Japón, hoy en día país único y especial que une tradiciones milenarias con la alta tecnología, lugar de gente pacífica y trabajadora, pero no siempre fue así. Hace más de quinientos años fue un país convulso y guerrero, dominado por una clase militar conocida como samurái.

¿Qué es el Sengoku Jidai?

El Sengoku Jidai (el período de los estados combatientes) fue un punto de inflexión en la historia de Japón que duró más de cien años ( 1467 – 1615). Un período donde todos los grandes señores feudales se enfrentaron entre ellos por el poder, donde solo el más fuerte gobernaría. Comencemos por el principio.

Antecedentes

Hacia el año 1336 comienza una era conocida como período Muromachi o era Ashikaga. Sin embargo donde el poder estaría centralizado en un solo hombre conocido como shogun  y su forma de gobierno tomaría el nombre de shogunato («gobierno sobre la tierra»). El shogun era un líder militar que se encargaba de la administración, la economía y la defensa del país. Mientras que a la par se encontraba el emperador o mikado (también es conocido como tenno), que realmente no tenia una figura relevante en la gestión del país, sino que se trataba de una representación religiosa y tradicional del panteón shintoista.

La era Ashikaga comenzó tras la toma de poder como shogun del líder militar Ashikaga Takauji, que se enfrentó al tenno Go-Daigo que buscó centralizar el «poder terrenal» de nuevo en manos del emperador. Esta era previa al shogunato Ashikaga es conocida como la restauración Kenmu y se caracteriza por la creación de dos cortes imperiales y la toma de Kioto por parte de Takauji.

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Ashikaga Takauji, ilustración que lo muestra vestido con el traje ceremonial  japonés.

El período Ashikaga da pie al inicio del Sengoku Jidai a causa de ciertas características que marcaron su desarrollo. El clan Ashikaga se encontró en una encrucijada, primero de todo, quería buscar la centralización del poder en Japón pero su control administrativo era pobre y a la par el poder de los señores de la guerra comenzó a aumentar sin control y provocó una división territorial de la región. Aquí, comenzamos a encontrarnos ante el primer desarrollo feudal de Japón, aunque al principio de la era hablaremos de un sistema feudal primitivo.

Por tanto, el poder en Japón fue dividido entre feudos, conocido como Han, dichos feudos eran gobernados y administrados por un shugo. Al principio, su poder estaba sometido al shogun y los cambios provinciales debían ser encargados y/o aceptados por el shogunato pero poco a poco, estos shugos comenzaron a ostentar mucho más poder y a obtener mucha más independencia. Pero dichas provincias aun así estaban subdivididas, ya que dentro de las mismas nacieron pequeños caciques militares (kokujin) y organizaciones religiosas, que comenzaron a ganar poder paulatinamente, incluso llegando a plantar cara a los propios shugos.

Temiendo la pérdida de poder, el shogun inició la imposición de leyes mucho más estrictas que regulaban la relación entre el shogun y los shugo y como estos últimos se situaban por encima de los kokujin consiguiendo diversos privilegios y ventajas territoriales. Estas reformas legislativas solo consiguieron empeorar la situación, ya que la mayoría de la población campesina representaba entre el 80% y el 90% de la población, se sentía insegura y veían al shugo débil e incapaz de defenderles de posibles amenazas, provocando que se asociasen a estos pequeños caciques en una unión de Señor – Vasallo similar al feudalismo europeo.

Los kokujin entonces ganaron todavía aún más poder y comenzaron a autoproclamarse daimyo (gran nombre) y a tomar sus propios feudos, los shugo hicieron lo propio e intentaron mantener su feudo y de la misma forma se hicieron nombrar Gran daimyo. Por tanto ya tenemos el Japón feudal en su cénit gobernado por pequeños daimyo mientras el shogun no hacía más que perder poder y confinarse en Kioto. Estas formaciones feudales, no provocaron realmente el estallido de la burbuja y el inicio del Sengoku Jidai, sino el propio shogun dió inició a la guerra civil tras su abdicación.

