R.K. Sinclair (1927-2008) fue un profesor australiano de Historia Antigua, especializado en la Antigua Grecia, que estudió y trabajó en diversas universidades y centros de investigación del mundo como la Universidad de Sidney, la Universidad de Edimburgo, la Universidad de Cambridge o la Escuela Americana de Estudios Clásicos de Atenas entre muchos otros lugares. Desempeñó treinta años de su carrera impartiendo clases como profesor asociado en la Universidad de Sidney, período durante el cual escribió su obra más extensa e importante, Democracia y Participación en Atenas. Su edición española, traducida por Martín-Miguel Rubio Esteban, fue publicada por Alianza Editorial en 1999, aunque no ha recibido continuación con nuevas ediciones y se encuentra descatalogado por parte de la distribuidora.
Ficha técnica:
- Título: Democracia y Participación en Atenas
- Autor: R. K. Sinclair
- Género: Historia Antigua
- Nº de páginas: 434
- ISBN: 84-206-2938-3
- Año: 1999 (1988)
- Link de compra en la web de la editorial: descatalogado, aunque está ampliamente distribuido en bibliotecas académicas a lo largo de España y es de fácil acceso. Si ha tenido continuación en inglés.
Lo que opinamos en Archivos de la Historia
Es complicado realizar una recomendación de la edición en base a su aspecto y calidad, ya que no tuvo continuidad más allá de una sola tirada, si bien en su idioma original ha seguido teniendo una producción continuada a pesar de su antigüedad. Esta edición en concreto está realizada en tapa blanda, con el llamativo color amarillo de los ensayos históricos de Alianza Editorial, y una portada simple pero que nos da una idea de que trata el libro: Pericles y Demóstenes, dos de los más representativos políticos de Atenas, flanqueando un relieve clásico. Pero lo que de verdad destaca de este trabajo es su contenido.
Democracia y Participación en Atenas es un libro en el que el autor se propone realizar un acercamiento detallado y realista a los mecanismos y las instituciones que configuraban la democracia ateniense. Sinclair se concentra en las magistraturas militares, políticas y judiciales, la asamblea y los consejos, su origen, su funcionamiento, su relación con la ciudadanía y las características de quienes la componen. Con todo ello, en él se describen casi dos siglos de periodo democrático en Atenas, incluyendo las diferentes etapas, así como las pausas del sistema debido a las circunstancias políticas (por ejemplo, los espartanos impusieron durante un año la dictadura oligárquica de los Treinta Tiranos tras la derrota ateniense en la Guerra del Peloponeso).
La obra es muy completa en cuanto a bibliografía y recursos, valiéndose de mapas y apéndices explicativos dirigidos al lector. Estas referencias llevan directamente a las fuentes clásicas de las que el autor saca su información y conclusiones o a otros trabajos modernos que tratan la misma cuestión, por lo que cuenta con una base notablemente fundamentada.
Estructuralmente el texto se divide en varios capítulos que tratan diferentes aspectos del sistema democrático ateniense, que se podrían englobar en apartados comunes: en primer lugar, Sinclair desarrolla brevemente el origen, desarrollo y declive final de este sistema político excepcional en la Antigüedad a lo largo de un solo capitulo sintético.
En esta parte se describen los comienzos de la Atenas democrática (proceso en el que se mezcla mito y realidad ya desde época clásica) dentro de una polis aristocrática y altamente clasista. Durante el siglo V a. C. Atenas vive diversas transformaciones en el marco de una situación de stasis prolongada entre las clases bajas y las facciones dirigentes, en la que se suceden las tiranías y las reformas.
Estos cambios tuvieron un papel clave en el ascenso de Atenas desde una polis menor más hasta convertirse en la mayor potencia del conglomerado de ciudades-estado que componía Grecia. Sinclair destaca las cada vez mayores posibilidades tanto militares en lo que respecta al dominio naval como socioeconómicas en lo concerniente al comercio marítimo y la artesanía, en gran parte debido al carácter marítimo de Atenas.
La caída de los Pisistrátidas y las sucesivas reformas de Solón y Clístenes empoderaron a las clases medias y bajas, representadas en los demos, y apartaron parcialmente del poder a la aristocracia como clase dominante, lo que dio lugar al nacimiento de la democracia como sistema político. Este proceso acabó catapultando a Atenas debido a la coyuntura de las Guerras Médicas como polis hegemónica y líder indiscutible de Grecia hasta el final de la Guerra del Peloponeso, cuando la coalición liderada por Esparta derribó el poder ateniense.
