Para analizar la batalla de Zama debemos comprender los motivos del conflicto entre Cartago y Roma. En el siglo III a.c Cartago dominaba los mares y era la potencia más rica del Mediterráneo occidental. El comercio marítimo constituía su principal fuente de ingresos y estaba bien protegido por su flota militar. Roma que comenzó como una sociedad agraria en el centro de Italia era principalmente una potencia terrestre. Su actividad comercial era más limitada y poseía menor riqueza. En el momento de inicio de la primera Guerra Púnica, en el 264 a.C, Roma acababa de unificar la península itálica mediante un sistema de alianzas entre las ciudades estado.

La invasión cartaginesa de Sicilia suponía una amenaza para Roma que no deseaba que la influencia de Cartago llegara tan cerca de sus fronteras. La llamada de auxilio de los sicilianos hizo intervenir a Roma dando comienzo a la primera guerra púnica. El resultado de este conflicto fue la contundente victoria de Roma en el 241 a.C. Para ser un pueblo inexperto en el arte de la guerra naval los romanos demostraron una gran audacia y capacidad de aprendizaje. La humillante derrota ante unos principiantes y los pagos por reparaciones de guerra provocaron en los cartagineses un ardiente deseo de venganza. Ese deseo de resarcirse estaba especialmente enquistado en la familia de los Barca. Amílcar Barca, padre de Aníbal Barca, comandó las fuerzas terrestres cartaginesas en Sicilia y fue derrotado. Él fue el responsable de inocular todo ese deseo de venganza en su hijo.

Aníbal al mando de su ejército causaría estragos y miseria a los romanos durante años amenazando incluso su propia existencia.

2ª Guerra Púnica

Tras su derrota Cartago vio cómo la mayor parte de su flota marítima era confiscada y su economía muy dañada. El senado cartaginés, influenciado por la clase mercantil y los Barca estaba decidido a recuperar el poder que ostentaba la potencia africana. En los años previos al inicio de la segunda guerra púnica Cartago aumentó su influencia en Hispania conquistando territorios a costa de las tribus locales. El asedio de Aníbal sobre Sagunto, ciudad protegida por Roma, en el año 219 a.C p fue el casus belli para la guerra. La respuesta de Roma fue tibia y se limitó al envío de una embajada al senado de Cartago.

Tras conquistar Sagunto, Aníbal dejó tropas en Hispania para asegurar sus líneas de suministro, especialmente Cartago Nova. Dirigiéndose hacia el norte Aníbal forjó alianzas con las tribus galas del norte que llevaban una guerra prolongada con Roma.

Primeros compases

En la primera etapa del conflicto los cartagineses obtuvieron grandes victorias como en Trebia y el lago de Trasimeno. Los romanos veían cómo sus ejércitos eran derrotados una y otra vez, sin embargo ninguna de esas derrotas fue tan dolorosa como la de Cannae. En la batalla de Cannae, Aníbal consiguió vencer a una fuerza abrumadoramente superior utilizando la movilidad y flexibilidad de sus tropas. En total ese día Roma perdió 50.000 hombres. Aníbal había hecho historia y sentado el ejemplo perfecto de maniobra de aniquilación que todavía se estudia en las academias militares. Tras la batalla, los restos de las unidades romanas pudieron retirarse de manera más o menos ordenada dirigidos por oficiales supervivientes.

Uno de los líderes que consiguió salvar de la aniquilación al ejército romano fue un joven tribuno llamado Publio Cornelio Escipión. Este joven provenía de una antigua familia aristocrática romana de gran influencia, los escipiones. Su padre Publio Cornelio y su tío Cneo eran generales experimentados y admirados que habían combatido en la primera guerra púnica.

