El Tratado de Trianón, firmado tras el final de la Primera Guerra Mundial, supuso un auténtico trauma nacional para Hungría. El país perdió la mitad de su población y dos tercios de su territorio con respecto a antes de la guerra. Los nuevos límites fronterizos impuestos supusieron una ruptura con las fronteras históricas. Además, un gran porcentaje de magiares quedaron situados fuera del territorio nacional.

Las consecuencias del tratado se han mantenido vigentes hasta la actualidad. Por ello, Trianón ha pasado a ser uno de los eventos clave de la historia de Hungría.

Hungría dentro del Imperio austrohúngaro

Hungría había dejado de existir como reino independiente desde la batalla de Móhacs, en 1526, y la conquista otomana de la mayor parte del país. Con posterioridad, tras la expulsión de los otomanos de Europa central, el antiguo reino pasó a formar parte de los dominios de los Habsburgo. Al calor de las revoluciones liberales de 1848 hubo intentos de restaurar el Estado húngaro, que tuvieron una corta duración. Sin embargo, la revuelta contra la monarquía austríaca terminaría fracasando.

No sería hasta la firma del Compromiso Austrohúngaro de 1867 en que el antiguo Estado magiar recuperó su identidad político-administrativa. Mediante aquel acuerdo, las élites austríacas y húngaras se repartían el poder, logrando los dirigentes magiares la gestión de los territorios de la Corona de San Esteban. Durante estos años, entre 1867 y 1914, la economía y cultura magiares conocieron un gran auge. La industria y el comercio tuvieron un fuerte crecimiento en estos años, si bien el país continuó siendo eminentemente agrario. Reflejo de este desarollo fue la situación de la propia capital, Budapest, que se convirtió en una de las grandes ciudades de Europa. Esta coyuntura se mantendría sin grandes cambios hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914.

Trianón
Mapa físico de Hungría, a comienzos del siglo XX. Fuente: Wikimedia Commons.

Aunque los magiares se erigían como el principal grupo étnico, Hungría no constituía un país homogeneo. Existían un buen número de minorías (rumanos, alemanes, judíos, croatas, serbios, eslovacos, rusinos…) que eran discriminadas por las autoridades. Desde finales del siglo XIX los gobiernos de Budapest llevaron a cabo una decidida política de «magiarización». Con ello, buscaban asimilar a estas poblaciones. Al tiempo, cortaban de raíz cualquier tentativa autonomista (Szilassy, 1971: 12-13).

El caótico período 1918-1919

Para el verano de 1918 el cansancio ante la guerra había crecido considerablemente entre la población del Imperio Austrohúngaro. Durante el otoño, coincidiendo con varias derrotas militares, se produjeron numerosos levantamientos. En Budapest tuvo lugar la llamada Revolución de los Crisantemos. Esta supuso la independencia de Hungría y la proclamación de la República. Mientras la situación en los frentes se deterioraba, el nuevo gobierno encabezado por el conde Mihály Károlyi buscó un armisticio con los Aliados.

Antes de que esto ocurriera, las potencias de la Entente permitieron que las tropas de países vecinos (especialmente Rumanía) se internaran en territorio húngaro. Con ello, se creaba así una situación de hechos consumados que más adelante tendría serias implicaciones. Animados por esta coyuntura, los rumanos de Transilvania acordaron a finales de 1918 unirse al Reino de Rumanía. Mientras, los eslovacos rompieron con Budapest y se unieron a los checos para formar una nueva nación: Checoslovaquia. Por su parte, tropas serbias con apoyo francés ocuparon el sur de Hungría, incluso territorios de mayoría étnica magiar. Eventualmente, los serbios se acabarían uniendo con los croatas y otras etnias para formar un nuevo país: Yugoslavia.

Ante aquella coyuntura, el gobierno del conde Károlyi introdujo una serie de drásticas reformas que buscaban instaurar un sistema federal. Mediante la concesión de amplias cotas de autonomía a las minorías, Károlyi confiaba en mitigar la hostilidad de los Aliados y conservar las fronteras históricas de Hungría. Sin embargo, este plan no encontró respaldo alguno por parte de los Aliados (principalmente Francia). Muy al contrario, exigieron al gobierno de Budapest que aceptara las nuevas fronteras provisionales. Incapaz de asumir estas condiciones, y siendo consciente del fracaso de su plan, Károlyi y su gobierno acabarían dimitiendo en marzo de 1919 (Paxton, 2005: 24-25).

Mapa de Hungría a comienzos de 1919. Los territorios controlados por el gobierno de Budapest están en color verde, dentro de las fronteras temporales que habían sido fijadas por aquellas fechas. Fuente: Reddit.

