Todo comenzó aproximadamente en el año 66 o 67 de nuestra era en Roma. Era un momento de gran inestabilidad política en el imperio que por aquel momento dominaba el Mediterráneo. Nerón con sus subidas de impuestos había acrecentado la inestabilidad en todos los territorios pero es en Judea donde estalla una de las mayores revueltas. Nerón en ese preciso instante llama a uno de sus generales, Vespasiano. Este general llevaba algún tiempo retirado aunque su fama tras la conquista de Britania seguía impoluta. Él es el encargado de sofocar la revuelta en Judea. Mientras tanto en una Roma con aproximadamente unos 300.000 parados la crispación iba en aumento. Nerón un año más tarde había perdido su dominio sobre Roma y el Senado romano lo declara enemigo del estado y es condenado a muerte, aunque finalmente antes de ser ajusticiado acaba suicidándose.
Tras su muerte Roma entra en grave crisis, tres emperadores se suceden mientras las calles se tiñen de rojo. El Imperio necesita una mano firme que lo pueda dirigir y este es Vespasiano que aún estaba sofocando la rebelión en Judea. Aunque él no tuviera aspiraciones a tal cargo aceptó el encargo de Roma y dejó al cargo de sus ejércitos a su hijo Tito. Vespasiano ante la imperante necesidad de trabajo en Roma, idea un nuevo edificio para la ciudad, el más grande y magnífico anfiteatro que nunca se ha erigido en la ciudad, el Anfiteatro Flavio.
El Anfiteatro Flavio o Coliseo como comúnmente se conoce gracias a la gran estatua de Nerón se asentó en el complejo palaciego de Nerón. La Domus Aurea era el palacio de este Emperador pero estaba sobre una colina así que Vespasiano y sus arquitectos tuvieron que elegir otro lugar. El lugar elegido por este sería el lago artificial que había al lado. Para poder asentar los cimientos de lo que iba a ser el Coliseo, los ingenieros romanos tuvieron que drenarlo. Esta fue una tarea ardua pues tuvieron que crear un foso a su alrededor de unos seis metros de profundidad y este a su vez conectarlo con un gran canal ya existente que desaguaba en el río Tiber. Esto no quedó ahí, para evitar que el agua de la lluvia se acumulase tuvieron que crear una red de desagües que evacuaran el agua desde las zonas más altas del estadio. Toda esta red de canales permitían que el anfiteatro no se inundara. El gesto por parte de Vespasiano de hacer un edificio para el divertimento del público en el complejo privado de otro emperador le hizo ganarse el favor de su pueblo. El anfiteatro fue el más grande jamás conocido, tenía una capacidad para albergar a unos 55.000 espectadores pero sobre todo fue un claro símbolo de la supremacía del Imperio Romano sobre el resto de potencias.
Para crear una obra de esta magnitud a Vespasiano le hacía falta mano de obra y mucho dinero, cantidades ingentes de dinero. Para esto recurrió a su hijo Tito que se encontraba
en las puertas de Jerusalen, una ciudad famosa por sus templos y riquezas. En el año 70 Tito asalta la ciudad que en poco tiempo cae en manos romanas. Las llamas devoran gran parte de la ciudad y las riquezas que había en los templos fueron enviadas a Roma para poder sanear sus cuentas. Entre estas riquezas dicen las leyendas que se encontraba el Arca de la Alianza entre otros tesoros del Templo de Salomón.
Los judíos que fueron apresados en Jerusalen fueron vendidos como esclavos en Roma, esto también ayudó a Vespasiano a sufragar los gastos de tan magna construcción. No fueron usados como mano de obra para el Coliseo ya que deberían de aprender las técnicas constructivas romanas y era mucho más rentable venderlos como esclavos.
Pero pese a todo esto nos surgen una serie de dudas, ¿cómo lo hicieron?, ¿qué maquina pudieron utilizar hace 2000 años un monumento tan colosal?. Las grúas fueron las encargadas de gran parte del trabajo. Las grúas no eran algo nuevo en la antigua Roma, los grandes acueductos requirieron de estas máquinas para poder elevar los grandes bloques de piedra. Funcionaban gracias a una gran rueda que podemos asemejar con la de los hamsters, en ella entraban alrededor de 5 esclavos y comenzaban a andar.
Gracias a una serie de poleas conseguían levantar los enormes bloques hasta una gran altura. El cemento u «opus caementicium» fue otro de los grandes avances de los romanos. Este compuesto a base de ceniza volcánica, cal, grava y agua ofrecía una gran resistencia y dureza. Fue tan innovador el invento del cemento que hoy día no se concibe una gran edificación sin él.
Pero sin duda alguna el elemento puramente arquitectónico y que cuando hablamos de Roma se nos viene a la cabeza es el arco de medio punto. Este arco es el más sencillo de todos y el más útil para los romanos.