Tras el absoluto desastre de Cannae el pánico casi se apoderó de Roma y sólo la rápida acción del senado dirigido por Fabio Máximo pudo evitar la huida de la ciudad en masa. Las tropas estacionadas en la ciudad se apostaron en las puertas impidiendo la salida. Aníbal tenía la vía libre hacia Roma pero no los medios para tomarla. Después de todo Roma era una ciudad fuertemente amurallada que contaba con 10.000 soldados, posibilidad de armar a civiles, acceso a agua y provisiones para un largo asedio. Aníbal no disponía de un tren de asedio apropiado pues su ejército no estaba configurado para ello. Lanzarse a una batalla de desgaste incierta mientras Roma recluta nuevas legiones y pide ayuda a sus aliados no era un escenario que Aníbal contemplaba. Sin embargo las cosas no se veían de la misma forma al otro lado de las murallas.

La división en el Senado era notoria y muchos de los pater et conscripti abogaban por negociar la paz con Aníbal. El hombre que había aniquilado las legiones en Cannae podía aparecer a las puertas de Roma. Al final prevaleció la opinión de Fabio Máximo, nombrado dictador, que abogó por la defensa a ultranza de la sagrada Roma y la espera de refuerzos. Aníbal ni siquiera intentó forzar la paz y no envió embajadas para negociar con los romanos. En consecuencia Aníbal acabó retirándose y continuó hacia el sur de la península itálica sembrando el caos y la destrucción. Desde ese momento Roma aplicaría la estrategia Fabiana.

Figura batalla de Cannae (216 a.C)

Repensar la estrategia

Había quedado demostrado que no se podía derrotar a Aníbal en una batalla campal. Su destreza como general no tenía contrapartida y Fabio Máximo, artífice de la estrategia Fabiana, apostó por una aproximación más cautelosa. El ejército romano se limitaría a hostigar a los cartagineses, enfrentándose a ellos de forma limitada y evitando las batallas decisivas como Cannae. Aunque duramente criticado por cobardía la estrategia de Fabio Máximo se demostró efectiva. Los romanos operaban en terreno amigo y sus líneas de suministro eran mucho más cortas que las de Aníbal que se tenía que proveer de lo que pudiera confiscar. La falta de suministros en el ejército cartaginés fue un problema recurrente y solo el genio logístico que era Aníbal logró mantener a su ejército en condiciones de combatir.

Aunque el ejército de Aníbal estaba siendo sensiblemente debilitado su presencia en suelo itálico era una gran amenaza. Por ello, Publio Cornelio Escipión, tras sus campañas exitosas en Hispania y la toma de Cartago Nova tuvo la audacia de llevar la guerra a África. De esta forma Escipión obligaba al senado de Cartago a llamar a Aníbal a defender su patria. Roma volvía al ataque.

«Hannibal ad portas» es la expresión que ha quedado hasta nuestros días para expresar ansiedad o una calamidad. Tras la batalla de Cannae, Roma estaba amenazada por su mayor enemigo.

Preparación de la batalla

Como había predicho Escipión, el senado cartaginés no tardó en reclamar a su mejor general a defender Cartago. La llegada inesperada de los romanos tuvo un gran efecto y Escipión avanzó por el norte de África conquistando ciudades, destruyendo la logística del enemigo y consiguiendo alianzas. El renovado ejército romano acumulaba éxito tras éxito. Decimos renovado porque así era ciertamente tras las reformas introducidas por Escipión. El ejército romano tradicionalmente formaba una gran falange de infantería pesada que ganaba las batallas. Este cuerpo principal era muy efectivo contra otras formaciones similares pero era lenta y poco maniobrable. Esta carencia fue explotada hábilmente por Aníbal que, empleando su caballería para deshacer los flancos romanos, aprovechaba para cargar después contra su retaguardia.

Escipión desde luego que había aprendido la lección de Cannae. Si quería ganar a Aníbal debía incluir un cuerpo de caballería más numeroso y así lo hizo. Para engrosar aún más el número de jinetes Escipión forjó una alianza con Masinissa, jefe de una tribu de Numidia. Numidia constituye la región que ocupa la actual Argelia y parte de Túnez. Masinissa fue en su momento aliado de Cartago y combatió junto a Asdrúbal en Hispania. Sin embargo tras la derrota sufrida en Ilipa y que Escipión devolviese con vida a su sobrino capturado hizo que Masinissa cambiara de bando. Escipión garantizó a Masinissa el reinado de Numidia a cambio de sus jinetes, la considerada mejor caballería del mundo en ese momento. Otra novedad introducida por Escipión fue el uso masivo del gladius hispaniensis, espada más corta pero superior a la empleada anteriormente por los legionarios romanos.