A pesar de ello, el sistema democrático sobrevivió a los diferentes conflictos y crisis que se sucedieron durante el siglo IV, donde siguió teniendo cierto desarrollo. La democracia fue suprimida definitivamente junto a la gran mayoría de sus instituciones tradicionales en el 322 a. C. por el general reinante que sucedió a Alejandro Magno en Macedonia, Antípatro.
Posteriormente Sinclair nos presenta en una serie de capítulos la situación general tanto de los ciudadanos como la de los no-ciudadanos.
En lo que respecta a los ciudadanos atenienses, observa sus privilegios, oportunidades, responsabilidades y participación, tras lo que describe las magistraturas a las que podían optar y el rol clave de la jefatura del estado, con los riesgos y las compensaciones que estos conllevaban.
Desde la reforma de Clístenes la ciudadanía quedaba definida y limitada para todos los descendientes varones por vía masculina (a partir de Pericles también la vía femenina) de los ciudadanos originales que componían los registros de los demos. Era una categoría dentro de la población del Ática que se tornó exclusivista a medida que la población de la polis crecía. Por ello, las concesiones excepcionales de ciudadanía se daban en muy pocas ocasiones, solo como recompensa a individuos, grupos o incluso poblaciones enteras en agradecimiento por sus servicios a Atenas.
Gracias al poder que les dieron estas reformas, los ciudadanos lograron gobernar Atenas gracias a la mayor participación que se les daba, principalmente a través de la Boulé (Consejo de los Quinientos), los tribunales judiciales y la Ecclesía (Asamblea popular). Aunque era la Ecclesía la que tomaba las decisiones fundamentales, la Boulé, los magistrados y los ciudadanos particulares podían influenciar en sus decisiones.
Las magistraturas políticas y judiciales tenían, a pesar de todo, una influencia limitada, gracias al sistema de elección por sorteo de la mayoría de estos. Los cargos más importantes, como los estrategos y los arcontes, solían ser seleccionados a través del voto directo de los ciudadanos. Estos eran los cargos más prestigiosos, pero a su vez los elegidos corrían muchos riesgos, ya que si no actuaban como se esperaba de ellos podían caer en desgracia ante la ciudadanía y podían ser acusados por sus enemigos, con penas tan duras como el ostracismo.
Pocas veces un ciudadano cualquiera alcanzaba una magistratura de este calibre en la jefatura del estado, siendo más popular la elección de personajes de alto perfil, pertenecientes a los linajes más importantes de la ciudad. No era raro la relación entre poder y popularidad, lo que permitió a personajes reconocidos como Pericles tener mayores funciones a las que correspondía su cargo, aunque siempre con el beneplácito de los ciudadanos.
Ser ciudadano también conllevaba ciertas obligaciones, como el servicio militar o el pago de diferentes impuestos, a cambio de toda la serie de ventajas que recibían. A diferencia de los ciudadanos, tanto los esclavos como los metecos extranjeros carecían de los derechos y privilegios de los primeros, aunque se trataban de sectores importantes para la sociedad y lograban sostener la democracia indirectamente con su labor. Las mujeres por otro lado no tenían consideración en la vida pública de la ciudad y aunque, existieron algunas excepciones notables, siempre se vieron limitadas a un papel muy marginal.
Finalmente, Sinclair realiza una reflexión crítica en general sobre la democracia ateniense y recoge críticas coetáneas a ella. Valora principalmente su grado de eficacia a la hora de participar y decidir por parte del conjunto de la ciudadanía ateniense entre otras valoraciones. No hay que olvidar de que se trataba de una forma de gobierno adaptada a su época, por lo que era muy desigual para el conjunto de la población ya que se reconocían los derechos de unos pocos, no para la totalidad de los habitantes de Atenas.
¿Entonces, lo recomendamos?
Sin caer en las clásicas mitificaciones alrededor de Atenas y su desarrollo social y cultural excepcional, Sinclair logra dar una imagen crítica y fidedigna del sistema democrático combinando un desarrollo histórico muy detallado con las explicaciones del funcionamiento político y los mecanismos participativos. Puede que en el aspecto de la divulgación llegue a ser considerada una obra árida y excesivamente profusa en dicha cuestión, pero es precisamente lo que la convierte en un trabajo de referencia para cualquier persona interesada en Atenas y su democracia.
En resumen, este libro deja muy pocos cabos sueltos y es de gran utilidad para consultas constantes si se quiere profundizar en estas temáticas e incluso realizar investigaciones por cuenta del lector gracias a la base de datos que supone en si misma, por lo que es recomendable tenerla a mano, ya que pocos trabajos sintetizan y desarrollan un estudio tan completo sobre esta faceta de Atenas como lo consigue Democracia y Participación en Atenas.