Conocer la juventud alemana en el Tercer Reich implica indagar también la escena adolescente previa. En esta panorámica de los años 20 y 30 se encuentran grupos protestantes, católicos y obreros, además de bandas como los Wandervogel.

Todos ellos sucumbirán ante la totalizadora ola del nazismo, representada, en este aspecto, por las Juventudes Hitlerianas o Hitlerjugend. Sin embargo, y pese al imparable avance del totalitarismo, siguieron existiendo grupos de resistencia juvenil como la Rosa Blanca, o los Swing Kids (Swingerjugend), de los que hablaremos más adelante.

En las próximas líneas se desgranan no sólo los motivos que llevaron a las Juventudes al triunfo entre los alemanes, sino que se explorarán los grupos que, a modo de subculturas, se opusieron e incluso intentaron boicotear el avance del nacionalsocialismo.

Antecedentes

Para comprender los cambios que produjo el nazismo en la sociedad, y concretamente sobre la juventud, resulta imprescindible conocer cuál era la situación de los adolescentes y los jóvenes de la época. En las próximas líneas responderemos a una pregunta: ¿Cómo era la juventud en Alemania en los años 20?

En primer lugar, se debe mencionar a los Wandervogel, un movimiento juvenil que, desde los últimos años del siglo XIX, emergió con fuerza en Alemania. Este grupo destacaba por ser principalmente masculino, pese a que también contaba con participación femenina (Heineman, E. 1989: 249). Esta organización buscaba una identidad juvenil propia, y destacaban por su férrea oposición a la industrialización, y por su interés por el volksgeist (espíritu del pueblo alemán), que demostraban, entre otras formas, cantando canciones populares alemanas.

Estos jóvenes mantenían un tipo de asociación que se asemejaba más a las bandas populares que a los grupos organizados y con autoridades propias como los scouts. Sin embargo, es un movimiento difícil de encuadrar bajo unas premisas concretas, pues desde principios del siglo XX se divide en tres cuerpos diferentes: Alt-Wandervogel, Bund für deutsches jugendwandern, eV (WVeV) y Jung Wandervogel (Heineman, E. 1989: 249-250).

Pese a esta división interna, los tres cuerpos del movimiento mantienen el ingrediente común del nacionalismo romántico, que se plasma en la realidad a través de la exaltación del folklore nacional. Esta idea de exaltación del pasado alemán será hábilmente utilizada por la propaganda nazi para atraer a estos grupos de jóvenes.

Wandervogel - Wikipedia
Grupo de Wandervogel en el campo

En segundo lugar, cabe mencionar a los Wild Clique, que, a modo de tribu juvenil violenta, emergieron en el ocaso de la I Guerra Mundial, y cuya presencia se acentuó notablemente durante los años 20. Como su propio nombre indica, su actividad era “salvaje”, pues destacaban por situarse al margen de cualquier tipo de autoridad adulta o moralidad social. Vivían, en muchos casos, de la prostitución homosexual o de robos y atracos. Este grupo marginal representaba el abandono que sufrían los jóvenes por parte de las instituciones y autoridades estatales. Dejados a su suerte, practicaban brutales ritos de iniciación y se mantenían económicamente gracias a actividades ilícitas como las anteriormente mencionadas (Savage, J. 2018: 313-314).

No resulta extraño, entonces, entender cómo aquellos jóvenes pudieron sentirse atraídos por un movimiento que les proponía no sólo protagonismo social sino un objetivo concreto y multitud de posibilidades de ascenso social.

Además de los Wandervogel y de los Wild Clique, en Alemania, como era común en Europa, existían grupos juveniles asociados al protestantismo y al catolicismo. Estas organizaciones, al adscribirse a una finalidad religiosa más que social, no destacaron tanto en el panorama juvenil de la época. Su organización, al contrario que los Wandervogel, si respondía a un modelo parecido al de los scouts.

Las organizaciones protestantes sucumbieron ante las Juventudes Hitlerianas en 1933, cuando fueron absorbidas por ellas. Las organizaciones católicas, en cambio, lograron mantener cierta “independencia” hasta el año 1939 (Savage, J. 2018: 316).