La guerra de Onin y el inicio del Sengoku Jidai

En el año 1464 el shogun Ashikaga Yoshimasa, no tenía herederos legítimos por tanto decidió que su hermano menor Ashikaga Yoshimi, monje budista por aquel entonces, fuese el heredero del shogunato. Pero un año más tarde nació un personaje inesperado, nada más y nada menos que el hijo de Yoshimasa, que fue bautizado con el nombre de Ashikaga Yoshihisa. Este nacimiento provocó tensiones a lo largo de todo el Japón y en el propio Yoshimi que veía la posibilidad de perder la herencia después de haber dejado atrás su vida clerical. Por tanto, comenzó un debate entre los daimyo para decidir quien de los dos sería el heredero del shogunato y por tanto su señor. Mientras este debate se llevaba a cabo, el daimyo del clan Yamana aprovechó la confusión para atacar a su contrincante al puesto de Kanrei (mano derecha del shogun) Hosokawa Katsumoto. Los Ashikaga, creyendo que dicho ataque era un levantamiento rebelde, se alinearon entonces en pos de cada uno de los bandos. Yamana, decidió dar apoyo al hijo de Yoshimasa y Hosokawa al hermano menor del shogun. Mientras tanto, Yoshimasa decidió retirarse y dedicarse a la vida contemplativa, permitiendo que el país entero se sumiese en guerra para ver quien era proclamado señor de Japón.

Esta guerra duró once años en la cual se formaron dos ejércitos en unión entre todos los daimyo que conformaban cada bando, se calcula que había unos 100.000 hombres por ejército y que dichos ejércitos eran rotativos, es decir, que cada cierto tiempo se iban renovando los hombres que luchaban. También se caracteriza, por el hecho de que ambos ejércitos solo se enfrentaron en Kyoto y sus alrededores, nunca más allá, provocando que la ciudad, capital en aquel momento, terminase en ruinas y totalmente desolada. Esta guerra terminó en el año 1478, tras la abdicación definitiva de Yoshimasa en favor de su hijo Yoshihisa. A causa de este conflicto armado, el shogunato Ashikaga quedó muy debilitado y perdió poder frente al resto de señores feudales, además el nuevo shogun centró por completo sus esfuerzos en la restauración de Kyoto y su fortificación.

Por tanto, tras esta larga guerra comenzó el período del que trata este artículo, el Sengoku Jidai. Los daimyo, viendo lo debilitado que se encontraba el shogun comenzaron a fortalecerse y a obtener cada vez más poder y declarando guerras a los daimyo vecinos. Alguno de los clanes que se impusieron a otros y destacaron durante este período son varios, como el clan Hojo que dominaba la región de Kanto, el clan Takeda situados en la provincia de Kai, el clan Mori en la provincia de Mimasaka o incluso una coalición de religiosos seguidores de la secta budista Jono Shinsu  que formaron el clan Ikko Ikki plantando cara a los samuráis.

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Mapa mostrando los clanes más importantes y su expansión durante el Sengoku Jidai.

Los tres unificadores

Aunque estos clanes que he nombrado anteriormente solo son un ejemplo de algunos poderosos clanes que podías encontrar en la era Sengoku, sí, fueron importantes y relevantes, sobretodo los Takeda y los Hojo, pero en este período destacaron otras tres famílias, encabezadas por tres hombres que son conocidos como los unificadores de Japón: Oda Nobunaga (1534-1582), Toyotomi Hideyoshi (1537-1598) y Tokugawa Ieyasu (1543-1616), estos tres hombres encabezaron la idea de la unificación japonesa. El primer idealista fue Oda, que es conocido por su pericia diplomática, administrativa y militar que llevó a su clan a ser el más poderoso del japón feudal.

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Ilustraciones de los tres unificadores, a la izquierda Nobunaga, en el centro Hideyoshi y a la derecha Tokugawa.

