A lo largo de la historia los eunucos han sido un tema de discusión y de desencuentros, el sistema binario integrado en nuestras mentes y en las de sociedades pasadas (aunque no todas), nos hace dudar sobre la naturaleza de una persona que no cumpla con los roles de género. En cuanto al sexo, encontramos casos de hermafroditismos desde tiempos muy antiguos hasta los actuales. Si bien es cierto, esto no significa que el sexo sea acorde con el género, actualmente y desde una visión de la arqueología queer, podemos decir que no existen dos géneros, se ha roto el sistema binario.

Los eunucos

En sociedades como la del Imperio Bizantino, en el que el sistema binario heteropatriarcal imperaba, el hecho de encontrarse con personas que no tengan los genitales propios de su sexo se plantean la posibilidad de la existencia de un tercer género. A pesar de que el cristianismo condenara la castración como una práctica propia de los cultos paganos, debido a que exigían el culto a un cuerpo perfecto no mutilado, se pueden encontrar diferentes opiniones al respecto en los textos sagrados: “Porque hay eunucos que nacieron tales del vientre de sus madres; y hay eunucos que fueron castrados por los hombres; y eunucos hay que se castraron a sí mismos por amor del reino de los cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mateo, 19: 12).

Una de las interpretaciones es el rechazo a la vida conyugal y la apuesta por la abstinencia sexual. La otra, más literal, es que los cristianos debían castrarse (Rodrigues 2012, p. 46). Aunque la Iglesia de Occidente apostaba por unos eunucos más “varoniles”, a diferencia de Oriente, que corría el rumor de que allí los eunucos eran castrados por ángeles (Rodrigues 2012, p. 47).

Siguiendo en Oriente, en los siglos X y XI, podemos encontrar eunucos como monjes en monasterios o sacerdotes en iglesias. Esto quiere decir que, en el paradigma del patriarcado, como es la jerarquía eclesiástica, los eunucos, con una expresión de género diferente a la masculina hegemónica, llegaron a los puestos más altos. Incluso se dan casos de eunucos santificados, una cuestión un tanto polémica ya que, su castidad no era un esfuerzo, no sentían deseo carnal, es decir, su pureza era algo inherente a su condición física y no a la pureza de su alma. Hay autores que los relacionan con las mujeres, lo que hace más costoso de entender su santificación ya que, la santidad exigía que se acentuara la masculinidad de los eunucos para garantizar su credibilidad (Rodrigues 2012, p. 47).

Socialización según su físico

Dejando de lado el mundo clerical, pasamos a las posiciones de poder relacionadas con la autoridad civil y militar, como es el caso de Narsés o Estauracio. Al ser estériles, además de extranjeros en muchos casos, esclavos libertos, mayordomos de palacio, hombres que el emperador les otorgaba poder confiando en su lealtad y en su no descendencia, es decir, sin hijos que puedan heredar su oficio o puedan intentar usurpar su poder.

Kislar Agassi, gran eunuco de G. Seineur, Bakadgi Sűlűslű, Astahi, cocinero de G. Seigneu. (1825). Auguste de Henikstein, Romanian Academy Library.
Kislar Agassi, gran eunuco de G. Seineur, Bakadgi Sűlűslű, Astahi, cocinero de G. Seigneu. (1825). Auguste de Henikstein, Romanian Academy Library.

La no reproducción es una característica que se convierte en una ventaja ya que los eleva a la categoría de “servidores perfectos”. Ringrose también afirma que «los eunucos eran vistos como una opción más segura, y a menudo se utilizaban cuando las mujeres o los niños menores gobernaban» (Ringrose 2003, p. 134). De hecho, ningún eunuco podría esperar convertirse en el emperador, realidad que, en cierto modo, tenía más que ver con su mutilación que su identidad de género.

