguían apoyándoles, decidieron continuar con la lucha y, como hemos visto en el artículo de Eylau, una columna prusiana de unos 9.000 hombres conseguirá unirse a los rusos en el futuro, siendo bastante decisiva en el enfrentamiento invernal que se prolongará seis meses más, hasta la firma del Tratado de Tilsit en julio de 1807 con el que se daba por concluida la guerra de la Cuarta Coalición, el inicio del Bloqueo Continental en su máximo grado y, sobre todo, el control por parte de Napoleón de los territorios del centro y oeste de Europa.
Bibliografía.
CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón: un emperador en el campo de batalla; de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid: La Esfera de los Libros, 2005, pp. 487-546.
CHANDLER, David: «Jena 1806: Napoleon destroys Prussia», en Campaign series, N. 20, 1992, pp. 1-83.