Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y con el ascenso de la Guerra Fría, los deportes internacionales, como los Juegos Olímpicos, los mundiales y eventos similares a gran escala, empezaron a considerarse algo más que competiciones puramente deportivas. La lucha entre bloques estaba patente y las competiciones deportivas supusieron una oportunidad para demostrar qué bloque era superior. Para lograr este objetivo, algunos países, como la RDA (República Democrática Alemana, si bien en este artículo usaremos DDR por sus siglas en alemán), no dudaron en recurrir al dopaje.
Para los funcionarios de Alemania Oriental, era fundamental que el sistema socialista se impusiera. Y para ello, cualquier medio justificaba el fin. El Estado, desde la más temprana edad, se encargaba de inculcar la competitividad en la sociedad. Aquellos jóvenes que más destacaban eran rápidamente acogidos en el sistema. Un sistema que combinaba entrenamiento de élite con dopaje con un único objetivo: coleccionar medallas.
En este artículo mostraremos que la competencia entre el bloque socialista y el bloque soviético iba más allá de la política, económica y militar. Como se analizó en el artículo sobre la Carrera Espacial, cualquier escenario era un campo de batalla por la supremacía mundial. Y la República Democrática Alemana (DDR) llevó esta idea hasta el extremo.
Funcionamiento y objetivos
El deporte, en especial el de alta competición, tuvo una especial importancia en la DDR. Los éxitos debían servir para que, internamente, el pueblo se identificase con la causa y para que, internacionalmente, el socialismo ganara protagonismo. Pero sobre todo debía servir para vencer al enemigo capitalista y en especial a la “otra” Alemania. Por ello, no es sorprendente que el SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), a través del Politburó, estuviera implicado muy de cerca el desarrollo del deporte en la DDR.
En diciembre de 1945, el Consejo de Control Aliado disolvió todas las organizaciones y asociaciones deportivas nacionalsocialistas. Durante los siguientes meses, y por iniciativas populares/comunales, se comenzó a reconstruir la escena deportiva alemana en la posguerra. En la zona de ocupación soviética esta labor recayó, a partir de 1948 y a petición del gobierno militar soviético (SMAD), en la FDJ (Freie Deutsche Jugend; en castellano Juventud Libre Alemana) y la FDGB (Freier Deutscher Gewerkschaftsbund, Federación Alemana de Sindicatos Libres). Uno de los fundadores de la FDJ tras la Segunda Guerra Mundial, Erich Honecker, declaró en 1948 que:
“Sport ist nicht Selbstzweck, sondern Mittel zum Zweck. Jeder Versuch, die Sportbewegung außerhalb des gesellschaftlichen Geschehens zu stellen, ist von vornherein zum Scheitern veruteilt (…) Die demokratische Sportbewegung will den körperlichen, geistigen und sittlichen Aufstieg des deutschen Volkes fördern und an der Hebung einer neuen demokratischer Kultur mitarbeiten (…) Die demokratische Sportbewegung ist ein Teil der demokratisch-fortschrittlichen Volksbewegung. Sie ist überparteilich und kennt keine Trennung von politischen oder konfessionellen Anschauungen.“
(Schröder, 2001 : 765)
“El deporte no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin. Cualquier intento de colocar el movimiento deportivo fuera de la sociedad está condenado al fracaso desde el principio (…) El movimiento deportivo democrático quiere promover el avance físico, mental y moral del pueblo alemán y trabajar en la elevación de una nueva cultura democrática (…) El movimiento deportivo democrático es parte del movimiento popular democrático y progresista. No es partidista y no conoce separación de puntos de vista políticos o confesionales.”
A partir de 1949, la maquinaria se puso en marcha. Ese mismo año se aprobaron las Betriebssportgemeinschaften (BSG; en español Asociaciones deportivas de empresa). Éstas sustituirían a las asociaciones deportivas fundadas tras la guerra y constituirían la base del deporte en la DDR. Organizadas en torno a empresas de un determinado sector (minería, metalurgia, correos, construcción, burocracia, química, comercio,…), las BSG promovían el deporte entre sus empleados. Así, en la teoría, el deporte se convertía en un complemento al trabajo y no en un trabajo en sí mismo (Schröder, 2013 : 772).
En la práctica, los deportistas de élite eran contratados para puestos irrisorios en determinados sectores o fábricas mientras dedicaban su jornada laboral a entrenar en las instalaciones deportivas de la empresa. Este hecho ha sido imitado en uno de los iconos de la cultura popular en occidente, como es Los Simpsons.
En 1951 se fundaría el Comité Olímpico Nacional (NOK por sus siglas en alemán), aunque el COI no lo reconocería oficialmente hasta 1964. Al año siguiente, en 1952, se funda el “staatliches Komitee für Körperkultur und Sport“ (en castellano: Comité nacional para la cultura del cuerpo y el deporte) y se entregan así los mandos del deporte nacional al SED, concretamente al Ministerio para la Seguridad Nacional, la Stasi.
El último paso para el control total del deporte por parte del Estado se dará en 1957, cuando se funde la DTSB (Deutscher Turn- und Sportbund; en castellano Unión Alemana de Gimnasia y Deporte). En este momento, las asociaciones deportivas que aún quedaban “libres”, es decir, sin estar bajo el control de una BSG, desaparecieron. Con ello, el SED se aseguraba que todos los deportistas estuvieran bajo control y supervisión del Estado y sirvieran a sus objetivos (Schröder, 2013 : 768).
Sin embargo, para que esto sucediese correctamente, los deportistas debían servir sin dudas o manchas la línea política e ideológica del SED. Una de los motivos por lo que se centralizó el deporte en las BSG es que:
«In den Sportclubs wurde ungenügend verstanden, die politische-ideologische Erziehung mit den unmittelbaren Aufgaben des Leistungssports zu verbinden (…) Die Erziehung war nicht genügend darauf gerichtet, die notwendige Willenstärke und Kamfpmoral im Training zu entwickeln» (Schröder, 2013 : 768).
“En los clubes deportivos no se entendía lo suficientemente bien la importancia de combinar la educación político-ideológica con las tareas necesarias de los deportes competitivos (…) La educación no se centraba en el objetivo de desarrollar la fuerza de voluntad y el espíritu de lucha necesarios en el entrenamiento».
Para poder controlar esto, el Comité Central del SED creó una secretaría y un departamento específicos para el deporte. Rudolf Hellmann era el máximo responsable de este departamento. Junto con Manfred Ewald (director del Comité Olímpico Nacional) y Manfred Höppner (director del Comité nacional para la cultura del cuerpo y el deporte) formaban el triunvirato que controlaría el deporte de la DDR desde 1960 hasta la caída del muro de Berlín (Spitzer, 2004 : 2).
Así, junto con la preparación deportiva, se realizaba una preparación ideológica. El deportista de la DDR no debía ver al resto como otros deportistas contrarios sino como parte de un sistema enemigo. Su objetivo, por tanto, debía ser la defensa del país (“Landesverteidigung”) frente a los enemigos, deportistas o no (Schröder, 2013 : 769).