El triunfo del nazismo sobre la juventud (Hitlerjugend)

La mayor representación del triunfo del movimiento nacional socialista en este sentido son las Juventudes Hitlerianas. Pero, más allá de su importancia fáctica, resulta necesario saber por qué triunfaron, cómo se explica la sumisión de los más jóvenes a este modelo totalitario de estado, representado por un único líder, Adolf Hitler.

En primer lugar, no se puede explicar el auge de los fascismos en Europa eludiendo la Cuestión de Versalles, y es que el acto de cierre de la Gran Guerra europea arrasó con las esperanzas de estabilidad y con el espíritu de los países que llamamos revisionistas (Groppo, B. 2004:48).

En el caso alemán, país revisionista por antonomasia, el diktat fue especialmente duro de digerir, pues el otrora gran Imperio alemán había quedado reducido a su mínima expresión. Alemania perdió sus colonias. Su territorio continental se vio reducido y su ejército, siguiendo el mismo modelo, quedó limitado a 100.000 hombres. Además, a la altura de 1923, se había producido la llamada Crisis del Ruhr, cuya hiperinflación había hecho temblar los cimientos de la débil nueva Alemania (Jones. K. P. 1977: 311).

Por si esto fuera poco, los jóvenes que crecieron en el nazismo recordarían su infancia marcada por los estragos del Crack del 29. No sólo arrasó Estados Unidos, sino que sus réplicas se dejaron sentir en toda Europa.

A cuenta de esta crisis e inestabilidad en los años 20, las viejas verdades absolutas fueron derrocadas y dieron lugar a un modelo de estado y de vida totalmente desorganizado, casi anárquico, sobre todo para la juventud, que ya no tenía modelos a los que seguir, ni espejos a los que mirarse. Al hilo de esta idea, Erich Fromm escribe:

“La decadencia de los viejos símbolos sociales de la autoridad, como el estado y la monarquía, afectó a la función de las autoridades individuales representadas por los padres” (Fromm, E. 1977: 250).

Este nuevo estado de las cosas fue hábilmente utilizado por un aparato propagandístico de extraordinaria efectividad. Y es que el ministerio dirigido por Joseph Goebbels tuvo muy en cuenta las ideas de Sigmund Freud sobre cómo el ser humano poseía unos impulsos primarios violentos. Como más tarde demostraría su sobrino, Edward Bernays, podían ser dirigidos (siempre que se supiera) en diferentes direcciones (Fernández Torró, A. 2016; 30).

Bernays, el padre de la propaganda que hoy conocemos y consumimos, había creado un tipo de publicidad muy efectiva a la hora de dirigir a las masas hacia un fin comercial. En el caso alemán el objetivo sería orientar dichos impulsos irracionales hacia el bienestar del partido. Y, por ende, del Reich y de Hitler como su indiscutible líder (Curtis, A. 2002).

Para que el aparato propagandístico funcionara, en este caso, entre los jóvenes, el nazismo tuvo que hacerles ciertas concesiones. El nuevo Reich alemán necesitaba ganarse a la juventud para garantizarles como motor de cambio social. Por ello, acogió a los adolescentes vendiéndose como un plan de vida, como un objetivo último y como un proyecto del que los jóvenes no sólo formarían parte, sino que serían protagonistas.

Melita Maschmann, una joven alemana, recuerda este sentimiento así:

“A esa edad, una descubre una vida que consiste en tareas escolares, salidas con la familia e invitaciones de cumpleaños absolutamente desprovistas de importancia. Nadie nos da crédito por estar interesados en nada más que en estas trivialidades irrisorias. Nadie dice “Te necesitamos para algo más importante, ¡Ven! Cuando de asuntos serios se trata, todavía no contamos” (Savage, J. 2018: 306).

Nacimiento y auge de las Juventudes Hitlerianas

Las Hitlerjugend nacen en 1926, pero su auge real se da desde 1928, cuando Baldur Von Schirach se pone al frente de la organización, la cual dirigirá hasta 1940. Es a partir de este año cuando el proyecto va tomando forma, pues se crea un uniforme concreto, una simbología identificativa y se empieza a intentar atraer a la clase media (Savage, J. 2018: 310).

Baldur von Schirach
Baldur Von Schirach

Como es lógico, el gran auge y expansión de las Juventudes coincide con el triunfo electoral del partido nazi en 1933. Es entonces cuando las Juventudes empiezan a tener una importancia real, llegando a sumar más de 3,5 millones de integrantes. Esta progresión tan inmediata y marcada se explica porque la organización absorbe otras organizaciones como la Gran Liga de Juventudes de Alemania o las organizaciones protestantes (Savage, J. 2018: 307).

