Las invasiones nórdicas por parte de los vikingos aterrorizaron a Europa durante un periodo conocido como la Era Vikinga. Quizá el lugar más afectado por las aventuras de esos grandes y peligrosos viajeros fuese Inglaterra, donde comenzaron sus andanzas en Northumbria, situado al noreste, y siendo conocidos como daneses. Sin embargo, ¿qué sabemos de estos míticos hombres y mujeres del norte?
Los vikingos son una parte esencial de la historia de los países Escandinavos. Se suele relacionar a los vikingos con la imagen de un poderoso y musculoso guerrero, con un casco con cuernos, hacha y escudo en mano, sin miedo, su sola presencia inspirando temor… Pero ¿quiénes son realmente los vikingos? ¿De dónde salieron? ¿Cómo era y cómo vivía este curioso pueblo?
Como toda buena historia, comencemos por el principio. El propósito de este texto es introductorio, con la idea de seguir realizando un ciclo de artículos desarrollando en profundidad la historia de estos hombres del norte.
Entrando en materia, los vikingos no fueron conocidos por ese nombre en su época. No quiero perderme en la etimología del término, sin embargo, me siento obligado a dar alguna referencia al respecto. En este caso, se barajan diversas hipótesis, por un lado, se cree que “vikingo” proviene de la palabra nórdica “vík”, pudiendo significar algo como “pequeña bahía, ensenada”, pero también se baraja la opción de que fuera el gentilicio de aquellos provenientes del distrito de Vík; por otro lado, la opción más aceptada es que “vikingo” proviene de ciertos textos rúnicos que incluyen el término “víkingr”, término que apunta a designar a marineros de la zona de Noruega y que posteriormente se usaría en un contexto bélico y de piratería. La palabra se perdió para reaparecer durante el romanticismo, época en la que se idealizó el concepto de vikingo, al igual que se había idealizado la piratería.
Los nombres más famosos que recibieron fueron dane (daneses) en zona anglosajona, varegos si actuaban en zonas del Este de Europa y nordmanni, de donde derivaría a normandos, cuya traducción es “hombres del norte” por los francos y carolingios. Por lo general, se les conoció como “hombres del norte”, referenciando simplemente a la zona geográfica de la que procedían. De hecho, debido a los saqueos y ataques a los territorios de la costa inglesa, se hizo célebre la plegaria: “A furore normannorum libera nos domine” (“De la furia de los hombres del norte líbranos Señor“), que recitaban los monjes que conocían de primera mano el modus operandi de estos extranjeros si se decidían a saquear sus monasterios.
Los vikingos descendían de pueblos germánicos y se procedió a identificar de esta manera a noruegos, daneses y suecos, pueblos cuya vida giraba en torno a sus barcos, a sus granjas, al comercio, pero también a la guerra y el saqueo. Sabemos que disponían de una avanzada tecnología marítima, lo cual los llevó a recorrer largas distancias por mar y al temprano descubrimiento del Nuevo Mundo, Groenlandia e Islandia, así como a ser temidos en toda Europa por sus incursiones y saqueos, llegando en la Península Ibérica incluso a remontar el río Ebro. Vivían en comunidades agrarias autárquicas, en las que se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la pesca y caza y la extracción de hierro, así como de otros minerales para desarrollar sus utensilios. También de vital importancia era para ellos el comercio de determinados productos, como por ejemplo la sal. Esto choca con la concepción típica que se tiene de los vikingos, pero debemos considerar que la mayor parte de los textos que tenemos son de autores europeos religiosos, que los describían de manera poco favorecedora como paganos sedientos de sangre.
El papel de la mujer en la sociedad vikinga también es destacable: se encargaban de las granjas, de la organización del hogar y el aprovisionamiento del mismo. Eran también el vínculo para transmitir a las nuevas generaciones las creencias y tradiciones, así como las encargadas de enseñarles tanto valores morales, como su religión, historias y leyendas de su valeroso pueblo, el arte de la guerra y la vital importancia del honor y el valor. Es sorprendente también encontrarnos con que no sólo educaban a sus hijos, sino también a huérfanos o niños que acogían procedentes de otras familias.
En esta sociedad las mujeres no eran propiedad ni bienes masculinos (con excepción de las esclavas) y si se cometía una violación a una mujer libre, el agresor era condenado a muerte. También podían pedir el divorcio si no era satisfactorio el matrimonio, como causas se podía considerar si el marido era impotente, no las satisfacía sexualmente, por malos tratos, por mala gestión económica… Pero no sólo eso, al divorciarse, cada parte recuperaba su dote, y si era culpa del marido, las mujeres podían exigir también su parte.
Para hacer honor a la importancia de la mujer entre los vikingos, basta con echar un vistazo a la mitología, a Freyja y Frigg, diosas mayores y de las más veneradas, y a las famosas escuderas o skjaldmö (guerreras que acompañaban a los hombres en sus incursiones o batallas), sin olvidarnos de las valquirias, que acompañaban a los salones del Valhalla a los valerosos guerreros caídos en batalla.
Los vikingos comenzaron explorando hacia el oeste de sus asentamientos, sin líderes de renombre, tanteando con golpes a pequeña escala, con pocos hombres y recursos.