Con el reconocimiento del Comité Olímpico Nacional de la DDR por parte del COI en 1964, se puso en marcha toda la potencia ideológica. El desarrollo de sustancias dopantes, la educación militar, la propaganda periodística,… Todo estaba dirigido a que los deportistas de la DDR, a través de sus actuaciones, demostraran al mundo que el socialismo era superior al capitalismo. En palabras del SED:
“Lo que para nosotros es un éxito, lo que enorgullece a muchos miles de deportistas y personas relacionadas con el deporte, provoca en Bonn y Washington preocupaciones, odio y rabia (…) Toda plusmarca que consigue el deporte de la DDR es, pues, una victoria deportiva y una derrota política de la campaña de embrutecimiento norteamericana.”
Betriebssportgemeinschaft: el deporte como actividad complementaria
El objetivo de este sistema deportivo, controlado por el Estado y basado en las BSG era luchar contra el llamado “deporte como única actividad” (“Nursportlertum”). En líneas generales y oficialmente, el deporte en la DDR era amateur. Sin embargo, con el paso del tiempo, y en especial en la década de 1960, comenzó a semi-profesionalizarse. Aunque teóricamente esto estaba prohibido por ley (se debía trabajar y el deporte era una especie de “hobby”), el propio gobierno del SED autorizó medidas muy laxas para los deportistas, especialmente aquellos deportistas olímpicos. Así, se reducía al mínimo su jornada de trabajo para que pudieran concentrarse en sus entrenamientos, se les otorgaba una gran cantidad de días libres o vacaciones para prepararse para la competición o se les entregaban premios en metálicos de manera secreta que compensaran el reducido salario de su trabajo (Niethammer, 2008: 93).
Al mundo exterior, la DDR vendía que sus deportistas de élite eran trabajadores. Gente que, al contrario que en los países capitalistas, realizaba el deporte en su tiempo libre, no vivía de ello. Ideológicamente ponía así al socialismo y a sus gentes por encima de cualquier otro sistema. Sin embargo, en la práctica, la DDR contaba con un sistema profesional como cualquier otro país.
Para enmascarar este sistema, el SED recurrió a las ya mencionadas BSG. Muchas de ellas siguen existiendo hoy en día, aunque con otros nombres. Por ejemplo, la BSG Turbine Halle (hoy Hallescher FC) era el equipo formado por los trabajadores del sector energético en Halle.
El SG Dynamo Dresden tiene sus orígenes en 1948, en la Sportvereinigung Volkspolizei Dresden, dependiente de la policía. En los años siguientes se le reforzó con jugadores de otros equipos subvencionados por la policía de toda la Alemania Oriental. El SV Dresden se fusionó en abril de 1953 con el SV Dynamo, organización deportiva de los órganos de seguridad de la DDR (Stasi), y se renombró como SG Dynamo Dresden. En noviembre de 1954 el equipo en pleno fue trasladado por orden de Erich Mielke, jefe de la Stasi, a Berlín con la intención de crear un club competitivo en la capital. Este nuevo club se llamó SC Dynamo Berlin (Blume, 2012: 200).
Otro ejemplo, el SC Empor Rostock (hoy FC Hansa Rostock) era el equipo del Fischkombinat Rostock, que llevaba la pesca, trata y distribución del pescado de alta mar en la DDR. O por ejemplo el 1. FC Lokomotiv Leipzig (desaparecido en 2004 como VfB Leipzig) equipo del sector ferroviario.
Para alimentar estas BSG, el SED contaba con un amplio sistema de reclutamiento gracias a la Stasi. Los jóvenes que destacaban en su localidad eran llevados a los “Kinder- und Jugendsportschulen” (KJS; en castellano Escuelas deportivas para niños y jóvenes). En las KJS, cuyos cursos iban desde 12 años hasta los 18, se focalizaba el entrenamiento físico del potencial atleta. Si un alumno de las KJS no cumplía con las marcas o no mostraba un progreso, era devuelto a su escuela original (Schröder, 2013: 773).
Se estima que, en la década de 1970, entre 15.000 y 22.000 jóvenes de ambos sexos fueron reclutados anualmente para las KJS. De ellos, entre el 10 y el 15% era “devuelto” a su escuela original. Al finalizar la educación, aproximadamente el 10% recibía plazas en las BSG más potentes, lo que les permitía continuar su entrenamiento al máximo nivel (Reichhelm, 2014: 69).
Dopaje
El deporte fue utilizado por el SED con fines propagandísticos y controlado con tanto ahínco como si se tratase de un plan quinquenal o de una purga ideológica. Con un objetivo ideológico tan claro como era el de derrotar al capitalismo, no podía dejarse nada al azar. Durante casi 30 años, la DDR desarrolló un sistema de dopaje para mejorar el rendimiento de sus deportistas. En algunos casos, cruzando incluso varias líneas rojas, médicas y éticas.
Inicios (1960-1964)
El sistema estatal de dopaje de la DDR estaba supervisado por Manfred Ewald, Presidente del Comité Olímpico Nacional de la DDR. Como su mano derecha se encontraba el médico deportivo Manfred Höppner. Höppner, además, trabajaba para el Ministerio para la Seguridad del Estado, más comúnmente conocido como Stasi. Su cargo en la Stasi era el del director del ya mencionado “comité nacional para la cultura del cuerpo y el deporte” (“staatliches Komitee für Körperkultur und Sport”, fundado en 1952). Oficialmente, el objetivo de la investigación era conocer mejor el cuerpo humano y poder optimizar su rendimiento deportivo. En la práctica, el grupo se dedicaba a desarrollar un sistema de dopaje en los atletas de la DDR con financiación estatal (Spitzer, 2004: 1).
Con este fin se creó en 1963 el “Sportmedizinischen Dienstes der DDR” (SMD; Servicio de medicina deportiva de la DDR en español). El objetivo de este servicio era el asesoramiento y cuidado médico de todos los atletas de la DDR. El Servicio de Medicina Deportiva poseía 15 organizaciones regionales (una por cada “Bezirk” o provincia de la DDR) que eran las que llevaban a cabo el trabajo efectivo. Poseían secciones diferenciadas para cada deporte y objetivo y mantenían un contacto regular con las BSG y con las escuelas, pues también era su objetivo captar nuevos talentos. En 1964 el SMD y sus divisiones regionales contaban con más de 1500 trabajadores. De ellos, unos 300 eran médicos. Ewald y Höppner eran los encargados de seleccionar los médicos, ya que trabajarían directamente para el SMD y debían seguir sus instrucciones (Niethammer, 2008: 69).
Pero demos un paso atrás. Durante los años previos, incluidos los Juegos Olímpicos de Roma 1960, los atletas de la DDR ya habrían usado el dopaje. Sin embargo, según informes del SMD, sería un dopaje “clásico” (con metanfetaminas como Pervitin y otros psicotrópicos) y practicado por “manos no profesionales”. Esto llevaría a que los resultados y el efecto no fueran óptimos e incluso en algunos casos, contraproducentes. Con el SMD se centralizaba y profesionalizaba la medicina deportiva, quedando a su vez bajo control del Estado (Spitzer, 2004: 8).
Las anfetaminas fueron quedando poco a poco apartadas, debido principalmente a la dependencia que generaba y a que sus efectos eran relativamente impredecibles. Paralelamente se comenzaron a buscar otras sustancias dopantes cuyos efectos fueran más estables y visibles.
