El Confucianismo y la construcción del poder en China

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Dragon Chino
Dragon Chino

«Basta un amo en el cielo para que haya mil en la tierra». Ésta cita, escrita por Bakunin uno de los fundadores del anarquismo, y que en su obra ‘Dios y el Estado’ habla precisamente de la construcción del poder y la autoridad a través de la filosofía de la religión puede parecernos en los tiempos que corren de un carácter religiocéntrico muy pronunciado, pero puedo asegurar que, si aplicamos esta cita al confucianismo y a la construcción del poder en China, no andaba demasiado errado el viejo camarada. Hoy os hablaremos de Confucio y el Confucianismo

Ahora en los tiempos que corren, y habiendo visto ante la expectación del mundo la eficiencia del estado chino y la rigurosa disciplina de su población frente a la contención del COVID-19, muchos se atreverán a asegurar que es debido a que se trata de una dictadura, e incluso el también recurrente argumento de que son comunistas. Es mucho más antiguo y complejo que todo eso.

En este articulo trataré de desarrollar como a través del confucianismo se construyó en China una moral de carácter jerárquico, de arriba hacia abajo, y como esa cultura ha penetrado en lo más profundo de los engranajes de esa sociedad.

Confucianismo: ¿religión o filosofía tradicional?

Hay realmente discusiones abiertas sobre si el confucianismo se trata de una religión o si como se pretende de otros sistemas culturales orientales se trata simplemente de una filosofía tradicional como las muchas existentes en dichos sistemas culturales.

Primero debemos hablar del problema a la hora de la denominación religión. A lo largo de la historia nos hemos encontrado con una gran variedad de definiciones que han ido siendo corregidas y mejoradas según avanzaban los esquemas de pensamiento de las diferentes ramas de la antropología social enfocada al estudio de la religión.

Quizá la primera definición coherente, aunque incompleta, que podemos hallar de la definición de religión es la realizada por el antropólogo Tylor, de la corriente evolucionista, y que definía la religión como ‘’la creencia en seres espirituales’’ (Cornejo, 2016, p. 68).

Si avanzamos en la historia de la antropología social, vemos como estas definiciones sobre el fenómeno religioso van avanzando y van completándose, para lograr así paradigmas de visión mucho más certeros.

Si nos vamos a William Robertson-Smith, otro antropólogo, podemos observar que para él la religión tiene una conducta ritual. Esto podemos verlo en uno de sus escritos donde define la conducta ritual, relacionada con la definición de religión de la siguiente manera:

‘’Creer en una determinada serie de mitos no era obligatorio como parte de una religión verdadera, ni se suponía que, por creer, un hombre adquiriera mérito religioso o conciliara el favor de los dioses. Lo que era obligatorio o meritorio era el desempeño exacto de ciertos actos sagrados prescritos por la tradición religiosa.

 Siendo esto así, de ello se sigue que la mitología no debería tomar el lugar prominente que demasiado a menudo se le asigna en el estudio científico de la fe antigua. Hasta donde los mitos consisten en explicaciones del ritual, su valor es en definitiva secundario, y puede afirmarse con confianza que en casi todos los casos el mito se deriva del ritual, y no el ritual del mito; el ritual estaba fijado y el mito era variable, el ritual era obligatorio y la fe en el mito quedaba a discreción del devoto’’ (Cornejo, 2016, p. 71)

Aquí nos encontramos entonces con otra concepción del significado religioso, por el cual Robertson-Smith señala que lo realmente relevante para definir una conducta religiosa no es la creencia en seres espirituales como Tylor sostenía, si no en la realización de rituales que realmente justifican una acción religiosa dejando la fe del creyente en un segundo plano.

Sería el antropólogo Frazer quien incluiría en su definición de religión ambas formas de pensamiento tanto de Robertson-Smith como de Tylor, asegurando que se entiende como religión aquellos poderes superiores que utiliza el hombre para regular la vida social y que comprende dos marcos, uno teórico que sería el relativo a la creencia en esos seres sobrenaturales, y uno practico, relacionado con el sistema ritual para dar culto a dichos seres sobrenaturales (Cornejo, 2016, p. 72).