El regreso de Aníbal

El viaje desde la península itálica hasta África del ejército de Aníbal se realizó a un costo terrible. Ante la imposibilidad de transportar a todos sus hombres y toda su caballería Aníbal tuvo que tomar la difícil decisión de licenciar a gran cantidad de soldados y sacrificar miles de caballos para no dejarlos en manos romanas. A pesar de esta pérdida sustancial consiguió llegar a África y reunir los restos de la batalla de Ilipa para librar la batalla que decidiría el destino de las dos naciones.

La batalla

La batalla de Zama tuvo lugar en el año 202 a.C cerca de Zama en el actual Seba Biar, Túnez. Antes del combate se produjo una breve reunión entre Escipión y Aníbal en una colina cerca de donde se lucharía. Pocas veces dos generales tan influyentes en la historia se han visto cara a cara antes de la batalla. Aunque entre ellos existía un sentimiento de respeto mutuo e incluso admiración, los intereses eran irreconciliables y el conflicto inevitable.

Orden de batalla

Al amanecer del día siguiente ambos ejércitos formaron uno frente al otro. Aníbal dispuso dos líneas principales con sus veteranos de Italia en retaguardia y los mercenarios hispanos y galos delante. La caballería cartaginesa se había repartido equitativamente en ambos flancos y estaba liderada por Marhabal, jefe de caballería. Delante del ejército cartaginés se dispusieron nada menos que 80 elefantes de guerra. Los elefantes de guerra eran la tecnología puntera de la época. Bien acorazados y con una torre con arqueros en el lomo los elefantes eran un enemigo aterrador. Una carga de elefantes de guerra podía hacer cundir el pánico en ejércitos enteros y deshacer líneas de infantería pesada como si de mantequilla se tratara. Sin duda el estruendo de los elefantes barritando y abalanzándose debía ser terrorífico. Por delante de estos elefantes y en formación libre se encontraba la infantería ligera.

Al otro lado del campo de batalla Escipión había dispuesto su ejército en tres líneas principales. La primera línea estaba formada por los hastati, los legionarios más jóvenes y con menos experiencia. La segunda por los principes, más mayores y experimentados. Y en tercera línea y actuando de reserva se dispusieron los triarii, los mejores legionarios del ejército. Los triarii eran la élite de la legión y estaba formado por hombres curtidos en numerosas batallas. Actuaban como una unidad de élite, es decir, siendo empleados en los momentos críticos de la batalla. Apareciendo como una fuerza de refresco y con gran empuje y arrojo los triarii decidían el resultado de los combates.  (Vegecio. XX,14-15. XXVI, 1)

Por delante del contundente centro del ejército romano estaban dispuestos en formación suelta los vélites o infantería ligera romana. Al igual que sus contrarios los vélites iban armados con jabalinas y equipamiento ligero primando su movilidad sobre la protección personal. La caballería legionaria y auxiliar también se había repartido por igual en ambos flancos. Gaius Lelius al mando del flanco izquierdo y Massanissa en el derecho (Polibio.XV, 9). Sin embargo esta vez la diferencia estaba en que Escipión contaba con ventaja en este campo. Al tener que sacrificar Aníbal gran cantidad de caballos en Italia significaba que la caballería cartaginesa estaría en inferioridad.

El inicio del combate se produjo de forma muy estándar. Ambas infanterías ligeras se aproximaron y realizaron un intercambio de proyectiles de resultado incierto. Los vélites no conseguían imponerse pero tampoco los cartagineses.