A continuación se constituyó un gobierno compuesto por socialistas y comunistas, que proclamó la República soviética húngara, bajo el liderazgo de Béla Kun. Las nuevas autoridades instauraron el comunismo e impulsaron una fuerte represión de los elementos contrarrevolucionarios. También abogaron por mantener las fronteras históricas de Hungría. Se llegó incluso a lanzar una ofensiva sobre Checoslovaquia. Sin embargo, la República Soviética terminaría cayendo a los pocos meses, acosada por múltiples problemas. Llegó a haber, incluso, una corta guerra rumano-húngara, que terminó con la entrada del ejército rumano en Budapest.

Las fuerzas contrarrevolucionarias se hicieron con el control del país, desatando un «Terror blanco» de corte anticomunista. La antigua oligarquía regresó al poder con la aquiescencia de una parte de la población, agotada por el ciclo revolucionario que había vivido el país. En ese contexto comenzó a sobresalir la figura del almirante Miklós Horthy, que acabaría siendo designado regente del restaurado Reino de Hungría.

El tratado de Trianón

Desde comienzos de 1919 las potencias aliadas tenían más o menos claro cuáles iban a ser las condiciones del futuro tratado de paz con Hungría. La turbulenta situación interna del período 1918-1919 retrasó el inicio de las conversaciones hasta comienzos de 1920, cuando una delegación húngara fue invitada a París. Fue entonces cuando se les hizo saber a las autoridades de Budapest el verdadero alcance de las condiciones que deberían asumir. Al frente de la delegación magiar en Francia estaba el conde Albert Apponyi.

El 20 de febrero de 1920 desde la delegación húngara se hizo una propuesta que buscaba mantener la integridad territorial del país. La proposición se basaba en un proyecto dirigido a las minorías (serbios, croatas, alemanes, eslovacos, rumanos, etc.). Según este proyecto, todas estas poblaciones se organizarían en «minorías nacionales culturales». No obstante, la tentativa no se llegó a materializar (Rouland, Pierré-Caps, Poumarède 1999: 142). Durante las siguientes semanas continuaron las conversaciones. Aunque los dirigentes magiares rechazaban aceptar las principales exigencias, la deteriorada situación interna de Hungría les dejaba poco margen de maniobra frente a los vencedores.

Trianón
La delegación húngara a su llegada a Trianón el 4 de junio de 1920, día de la firma del tratado, junto a representantes de Francia y Reino Unido. Fuente: Gallica Digital Library/Wikimedia Commons.

El Tratado de Trianón fue rubricado el 4 de junio de 1920 (Rouland, Pierré-Caps, Poumarède 1999: 147). Pasó a ser conocido de esta forma por haberse firmado en el Gran Trianón, un palacio construido por el rey francés Luis XIV cerca de Versalles. Por parte de los Aliados el tratado sería firmado por las principales potencias —Francia, Reino Unido, Italia o Japón— y también por otros países miembros de la alianza: Chescolovaquia, Rumanía, Yugoslavia Polonia, Bélgica, Grecia, China, etc. Caso especial fue el de los Estados Unidos, que rechazaron suscribir este acuerdo y acabarían firmando un tratado de paz separado con Hungría con 1921.

Las claúsulas

Las condiciones de Trianón fueron particularmente severas para con Hungría, habiendo sido considerado por algunos historiadores como un tratado «punitivo».

El Estado húngaro se vio forzado a ceder amplios territorios a sus países vecinos. Transilvania y el Banato pasaban a manos de Rumanía, mientras que la Hungría septentrional (Felvidék) y Rutenia se integraron en Checoslovaquia. Croacia-Eslavonia, la región de Voivodina y los condados de Međimurje y Prekmurje pasaron a formar parte de la nueva Yugoslavia. La zona de Burgenland, por su parte, pasaría a integrarse en Austria. Una franja de territorio perteneciente a los antiguos condados de Árva y Szepes fue asignada a Polonia. El país perdió su salida al mar con la separación del puerto de Fiume (actual Rijeka). Este enclave, en 1924, acabaría siendo incorporado a Italia.

Hungría también fue obligada a pagar unas elevadas indemnizaciones económicas a los vencedores. Dentro de estas reparaciones se incluían los costes de la intervención militar aliada contra el gobierno de Béla Kun. Además, el ejército húngaro fue reducido a 35.000 efectivos. Se prohibió también la construcción de artillería pesada, aeronaves militares, e incluso, aviones de uso civil (Szilassy, 1971: 76-77). De forma similiar a lo ocurrido con Alemania y el Tratado de Versalles, las autoridades magiares hubieron de asumir la culpa en el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Consecuencias e implicaciones

El tratado supuso que Hungría perdiera la mitad de su población y dos tercios de su territorio con respecto a la situación de 1914 (Silva Otero, ‎Mata de Grossi, 2010: 86). En cifras, el territorio magiar se vio reducido de 282.870 km² a 92.963 km². La población pasó de 18,3 millones a 7,6 millones (Szente-Varga, 2016: 310). Un importante número de magiares étnicos quedaron situados fuera de las nuevas fronteras, dejando a grandes comunidades húngaras en territorio rumano, checoslovaco o yugoslavo. Además, unos 400.000 magiares huyeron de estos territorios hacia la Hungría central, por lo que el país también debía lidiar con una importante masa de refugiados sin hogar.