Teniendo en cuenta que el confucianismo es confundido por muchos como una de las filosofías tradicionales propias de oriente, este articulo pretende demostrar que no se trata de tal cosa, sino que se trata de efectivamente una religión.

Atendiendo a las definiciones que hemos visto (y que continuarían después, incluso con la separación entre magia y religión), el confucianismo es una religión en todo orden. Como veremos en las líneas posteriores, posee una serie de creencias sobrenaturales en dioses de diferente orden, y, por otro lado, realiza una serie de rituales bien estructurados a la hora de llevar a cabo el culto a las diferentes divinidades de carácter sobrenatural.

Por lo tanto, aunque hablemos de una religión que efectivamente tiene en su esencia y sus normas elementos de la filosofía tradicional, estaríamos hablando de un sistema religioso completo, no de una doctrina simplemente de comportamiento social, aunque también, como ahora veremos.

El confucianismo: características principales

El confucianismo se trata de una religión política, la cual está dirigida a consolidar un gobierno perfecto y tiene a su fundador en Confucio. Este personaje, de profesión funcionario, vivió en la época de la dinastía Chou. Se trataba de una época donde encontramos una China dividida y mal gobernada, que buscaba una mejor situación (Velasco, 2002, p. 80).

A la vista de esta situación, Confucio trató de buscar en la antigua sabiduría de su pueblo las fórmulas y leyes que lograran estabilidad y que lograran obtener para lo que él sería el gobierno perfecto.

Aunque hay que decir que Confucio en vida no logró realmente tener una gran influencia ni un gran número de seguidores, sí que logró establecer doctrina y escuela entre sus escasos seguidores, que serían los que finalmente llevarían a la practica en China de las doctrinas que Confucio señalaba. Estas normas y principios que Confucio predicaba eran cuatro, y llevarían al hombre a convertirse en el hombre de bien (Velasco, 2002, p. 80).

·         Li: la moralidad, las formas, los ritos: se trataría del conjunto de normas que regularían las relaciones entre las personas y la realización de las ceremonias. Busca una actitud mental correcta y que esto llegue a convertirse en una actitud material correcta. Es aplicado de forma jerárquica, de arriba hacia abajo (del padre al hijo y del gobernante al gobernado). Esto se aprende, no es algo que viene de nacimiento. Así el servicio al estado es superior a cualquier tipo de linaje consanguíneo.

 

·         Jen: benevolencia y humanidad para que se aprenda el respeto y el amor hacia todos los hombres. Estaba basada en el respeto según su rango.

 

·         Hsiao: la piedad filial, basada en la obediencia y que articula a todos los miembros de la sociedad. Cada una de las personas tiene una relación con respecto a los demás en la cual es una parte débil (yin) y otra fuerte (yang). Esto funciona también de forma jerárquica con respecto a la sociedad y al estado. El emperador, sería el yang en relación con sus súbditos, que se encontrarían en la posición débil del yin. Funcionaria igual en la familia donde el padre se encontraría en la posición del yang, frente al hijo en la posición débil del yin.
·         I: se trataría del sentido del deber, la rectitud y la honestidad. Se aplicaría siguiendo primero la opción del deber frente al beneficio propio y también en lo que respecta al estado, en la primacía del bien público sobre el bien privado.

 

Confucio, 1770.Colección Granger, Nueva York.

Estos principios que encontramos en los textos confucianos pretendían regular no solamente la vida religiosa, si no regular la vida social de una sociedad la cual estaba atravesando una etapa de desorganización social y de decadencia.

Hay que decir, que el confucianismo no es impuesto como religión oficial en China hasta el año II a. C. va adquiriendo toda una serie de transformaciones que lo van modelando y que datan de la muerte de Confucio a su conversión en religión oficial (Velasco, 2002, p. 82).

Cuando llegamos a la dinastía Han, durante el reinado del emperador Wu-ti, es cuando el confucianismo es asimilado como la ideología oficial del imperio. Se realizan toda una serie de técnicas de gobierno y de la ética confuciana.

Esto convierte al confucianismo en toda una religión estructurada para el manejo y el ejercicio del poder en el estado y en la sociedad. Los sabios confucianos realizan exámenes para llegar a las estructuras burocráticas, y serán los encargados de dirigir la doctrina hacia las gentes y el deber de gobernarlos de una forma pacífica. Esta forma de estructuración del estado y la sociedad con el emperador en la cumbre fue tan efectiva que duró más de 2000 años, hasta el año 1905, incluso fue exportada hacia otras naciones como es el caso de Corea y Japón (Velasco, 2002, p. 83).