Orden de batalla de ambos ejércitos en Zama

Los elefantes

Finalmente Aníbal ordenó que su infantería ligera se retirase y que los elefantes de guerra cargaran. El momento decisivo había llegado. Para los romanos era primordial salir del ataque de los elefantes sin pérdidas sustanciales y para ello repitieron lo realizado en Ilipa. Escipión había ordenado que se repartieran instrumentos de viento para hacerlos sonar cuando los elefantes se aproximaran. El objetivo era asustar a los elefantes y hacerles retroceder. Esta táctica se mostró efectiva y gran cantidad de elefantes atemorizados por el ensordecedor ruido se retiraron. De hecho algunos llegaron a volverse contra sus propias líneas. Los elefantes causaron bajas en los mercenarios de Aníbal y la caballería.

En el lado romano se vio como los elefantes se retiraban en desbandada, pero unos pocos no se intimidaron por el ruido y llegaron hasta los legionarios. Los hombres instruidos por Escipión abrieron una serie de pasillos en las líneas para que los elefantes pasaran por ahí. Como con los caballos, el instinto natural de los animales hizo que se deslizaran por los huecos evitando obstáculos. Una vez rodeados, y con considerable esfuerzo, los legionarios acribillaron a los elefantes hasta su muerte sufriendo relativamente pocas bajas. Con esta maniobra brillante el ejército romano había conseguido vencer a los elefantes en campo abierto sin el empleo de construcciones o zanjas.

Batalla de Zama por Cornelis Cort (1550-78)

Combate principal

Tras esta victoria táctica Escipión decidió mandar cargar a su caballería. Masala con sus númidas y la caballería legionaria se lanzaron al ataque. Marhabal, siguiendo órdenes de Aníbal interceptó el ataque enemigo y llevó el combate lejos del campo de batalla. Aníbal sabía que su caballería estaba en inferioridad numérica y ordenó que la propia se alejara lo más posible del campo de batalla. En caso de perder su caballería, los jinetes romanos no podrían ayudar a su infantería. Escipión poco podía hacer para que regresaran sus jinetes. El combate se decidiría en el duelo de infantería. Aníbal ordenó avanzar a sus mercenarios al encuentro de los hastati pero no movió a sus veteranos de Italia.

La batalla estaba muy igualada, los romanos sumaron los principes a la línea de hastati para dar más vigor a su frente y hacer retroceder a los mercenarios. La resolución de los legionarios provocó inquietud en los mercenarios y su moral flaqueó. Los romanos finalmente lograron abrirse paso y siguieron presionando a los mercenarios que retrocedían luchando. Para sorpresa de los mercenarios los africanos veteranos de Aníbal no acudieron a reforzar su posición y simplemente observaban. Aquellos que intentaban huir hacia donde estaban los veteranos se encontraban con lanzas puntiagudas impidiéndoles el paso. Los veteranos incluso llegaron a ensartar a algunos mercenarios que se habían vuelto contra ellos (Polibio. XV, 13). El desorden finalmente acabó con la resistencia de los mercenarios y los que pudieron huir lo hicieron por los laterales del ejército de Aníbal.

Los veteranos de Aníbal eran un grupo de soldados extremadamente fieles y experimentados. Algunos llevaban sirviendo a las órdenes de Aníbal desde hace dos décadas. Todos habían compartidos muchas penurias y combatido junto al hombre que les había llevado a la victoria en tantas ocasiones. Su fe en la victoria era absoluta y su moral alta. Por fin los legionarios entablaron combate con los veteranos de Italia y estos, gracias al descanso del que habían disfrutado y a su destreza, detuvieron el avance romano en seco. Tal era el empuje de los africanos que Escipión tuvo que ordenar la implicación de los triarii para evitar que su ejército vacilara. La batalla fue una masacre hasta pasado el mediodía sin que ningún bando pudiera imponerse al otro.