El poder y la castración

Cualquier tipo de mutilación generalmente impedía a los hombres convertirse en emperador ya que, como representante de Dios en la tierra, necesitaba mantener su perfección corporal (Stewart 2016, p. 8). Como dice Ana María Rodrigues, “podían atravesar las barreras sociales y de género” (Rodrigues 2012, p. 47), es decir, al no estar encerrados en el binarismo podían fluir por la sociedad acomodándose más a un lado o a otro. Es justo por estos motivos que, en el imperio bizantino, se castraban a los niños y se les educaba en las características propias de lo que sería el tercer género, ni masculino ni femenino.

Las labores que desempeñaban iban en función a sus características fisiológicas y psicológicas, diferentes dependiendo de la mutilación. Si se producía antes de la pubertad, la voz de los jóvenes era más fina y aguda, su piel más lisa sin vello facial, mientras que su cuerpo tendía a ser más redondo y menos robusto. Todo debido a la falta de testosterona. Por este mismo motivo eran asociados al cuerpo femenino y se les aplicaba una serie de tópicos propios del rol de género femenino: carnales, irracionales, manipuladores y mentirosos.

Los que fueron castrados en edad adulta, podían desarrollar características típicamente masculinas, como una voz más grave o vello corporal, por tanto, más varonil. Por ese motivo se confiaban a los primeros para servir a las mujeres, aunque al final ambos se consideraban femeninos igual a causa de la convivencia con mujeres (Rodrigues 2012, p. 45).

Masculinidad y Eunucos

En culturas androcéntricas como Roma y Bizancio, la posible ambigüedad de género de los eunucos les podría resultar un tanto preocupante. “La apariencia y el comportamiento de los eunucos representaban la antítesis del comportamiento masculino apropiado. El eunuco fue despreciado como vergonzoso, ni hombre ni mujer, una monstruosidad, un extraño y lamentablemente femenino” (Ringrose 2003, p. 12).

Encontramos este sentimiento expresado en la observación del panegírico del siglo IV Claudius Mamertinus dónde dice que los eunucos eran “exiliados de la sociedad de la raza humana, que no pertenece ni a un sexo ni al otro como resultado de alguna anormalidad congénita o lesión física”. En la Historia Augusta, escrito del siglo VI por un autor anónimo probablemente, se afirma que los eunucos representaban “un tercer sexo de la raza humana” (Stewart 2016, p. 4).

El hecho de que un hombre pueda perder la fuente de su identidad sexual mediante la castración, preocupaba a muchos escritores romanos tardíos, un proceso aparentemente simple que convertía a un hombre en un no hombre. Claudiano, a principios del V, afirmó que el cuchillo hace que los “hombres sean femeninos” (Stewart 2016, p. 4), haciendo referencia al acto de castración. Mathew Kuefle aclara que «la presencia de eunucos constantemente probó la división entre hombres y mujeres, entre hombres y hombres, y continuamente reveló esa división como una arbitraria y construida» (Kuefler 2001, p. 36).

Discusión sobre el tercer género en Bizancio

Para Ringrose es mejor ver a los eunucos como un tercer género, “masculino en el sexo, pero con una diferencia” (Ringrose 2003, pp. 2- 23). Por tanto, es una visión que separa el sexo del género, lo biológico de lo social. Distingue la biología de la persona en cuestión de lo que se le atribuye a nivel social. Esto último formaría parte de una construcción social, que varía según el sistema valorativo que la contemple. También afirma que los cristianos bizantinos basaron su criterio más en el comportamiento y menos en la fisiología (Ringrose 2003, pp. 2-23).

Esta opinión se contrapone a la de Shaun Tougher que duda sobre considerar que los eunucos son un tercer género. Opina que tenían “una multiplicidad de identidades concurrentes” y que, un buen número de fuentes bizantinas los vieron como “simplemente hombres” (Tougher 2004, p. 82). Esta posición la defiende también el ya mencionado Michael Stewart, que lo apoya en su artículo ‘The Andreios Eunuch-Commander Narses: Sign of a Decoupling of Martial Virtues and Masculinity in the Early Byzantine Empire?‘.