Los libros confucianos

El confucianismo está formado por un corpus de leyes las cuales se organizan en dos colecciones de libros: serian 6 clásicos y 4 libros posteriores.

El más importante de todos ellos seria sin duda el libro de ‘I Ching’. Se trataría de un libro de sabiduría y adivinación que consiste en una combinación de dos trigramas superpuestos, donde cada trigrama se descompone en 3 posibles opciones binarias: el yang, que correspondería a una línea continua y el yin, que corresponde a una línea quebrada (Velasco, 2002, p. 81).

Otro de los libros sería el ‘Shin Ching’, el cual trataría sobre una recopilación de poemas. El siguiente de los libros sería el ‘Shu Ching’, o libro de la historia y también estaría el ‘Li Chi’ que contiene los ritos y las regulaciones que debían hacerse para la correcta realización de los rituales religiosos.

Otra de las recopilaciones de los libros sería el ‘Ssu Shu’. Consta de 4 libros, los cuales dos de ellos son fragmentos del ‘Li Chi’. Quizá uno de los libros más importantes contenido en estos cuatro, se trate del ‘Lun-Yü’. Las conocidas como Analectas que son sentencias del propio Confucio. El último de los libros sería el ‘Meng-Tzu’, escrito por Mencio, y que muestra el pensamiento del propio autor confucianista (Velasco, 2002, p. 82)

El emperador: el verdadero hombre

El emperador era quien encarnaba el papel de hombre verdadero en una trinidad formada con el Cielo y la Tierra. Todas sus acciones, revierten en el orden cósmico, y se ajustan al tao, que en el confucianismo es el principio de toda existencia (Velasco, 2002, p. 84).

El emperador Chien Long. (1736-1795) Grabado de W. Alexander en su obra «Picturesque Representations of the Dress and manners of the Chinese», London 1814. Museo Oriental de Valladolid.

El emperador en la ideología confuciana es el centro del mundo, es el sacerdote supremo en el ámbito religioso y sus antepasados son los dioses más importantes del panteón: el Cielo y la Tierra. Hay que decir también que los sabios confucianos se reservaban el derecho a derrocar al emperador o a una dinastía si este no seguía el mandato del Cielo, pero por norma general esto no sucedía (Velasco, 2002, p. 84).

Este método, en el cual el emperador era el encargado de establecer el calendario, el año nuevo, la cosecha y la inclusión de nuevos dioses dentro del panteón, no era más que una forma de hacer posible el control del estado de todos los aspectos de la vida social. Era él quien decía cuando se podía o no cosechar, cuando empezaba o terminaba el año, e incluso era él la máxima aspiración de hombre por encima del resto de la humanidad. Se trataba del hombre verdadero, el resto eran subhumanos en el sentido estricto.

Una teología funcionarial

Representación del Yin-Yan

Los dioses principales del panteón chino eran el Cielo, considerado como máximo yang y la Tierra, considerado como máximo yin y son los antepasados del emperador. Son sus padres místicos y son los que legitiman al emperador y su futura descendencia o dinastía (Velasco, 2002, p. 85).

El resto de culto a dioses esta jerarquizado y burocratizado. Otro de los dioses adorados dentro de la teología confuciana seria Chi, dios de la agricultura a la vez que el dios encargado de velar por el territorio She. Por debajo de estos dioses se encontrarían siguiendo un sistema piramidal burocrático de arriba hacia abajo otra serie de dioses que realizarían informes sobre las conductas morales de la gente y a los que adorarían los diferentes funcionarios según su estatus. Cada provincia y territorio tiene su dios particular que funciona como toda una cadena burocrática estatal (Velasco, 2002, p. 85)

Viendo todo lo explicado sobre el funcionamiento y la estructura de la religión confuciana, podemos decir que efectivamente se trataba de una ideología hecha para organizar el poder y la sociedad, una religión hecha por funcionarios y para convertir la sociedad y la teología en todo un cuerpo burocrático y funcionarial perfectamente organizado, donde nada se escapase al control del estado y todo estuviera dirigido a la perfecta estructuración de la vida social.