La estructura de las Juventudes, marcada por Baldur Von Schirach era clara, se imitaba la estructura piramidal del partido, pero, en este caso, con un personal de menor edad, pues como el mismo Von Schirach declaró

“Desde un punto de vista nacional-socialista, la juventud siempre tiene razón” (Savage, J. 2018: 307)

Además de ello, la instrucción que recibían los adolescentes se basaba en el estudio intensivo del pasado nacional con marcada importancia de la historia del propio partido. En la misma línea, los jóvenes juraban a temprana edad lealtad al Führer. Por último, se le daba especial importancia al culto al cuerpo, que tomaba forma en las numerosas actividades físicas que se llevaban a cabo (Medrano, 2019: 82).

Teenage': el hilo que lleva desde el jazz hasta las Juventudes Hitlerianas | La Esfera de Papel
Juventudes Hitlerianas

A la altura de 1936, cuando el ambiente internacional empezaba a tensarse no sólo por las acciones de Alemania, sino por otras cuestiones como el estallido de la Guerra Civil española o la pasividad de la Sociedad de Naciones en las cuestiones referidas a la seguridad de sus miembros, cuando las Juventudes aumentaron aún más su poder.

Muestra de ello es que por aquel entonces Baldur Von Schirach sólo respondía ante Hitler, reflejando así su máxima importancia en la escala de poderes. En un plano más general, los niños y adolescentes que formaron parte de las Juventudes en aquellos años, adquirieron nuevas responsabilidades, pues sirvieron no sólo como policía juvenil imitando a la Gestapo (Streifendiest) y denunciando a quienes mostraban públicamente sus desavenencias con el sistema o con el propio Führer, sino que aquellos jóvenes optarían, una vez acabada su formación en las Hitlerjugend, a puestos relevantes dentro de las SS y las SA (Savage, J. 2018: 326-327).

Bund Deutscher Mädel

Para completar el plan totalizador de dominio de la juventud por parte del nazismo, a la altura de 1933 se creó la Bund Deutscher Mädel (Liga de Muchachas alemanas). La organización femenina que complementaría a las Juventudes Hitlerianas.

El régimen tenía muy claro que el papel de la mujer era el de ángel del hogar, educar a los niños en las bases del nazismo y, sobre todas las cosas, asegurar la reproducción constante de la raza aria en Alemania. Debido a su papel como transmisora de valores y conocimientos, las mujeres recibían educación en el nazismo y en la exaltación del pasado alemán. Además, las mujeres realizaron el servicio agrícola cuando la situación de Alemania era más delicada que nunca (Savage, J. 2018: 322).

La resistencia de la juventud en el Tercer Reich

Para contar la historia de la juventud alemana desde todos los ángulos, ha de mencionarse también la resistencia ante el dominio nazi. No existió un único movimiento de resistencia que luchara activamente contra los dogmas nazis. Sí existieron, en cambio, pequeños núcleos rebeldes que se posicionaron al otro lado del totalitarismo, con lo que ello implicaba.

Cabe recordar, llegados a este punto, que más de 225.000 personas fueron condenadas en Alemania por oposición al régimen entre 1933 y 1939 (Ferrándiz, T. M. M. 2012: 2).

Uno de los primeros puntos de choque entre el régimen y la juventud se produjo con los Wild Clique. El espíritu inconformista y ajeno a cualquier autoridad de este grupo supuso un obstáculo para el nazismo. Aunque no llegaron a suponer una amenaza real, (y pese a que parte de sus integrantes acabaron formando parte del régimen), a la altura de 1940 seguía habiendo redadas contra ellos, demostrando así que aún había núcleos activos (Savage, J. 2018: 454).

Dentro de estos núcleos de resistencia se encuentran los Swing Kids y los Zazúes. Los Swing Kids o Swingjugend eran jóvenes amantes de la música Swing que fueron perseguidos una vez el régimen nazi prohibió este tipo de música que consideraba “corrupta”. El baluarte del swing fue entonces la ciudad de Hamburgo, como bien refleja la película Los rebeldes del Swing de Thomas Carter.