Para los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, el SMD, dirigido por Rudolf Müller, apenas introdujo variaciones en el dopaje. Se siguieron utilizando metanfetaminas, en especial en deportes de resistencia. Pero también comenzaron los primeros tratamientos/ensayos con hormonas y esteroides. A varias atletas mujeres se les administraron dosis muy elevadas de pastillas anticonceptivas, no con el objetivo de prevenir un embarazo, sino por su efecto anabólico y hormonal que, en teoría, debería mejorar el rendimiento. La mayoría de las ocasiones se decidía sobre el terreno, qué atletas recibirían las sustancias dopantes. Y también en muchas ocasiones el resultado no era el esperado (Spitlzer, 2004: 7).
Sin embargo, la DDR no tenía hasta este momento especial interés en mostrar todas sus cartas. Por un decreto del COI de 1952 y hasta que la situación alemana se aclarara, se estableció que tanto Alemania Occidental como Alemania Oriental competirían juntas en un único equipo, el Equipo Alemán Unificado. Os recordamos que la división alemana, en principio, era una solución temporal, como explicamos aquí.
Pero, tras los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, tanto la DDR como Alemania Occidental decidieron separar sus caminos deportivos y competir por separado. Es en este momento cuando la DDR impulsa el desarrollo de sustancias dopantes.
Desarrollo (1964-1974)
Hasta este momento, el SMD se encontraba en una situación de construcción. Médicamente tampoco se había puesto demasiado énfasis en el desarrollo de nuevas sustancias dopantes. El dopaje hasta ahora había consistido, como hemos dicho, en métodos relativamente clásicos y en ensayos con más errores que aciertos.
Sin embargo, a partir de 1964 comienza el desarrollo de nuevos preparados médicos con fines dopantes. Bajo el más estricto secreto, el SMD comienza a preparar y experimentar en sus laboratorios con nuevas sustancias dopantes, en especial esteroides. Y aquí la pregunta es: ¿qué esteroides podían ser usados como dopaje a mediados de la década de 1960?
Bajo la supervisión de Hans Schuster se creó una especie de “Comité Antidopaje”. Schuster sospechaba que las potencias occidentales también usaban sustancias dopantes que eran desconocidas en la DDR. Si la DDR debía investigar por su cuenta, tardaría demasiado en alcanzar a los deportistas occidentales. Por ello, a través de este comité, se pudieron analizar muestras de atletas y, a través de análisis químicos más avanzados que los que poseía el COI, dar con la clave, tanto de la sustancia dopante, como de su ocultación en los test oficiales (Spitzler, 2004 : 18).
Y el éxito se encontró en las temidas “pastillas azules” también conocidas como “Wunderpillen” (Pastillas maravilla en español). Estas pastillas eran en realidad Oral-Turinabol, clorodehidrometiltestosterona. Este medicamento, que vio la luz en 1965, es, básicamente testosterona. La testosterona juega un rol muy importante en el desarrollo de los denominados en medicina “caracteres sexuales secundarios”, como puede ser la masa muscular. La testosterona es producida naturalmente por el cuerpo, tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo el SMD, modificando ligeramente la composición original del Oral-Turinabol, potenció la testosterona en el medicamento y redujo los efectos secundarios (Latzel, 2009: 66).
Aplicado tanto a hombres como a mujeres, suponía una mejora enorme de su desarrollo muscular, fuerza, o resistencia, además de mejorar la recuperación muscular. En esta fase de ensayo, y para evitar los elevados niveles de testosterona en mujeres, se las administraban ciertos estrógenos, como el etinilestradiol y la clormadinona. Además, estos estrógenos también eran usados en hombres para mejorar su masa ósea y aumentar el nivel de proteínas en sangre.
Sin embargo, su efecto pronto se probó contraproducente y se abandonaron, dejando solamente la testosterona, en mayor o menor cantidad, como sustancia dopante. Esta idea es importante para entender cómo se experimentaba con el dopaje en la DDR. Los entrenadores de las distintas asociaciones recibían las pastillas directamente de la Stasi. Como se ha mencionado, habían sido previamente manipuladas en los laboratorios Jenapharm y se encontraban en un envoltorio que no era el original para evitar que el atleta pudiera investigar sobre lo que realmente se estaba tomando. Es sorprendente que fuera el entrenador (personal no sanitario) el que administrara las pastillas según las indicaciones del SMD.
A la hora de suministrarlas, los entrenadores engañaban a los jóvenes atletas asegurando que buscaban su bienestar. Generalmente se utilizaba la excusa de que eran suplementos vitamínicos. Debido al duro entrenamiento, la aparición de agujetas, posibles sobrecargas musculares, contracturas o desgarros era bastante probable. Por ello se debían de tomar estas pastillas, para reducir el riesgo de lesión y mejorar la capacidad de recuperación del músculo. Parcialmente esto era verdad, pero se ocultaba información al atleta, en especial de efectos secundarios. Los casos en los que el atleta conocía realmente lo que se estaba tomando eran muy pocos y venían solamente cuando se podía certificar la lealtad y discreción de dicho atleta (Reichhelm, 2014: 90).
Cuando una competición se acercaba, las dosis aumentaban e incluso se introducían otras pastillas o tratamientos (corticotropina, broncodilatadores,…). La excusa seguía en la línea. Se argumentaba que era un tratamiento para evitar infecciones, dosis supletorias por el mayor esfuerzo durante la preparación,… Además, los entrenadores desarrollaron sus propias bebidas electrolíticas y administraban vitaminas y minerales (Schröder, 2013: 778).
La administración también dejó de ser aleatoria, como en la fase previa, para ser más detallada. Con el fin de optimizar el rendimiento y los recursos del SMD, solamente aquellos atletas que tuvieran opciones reales de medalla, ya fuera en unos Juegos Olímpicos o en Campeonatos Mundiales o Europeos, eran los que recibían las sustancias dopantes. Además, se intensificó la construcción de instalaciones deportivas para aquellos deportes en los que la DDR realmente tenía opciones de medalla (Deportes de Categoría I), dejando de lado el resto de deportes (Deportes de Categoría II).
Dependiendo del deporte y del sexo, se empezaba antes o después el tratamiento. Así, para sprinters mujeres, lo normal era empezar sobre los 16 años. Para nadadoras, el tratamiento con hormas masculinas podría empezar a los 12 o 13 años de edad. Las disciplinas de fuerza (lanzamiento de peso, de disco, halterofilia,…) recibían cantidades 2 o 3 veces superiores a las de otros deportes. Según los estudios realizados por el propio SMD, las marcas de los atletas dopados podrían mejorar entre un 10 y un 20% si el dopaje se aplicaba correctamente y desde temprana edad (Spitzler, 2004: 149).
Entre 1965 y 1974 se testearon diversos productos en todo tipo de competiciones, desde ciclismo hasta fútbol. Así, el SMD pudo establecer qué sustancias eran más adecuadas para cada deporte y cada momento. Esta fase también se conoce como el “dopaje salvaje”. Los propios atletas, sin un conocimiento completo de qué tomaban o qué efectos/riesgos podía tener, eran quienes servían para los experimentos de dopaje del SMD y la DDR. El 14 de junio de 1974, el SED aprobaba el “Plan Estatal 14.25”
Aplicación del “Plan Maestro” (1974-1986)
Tras testear durante los años previos las distintas sustancias dopantes (todos los test fueron financiados de manera secreta por el SED), el Plan Estatal 14.25, que regulaba el uso del sistema de dopaje desarrollado los años anteriores, se puso en marcha.