Warren Treadgold, otro gran historiador y especialista en el Imperio Bizantino, va más allá y rechaza la idea de que los bizantinos consideraran a los eunucos como un tercer género. Explica que sus roles en la Iglesia y el ejército prueban que fueron vistos como hombres (Stewart 2015, p. 5).

Crítica y feminidad

La dicotomía tradicional entre la virtud y el vicio basada en un modelo binario de género demostró ser un método para describir a los eunucos «buenos» y «malos» a lo largo de época bizantina. Cuando las fuentes bizantinas elogiaron a los eunucos, los describieron a menudo mostrando atributos típicamente masculinos. Pero cuando los eunucos se enfrentaron a la crítica, fue «en términos de valores tradicionalmente atribuidos a las mujeres» (Ringrose 2003, pp. 19-20). Solo en este contexto se puede entender cómo sus compañeros bizantinos podían percibir a Narsés como un andreios, como un valiente comandante.

Narsés y Belisario, dos masculinidades

Entonces, ¿Por qué Justiniano usó eunucos como comandantes militares? Por un lado, podemos pensar que eunucos como Salomón o Narsés fueron escogidos ya que eran los mejores calificados para liderar un ejército. Salomón, por ejemplo, obtuvo una gran reputación tras el servicio bajo Belisario en Persia y África del Norte. Narsés, en cambio, era conocido por su perspicacia financiera y lealtad lo que le ayudó a conseguir esos puestos. Además, se considera que fue capaz de actuar bien bajo presión en un levantamiento del 532, la revuelta de Nika.

Justiniano I y su séquito. (c. 547). Anónimo, Iglesia de San Vital de Rávena, Italia.
Justiniano I y su séquito. (c. 547). Anónimo, Iglesia de San Vital de Rávena, Italia.

Esto se combina con la relación estrecha que tenía con la esposa del emperador, Teodora (Stewart 2015, p. 8). Otro factor que también parece ser influyente es el ya comentado miedo a la usurpación. Agathias considera que Justiniano se sentía amenazado por la creciente popularidad del general Belisario que sí representaba un peligro para su trono (Stewart 2015, p. 8).

La amenaza de Belisario

Durante todo el siglo V y principios del VI se ha visto como miembros de la aristocracia militar usaban su poder e influencia para controlar a los emperadores como títeres. De hecho, muchos soldados romanos y no romanos desempeñaron papeles cada vez más importantes en la creación y destrucción de los emperadores romanos. Ejemplos son generales como Aecio en Occidente o Aspar en Oriente, políticos de los más poderosos e influyentes del siglo V (Stewart 2015, p. 8).

Por este motivo Justiniano, que no hizo campaña, posiblemente se podría sentir amenazado ante figuras como la de Belisario. Es cierto que sus temores no son del todo injustificados ya que después de que Belisario derrotara al rey gótico, Vittigis, la nobleza gótica ofreció «declarar a Belisario Emperador de Occidente» (Stewart 2015, p. 9). Con el nombramiento de Narsés, Justiniano eliminó la amenaza que un militar carismático y físicamente intacto, como Belisario, representaba para su reinado. Se podría considerar que, la vida de eunucos en posiciones de alto rango como Narsés, dependía de emperadores como Justiniano.

Lo que dicen las fuentes

Los contemporáneos vieron dicha elección como algo inusual. Esto lo refleja Procópio, diciendo que algunos romanos creían que Justiniano había seleccionado al eunuco debido a una profecía que consideraba que uno de su misma condición, un eunuco, provocaría la caída de los godos. Aunque el autor descartó esta explicación, comentó que «la razón por la cual era el deseo del emperador no era explícitamente evidente para nadie en el mundo», lo que implica que se sintió algo sorprendido por el nombramiento de Narsés (Stewart 2015, p. 9).

Procópio parece celebrar las virtudes de Narsés al final de las guerras y tal y como sugirió Anthony Kaldellis, puede ser una manera de denigrar a Belisario al explicar cómo un eunuco había derrotado a los godos pugnaces (Kaldellis 2004, pp. 193-196). Es aquí donde nos debemos parar para reflexionar sobre el uso de una comparativa entre dos personas del mismo sexo para infravalorar a una de las dos, porque sus genitales hayan sido mutilados. Su identidad de género, por tanto, se considera diferente y una superior a la otra, la masculina sobre la “otra”.

