Tras la Conferencia de Casablanca en enero de 1943, los aliados habían acordado la derrota total del “demonio alemán” con el fin de poder reestablecer la paz en Europa. Sin embargo, asegurar esa paz no sólo dependía de derrotar en la guerra al nazismo, dependía también de ser capaces de elaborar un tratado de paz que evitara que Alemania volviera a romperla. Durante el resto de la guerra, los aliados se reunieron en numerosas ocasiones con fin de intentar encontrar una solución a la “cuestión germana” que trajera consigo un largo período de paz a Europa. Y una solución pasaba por la división del país.
Conferencia de Teherán (Noviembre-Diciembre de 1943)
Bajo el nombre en clave de EUREKA, la Conferencia de Teherán fue la primera reunión entre los tres gobernantes de las grandes potencias aliadas. En esta Conferencia, se tratarán varios temas, aunque el más importante será fijar las líneas básicas comunes para fin de la guerra, como el apoyo a los partisanos yugoslavos, la entrada de Turquía del lado aliado, o la concreción de la Operación Overlord, aunque ésta ya fue apalabrada por los ministros de exteriores de las tres potencias poco antes, en la Tercera Conferencia de Moscú.
Además, en Teherán, los aliados asumirán la responsabilidad de elaborar una paz, juntos, como potencias vencedoras, que sirva de punto de partida para el futuro armónico del mundo. Sentadas las bases primigenias de esa paz meses antes en Casablanca, a finales de noviembre de 1943 las potencias aliadas se vuelven a reunir para determinar los puntos de esa “paz definitiva” que ponga fin a la guerra.
Sin embargo, este punto sobre la “paz definitiva” acordado en Teherán, tiene un apartado que no aparece en la declaración oficial, y es el planteamiento y discusión del futuro de Alemania. Las tres grandes potencias, viendo próxima la victoria tras las continuas derrotas nazis, y ante la insistencia del Secretario General del PCUS Josef Stalin, decidieron discutir la “cuestión germana” ya en noviembre de 1943, dando los primeros pasos sobre los métodos de actuación que se llevarían a cabo una vez Alemania fuese derrotada, refiriéndose, principalmente, a la ocupación del territorio, la desmilitarización o la administración.
En los días previos en El Cairo, el Presidente de EEUU mencionó a sus ayudantes su idea de dividir Alemania, pero en tres Estados equilibrados. Sin embargo, en Teherán, Stalin, aunque no lo menciona abiertamente en las primeras reuniones, se coloca en una posición muy radical, siendo partidario de la desmembración alemana y la ocupación aliada de zonas estratégicas para evitar la recuperación militar alemana. Sin embargo, contó con la oposición de los otros dos mandatarios por la dureza de sus medidas propuestas. A pesar de esta oposición, Stalin mantenía una postura inflexible sobre el futuro de Alemania, consideraba toda propuesta británica y estadounidense como una solución inadecuada al problema germano, y hacía hincapié en el peligro que una Alemania unida significaba para la paz. Así, Stalin fue el primero en plantear que:
“The victorious Allies must retain possesion of the important strategic points in the world so that if Germany moved a muscle she could be rapidly stopped”
“Los victoriosos aliados deben mantener posesión de los puntos estratégicos importantes del mundo para que si Alemania mueve un músculo, pueda ser rápidamente parada”
Como los presidentes británico y estadounidense se mostraron reticentes a seguir una política tan agresiva, Stalin acusó a Churchill de mantener un secreto afecto para con Alemania y de querer una “paz suave” para ellos, y a Roosevelt de no ser consciente del peligro que significa tener un país fronterizo de este calibre. Por ello, las negociaciones sobre el futuro alemán se estancaron. Sin embargo, aunque Stalin se mostraba tan crítico, solamente lo hacía hacia los dirigentes nazis, no hacia los ciudadanos alemanes, a los cuales no quería castigar, pero se veía obligado a hacerlo para evitar que se volviese a repetir el ascenso de “un nuevo Hitler”.