El factor decisivo. Victoria

El desequilibrio lo produjo el regreso de la caballería legionaria y auxiliar al campo de batalla. Massanissa y sus hombres habían conseguido derrotar a la caballería cartaginesa y habían decidido regresar a ayudar a las tropas de a pie. La caballería sobrepasó los flancos de los africanos y cargó contra su retaguardia decidiendo el destino de la batalla. Roma había ganado la batalla y también la guerra. Aníbal consiguió escapar del campo de batalla habiendo perdido 20.000 hombres y otros 20.000 hechos prisioneros. Cartago sin posibilidad de defenderse aceptó los términos impuestos por los romanos concluyendo la larga segunda guerra púnica.

Mapa de los movimientos de Escipión en África y localización de Zama.

 

Discusión sobre la victoria de Roma en la segunda guerra púnica.

La segunda guerra púnica es uno de los conflictos más interesantes de la antigüedad y es merecedor de estudio. En este periodo Roma llegó a estar en peligro crítico de ser derrotada por completo. Tras la severidad de las derrotas romanas en Trebia, Trasimeno y Cannae parece inaudito que Roma pudiera recomponerse y acabar victoriosa finalmente. Para entender este hecho estudiaremos la segunda guerra púnica en términos de estrategia.

Estrategia de Cartago y Roma

El objetivo de Cartago en la segunda guerra púnica era la derrota de Roma y la recuperación de su comercio marítimo por el mediterráneo. La influencia de la clase comerciante sobre el senado para recuperar sus mercados, sumado al sentimiento de revancha fueron los motivos para iniciar la guerra. A nivel operacional esta estrategia se llevaría a cabo favoreciendo la vía militar dejando más de lado otras opciones como la vía diplomática y la política. Por otro lado el objetivo nacional de Roma era la supervivencia y la posterior victoria. Para conseguir ese objetivo la estrategia romana debía centrarse en vencer al aparato militar cartaginés liderado por Aníbal.

En la primera etapa del conflicto que comprende desde el asedio de Sagunto hasta la batalla de Cannae, Roma optó por una estrategia de acción directa. Derrotando a Aníbal acabarían con el motor principal del esfuerzo de guerra cartaginés. Sin embargo tras la derrota de Cannae Roma se vio obligada a cambiar la forma de llevar a cabo su estrategia. Aceptando que no se podía derrotar a Aníbal en el campo de batalla los romanos aproximaron la guerra de forma más indirecta. La estrategia Fabiana se centraría en cortar las comunicaciones y suministros de Aníbal con Hispania y Cartago para debilitarlo. Tras las victoriosas campañas de Escipión en Hispania Roma vuelve a cambiar su estrategia a una más agresiva. Roma llevaría la guerra a África para combatir a Aníbal donde los romanos eligieran.

Aplicación de la estrategia

La victoria sobre Cartago se explica por la congruencia entre táctica y estrategia de los romanos. Escipión aproximó sus campañas con una perspectiva estratégica, manteniendo en mente el objetivo final y el escenario resultante tras su eventual victoria. Si quería derrotar a Aníbal debía formar un ejército más móvil y renovado. Además de ser un gran guerrero Escipión fue un hombre-estado que consiguió formar alianzas duraderas con antiguos aliados cartagineses. El método para mantener en su bando a antiguos enemigos fue el de cumplir siempre sus promesas y hacer honor a los compromisos. Las tribus hispanas y jefes númidas mantuvieron su palabra al ver en el general romano alguien en quien confiar. Escipión previó que de esta forma tras la guerra estos aliados no se volverían contra Roma. En el lado cartaginés no podemos decir lo mismo sobre la congruencia entre objetivo nacional, estrategia y táctica.

Aunque es verdad que al principio Aníbal fue capaz de forjar alianzas incluso dentro de la península itálica, no fue capaz de mantenerlas en el tiempo. El pillaje y violaciones realizadas por el ejército cartaginés no le hicieron ningún favor. Mientras que las tribus hispanas llegaron a ofrecerle a Escipión un reinado, Aníbal tenía en su bando a aliados que preferirían no serlo. Pasar a cuchillo ciudades enteras es muy efectivo a corto plazo pero no lo es tanto en periodos de tiempo más largos. Livio nos da la imagen de que Aníbal era extremadamente cruel. La generosidad mostrada por Escipión a los vencidos y la limitación de muertes significó la adhesión a su bando o como mínimo la neutralidad. La superioridad numérica de la caballería romana en Zama se explica por esta capacidad para realizar acuerdos y la integridad moral para mantenerlos. Roma por medio de Escipión supo ver cuál sería la posición deseada tras la resolución del conflicto.