Por motivos de ética médica y por la propia salud de los atletas, se acordaron una serie de puntos y pautas para la administración de los esteroides. Así, por ejemplo, estaba prohibida su administración a menores de 14 años, se debía llevar una detallada documentación sobre qué, cuándo y cuánto se administraba, reducir las dosis en períodos no competitivos, etc (Spitzler, 2004: XVIII).
También es importante destacar que el dopaje no era ni obligatorio ni forzado. Los entrenadores tenían la misión de convencer a los atletas para que tomaran los esteroides. Generalmente, como se ha mencionado varias veces, se hacía a través del engaño y medias verdades para evitar que el atleta sospechara. Si el atleta rechazaba las pastillas, además de no insistir, la Stasi se ponía en alerta y comenzaba a vigilar al potencial traidor que, en unos meses, sería apartado del sistema y de la competición.
Esto era muy importante ya que si algún atleta hablaba y declaraba sus sospechas sobre que entrenadores ofrecían pastillas manipuladas (no en sus embalajes originales) a los atletas, la imagen de la DDR internacionalmente podría quedar muy dañada. Por ello los entrenadores andaban con pies de plomo a la hora de suministrar las pastillas y solamente los atletas más convencidos de régimen llegaban a saber toda la verdad (Niethammer, 2008: 96).
Paralelamente, la instrumentalización del deporte fue creciendo. Con el Plan Estatal 14.25 el dopaje comenzó a organizarse en los denominados “Ciclos Olímpicos”. Además, el SED comenzaba a presionar para obtener resultados. Tras los Juegos Olímpicos de México 1968 declaró:
«Die olympischen Spiele 1968 verdeutlichen, dass der Leistungssport ein fester Bestandteil des Klassenkämpfes zwischen Sozialismus und Kapitalismus wird (…) Im Zeitraum bis 1972 muss es gelingen, durch Siege, hervorragende Platzierungen und Weltspitzeleistungen und Rekorde aktiv in der DDR mitzubestimmen und selbst voranzutrieben».
(Schröder, 2013 : 767)
“Los Juegos Olímpicos de 1968 dejan en claro que el deporte competitivo se está convirtiendo en una parte integral de la lucha de clases entre el socialismo y el capitalismo (…) En el período hasta 1972, las victorias, las clasificaciones excelentes y los logros y récords de clase mundial deben poder desempeñar un papel activo en la DDR e impulsarla”.
Los resultados deportivos de la DDR en la segunda mitad de la década de 1970 mejoraron claramente. En los Juegos Olímpicos de México 1968, la DDR había conseguido 9 medallas de oro. Cuatro años después, en Múnich 1972, consiguieron 20. Con la aplicación y puesta en marcha del Plan Estatal 14.25, las medallas de oro en Montreal 1976 fueron 40. De hecho, en estos Juegos Olímpicos las instrucciones de Höppner fueron claras: todos los atletas olímpicos serían dopados.
En los Juegos Olímpicos de Invierno el ascenso fue similar. De las 5 medallas de Grenoble 1968 (1 de oro) se pasó a las 14 de Sapporo 1972 (4 de oro) y a las 19 de Innsbruck 1976 (7 de oro) (Blume, 2012: 180).
Sin embargo, el SED no estaba del todo satisfecho. La administración de testosterona (Oral-Turinabol) continuó sin interrupciones. Pero lo que también continuó fue la investigación de nuevas sustancias dopantes, ya que los test antidoping en esteroides y anabolizantes mejoraron mucho durante este período. De hecho, la lanzadora de peso Ilona Slupianek dio positivo por esteroides anabólicos en el Europeo de Helsinki de 1976 y fue suspendida 12 meses.
Esto encendió las alarmas en la DDR. La Stasi multiplicó sus agentes hasta formar un quinto del total de la delegación olímpica. Por su parte, el SMD que comenzó a buscar alternativas. En combinación con los test en Jenapharma y una compleja red de espionaje industrial en las empresas occidentales, la DDR continuaba su búsqueda. El objetivo era encontrar una sustancia que mejorara el rendimiento y evitara los nuevos y más modernos controles antidopaje (Latzel, 2009: 95).
Así, a comienzos de la década de 1980,dieron con el STS 646 o mestaronola, un derivado de la dihidrotestosterona. Se comenzó a aplicar en atletas donde la masa muscular debía ser reducida (por limitaciones de peso como en boxeo o gimnasia rítmica) pero al mismo tiempo fuerte y compacta. Para atletas que sí necesitaban de fuerza y masa muscular (lanzamiento de peso o halteras), se empezó a combinar el Oral-Turinabol con androstendiona (Latzel, 2009: 130).
Para evitar que el caso de Slupianek se repitiera, los atletas de la DDR se sometían a controles para detectar el dopaje antes de las competiciones. Estos controles, secretos y elaborados por el SMD, buscaban proteger al atleta y a la DDR de un escándalo internacional. Así, aquellos que deban positivo, eran expulsados de las competiciones internacionales. Para evitar levantar sospechas, los médicos del SMD elaboraban algún parte médico inventando alguna lesión que justificara su ausencia.
Con su sistema de dopaje mejorado (prácticamente ningún atleta de la DDR volvió a dar positivo), los resultados en Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo y de Europa continuaron en la línea ascendente, aunque más rebajada al alcanzar el límite humano, incluso con ayuda externa (Niethammer, 2008: 87).
Por ello se empezaron a buscar, de nuevo, nuevas sustancias. Para finales de la década de 1980, poco antes de cayera el muro de Berlín, el SMD ya estaba experimentando con eritropoyetina (EPO) y hormonas del crecimiento.
Problemas y disolución (1986-1989)
Pero a pesar de los éxitos deportivos, al SMD le comenzaron a surgir demasiados problemas. Las repercusiones de estos tratamientos tampoco estaban demasiado claras. La investigación sobre el uso de sustancias dopantes se había centrado en su aplicación deportiva y los investigadores de la DDR habían dejado de lado sus posibles efectos secundarios a largo plazo.
Así, a partir de la segunda mitad de la década de 1970 comenzaron a aparecer casos de efectos secundarios derivados de la primera fase de ensayo-error de los años 60. Esta primera oleada es conocida como “GAU I”. Debido al “cocktail” de medicamentos tomados y su combinación (estrógenos, metanfetamina, testosterona,…) una gran cantidad de mujeres comenzaron a sufrir problemas en su cuerpo. Problemas en los tejidos corporales, debilidad ante el esfuerzo, facilidad para contraer infecciones víricas,… eran comunes. La administración de testosterona casi sin control durante esta época afectó a muchas mujeres, pero también a hombres (Spitzler, 2004: 89).
Pero los casos se dispararon desde mediados de la década de 1980, en la fase conocida como “GAU II”. Con la huida de atletas de la DDR hacia países occidentales (en total más de 600), las voces sobre el dopaje en la DDR comenzaron a crecer. Varios de los atletas huidos aceptaron someterse a test y controles en laboratorios de Colonia y Londres. Los resultados sorprendieron incluso a los propios expertos (Spitzler, 2004: 90).