Nobunaga, en lugar de enfrentarse a sus clanes vecinos, hizo lo contrario, mantuvo una fiel alianza con los clanes fronterizos, especialmente con el clan Tokugawa. Así consiguió organizar un gran bloque que le permitiría llevar a cabo su idea expansionista y terminar con la guerra civil que los acuciaba. En pocos años extendió su influencia de poder a lo largo del centro de la isla de Honshu llegando hasta Kioto el año 1568 y tomandola bajo su poder dando por finalizado el período de los estados combatientes, gracias a la ayuda militar del daimyo Ashikaga Yoshiaki que buscaba tomar él el poder como shogun y reestablecer Japón al estado anterior del Sengoku Jidai. Pero la cosa no le salió bien, ya que Nobunaga quería destruir el shogunato y unificar Japón bajo el estandarte imperial. Por tanto se estableció en dicha zona, cerca de Azuchi, y se preparó para la conquista del resto de Japón.

Nobunaga también es conocido por formar el ejército más famoso de esta era, ya que en el siglo XVI llegaron visitantes extranjeros a Japón. Los japoneses los denominaron como Nanban (Bárbaros del sur) pero nosotros los conocemos como portugueses. Así es, los portugueses habían llegado hasta tierra nipona y los bautizaron como cipangos. Comenzó entonces una relación comercial entre japoneses y portugueses, a cambio de que se permitiese la difusión de la religión católica por Japón, los portugueses les venderían armas de fuego, como arcabuces (conocidos por los japoneses como tanegashima). Oda Nobunaga, les permitió que difundieran a gusto su religión por todo Japón mientras él formó un ejército completo de soldados con arcabuz, poniéndose así en la vanguardia militar japonesa.

El uso del tanegashima le brindó grandes victorias, como la batalla de Nagashino (1575) que se enfrentó al clan Takeda parando la carga de la caballería con el uso de tácticas de arcabuz como el disparo en rotación, las líneas de arcabuceros se turnaban para disparar mientras los que ya habían disparado se agachaban y recargaban, de esta forma nunca cesaban los disparos.

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Ashigaru portando arcabuces en batalla

Pero las victorias militares no le duraron mucho tiempo, ya que en el año 1582 murió haciendose el Seppuku, a causa de la traición de uno de sus allegados, Mitsuhide Akechi. Akechi, en la noche del 21 de junio de 1582, mientras un convaleciente Nobunaga descansaba y todos sus generales se encontraban enfrascados en las conquistas de los clanes Uesugi y Hojo, atacó al castillo del daimyo incendiandolo y asaltándolo para hacer una toma de poder. Ante esta afrenta, Oda decidió que había llegado el momento y con la ayuda de su asistente de cámara se practicó el Harakiri Seppuku, aunque curiosamente su cuerpo jamás fue encontrado.

Hideyoshi y Ieyasu, tras la muerte de su mariscal, decidieron tomar las riendas de la unificación japonesa que Nobunaga no consiguió terminar. Tal es así que Hideyoshi se apropió de las tierras de clan Oda y llevó a cabo reformas para terminar con el caos interno. Impuso leyes como la prohibición de armas a todo aquel que no fuese un soldado, impidió el cambio de oficio, cerrando así la estructura social impidiendo alcanzar el siguiente escalafón y tal como hizo Nobunaga previamente, hizo cumplir la ley de un señor un castillo y a diferencia de Oda dio comienzo a la persecución del cristianismo y a su extinción en tierra nipona.

Tal fue la paz impuesta y el crecimiento llevado a cabo por Hideyoshi que se vio capacitado de conquistar Corea y China, y así lo intento pero tras seis años de guerra y duros golpes recibidos tuvo que firmar un tratado de paz y volver a Japón. Pero, desgraciadamente tras el cese de hostilidades con China y Corea, Hideyoshi enfermó y murió y ante la imposibilidad de que su hijo Hideyori accediese al cargo por su juventud, Tokugawa fue nombrado regente.