En cualquier caso, como el objetivo fundamental era que Alemania dejase de ser una amenaza para el mundo, había que hacer todo lo posible para lograrlo y para ello se plantearon tres soluciones preliminares para el futuro de Alemania:
- Stalin planteó la idea de crear toda una serie de pequeños estados, descentralizados y débiles, de forma similar al Sacro Imperio Romano Germánico, evitando así cualquier futuro problema al no existir unidad interna. Esta postura era vista por británicos y estadounidenses como demasiado radical y fue rechazada de pleno.
- Roosevelt aceptó la idea de la división de Alemania, pero propuso que, aunque siguiera existiendo un gobierno central, el país germano se dividiera en cinco regiones independientes (Hannover, Prusia, Hesse, Sajonia y Baviera), así como la independencia de Austria, que evitasen la reconstrucción de una “Gran Alemania”. El Sarre y el Ruhr pasarían a control internacional.
- Churchill, por su parte, planteó la creación de tres confederaciones, independientes las una de la otras, además de descentralizadas internamente.
Sin embargo, las propuestas británica y estadounidense fueron rechazadas por Stalin, por lo que la solución tripartita parecía, en este momento, lejana.
Así, con este clima de incertidumbre, finalizó la Conferencia de Teherán, donde, aunque bien es cierto que no se tomó ninguna decisión que afectase directamente al futuro germano, sí se dieron ya los primeros pasos sobre el qué hacer con Alemania una vez que la guerra haya finalizado. La European Advisory Commision (EAC), la cual había sido creada meses antes, en la Tercera Conferencia de Moscú, con sede en Londres y con el objetivo inicial de asesorar y recomendar a los gobiernos aliados en sus decisiones políticas, era ahora la responsable de elaborar un plan común para la ocupación de Alemania.
Segunda Conferencia de Quebec (Septiembre de 1944)
Acordados ya los puntos básicos para el corto plazo, y con la victoria aliada muy bien encaminada tras el éxito del desembarco aliado en Normandía (Operación Overlord) y el avance soviético en el este (Operación Bagratión), comenzaron a surgir en el seno de los aliados las dudas sobre el medio y largo plazo.
Aunque ya había sido más o menos acordada la división de Alemania durante la ocupación y su desmilitarización por la European Advisory Commission, las dudas sobre el futuro alemán una vez acabada esta ocupación militar aliada, pues la ésta no iba a ser eterna, estaban muy presentes en las tres grandes potencias, que veían como el final de la guerra se acercaba y el futuro alemán no estaba concretado.
Así, con el objetivo principal de intentar aclarar definitivamente el futuro alemán Churchill y Roosvelt, acompañados por el Combined Chiefs of Staff (CCS) y varios consejeros particulares, se reunieron en Quebec (Canadá), en la Segunda Conferencia de Quebec, con el nombre en clave de OCTAGON. No acudió, sin embargo, Stalin, el cual rechazó la idea de Roosevelt de volver a reunirse, por lo que el Presidente estadounidense concertó la conferencia en Quebec solamente con el Primer Ministro británico.
Sobre la ocupación alemana, la EAC estableció que, una vez entregados los territorios ocupados, y vuelta Alemania a sus fronteras de 1937, se creasen tres zonas de ocupación aliadas. El este para la URSS, el noroeste para Gran Bretaña y el suroeste para Estados Unidos. Los representantes de las tres potencias en esa comisión aceptaron este reparto, sin embargo, en Quebec, tanto Roosevelt como Churchill mantuvieron negociaciones sobre el intercambio de sus zonas de ocupación para un mejor aprovechamiento geoestratégico, aunque, finalmente, ambos acabaron aceptando la división tal y como la EAC había establecido y solamente Bremen y su puerto (Bremenhaven) pasarían a control estadounidense para permitirles una salida marítima.
Pero además de las zonas de ocupación temporales, en esta conferencia, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Morgenthau Junior, presenta su Plan Morgenthau para el futuro de Alemania, que consiste, básicamente en la división territorial y una economía eminentemente agrícola y ganadera que evite su resurgimiento militar e industrial. Es decir, la idea principal de Morgenthau consistía en la desindustrialización total de Alemania, puesto que aunque en Teherán Roosevelt se había mostrado reticente con la posición radical soviética, en la privacidad de sus consejeros había asegurado que “we have got to be tough with Germany”.