Masculinidad hegemónica

Narsés mostró muchos de los rasgos de un comandante bizantino típicamente viril y masculino, inteligente, valiente y con gran habilidad para la oratoria, características que se esperan de cualquier líder o general exitoso, como Belisario, pero que sorprenden cuando es un hombre sin genitales. Se podría decir que, sin duda, Narsés encaja en una hegemonía continua de valores masculinos tradicionales basados en la supremacía de las virtudes marciales de los hombres bizantinos.

Narsés el eunuco según la crónica de Nuremberg
Narsés el eunuco según la crónica de Nuremberg

Como se ha ido viendo a lo largo del artículo, en el Imperio Bizantino imperaba el sistema binario de roles de género. Por ello los eunucos eran motivo de discusión, no encajaban del todo con ninguno de los roles. Dependiendo del momento de la mutilación, tenían una consideración u otra, relacionándolos más con el género femenino o con el masculino.

Discriminación positiva

Muchas veces se les ha confiado cierto poder ya que no suponían una amenaza para emperadores como Justiniano, a diferencia de otros hombres con cualidades más típicamente viriles como Belisario. Esto es una discriminación positiva, es decir, son beneficiados, pero como consecuencia de una discriminación por la mutilación de sus genitales.

También hemos podido ver como Procópio tiene en buena consideración a Narsés, posiblemente como forma de infravalorar al general Belisario, haciendo ver como un eunuco consigue más poder que un hombre en toda su plenitud. Quiero incidir también en el hecho de que en el momento en que se relaciona al eunuco con el rol femenino es para menospreciarlo. Cuando se relaciona con el masculino y se le atribuyen cualidades como virilidad, coraje y astucia, se hace para ensalzarlo.

Conclusión

Esto nos refleja como dicho sistema binario es además patriarcal. Tanto el sexo como el género masculino, estén en concordancia o no, tienen una posición superior a la femenina. Narsés pues, a pesar de ser un eunuco, podríamos decir que está dentro de una posición privilegiada. Esto le permite ser recordado y descrito de forma positiva atribuyéndole cualidades típicamente masculinas, es un general reconocido por su valentía y su inteligencia.

Sin embargo, sería interesante estudiar un caso que no tuviera la misma posición. Al que posiblemente se le discriminaría y se le atribuirían características propias del género femenino. De esta forma podríamos ver una realidad diferente. Narsés no deja de ser representado con un rol de género basado en las virtudes tradicionales marciales propias de los hombres en época bizantina.

Bibliografiia

– Anthony Kaldellis, 2004, Procopius of Caesarea: Tyranny, History, and Philosophy at the end of Antiquity, Philadelphia, University of Pennsylvania Press.

– Ana María S. A. Rodrigues, 2012, ‘La identidad de género en la Edad Media: Una cuestión polémica’ in Flocel Sabaté, ed., Identitats (XIV Curs d’Estiu de Balaguer), Balaguer, Pagès editors, pp. 43-57.

– Kathryn M. Ringrose, 2003, The Perfect Servant: Eunuchs and the social construction of gender Byzandium, Chicago, Chicago University Press.

– Mathew Kuefler, 2001, Manly Eunuch: Masculinity, Gender Ambiguity and Christian Ideology in Late Antiquity, Chicago, Chicago University Press.

– Michael Edward Stewart, 2015, ‘The Andreios Eunuch-Commander Narses: Sign of a Decoupling of Martial Virtues and Masculinity in the Early Byzantine Empire?’, Ceræ: An Australasian Journal of Medieval and Early Modern Studies, n. 2, pp. 1-25.

– Shaun Tougher, 2004, ‘Social Transformation, Gender Transformation? The Court Eunuch, 300-900’, in Leslie Brubaker et al., eds., Gender in the Early Medieval World, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 70-82.

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