Se considera oficialmente que la Era Vikinga comenzó con el saqueo del monasterio de Lindisfarne, en Northumbria, que se produjo el 8 de junio del año 793, y terminó con la batalla de Hastings el 14 de octubre de 1066. Relacionado con el saqueo del monasterio anglosajón, quiero citar el texto que dejó Alcuino de York, un erudito, al respecto: “Este año vinieron terribles advertencias sobre la tierra de Northumbria, aterrorizando a todos: éstas fueron inmensos haces de luz cruzando a través del cielo, y torbellinos, y fieros dragones volando en el firmamento. Estos ingentes males fueron seguidos por una gran hambruna: y no mucho después, en el sexto día antes de los idus de enero de ese mismo año, las horrorosas incursiones de hombres paganos causaron lamentables estragos en la iglesia de Dios en la isla sagrada, mediante el saqueo y la masacre”. La costa oriental de Inglaterra fue así la primera afectada por las incursiones vikingas.
A finales del siglo VIII Carlomagno estaba creando un poderoso imperio en el continente europeo, sin embargo, Inglaterra se encontraba dividida en siete reinos, destacando entre ellos Wessex. En estas circunstancias, algunos barcos con hombres armados podían desembarcar en puntos de la costa de aquel territorio, saquear monasterios, los cuales albergaban grandes riquezas, y obtener esclavos sin que les opusieran resistencia, seguramente al ver la facilidad de la empresa, optaron por reiterar los saqueos en la zona. De hecho, en los años siguientes a la acción contra el monasterio de Lindisfarne, saquearon otros muchos monasterios y territorios.
A partir de este momento, los anales y crónicas están repletos de relatos sobre los hombres del norte. En grupos más o menos numerosos, atacan y saquean costas europeas, remontan ríos en Francia y España, ejércitos enteros conquistan una gran parte de Irlanda y amplias zonas de Inglaterra, incluso se asientan en riberas de los ríos rusos. En sus comienzos, eran sólo ataques fugaces, pero paulatinamente se llevó a cabo una colonización, principalmente en Irlanda e Inglaterra, por poner un ejemplo de importancia, la capital irlandesa de Dublín tiene su origen en un asentamiento vikingo que fue creciendo y adaptándose a la cultura de la zona. En Francia, el rey llegó a entregar la tierra de Normandía a un caudillo vikingo, de nombre Rollón (¿os suena Rollo de la serie de Vikings?) a cambio de que mantuviese alejados a otros vikingos.
Este proceso de colonización se vio favorecido por las habilidades administrativas y sociales de sus caudillos. Establecieron regímenes políticos en territorios conquistados, desarrollaron recintos fortificados con gran precisión y eficacia y su tecnología marítima dominó toda su época. Las embarcaciones de estos bravos hombres y mujeres no eran sólo necesarias para el comercio o la conquista, sino también para llevar a cabo esta colonización: familias enteras, con sus pertenencias y animales, zarpaban para arribar y tomar posesión de alguna tierra extranjera donde prosperar. Además, con el paso del tiempo, la sociedad vikinga va cambiando, familias preponderantes han ido obteniendo poder y riqueza en sus territorios, sentando así las bases para la aparición de ciudades.
Es necesario destacar en este periodo las acciones de Alfredo el Grande, rey de Wessex, quien defendió Inglaterra de los daneses, ya fuera en cruentas batallas o mediante inteligentes tratados de paz. Tras una larga campaña, éstos se rindieron y se marcharon de la isla, sobre el año 897.
Hacia el año 1000 fueron disminuyendo las expediciones de los vikingos, es en esta época en la que el cristianismo se expande con fuerza entre ellos, lo cual unido a la derrota en las batallas de Stamford Bridge y de Hastings supuso el fin de esta gran Era Vikinga.
Me dejo sin mencionar a los legendarios caudillos y reyes entre los vikingos, que realizaron hazañas más allá de lo imaginable para la época, tampoco he hablado sobre la trágica y poética mitología que rodeó en todo momento a estos formidables hombres y mujeres del norte, ni se ha profundizado en las avanzadas técnicas de navegación de las que disponían, o en cómo era su ejército y sus poderosos guerreros. Pero con esta introducción espero quede claro el punto de partida y lo que realmente fueron para poder realizar pronto análisis más exhaustivos sobre esta época tan apasionante y por la que siento un interés y una atracción sin igual.
-A Laia San José Beltrán, autora del blog «The Valkyrie’s Vigil», por su labor divulgativa, por la pasión y mimo con la que realiza todos sus artículos y porque ella hizo que me enamorara más aún del mundo de los vikingos. Gracias.
Bibliografía
San José Beltrán, Laia. The Valkyrie’s Vigil [Blog] Recuperado de: https://thevalkyriesvigil.com [Consulta: 26/11/2017]
La Crónica Anglosajona en el Proyecto Gutenberg – Copia de dominio público
Boyer, Régis. La vida cotidiana de los vikingos (800-1050). 2º ed. José Olañeta
Dumville, David N. (2008), The Viking World, Stefan Brink and Neil Price (ed.), Routledge (publ.), New York, ISBN 0-203-41277-X
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-edad-de-oro-de-los-vikingos_8863/7