El Plan Morgenthau seguía los pasos de la EAC. En primer lugar, se entregarían los territorios ocupados a los países limítrofes, y una vez hecho el “reparto”, y con Alemania en sus fronteras de 1937 y estabilizada, se procedería a la división del país en dos mitades, norte y sur. No habría compensaciones de guerra impuestas a ninguna de las dos mitades puesto que, además de resultar contraproducente por los problemas ideológicos que pudiese causar en los alemanes, una vez dividida Alemania, el siguiente paso era que eliminar o entregar a los aliados su industria.
Además, las zonas mineras del Ruhr y el Sarre quedarían apartadas y bajo control de los organismos internacionales y Francia respectivamente. Así, por tanto, Alemania quedaría reducida a un país compuesto por pequeños agricultores terratenientes, y donde la reindustrialización sería llevada a cabo de manera controlada y bajo la supervisión de un poder internacional centralizado que evitase problemas futuros. Por esto, imponer compensaciones no tenía mucho sentido, pues Alemania ya pagaría con su propio atraso industrial. Aunque Churchill en los primeros momentos se mostró bastante escéptico con el plan, e incluso el propio Roosevelt puso algunas dudas sobre la mesa, finalmente ambos mandatarios aceptaron las líneas generales del Plan Morgenthau como el plan base para el futuro de Alemania tras la guerra.
Sin embargo, la idea de Morgenthau creó muchas reticencias entre los consejeros políticos aliados, los cuales propusieron como recomendación que no se dividiera Alemania, aunque los propios consejeros dejan claro el carácter consultivo y no vinculante de sus decisiones. Pero, aunque los consejeros mencionan que Alemania no debe ser dividida, sí hacen referencia a que ésta debe “return to a federal system of government and a division of Prussia into a number of medium-sized states.”
Ahí es donde podemos ver el contraste de opiniones que hicieron verdaderamente difícil tomar una decisión de consenso sobre el futuro alemán. Mientras que, tanto en Teherán como en Quebec los dirigentes habían propuesto la división de Alemania para evitar futuros conflictos, los consejeros estadounidenses proponen, por el contrario, que el país germano permanezca unido, pero bajo un gobierno muy descentralizado (federal), siendo la propia Alemania la que evite ser una amenaza.
En cualquier caso, el Plan Morgenthau contó con el apoyo de Churchill y Roosevelt, y, aunque el CCS no lo terminó de apoyar del todo, salió a delante y sería el protocolo de actuación hacia Alemania aceptado por las potencias aliadas hasta que en Yalta las cosas empiecen a cambiar, y en Potsdam, el Plan Morgenthau sea abandonado.
Conferencia de Yalta (Febrero de 1945)
En febrero de 1945 los tres presidentes de las potencias aliadas se reúnen por segunda vez con el objetivo de ir definiendo aún más sus posturas sobre los pasos a dar una vez la guerra finalice. La reunión tripartita tendrá lugar en la ciudad de Yalta, en la península de Crimea, de ahí que, en ocasiones, y de hecho los propios reunidos así la conociesen, se haga referencia a ella como Conferencia de Crimea. Bajo el nombre en clave de ARGONAUT, Roosevelt, Churchill y Stalin se propusieron discutir la futura organización europea y, por ende, el futuro alemán.
Tal y como la EAC ya había recomendado en 1944, y Roosevelt y Churchill habían secundado en Quebec, los aliados reafirmaban su postura de ocupar Alemania en tres zonas y crear un gobierno y administración conjunto y coordinado entre los Comandantes Supremos de las tres potencias, el Allied Control Council (ACC) que gobernará a Alemania en su conjunto hasta que un gobierno alemán pudiese ser establecido.
Sin embargo, aunque en principio solamente EEUU, Gran Bretaña y la URSS ocupasen Alemania y formasen parte del ACC, en Yalta, estos tres poderes acordaron invitar a Francia a hacerse cargo de una zona de ocupación, así como a participar como cuarto miembro del ACC. Este punto es clave a la hora de trastocar por completo los planes establecidos previamente por las otras tres potencias, especialmente en las zonas de ocupación.