Swingjugend
Swingjugend

Rebeldes del swing - DVD - Thomas Carter - Robert Sean Leonard - Christian Bale | Fnac

A principios de 1941, los aficionados se congregaron en un amplio casino con techo de cristal situado junto al río, en el centro de Hamburgo, donde la atracción principal era la orquesta neerlandesa de John Kristel (…). La Gestapo pronto supo lo que estaba sucediendo. En otro espectáculo, a finales de febrero, se presentó en masa: John Kristel y sus músicos fueron encerrados en una sala del sótano y sacados a hurtadillas por la puerta trasera” (Savage, J. 2018: 459).

Siguiendo este asedio contra la música extranjera, en enero de 1942 Reinhard Heydrich prohibió los bailes en espacios semiprivados, por lo que el último escondite del swing y del jazz fueron los sótanos y clubes clandestinos. La situación se endureció aún más cuando varios espectáculos fueron sospechosos de caricaturizar y ridiculizar a Hitler (Savage, J. 2018: 450). El destino de la mayoría de estos entusiastas de la música fue nefasto, pues las autoridades nazis se apresuraron en «controlar la situación».

Los “rebeldes del Swing” se posicionarían contra los principios racistas y supremacistas del régimen, dando lugar al conjunto social que se agrupó bajo el nombre de “los Piratas de Edelweis”. Jóvenes que exhibían una apariencia que el régimen no aceptaba (pelo largo, americanas, colores vistosos…). El nazismo los persiguió no sólo por “la música degenerada para negros” que escuchaban, (Ferrándiz, T.M.M. 2012: 23-24). Sino porque, siguiendo sus principios antifascistas, escuchaban la BBC y otras emisoras prohibidas, y daban refugio a los judíos.

Escapando por un momento de la Alemania destaca en Francia la generación zazú. Los Zazúes, como los denomina Jon Savage en Teenage, eran jóvenes de buena situación económica, que, ante la presión generada por el avance nazi en Francia, escapaban de la realidad realizando fiestas, al más puro estilo años 20: escuchando música jazz y elogiando la cultura estadounidense, con especial entusiasmo por la Metro Goldwin Mayer, prohibida por el régimen nazi. Los zazúes eran percibidos por la sociedad del momento como idiotas y prepotentes que juagaban con fuego al desafiar a la autoridad en un momento tan tenso como aquellos años en los que Francia era campo de batalla y en los que el nazismo no era una opción sino una ley (Savage, J. 2018: 466).

Zazú
Zazú

Al igual que los rebeldes del swing, los zazúes que fueron arrestados corrieron un destino nefasto.

Regresando a la Alemania nazi, la resistencia tomaba forma gracias a jóvenes como Helmuth Hübener, Rudi Wobbe, o Karl Heinz Schnibbe. Estos tres jóvenes de entre 14 y 16 años desafiaron al régimen sintonizando la BBC. Al comprobar que las noticias que daba la dictadura eran falsas, se decidieron a actuar elaborando panfletos que repartían de manera clandestina en cabinas o directamente metiéndolos en abrigos. Estos pasquines contenían mensajes que no sólo desafiaban la legitimidad del régimen, sino que lo condenaban. Si bien los panfletos habían logrado pasar desapercibidos durante un tiempo, tras haber redactado más de 60 textos, los tres jóvenes fueron apresados. Mientras que Schnibbe y Wobbe fueron condenados a penas bajas, Hübener fue condenado a muerte (Ferrándiz, T. M. M. 2012: 16).   

El adolescente mormón que luchó contra los nazis
Helmuth Hübener, Rudi Wobbe, y Karl Heinz Schnibbe

Estos tres muchachos no fueron los únicos en llevar a cabo este tipo de cadenas de mensajes clandestinos. El matrimonio formado por Otto y Elise Hampel llevó a cabo la misma estrategia, teniendo, tristemente, el mismo destino. El escritor Hans Fallada recoge esta historia en la novela Sólo en Berlín (1947).

En último lugar, quizá el núcleo de resistencia juvenil más famoso que se enfrentó al nazismo fuera la Rosa Blanca, que no era sino un grupo conformado por cinco estudiantes de medicina de la Universidad de Múnich entre los que destacan los hermanos Scholl (Sophie y Hans). A sus nombres han de sumársele los de sus compañeros: Cristoph Probst, Alexandre Schmorell y Willi Graf (Laudo, X. 2006: 356). Este grupo de estudiantes católicos y pacifistas estaba fuertemente influenciado por el profesor Kurt Hubert.