Ante el ascenso de poder repentino, Ieyasu decidió hacerse con el poder completamente y llevar a su manera la unificación y para ello comenzó a fraguar alianzas entre todos los daimyo de la región. Por otro lado el señor Ishida Mitsunari, comenzó a formar un ejército aliándose con señores en contra de Tokugawa para impedirle la llegada al poder y permitir que Hideyori fuese nombrado shogun.

La batalla Sekigahara y el perídodo Edo

Así llegamos al episodio final de esta historia, por un lado  tenemos al clan Tokugawa y sus múltiples aliados (algunos de los clanes aliados fueron; Clan Hosokawa, clan Honda, clan Ikeda, clan Fukushima, etc.), este ejército se conoció como el ejército del este. Mientras en el otro bando encontramos a los insurrectos, el ejército del oeste comandado por Ishida Mitsunari (los clanes aliados que podemos encontrar son; clan Ukita, clan Mori, clan Chosokabe, clan Shimazu, etc.)

El bando del este ante la amenaza de ataque del ejército del oeste decidieron reunirse rápidamente y esperar la llegada en Edo de Tokugawa Ieyasu, pero tras un mes de espera decidieron tomar la iniciativa y el general Tokugawa Hidetada marchó al asedio del castillo Ueda, controlado en ese momento por el clan Sanada.

Mientras tanto, el daymio Ieyasu se encontraba en Osaka situado en zona de influencia Ishida y ante la idea de que el enemigo lo atrapase, marchó corriendo hacia Edo para pertrecharse y prepararse para plantar cara a los insurrectos.

El 21 de octubre de 1600, finalmente los ejércitos se encontraron en Sekigahara, con retraso de Hidetada y retraso en el bando del oeste del clan Mori que en esos momentos se encontraban asediando el castillo de Otsu, gobernado por el aliado de Tokugawa, Kyokogu Takatsugu. La batalla en Sekigahara fue elegida realmente por el bando insurrecto, ya que Ishida creyó que tendrían ventaja táctica en esa zona, aunque finalmente se demostró lo contrario. Más de 250.000 samuráis se dieron cita ese día en una de las batallas más grandes de la historia de Japón, hicieron uso de todo tipo de tecnología y tácticas conocidas.

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Representación de la batalla de Sekigahara.

Durante varias horas ambos ejércitos se enfrentaron en una lucha cruenta y encarnizada y la balanza a cada hora que pasaba se inclinaba en favor de Tokugawa, incluso ante la inminente derrota varios aliados del ejército del oeste comenzaron a desertar y a pasarse al bando del este. La batalla comenzó sobre las 10:00 de la mañana y cerca de las 2:00 de la tarde el daymio Tokugawa y sus aliados salieron vencedores y los generales insurrectos fueron condenados a muerte y mostradas sus cabezas al general Ieyasu.

Tras esta gran batalla se puede dar por terminada la unificación de Japón y el inicio de una nueva era, conocida como el período de Edo o era Tokugawa, donde los nipones vivieron gobernados por el clan Tokugawa en una paz casi absoluta durante más de 250 años, hasta la llegada de una armada estadounidense , al mando del comodoro Perry, que exigieron a Japón un tratado comercial. Tuvieron que aceptar el trato y demostrar su debilidad frente al resto del mundo. Ante esta inseguridad el emperador Meiji llevó a cabo una restauración y la modernización del territorio japonés, iniciando así una nueva era conocida como Restauración Meiji.

Bibliografía

JUNQUERAS I VIES, Oriol; MADRID I MORALES, Dani; MARTÍNEZ TABERNER, Guillermo; PITARCH FERNÁNDEZ, Pau. Història del Japó. Ed. UOC, Barcelona, 2011.
PÉREZ GARCÍA, Víctor Lluís Anàlisi comparativa dels feudalismes japonès i europeu: aspectes militars i fortificacions, Visión Libro, Madrid, 2010.
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