Las nuevas fronteras fijadas por Trianón no obedecieron a criterios históricos o étnicos, y en muchos casos serían muy conflictivas. Destaca en este sentido el caso de la ciudad de Komáron, que resultó dividida en dos por el nuevo límite fronterizo (que coincidía con el río Danubio), quedando la parte norte de la misma en zona checoslovaca.

Trianón
Las consecuencias del tratado de Trianón: reparto de territorios y población del antiguo Reino de Hungría en 1920. En rojo claro, el territorio húngaro posterior al tratado. Fuente: Wikimedia Commons.

El tratado también tuvo graves consecuencias económicas para Hungría. Importantes núcleos industriales quedaron situados fuera del territorio nacional magiar, así como centros de producción de materias primas. Hungría perdió todas sus minas de oro, plata, mercurio, cobre y sal, así como la mayor parte de sus bosques y casi todas sus minas de hierro (Szilassy, 1971: 76). Ello dejó al país de posguerra con graves desequilibrios en el orden económico, muy dependiente del exterior. Las condiciones del tratado también complicaron de forma considerable la reconstrucción económica de Hungría.

En el plano emocional, el tratado de Trianón supuso un auténtico trauma. Hungría perdió territorios que habían formado parte del país desde el establecimiento de los magiares en Europa central en el siglo IX. En tal situación, la ciudad de Budapest se convirtió en un gran centro urbano en relación con un país de tamaño tan pequeño. El gran número de población magiar que quedó situada fuera de las fronteras nacionales también constituyó un motivo de tensión de los gobiernos de Budapest para con sus nuevos vecinos. Todo ello contribuyó a generar en muchos húngaros un anhelo irredentista y un fuerte resentimiento.

Trianón con posterioridad a 1920

Aunque Hungría debió aceptar las disposiciones de Trianón, durante el período de entreguerras uno de los principales objetivos de los gobiernos de Budapest fue su reversión. Sin embargo, los países que habían ganado territorios en perjuicicio de Hugría —Yugoslavia, Rumanía y Checoslovaquia— mantenían alianzas con Francia y Gran Bretaña. Esto imposibilitó cualquier eventualidad por parte de Budapest de conseguir una revisión del tratado y mitigar sus consecuencias (Altrichter, Bernecker, 2014: 128).

Como consecuencia de ello, durante la década de 1930 el régimen de Miklós Horthy se acercaría a la Alemania nazi y la Italia fascista buscando materializar esta aspiración. Entre 1938 y 1941 el Estado húngaro logró recuperar algunos territorios perdidos en 1919: Eslovaquia meridional, Transcarpatia, la Transilvania septentrional o Voivodina (Altrichter, Bernecker, 2014: 128). Sin embargo, todos estos cambios dependieron en buena medida de las acciones alemanes y no fueron reconocidos por la comunidad internacional. Esta recuperación territorial tuvo una duración muy efímera y tras el final de la Segunda Guerra Mundial se restaurarían las fronteras de 1920.

Trianón
Mural irredentista, con un mapa de la Gran Hungría. Fuente: Kuruc.info

Durante el régimen comunista todo lo relacionado con el tratado de Trianón fue un tema claramente asociado al pasado, sin presencia en el discurso oficial o en la sociedad. Sin embargo, con posterioridad a 1989 la cuestión irredentista ha recuperado cierta presencia pública, especialmente entre los grupos nacionalistas. Hoy en día es posible encontrar murales y monumentos en las ciudades magiares que hacen referencia al Tratado de Trianón y al trauma que este supuso. No obstante, para la mayoría de húngaros no pasa de ser un recuerdo lejano.

Bibliografía

ALTRICHTER, H.; BERNECKER, W.L. (2014). Historia de Europa en el siglo XX. Madrid: Marcial Pons.

PAXTON, R. O. (2005). The Anatomy of Fascism. Nueva York: Vintage Books.

ROULAND, N.; PIERRÉ-CAPS, S.; POUMARÈDE, J. (1999). Derechos de las minorias y de los pueblos autóctonos. Madrid: Siglo XXI Editores.

SILVA OTERO, A. ; MATA DE GROSSI, M. (2010). Aproximación al siglo XX, 1900-1945. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

SZENTE-VARGA, M. (2016). «El proyecto urbanístico »La Habana». ¿Un trozo de Cuba en Budapest?». En: Josef Opatrný (Coord.). Proyectos políticos y culturales en las realidades caribeňas de los siglos XIX y XX. Praga: Editorial Karolinum.

SZILASSY, S. (1971). Revolutionary Hungary 1918-1921. Astor Park: Danubian Press.

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