Está formado por una serie de piezas llamadas dovelas, la más importante es la central llamada clave ya que es la que sustenta todo el peso y lo reparte hacia los pilares exteriores. Este elemento permitió a los romanos construir por pisos ya que los arcos y las bóvedas podían sustentar mucho peso. El Coliseo es un tributo a este elemento arquitectónico, en el anillo exterior cuenta con un total de 240 arcos divididos en tres pisos. Pero aunque la arquitectura romana ahora girara alrededor del arco, no querían perder la influencia griega por lo que a los pilares les adosaron unas medias columnas. Estas solo sirven de ornamentación y como sucede en la mayoría de edificios de este tipo se solían ir superponiendo las ordenes en cada planta (dórico en la primera, jónico en la segunda y corintio en la última).
Dejando de lado los aspectos más puramente arquitectónicos avancemos en el tiempo hasta el año 80 año en el cual se inauguró el Coliseo. Ahora imaginemos que estamos frente a esta nueva construcción que se levanta ante nuestros ojos unos 50 metros. El murmullo de la gente y el ajetreo de los mercaderes es incesante. Si avanzamos unos metros nos encontramos con uno de los tantos hombres que trabajaban en el Coliseo, este nos pide nuestra entrada, una pieza de barro la cual rompía y nos dejaba acceder al interior. A los ciudadanos más pobres de Roma el acceso al Coliseo era gratuito. Es una estrategia política para tener calmada a las masas. Al entrar vemos unos puestos en los cuales venden pequeñas figuras de gladiadores, en otros nos ofrecen algo de fruta fresca, queso, pan… Si subimos hasta la primera planta y observamos el interior del anfiteatro vemos diferentes niveles de graderías. En las mas bajas se aposentarían los más ricos, miembros del Senado y el Cesar. Estos tenían unas vistas privilegiadas de la arena. En el segundo piso estaría la gente acomodada y conforme subimos nos encontramos con los más humildes.
En lo alto del todo, unos velámenes se encuentran recogidos ya que aún no ha empezado el espectáculo, es el Velarium. Este elemento servía para dar cobijo del sol abrasador del Mediterráneo a los miles de espectadores que se daban cita allí. Para poder manejar tal numero de velas hacían falta unos 1000 marineros de lo más experimentados. Para poder dar cobijo a tal número de operarios hicieron falta crear barracones al lado del Coliseo.
Pero seguimos subiendo hasta el tercer piso, estamos exhaustos de subir tantas escaleras por lo que nos apetece beber algo de agua. En otro tipo de edificios esto sería un sueño pero aquí disponemos de una serie de fuentes que sacian la sed de los visitantes en todas las plantas del Coliseo. El agua procede de un acueducto cercano y llega a tal altura gracias a la fuerza de la gravedad. El agua es impulsa desde una colina cercana y la presión generada hace que pueda subir hasta los 50 metros de altura. Tras saciar nuestra sed de agua nos disponemos a saciar nuestra sed de sangre. Es por la mañana así que toca ver la lucha contra los animales salvajes. Son dejados días sin comer para que ataquen a cualquiera que se interponga en su camino
Llegado el medio día la muchedumbre empieza a aclamar a los gladiadores. Estos eran los verdaderos ídolos de la Antigua Roma. Venían de los diferentes puntos del Imperio. Para poder batallar en el Coliseo debían de ganarse una reputación y aún así cientos de gladiadores dejaron su último aliento en la arena del Coliseo. La gente en este momento pierde la noción del tiempo, sus preocupaciones se desvanecen y solo se centran en el baño de sangre que hay en la Arena. Así es como los políticos consiguen dominar Roma, con pan y circo. Pero aún estamos al medio día, queda toda una tarde y una noche así que al finalizar la lucha de gladiadores la fiesta sigue con espectáculos de circo, elefantes, enanos…
Volviendo de este pequeño flash back, en el Coliseo corrieron litros y litros de sangre desde la de Gladiadores y fieras hasta los cristianos que eran perseguidos y ajusticiados en la arena. Pero había también otro tipo de espectáculos. Las «naumáquias» o batallas navales recreaban batallas reales. Estas datan de tiempos de Julio Cesar y se solían llevar a cabo en una piscina capaz de albergar todo tipo de embarcaciones (trirremes y cuatrirremes incluso). El Coliseo llegó a tal nivel de sofisticación que era capaz de llenarse con más de dos metros y medio de agua en tan solo una noche y de desaguar esa cantidad de agua en un tiempo récord.
El Coliseo acogió durante medio milenio las luchas de gladiadores que lo hicieron famoso además de otro tipo de espectáculos como ya hemos señalado. Tras la caída del Imperio Romano de occidente cayó en desuso. El deterioro se hizo mayor cuando en plena Edad Media se utilizaron sus materiales, todos ellos muy ricos para otro tipo de construcciones. Pasado un tiempo la Iglesia Católica lo convirtió en un santuario en honor a todos los primeros cristianos que perecieron entre aquellos muros. Este hecho favoreció la conservación del monumento aunque gran parte de las arquerías exteriores estaban muy deterioradas. Hoy día el Coliseo es uno de los monumentos más representativos de Roma y es visitado por cientos de personas cada día. El Coliseo ha sido un monumento grandioso que acogió uno de los pasajes más sangrientos de la historia, la lucha de gladiadores.
Sencillamente impresionante