El confucianismo será abolido y perseguido con el triunfo de la revolución socialista de Mao, pero no así las estructuras mentales y culturales que consiguieron regular la vida social y disciplinaron a una sociedad entera durante 2000 años. Después, tras la muerte de Mao, las nuevas formas de Neoconfucianismo serán reutilizadas para aprovechar precisamente ese control moral y estructurado de la vida pública y moral de la sociedad.

Confucianismo: religión imperial

Para hablar del carácter imperial de la religión confuciana debemos abordar primero qué es una religión imperial. Una religión imperial es aquella que está caracterizada por la maximización del papel simbólico del soberano y en los que radica la identidad de todo el cuerpo social (Velasco, 2014, p. 80).

Los límites de la religión están por encima de la geografía y también de la cultura para poder ejercer el poder de dicho soberano, y el crecimiento del territorio está directamente ligado con el crecimiento del número de seguidores de dicha religión (Velasco, 2014, p. 80).

Todas las religiones que poseen una aspiración imperial están también caracterizadas por reducir los mecanismos de consenso, concentrando el poder a todos los niveles de la vida social en manos del soberano o de un grupo político reducido (Velasco, 2014, p. 81).

Lao-Tsé (detalle). Pintura sobre papel Escuela de Hunan, China Dinastía Qing (1644-1911). Museo Oriental de Valladolid.

Como ya hemos explicado antes, el emperador en China era precisamente quien ostentaba el papel de mediador entre el Cielo y la Tierra, donde había también una divinización del papel del soberano. Se trataba del verdadero ser humano, trayendo consigo la procedente deshumanización de sus súbditos, que se encontraban en un rango de humanidad inferior al suyo (Velasco, 2014, p. 96).

Como ya hemos hablado toda esa estructura y jerarquización del poder, así como la divinización de su soberano convertían al confucianismo en una religión puramente imperial, ya que era indiferente el territorio sobre el cual se sobrepusiera, no existía limite debido a esa jerarquización a ese entendimiento del emperador como ser humano superior al resto de la humanidad, es por ello por lo que estamos hablando de una divinización y justificación del poder.

El Neoconfucianismo

En el año 1919 se produce en China la Revolución Xinhai, llevada a cabo por el republicano y nacionalista Sun Yatsen. Esta revolución aspiraba a la conversión de China a la modernidad, acabando de golpe con 2000 años de tradición imperial. Tras una encarnizada guerra civil entre los nacionalistas de Yatsen y los partidarios de la revolución socialista de Mao, y la victoria de este último sobre los nacionalistas, se fundaría la República Popular China (Durruti, 2011, p. 201).

Tras la construcción del régimen socialista y durante el gobierno de Mao, se realizará la llamada Revolución Cultural, dispuesta a terminar con todo lo relacionado con el sistema anterior a la revolución, y uno de los puntos a destruir será nada más y nada menos que el confucianismo y la figura de Confucio, considerados los garantes del régimen anterior (Durruti, 2011, p. 203).

Es decir, se trató de destruir un sistema político, cultural, social y religioso que había conseguido hacer perdurar y pervivir en China durante los últimos 2000 años. Esto resultaría muy complicado debido a la influencia cultural del confucianismo en la sociedad, teniendo en cuenta que destruir unas estructuras de estado tan antiguas no es nada sencillo.

Retrato del Presidente Mao. Conmemora el Triunfo de la Revolución China de 1949.

Tras la muerte de Mao llegaron las modernizaciones del presidente Deng Xiaoping, las cuales no se trataron  exclusivamente de cambiar los resortes de la economía planificada del régimen socialista, sino también en sustituir el personalismo de Mao por una estructura más colectiva en la toma de decisiones de los gobernantes, y sobre todo, por el principio del establecimiento de unas relaciones internaciones sustentadas en la colaboración y la no intervención (Durruti, 2011, p. 204).

Los principios socialistas habían muerto en China, y se iniciaba así una nueva era, en la cual China rechazaba en la práctica los principios marxistas, y por ende occidentales y retomaba sus raíces más profundas de nuevo en su tradición, la cual había intentado destruir el propio socialismo años antes (Durruti, 2011, p. 204).