Uno de ellos era el saltador de esquí Hans-Georg Aschenbach. Aschenbach había dominado el salto de esquí mundial entre 1971 y 1976. Sin embargo, cuando logró huir a la Alemania Occidental en los años 80 declaró que, desde los 14 años, había tomado Oral-Turinabol, en especial en forma de inyecciones. Los entrenadores le aseguraban que contaban con la autorización de sus padres, cosa que era falsa. Además, la excusa era que esas inyecciones le ayudarían a mantener sanas sus rodillas, propensas a lesiones en esta disciplina.
Aschenbach se cuenta entre los “afortunados” de no tener demasiadas secuelas. Pero en ocasiones, como le sucedió a Andreas (entonces Heidi) Krieger, podría ser más grave. Según el propio Andreas, la enorme cantidad de hormonas masculinas y esteroides que tomó provocaron que no se sintiera como una mujer. Con 20 años medía 1,87 m y pesaba unos 100 kg. A pesar de que Heidi declaró que nunca se había sentido a gusto como mujer, incluso en su niñez, la testosterona administrada desde los 15 años provocó y agravó trastornos en su sexualidad. Finalmente, en 1997 se cambió de sexo. Hoy en día, Andreas Krieger es una referencia en la lucha contra el dopaje (Krieger, sitio web).
Para 1988 el Plan Estatal 14.25 contaba con demasiadas grietas. Tras el escándalo de Ben Johnson, el SED ordenó que el sistema de dopaje se aplicara solamente a 600 atletas. La caída del muro de Berlín en 1989 provocó el abandono inmediato. Con la reunificación alemana, las actas del SMD quedaron abiertas al público. Muchos atletas descubrieron entonces lo que realmente habían estado tomando. En los años 2000 llegarían acciones legales contra los cabecillas y directores del plan de dopaje (Reichhelm, 2014: 235).
Héroes y villanos
Los deportistas en la DDR eran una auténtica élite. Por su elevada “contribución al socialismo” gozaban de enormes privilegios que, para la mayoría de la población, eran inalcanzables. Por ejemplo, tenían prioridad a la hora de recibir un piso o un coche. Su educación era asumida y tutelada por el Estado. También poseían un visado que les permitía viajar fuera de la esfera soviética, incluso cuando no había competición (Niethammer, 2008 : 99).
Pero tantos derechos y privilegios conllevan también grandes responsabilidades. Para representar a la DDR había que defender el modelo socialista y cualquier grieta podría resultar fatal para la imagen exterior del régimen. Por ello, que el programa deportivo y de dopaje estuviera en manos de la Stasi no era casualidad. Para la DDR, cada vez que un atleta abandonaba el país socialista para competir en el extranjero, existía un alto riesgo de fuga. Por eso, la Stasi controló desde el principio el sistema deportivo de la Alemania Oriental. La familia de los atletas era vigilada, los asistentes deportivos y encargados organizar los viajes y competiciones eran espías y muchos entrenadores incluso eran agentes de la Stasi.
Marita Koch
Nacida en Wismar en 1957, Marita destacó desde niña en las pruebas de velocidad. Durante la escuela, y con apenas 10 años, Marita competía con los niños en lugar de con las niñas. Sus resultados se contaban por victorias y con 12 años fue ascendida de categoría. A pesar de la diferencia de edad y de sexo, la velocidad de Marita era imposible de alcanzar para muchos jóvenes.
Es por ello que, con 15 años, la DDR le encarga a Wolfgang Meier que entrene a Marita. Meier era un ingeniero naval que, a tiempo parcial, se dedicaba al entrenamiento de atletas. Dos años después, en 1974, Meier y Marita Koch se mudan de Wismar a Rostock. Oficialmente, el motivo del traslado fue que Marita iba a iniciar sus estudios en medicina en la Wilhelm-Pieck-Universität de Rostock. Sin embargo, Marita fue inscrita inmediatamente en el SC Empor Rostock (hoy en día Hansa Rostock). Esta asociación deportiva era la encargada de aglutinar a los mejores atletas del norte de la DDR. De hecho, contaba con su propio internado para los estudiantes más jóvenes y una residencia.
Marita comenzó a poco a poco a centrarse en su carrera deportiva. Meier se convirtió en entrenador a tiempo completo. Enfocada en un principio a las pruebas indoor, Marita se convirtió campeona de la DDR en 1975. Su marca le valió para clasificarse para los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, con tan sólo 19 años. Sin embargo, la experiencia no fue muy buena, ya que se vio obligada a retirarse por problemas musculares.
La DDR identificó el potencial de Marita y exigió a Meier que la preparara tanto para pruebas indoor como pruebas al aire libre. En pruebas indoor, Marita ya dominaba. En la DDR era casi imbatible e internacionalmente marcó en 1977 en Milán el récord del mundo en los 400 m, con un tiempo de 51,8 segundos.
Con el entrenamiento y participación en pruebas al aire libre, la carrera de Marita despegó. En 1978 batió el récord mundial de los 200 m (22,06 segundos) y de los 400 m tres veces, en julio y agosto, dejándolo 48,96 segundos. Era la primera mujer que bajaba de los 49 segundos en los 400 m en toda la Historia. Al año siguiente, en 1979, Marita batía sus propios récords. Bajó el de los 400 m hasta los 48,60 segundos y el de los 200 m hasta los 21,71 segundos, siendo la primera mujer en romper la barrera de los 22 segundos en esa distancia. Ese mismo año batiría también el récord mundial de los 4×100 m.
Cuando terminó el año 1979, Marita, con apenas 22 años, poseía ya 3 récords del mundo (200 m, 400 m y 4×100 m), 2 oros europeos (400 m y 4×400 m) y 7 oros nacionales (4 en indoor y 3 al aire libre). La carrera de Marita llegaba en su cúspide a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 (Einzelkämpfer, 2014).
Sin embargo, Marita solamente participaría en dos pruebas: los 400 m y el 4×400 m. En el 400 m, Marita ganó claramente el oro, batiendo además el récord olímpico. En el 4×400 m, sin embargo, saltó la sorpresa. El equipo de la DDR tenía como objetivo romper el récord mundial, marcado por la propia DDR en Montreal ’76. Pero en la final las cosas se torcieron. Un pequeño tropiezo de Christina Lathan poco antes de entregar el testigo a Marita Koch, que correría el último relevo, provocó que el equipo de la URSS recuperara terreno y se pusiera en cabeza. A pesar de que Marita corrió el 400 m más rápido hasta el momento (48,27 segundos, medio segundo más rápido que el récord mundial que ella misma poseía), no fue suficiente para adelantar a las soviéticas.
La decepción por el resultado en la DDR era patente. El equipo de atletismo femenino de la DDR era un orgullo nacional y aun así no habían podido ganar. Para evitar nuevos fallos, la Stasi entregó a Meier Oral-Turinabol, esteroides anabólicos, que debía suministrar a Marita. Bajo el pretexto de que se trataba de vitaminas, los archivos de la Stasi recogen que Marita tomó Oral-Turinabol, indetectable en los controles antidoping de la época, entre 1981 y 1985. Las dosis irían entre los 600 y 1200 mg al año. Marita siempre lo ha negado.
Sea por influencia de los esteroides o no, Marita Koch destrozó todos los récords entre 1982 y 1985. En los campeonatos nacionales de la DDR, ganó 12 veces el oro, 6 en indoor y 6 al aire libre en distintas categorías. Además, batió los récords de 50 m, 60 m, 200 m y 400 m. En los campeonatos europeos de Atenas (1982) y Stuttgart (1986), se alzó con el oro en los 400 m y el 4×400 (batiendo el récord mundial en ambas citas). Y en el campeonato mundial de Helsinki 1983, Marita logró 4 medallas: oro en 200 m, 4×100 m (récord mundial incluido) y 4×400 m, así como una plata en 100 m. En los 400 m no compitió (Einzelkämpfer, 2014).