Hans y Sophie Scholl: ejemplos de coraje civil | Un Pasquín
La Rosa Blanca. Sophie y Hans Scholl

Su actividad repartiendo panfletos surge cuando Hans tiene noticia de que otros sectores, tanto de la universidad como ajenos a ella, comparten su pensamiento anti-nazi. Pronto conforma, junto con su hermana y tres amigos, el grupo que conocemos como La Rosa Blanca. Su actividad se concentra entre 1942 y 1943 (Ferrándiz, T. M. M. 2012: 20). El grupo hubo fue disuelto cuando el bedel de la universidad los vio repartiendo folletos prohibidos y llamó a las autoridades nazis (Savage, J. 2018: 518). Los hermanos Scholl, fueron condenados a muerte. Poco antes de ser ejecutada junto a su hermano, Sophie escribió:

Era un día soleado. Yo llevaba a un niño con un largo vestido blanco a su bautizo. El camino a la iglesia conducía a una pronunciada pendiente, pero sostuve al niño en mis brazos con fuerza y sin dudar. De pronto el suelo cedió y se abrió una enorme grieta en el glaciar. Sólo tuve tiempo de dejar al niño en el otro lado antes de sumirme en el abismo. El niño es nuestra idea. A pesar de todos los obstáculos, prevalecerá. Se nos ha permitido ser pioneros, aunque tengamos que morir jóvenes por ello” (Savage, J. 2018: 518).

Conclusión

Como se aduce de los ejemplos recién mencionados no toda la juventud alemana fue cómplice de la barbarie nazi, unos pocos se negaron a hincar la rodilla o mirar para otro lado ante las atrocidades del régimen, y del mismo modo merecen ser recordados. En este contexto de oposición, cada actor social demostró su malestar a su manera. Mientras los Swing kids se apoyaron en la música, la Rosa Blanca y demás jóvenes optaron por una resistencia que tomó forma en base a panfletos y folletos que eran repartidos con la mayor discreción posible.

Sin embargo, resulta innegable que la mayor parte de la población acabó por sucumbir ante la rigidez del sistema impuesto por el Tercer Reich. En este extremo encontramos indudablemente a los miembros de las Juventudes Hitlerianas que, en tiempos de guerra protagonizarían no sólo la llamada Marcha hacia el Este, sino que también tendrían un papel activo en la defensa de Berlín en los últimos momentos de la guerra.

Por último, cabe reseñar que, aunque generalmente se suele otorgar a los hombres un papel protagonista en estos relatos, estas líneas demuestran que el papel de la mujer también fue activo, y en muchas ocasiones clave. Por un lado, destacaría la Bund Deutscher Mädel y en su opuesto mujeres como Sophie Scholl, pero es innegable la presencia de las jóvenes en este tipo de movimientos.

Bibliografía 

Curtis, A. (2002). Century of self (Vol. 17). London: BBC Four.

Fernández Torró, A. (2016). El Vincle Edward Bernays i Sigmund Freud: professió i família: la manipulació de les masses.

Ferrándiz, T. M. M. (2012). Dos maneras diferentes de luchar contra el nazismo en la ciudad de Munich: Georg Elser y» La Rosa Blanca». Revista de Claseshistoria, (11), 6.

Fromm, E., & Germani, G. (1977). El miedo a la libertad. Buenos Aires: Paidós.

Groppo, B. (2004). Revisionismo histórico y cambio de paradigmas en Italia y Alemania. Políticas de la Memoria, (4), 47-60.

Heineman, E. (1989). Gender Identity in the Wandervogel Movement. German Studies Review, 12(2), 249-270. doi:10.2307/1430094

Jones, K. P. (1977). Stresemann, the Ruhr Crisis, and Rhenish Separatism: A Case Study of Westpolitik. European Studies Review7(3), 311-340.

Laudo, X. (2006). Sophie Scholl i La Rosa Blanca: Resistència i testimoni dels estudiants a L’Alemanya nazi. Educació i història: Revista d’història de l’educació, (9), 354-367.

Medrano, M. M. (2019). El cuerpo al servicio de la ideología: la educación física y deportiva en los fascismos europeo. PAPELES11(21).

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