El diseño original de la ocupación eran tres zonas equilibradas en cuanto a población y producción, pero la inclusión francesa hacía que estas zonas de ocupación tuviesen que alterarse. Además, despertó recelos en Stalin, que consideraba que Francia había estado colaborando con el enemigo alemán, apenas había participado en la guerra, y tener un tercer miembro capitalista y dejaría su posición muy debilitada. Al final, Stalin aceptó la presencia francesa en el ACC a cambio de que la zona francesa saliese de la parte anglosajona y la soviética permaneciese inalterada.
En cuanto al trato que recibiría Alemania, y a pesar de ser conscientes de la complejidad que entrañaba este tema, el primer punto que discutió fue si dividir o no el país germano. Aunque es cierto que en conferencias previas parecía claro que la decisión unánime era el desmembramiento alemán, en Yalta se aclaró que el hecho de que la ocupación temporal fuese en tres partes separadas, que posteriormente serían cuatro, eso no significaba que Alemania se fuese a dividir permanentemente, y si dicha división se producía, sólo podría hacerse tras un detallado y concienciado estudio de la geografía, historia y economía de Alemania, pues aunque la rendición incondicional permitía a los aliados actuar libremente sobre los vencidos y no tenían obligación alguna de informar a los alemanes sobre su futuro, ellos mismos eran conscientes de que no podían arriesgarse provocar sentimientos que desembocasen en una nueva guerra.
Uno de los más activos a la hora de hablar del futuro alemán, como se pudo comprobar en Teherán, es Stalin, pero Churchill, pasaría a ocupar el lugar más crítico y agresivo hacia Alemania, siendo partidario de una división alemana en bastantes pequeños Estados, mostrando su determinación a actuar duramente contra Alemania y los alemanes, culpando, claramente, al pueblo alemán de la guerra. Más comedido se mostró el Roosevelt, que se mantenía en la idea ya planteada de la descentralización radical alemana, mientras que Stalin pasó a situarse en una idea intermedia, donde aceptaba la división de Alemania, pero no tal y como la planteaba Churchill.
Sin embargo, aunque los tres estaban de acuerdo que una solución definitiva no podía darse en cuatro o cinco días de reuniones en Yalta, se debería dar prioridad a cerrar ese tema cuanto antes pues, según sus cálculos, Alemania no tardaría más de cinco meses en rendirse y, de hecho, tan solo tardó tres; y la ocupación, al menos la estadounidense, no se planteaba más allá de dos años. Por ello, se decidió que la palabra “desmembramiento” apareciese junto a “desmilitarización” en uno de los artículos de la rendición alemana, dejando así claro que Alemania sería dividida, pero sin mencionar aún cómo. Además, se creó una comisión, compuesta por los ministros de Asuntos Exteriores de las “Tres Grandes” y Francia, dedicada, única y exclusivamente, a estudiar Alemania y proponer la mejor solución para su desmembramiento.
Es curioso, y debe ser mencionado, que en ninguna de las reuniones en Yalta, cuando se hace referencia a la división de Alemania, se mencione el Plan Morgenthau, el cual fue aceptado por Gran Bretaña y Estados Unidos meses antes en Quebec, y que, sin embargo, sí se planteen soluciones alternativas bastante alejadas de dicho plan, como las peticiones de reparaciones de guerra.
Así por tanto, en Yalta los tres representantes de las grandes potencias se marchan ya con la idea de la ocupación provisional de Alemania sellada y con el acuerdo de creación de una comisión que investigue y proponga el futuro del país germano.
Conferencia de Potsdam (Julio-Agosto de 1945)
“El objetivo de este acuerdo (Acuerdo de Potsdam) es poner en práctica las decisiones tomadas en la Conferencia de Crimea respecto a Alemania. El militarismo alemán y el nazismo serán extirpados y los aliados tomarán, ahora y en el porvenir en completo acuerdo las demás medidas necesarias para asegurar que Alemania no amenazará nunca más a sus vecinos o la paz del mundo”
La Conferencia de Potsdam, también conocida como Conferencia de Berlín, fue la última gran reunión de las tres potencias referida a la Segunda Guerra Mundial. En este encuentro, que tuvo lugar en la segunda mitad del mes de julio de 1945, se trataron, nuevamente, numerosos temas, como la guerra contra Japón, que seguía abierta, la situación en Oriente Próximo o el futuro de las Naciones Unidas.