De no haber sido por el boicot soviético a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, Marita Koch podría haber sumado varias medallas y récords más a su currículum. Sin embargo, dejó un último destello.
En la Copa del Mundo celebrada en Canberra en 1985, Marita destrozó el cronómetro en los 400 m. Era su único objetivo, tal y como su entrenador, Wolfgang Meier, había asegurado. Esto se debe a que la checa Jarmila Kratochvílová había batido el récord dos años antes, dejándolo en 47,99 segundos. En la carrera de Canberra, Marita no tuvo rival. Tal fue su superioridad que el plano de la televisión solamente podía mantener a Marita y a la soviética Olga Bryzhina en plano. Las otras 6 corredoras no aparecían. Marita batió el récord, marcando 47,60 segundos.
El récord sigue vigente hoy en día y muchas atletas han declarado que, a pesar de los avances en material deportivo y entrenamiento, el récord, sin dopaje, es casi imposible de batir. Según varios estudios, las cantidades de Oral-Turinabol entregadas a Koch podrían haber mejorado su marca entre 2 y 3 segundos (Spitzler, 2004: 146).
En 1987 Marita se retiró tras una lesión en el tendón de Aquiles y en 1989 abandonó la carrera de medicina que había empezado 15 años antes. Casada con su entrenador, Wolfgang Meier, Marita es considerada una auténtica referencia en el deporte de la DDR. Su compromiso con el deporte y con el régimen socialista estaba fuera de duda y su figura sirvió para que la Stasi potenciara la superioridad socialista frente al decadente capitalismo (Blume, 2012: 214).
Udo Beyer
Nació en 1955 en Stalinstadt (hoy en día Eisenhüttestadt) como el mayor de 6 hermanos. Su familia trabajaba en las fundiciones de hierro y acerías de la ciudad. Udo rápidamente destacó en muchos deportes por su tremendo físico y envergadura. Con 12 años, su padre le obligó a elegir y especializarse en un deporte y eligió el atletismo, concretamente las disciplinas de lanzamiento.
En 1969 participó en la Spartakiade juvenil (una especie de Juegos Olímpicos de la URSS y sus satélites). Sus esperanzadores resultados hicieron que fuera transferido al ASK Vorwärts Frankfurt, la asociación que recogía los mayores talentos del este de la DDR. La asociación pertenecía a la Marina de la DDR, que financió los estudios de Beyer. Su entrenador fue Fritz Kühl, un lanzador de disco y peso que había ganado varios campeonatos y batido varios récords en la década de 1950 y 1960.
Bajo la batuta de Kühl, Udo Beyer se especializó en lanzamiento de peso. En 1972 ganó la Spartakiade juvenil y al año siguiente, en 1973, ganó el oro en el campeonato mundial junior, batiendo además el récord de Europa de la categoría.
Udo estaba preparado para dar el paso y el objetivo eran los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Tras una larga preparación, Udo llegó a Montreal como gran favorito. Y no decepcionó. Con un lanzamiento de 21,05 m, Udo Beyer se alzó con el oro. Había entrado por la puerta grande. En 1977 ganó la Copa del Mundo y en 1978 se alzó como campeón de Europa.
Además de Udo Beyer, su hermana Gisela (lanzamiento de disco) y su hermano Hans-Georg (balonmano, deporte que Udo también había practicado) se convirtieron en atletas de élite. Para 1980, la familia Beyer era un referente en la DDR. Padres trabajadores cuyos hijos, con esfuerzo, destacaban en varias disciplinas deportivas. Fueron usados como ejemplo en varias campañas y, aprovechando la formación militar de Udo (era capitán de la Marina), éste fue reclutado como informador de la Stasi. El objetivo de Udo era informar en caso de que algún compañero deportista planeara algún tipo de fuga. Además, fue nombrado capitán del equipo nacional de la DDR (Einzelkämpfer, 20130).
En los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, a pesar del boicot estadounidense, Udo Beyer solamente pudo ser tercero y lograr el bronce. Su lanzamiento, de 21,06 m, era prácticamente calcado al de cuatro años antes. Por eso, la DDR decidió incluir a Udo en su programa de dopaje. En 2012, Udo Beyer reconoció que había usado sustancias dopantes durante su carrera. Sin embargo, relativizó el uso de las mismas:
«Einem Ackergaul kannst du so viel Dopingmittel geben wie du willst, er wird nie ein Rennen in Hoppegarten gewinnen. Doping oder unterstützende Mittel sind vielleicht zwei oder drei Prozent – alles andere ist harte Arbeit. Wenn du nicht richtig trainiert bist, dann können sie dir so viel Pillen geben wie du willst – dann wirst du höchstens ein Schwamm oder irgendwas, aber nie ein guter Leistungssportler» (Entrevista a Beyer en Tages Spiegel).
«Puedes dar tanto dopaje como quieras a un caballo de carga, que nunca ganará una carrera en el Hoppegarten (Hipódromo de la DDR). El dopaje o medios de ayudas quizás representa el dos o tres por ciento; todo lo demás es trabajo duro. Si no estás entrenado adecuadamente, pueden darte tantas píldoras como quieras; así, a lo sumo, te convertirás en una esponja o algo así, pero nunca en un buen atleta competitivo”.
Udo Beyer acierta plenamente en sus declaraciones y su dopaje se limitó, según las actas de las Stasi, a 1983 y 1984. En esos años llegó a recibir hasta 4000 mg de Oral-Turinabol al año. Según estudios médicos, esa cantidad podría haber mejorado las marcas de Udo Beyer y cualquier otro lanzador de peso entre 2,5 y 4 metros. (Spitzler, 2004: 147)
Ello le valió para retener el título de campeón de Europa, pero su carrera empezó a declinar. En el campeonato del mundo de 1983 acabó sexto. Sin poder participar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 por el boicot soviético, la DDR perdió el interés en Udo.
Entre 1984 y 1988 solamente ganó una medalla más. Un bronce en el campeonato de Europa. Aunque en 1986 logró alcanzar su mejor marca, con 22,64 m, Udo Beyer había perdido mucho terreno frente a sus competidores. Con su cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, con un lanzamiento de 21,40 m, Udo Beyer se retiró del deporte. Sin embargo, convencido por su esposa, regresó para participar con la Alemania Unificada en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
Ines Geipel
En la otra cara de la moneda encontramos a Ines Geipel. Ines nació en 1960 en Dresden en una familia con unos padres muy apegados al sistema socialista. De hecho, su padre trabajaba como espía de la Stasi. Quizás así se intentaba ocultar la mancha de que el abuelo de Ines, miembro de las SS, participase en el Holocausto judío en Riga.
Cuando cumplió los 14 años fue enviada a un internado en Wickersdorf, donde los mayores talentos eran cuidadosamente educados para servir al sistema. Allí, Ines comenzó a destacar por su velocidad en las pruebas de 100, 200 metros lisos y salto de longitud. Rápidamente fue captada por el sistema estatal de la DDR. Fue transferida al SC Motor Jena, donde se potenciaría su entrenamiento (Vinke, 2013: 103).