El Neoconfucianismo en nuestra era surge precisamente de regresar a esos acatamientos morales de los cuales anteriormente hemos hecho referencia. Si bien es cierto que no hay adoraciones ni existe una divinización del líder político, (el presidente no es visto como se veía al emperador ese ‘’verdadero hombre’’), si sigue teniendo los mismos resortes que legitiman la misma estructura jerárquica, así como el principio de autoridad construido desde arriba hacia abajo (Durruti, 2011, p. 209).

Este Neoconfucianismo, aunque no posee los mismos resortes religiosos que el Confucianismo tradicional, si ha logrado convertirse en una herramienta cultural y de estudio, se trata pues de una renovación del Confucianismo, más abierto, y que ha permitido a China alcanzar un salto a la modernidad propio, sin influencias occidentales, es decir, China ha creado con el Neoconfucianismo un sistema por el cual modernidad y tradición conviven perfectamente, y es de carácter autóctono (Durruti, 2011, p. 2012).

Es posible entonces que precisamente esta revitalización del confucianismo haga que se

Foto del Presidente Deng Xiaoping (1979)

vuelva de nuevo a lo que ellos mismos habían abandonado. Habiendo comprobado que se habían occidentalizado demasiado tomando doctrinas que les eran ajenas a su tradición, el gobierno chino ha vuelto a esta tradición de estructuración del poder que les es conocida y que le fue útil al régimen estamental durante más de 2000 años.

Este Neoconfucianismo sigue manteniendo los mismos resortes de ostentación del poder, simplemente se ha modernizado y actualizado, para así poder adaptarse a una sociedad moderna. Sin duda, el Partido Comunista Chino ostentaría ahora esa suprema fortaleza la cual llamaban ‘yang’ y que estaba representada por el Cielo como soberano absoluto y gran regulador, y el libre mercado, seria aquella otra mitad que resultaría la parte representante de la soberanía a la cual llamaban ‘yin’ y que en el confucianismo antiguo era la Tierra. Esto conformaría esta armonía social que reclamaba el antiguo confucianismo.

Conclusiones

Como ya hemos podido comprobar, la introducción al artículo en la cual se menciona esa cita de Bakunin no andaba desencaminada si se trata de hablar del confucianismo y la construcción del poder que ha sido posible en China tanto en la época imperial como en la época actual.

Muchas voces surgen en medios de comunicación y también en los propios ciudadanos, que desconocedores de la complejidad de la cultura china caen en el religiocentrismo y piensan que si existe una organización tan férrea en un país que es capaz de actuar con ese nivel de disciplina tanto a nivel estatal como social, se debe a resortes malvados que tienen que ver con la autocracia y con la amenaza, comparando China y su régimen con estructuras culturales propias (democracia liberal, dictadura)

La cultura china está organizada para amar la autoridad mucho antes de la aparición de cualquier régimen de carácter autoritario tal y como lo concebimos ahora. Como ya se ha dicho, la propia revolución socialista trato de acabar con ello.

Este articulo puede que nos lleve a pensar que el que la sociedad, en conjunto con el estado chino, sea capaz de construir un hospital en tan solo 9 días, no es por el hecho de que China sea una dictadura, que lo es, tampoco por el hecho de que sean comunistas, esto hace mucho que ya no lo son, sino porque dentro de su moral tradicional se encuentran los principios confucianos de sacrificio en el bien común, de organización jerarquizada y de conducta recta en favor de la sociedad, y eso, se quiera o no está inmerso en el ser cultural chino, con o sin dictadura, con o sin socialismo.

Bibliografía

Cornejo, M., 2016. Las definiciones de lo religioso en la antropología social. Conceptos y discusiones clave el la búsqueda de un universo cultural.. Bandue. Revista de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, Volumen IX, pp. 67-88.

Durruti, M. M., 2011. El Despertar del Neoconfucianismo en China. Impacto en el discurso político del Partido Comunista Chino.. Memoria y Civilización, Volumen XIV, pp. 201-221.

Velasco, F. D. d., 2002. Introducción al Estudio de las Religiones. 3 ed. Madrid: s.n.

Velasco, F. D. d., 2014. Breve Historia de las Religiones. Segunda ed. Madrid: Alianza Editorial.

 

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