Sin embargo, el tema que más nos concierne es el futuro de lo que los aliados entendiesen por Alemania. El peso de las negociaciones en Potsdam será llevado por los ministros de Asuntos Exteriores, mucho más informados al formar parte de la comisión creada expresamente para la cuestión alemana.
Como se menciona en la cita inicial, el objetivo es poner en práctica los puntos acordados en Yalta, por lo que los aliados pusieron en marcha el Allied Control Council como órgano provisional de gobierno. Sin embargo los problemas internos pronto llegaron, en especial a cerca de las competencias políticas de dicho consejo, unas competencias que acabaron siendo limitadas a cuestiones políticas muy concretas que tratasen a Alemania como una unidad, como industria, finanzas o transporte. Además, se aprobó la creación del Council of Foreign Ministers, que sustituiría a la European Advisory Commission, y que estaría formado por los ministros de asuntos exteriores de las tres grandes potencias, Francia y China, siendo su objetivo el de acordar las distintas paces con todos los países vencidos.
Tras las largas y duras reuniones, el 26 de julio, días antes de concluir definitivamente la conferencia, y coincidiendo con el receso temporal de dos días debido a las elecciones presidenciales en Gran Bretaña, se aprobaron y se publicaron los Acuerdos de Potsdam, donde se establecen las líneas básicas para el control y administración inmediata de Alemania, mientras se busca, todavía, una solución a largo plazo. Aunque el Allied Control Council estaba pensado para ser el máximo órgano de gobierno, las decisiones ahí tomadas solamente serán decisiones que comprendan a Alemania como una unidad, y éstas deberán ser acordadas por unanimidad (punto primero), lo que hará que el gobierno conjunto sea prácticamente imposible y que los Comandantes en Jefe de cada zona ocupada actuaran libre e independientemente en sus territorios.
Los Acuerdos de Potsdam continúan, en su punto tercero estableciendo que los alemanes deberán ser “reeducados” y “desnazificados”, haciéndoles conscientes de sus actos y responsabilidades. Una vez que la sociedad acepte los hechos que ha cometido, activa o pasivamente, Alemania estará en condiciones de reconstruirse política y democráticamente con ayuda internacional y convivir en paz con el resto de naciones. Enlazando con esta idea, en el punto séptimo se establece que las distintas potencias supervisen y controlen esta “reeducación” alemana en sus zonas de ocupación, lo que hace que surjan conflictos entre la Unión Soviética y los occidentales.
Sin embargo, en ningún punto de los Acuerdos se hace referencia alguna a su posible división, y es más, en el punto noveno se establecen unas medidas administrativas temporales, como la restauración de los gobiernos locales y de todos los partidos políticos, y, aunque se advierte que, por el momento, no se establecerá un gobierno central alemán, se deja la puerta abierta a una posible unificación a medio plazo, una vez que Alemania estuviera “preparada”. Mientras eso sucedía, el gobierno alemán sería temporal basado en el Allied Control Council. Sin embargo, la división interna, especialmente ideológica, que se estaba abriendo entre los aliados era ya bastante importantes, y se iría agrandando en los meses posteriores, cayendo en una disfunción casi total.
Pero a pesar de todos estos acuerdos, y aunque se trabajaba para crear un gobierno alemán unitario pero descentralizado, con el paso del tiempo y los nulos progresos, la división temporal haría que las diferencias individuales y los problemas internos aumentasen y el miedo al enemigo ideológico de los primeros momentos de la Guerra Fría acabaría provocando que ninguna de las potencias fuera capaz de acordar una opción conjunta viable para el futuro germano. La división del país parecía el único resultado viable.
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Bibliografía
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[…] La división de Alemania II […]