Una vez en Jena, Ines empezó a ser tratada con hormonas masculinas. Los médicos de su asociación deportiva suministraban a Ines las hormonas. Los efectos prontos de comenzaron a notar y para 1980, Ines ya era parte de la selección nacional de la DDR en atletismo. No participó en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Su gran objetivo era deslumbrar al mundo occidental en los de Los Ángeles 1984. Allí, Ines demostraría el poder del sistema socialista.
Sin embargo, Ines nunca se sintió cómoda en la DDR. Cuando en la primavera de 1984 viaja a México para preparar los Juegos Olímpicos, su vida cambiará. Allí conocerá al marchador olímpico Ernesto Canto y ambos empezarán una relación. Ines buscará entonces la manera de huir de la DDR. Y cuando esto sucedió, la Stasi se encargó de destruir su carrera deportiva.
El lanzador de jabalina Jürgen Falkenthal, amigo íntimo de Ines, informó al Ministerio para la Seguridad de Estado de los planes de su amiga. La atleta pretendía escapar de las garras del sistema socialista y huir durante de los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles junto con su novio mexicano Ernesto Canto y permanecer en Estados Unidos. Para evitar la huida de una de sus mejores atletas, la Stasi puso en marcha la “Operación de Control Personal (OPK) Ernesto” (Vinke, 2013: 97).
Para la Stasi, Ines cometería un grave daño a la DDR si abandonaba el régimen socialista. Los récords y medallas que hasta entonces había logrado dejarían de tener valor. Si Ines no competía para la DDR, no competería para nadie más.
La decisión de Moscú de boicotear los JJOO de Los Ángeles, al igual que Estados Unidos había hecho con los de Moscú en 1980, ayudó sobremanera a la Stasi. Al no tener que competir, Ines fue llevada de vuelta a la DDR. Una vez de vuelta fue sometida a vigilancia y a presión psicológica para “reconducirla”.
Sin embargo, tanto Falkenthal como la nueva compañera de entrenamiento de Ines, la agente de la Stasi Ilja Vogelberg, constataron que la intención de Ines seguía siendo la de huir de la DDR. Como ideológicamente no era de fiar, la Stasi decidió acabar su carrera. Se le diagnosticó una falsa inflamación del ciego intestinal que debía ser operado. La operación acabó deliberadamente mal. Sus músculos abdominales fueron desgarrados y durante semanas no pudo ni caminar. Se retiraría del deporte en 1985 con tan solo 25 años y comenzó a estudiar germanística en la Universidad de Jena (Vinke, 2013: 100).
Pero la Stasi quería más. Sabían que Ines tenía contacto con gente de la esfera capitalista así que comenzaron a vigilar su casa y a sus amigos. Cuando terminó su carrera y se preparaba para ser profesora, la Stasi se encargó de no convalidar sus títulos. A pesar de que tenía ofertas de trabajo de la Alemania Occidental, Ines nunca logró un visado.
Poco antes de la caída de la DDR, Ines logró huir a la Alemania Occidental a través de Hungría. Allí estudió filosofía y sociología. Con la apertura de las actas de la Stasi, Ines descubrió la realidad sobre su pasado y en el año 2000, junto a otros atletas, denunció a Ewald y Höppner. A pesar de que el resultado del juicio no fue tan duro como esperaba, en 2005 fue reconocida como víctima del dopaje de Estado de la DDR. Ines solicitó que borraran su nombre de la lista de récords ya que habían sido logrados a través del dopaje. Desde 2006, tras un juicio, su nombre no aparece en la lista (Vinke, 2013: 102).
Wolfgang Lötzsch
Wolfgang Lötzsch nació en Chemnitz (por entonces conocida como Karl-Marx-Stadt) en 1952 y desde que pudo, montó en bicicleta. De hecho, con solamente 12 años, ganó su primera carrera. Y eso hizo fue solo un principio. Lötszsch comenzó a ganar una competición tras otra, juvenil o no. Sin embargo, los premios, al ser carreras amateurs, eran pobres. Una maleta o una cubertería eran sus premios por ganar.
Pero con su victoria en la Spartakiade juvenil de 1970 (una especie de Juegos Olímpicos de la URSS y sus satélites), se dio a conocer. La DDR le encuadró rápidamente en el SC Karl-Marx-Stadt y se convirtió en la mayor esperanza ciclista de la DDR. De hecho, estaba en todas las quinielas para ganar la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 (Vinke, 2013: 108).
Sin embargo, eso nunca sucedió. Desde su entrada en el SC Karl-Marx-Stadt, Lötzsch fue sometido a vigilancia por la Stasi. No necesitaba participar en el sistema de dopaje, su talento natural era inigualable. Pero políticamente no era de fiar. Su primo, Dieter Wiedemann, había huido a la Alemania Occidental en 1964. Como también era ciclista, Wiedemann y Lötzsch mantenían una fluida correspondencia.
La Stasi comenzó a sospechar de Lötzsch. No era miembro del SED, se había mostrado crítico con el sistema entre sus compañeros y entrenadores y tenía correspondencia con un huido. Pero la situación se descontroló en enero de 1972. Su compañero y amigo en el SC Karl-Marx-Stadt Günter Zöller, patinador artístico, huyó durante una competición la Alemania Occidental.
Lötzsch fue inmediatamente considerado como una persona con “alto riesgo de fuga”. Al igual que Ines Geipel, fue sometido a presiones y chantajes. Si no aceptaba ser miembro del SED e ir acompañado a Múnich por una “persona de confianza” en todo momento, no podría competir en los Juegos Olímpicos. Lötzsch lo rechazó.
A las pocas semanas Lötzsch fue expulsado del SC Karl-Marx-Stadt y se le prohibió competir de manera profesional. Su entrenador, Werner Marschner, escribió a la asociación pidiendo que reconsideraran su postura. Lötzsch era demasiado talentoso como para prohibirle competir. La directiva de la asociación retiró la licencia de entrenador a Marschner y le despidió (Vinke, 2013: 109).
Sin embargo, Lötzsch no se rindió. Regresó al ciclismo amateur pero ninguna asociación quería tenerle entre sus filas. Durante meses compitió en solitario. Sin equipo, sin mecánico, sin entrenador,… Pero Lötzsch continuó ganando carreras, tanto en carretera como en pista. A pesar de no tener medios (en 1975 sufrió una caída con fractura craneal, estando casi una hora tirado en la carretera sin atención) y de que su única fuente de ingresos era el dinero que familiares y amigos le daban, Lötzsch demostraba que era un ciclista generacional.
Y eso enfureció a la Stasi. Aunque el toque de Gracia estaba por llegar. En 1976 se organizó una carrera para despedir a los ciclistas seleccionados para participar en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Lötzsch ganó la carrera. Y no por poco (Vinke, 2013: 111).
Entonces se tomaron medidas. Se prohibió a los corredores amateurs competir con los profesionales. Lötzsch pasó a tener vigilancia intensiva. En los archivos de la Stasi se descubrió que más de 50 agentes vigilaron en algún momento al ciclista. En diciembre de 1976 fue detenido y condenado a 10 meses de cárcel por difamación.
Encerrado en una celda de 9 m2, Lötzsch no se dio por vencido. Realizaba cada día unas 5000 sentadillas y 500 flexiones para mantenerse en forma. A pesar de su buena conducta, no se le perdonó ni un día de condena. Además, se le prohibió competir en cualquier carrera durante 2 años. Pero en cuanto Lötzsch pudo volver a competir, volvió a ganar. Se había convertido en un héroe para el pueblo y un referente para muchos contrarios al régimen socialista por su perseverancia (Vinke, 2013: 111).
Sin embargo, cansado de competir en amateur, Lötzsch decidió en 1985 ser miembro del SED para poder competir de nuevo en carreras profesionales. Su carrera terminaría en 1995, cuando se retiró tras ganar su carrera número 550. Tras ello, Lötzsch fue mecánico de varios equipos ciclistas y actualmente es entrenador de jóvenes talentos. Quizá alguno, algún día, tenga el talento de Lötzsch.
Conclusiones
Practicado, probablemente, desde antes de 1960, el dopaje se convirtió en un asunto de Estado para la DDR. Desde 1974, Manfred Ewald y Manfred Höppner impusieron el dopaje a todos los deportistas. Sobre su práctica fraudulenta, ambos se encargaron de que solamente unos pocos funcionarios y políticos, así como los entrenadores, supieran de la existencia del Plan Estatal 14.25. De hecho Ewald, ante las preguntas de los entrenadores sobre si debían contarles o no la verdad de su tratamiento, respondió: «Son todavía muy jóvenes y no tienen por qué saberlo todo«.
Se estima que el número de deportistas afectados por el dopaje es de entre 8000 y 12000, algunos de ellos menores de edad en el momento en el que ingirieron las sustancias dopantes. El número de atletas que se negaron a tomar sustancias dopantes y fueron, por tanto, apartados de la competición de élite se desconoce. Se estima que un 15% (unos 2000 atletas) sufrieron o sufren consecuencias físicas y psíquicas derivadas del dopaje. Algunos incluso han fallecido por estas consecuencias.
En el artículo se ha visto también, que no todos los atletas toleraban o aceptaban igual el dopaje de Estado. Hemos visto una atleta convencida de la DDR (Marita Koch), un atleta arrepentido (Udo Beyer), una atleta sospechosa de traición (Ines Geipel) y un atleta non-grato (Wolfang Lötzsch).
En ellos queda plasmado que el objetivo de la DDR estaba por encima de individualidades. Que el socialismo se mostrara fuerte y potente, incluso en competiciones deportivas, para derrotar al capitalismo era en todo momento el objetivo. Y no se dudó en anteponer los intereses del Estado y de la ideología al bienestar de los deportistas.
Cuando se produce la apertura de las actas de la Stasi tras la reunificación alemana, una enorme cantidad de afectados por el dopaje salió a la luz. Los detallados informes que habían llevado a cabo la Stasi permiten reconstruir casi sin problemas cualquier caso desde mediados de la década de 1960.
Sin embargo, tomar acciones judiciales era complicado. A pesar de la existencia de las actas, los antiguos cargos de la DDR y muchos entrenadores y asociaciones deportivas bloquearon en la medida de lo posible el proceso. Además, muy pocos atletas estaban dispuestos a enfrentarse a la verdad y, en caso de hacerlo, su desconocimiento del proceso podría actuar incluso en contra de su objetivo.
Finalmente, el 3 de octubre del 2000, 38 ex-atletas de la DDR denunciaron a Ewald, Höppner y otras 64 personas más por dopaje y lesiones corporales y mentales entre otros cargos. Tras un juicio, 47 personas fueron condenadas a pagar multas y 17 de ellas fueron condenadas a libertad condicional de diversa duración. Manfred Ewald fue condenado a 22 meses de libertad condicional y Manfred Höppner a 18 meses de libertad condicional. Ninguno de los acusados mostró arrepentimiento o disculpa durante el proceso judicial.
Para la DDR, el éxito era la única meta, sin importar los medios ni las consecuencias. El deporte fue utilizado no solo como propaganda para alcanzar la prominencia internacional, sino también en el frente local. En la DDR, todos los ciudadanos eran iguales y se esperaba que aportaran al Estado. Según los deportistas, sus logros se debían al Estado, pero las oportunidades que tenían para desarrollar una carrera deportiva dependían de la lealtad política, como hemos visto.
Esta idea no es nueva. El régimen fascista de Mussolini o el nacionalsocialista de Hitler también usaron el deporte con fines propagandísticos. La DDR tampoco era el único país en el que los atletas recibían sustancias dopantes. En la Alemania Occidental también se llevó a cabo un sistema de dopaje bastante amplio. Sin embargo, a diferencia del dopaje de la DDR, no era un dopaje ni controlado ni financiado por el Estado.
El gobierno de Alemania Occidental era consciente de estas prácticas, como posteriormente se ha demostrado, pero no tomó partido (ni a para favorecer el dopaje ni para prohibirlo). Ello le llevó a ser un ayudante pasivo y permitir que los atletas de la Alemania Occidental recibieran medicamentos, oficialmente legales, pero claramente con fines dopantes. Además los atletas occidentales eran conscientes en todo momento de sus prácticas dopantes, algo que en la DDR no sucedía.
También en Estados Unidos, en especial en las décadas de 1980 y 1990 sucedió, aunque en este caso de manera individual. Actualmente, el sistema de dopaje en Rusia, que le ha supuesto numerosas sanciones deportivas internacionales, se ajustaría bastante más a lo que la DDR ejecutó en la segunda mitad del siglo XX.
Bibliografía
Klaus BLUME, Die Dopingrepublik: Eine (deutsch-)deutsche Sportgeschichte, 2012 (Berlin: Rotbuch Verlag)
Klaus LATZEL, Hormone und Hochleistung: Doping in Ost und West, 2008 (Colonia: Böhlau Verlag).
Lutz NIETHAMMER und Klaus LATZEL, Staatsdoping: Der VEB Jenapharm im Sportsystem der DDR, 2009 (Colonia: Böhlau Verlag).
Cornelia REICHHELM, Doping-Kinder des Kalten Krieges: vom Staat geliebt – vom Staat missbraucht, 2014 (Berín: LIT Verlag)
Klaus SCHRÖDER, Der SED-Staat: Geschichte und Strukturen der DDR (1949-1990), 2013 (Colonia: Böhlau Verlag).
Giselher SPITZER, Doping in der DDR: ein historischer Überblick zu einer konspirativen Praxis, 2004, (Colonia: Bundesinstitut für Sportwissenschaft).
Hermann VINKE, Gegen den Strom der Unfreiheit: Zeitzeugen der DDR erinnern sich, 2013 (Ravensburg: Ravensburger Verlag)
Recursos Web:
Documental «Einzelkämpfer» (2013); Sandra Kaudelka (dir.) (en alemán) https://watch4.com/einzelkaempfer?utm_source=directory&utm_medium=link&utm_campaign=werstreamtes
Página Web de Andreas Krieger https://www.andreas-krieger-story.org/de/
Entrevista a Udo Beyer (Tages Spiegel) https://www.tagesspiegel.de/sport/gedopte-ddr-kugelstosslegende-beyer-ich-wusste-ueber-alles-bescheid/7790770.html
Comparativa entre el dopaje de la DDR y la BRD (Die Zeit) https://www.zeit.de/sport/2013-08/doping-ddr-brd-vergleich