Planificación y medida del éxito

Otro defecto en el diseño de la estrategia de Cartago fue el uso casi exclusivo de la vía militar. ¿Era posible derrotar a Roma fuera del campo de batalla? Tras la derrota de Cannae Aníbal se encontraba en una posición de fuerza para negociar una paz ventajosa con Roma. Aparte de conseguir extensos territorios en Hispania y el norte de Italia, Cartago podría haber solidificado sus conquistas. También tendría todo el tiempo para preparar su ejército para el asalto final a Roma. Sin embargo esta falta de uso del instrumento político se mostró fatal para los cartagineses en años venideros. La gran diferencia entre Aníbal y Escipión era que el último sabía obtener una victoria y sabía cómo utilizarla. Su capacidad de medir el éxito está demostrada por su capacidad de entender la resolución de conflictos. Marhabal, hombre fuerte de Aníbal y su jefe de caballería dijo:

«Los dioses no han concedido todos sus dones al mismo hombre. Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria» (Livio. XXII, 51)

 

Situación interna en Cartago y Roma

Si algo debería haber aprendido Cartago en la primera guerra púnica es que la voluntad de Roma es fuerte. Ante la amenaza de ver su mera existencia amenazada un fuerte sentimiento de nacionalismo aunó a la población para la defensa. El sufrimiento, las levas y los altos impuestos para costear la guerra eran asimilados por el pueblo. El senado romano aunque dividido por las rencillas entre las familias poderosas dejó de lado toda diferencia para derrotar al enemigo exterior. No ocurrió lo mismo en el senado cartaginés. Como hemos explicado previamente los intereses de la clase comerciante fueron uno de los principales motivos para ir a la guerra. Sin embargo para aquellos que no obtenían beneficio de estos mercados la guerra era contraproducente. De hecho Cartago las clases bajas de Cartago todavía se estaba recuperando de las consecuencias de la primera guerra púnica. Parte del senado cartaginés liderado por Hanno II el Grande objetaba al conflicto.

Conclusión

La falta de planificación estratégica de la guerra y del final del conflicto supusieron la eventual derrota de Cartago. La negativa a negociar privó a Cartago de conocer el estado de ánimo de los romanos en sus peores momentos. Un diálogo continuado podría haber dado una visión más clara y haber forzado una paz muy beneficiosa. El apoyo del senado romano, su pueblo, el ejército y sus aliados sumado a un genio como Escipión permitieron llevar a cabo la estrategia romana y la victoria en grandes batallas como Zama. En recompensa a su gran victoria Escipión recibiría su cognomen: Africanus. Publio Cornelio Escipión ‘el Africano’ sería el nombre con el que pasará a la historia.

Busto de Publius Cornelius Africanus. Uno de los mejores generales de la historia. Escipión será el primer general que recibe el cognomen del territorio que ha conquistado. En el futuro otros militares y emperadores harían uso de estos títulos para recordar sus conquistas. Ej: Trajano adoptó los títulos de Germánico, Dácicus y Pharticus.

Bibliografía.

  • Vegecio Renato,Flavio. Compendio de técnica militar: Libro II. Traducción de David Paniagua Aguilar. Ediciones Cátedra.
  • Livio, Tito. Ad urbe et condita: Volumen 2. Libros XXI-XXX. Traducción de José Antonio Villar Vidal. 2011.
  • Polibio. Historias: Libros V-XV. Editorial Gredos. ISBN 9788424901493.
  • Johnson, Michael R. (1997). The campaigns of Hannibal and Scipio: searching for congruency. Tesis. U.S Air command and Staff College. Disponible en http://www.dtic.mil/dtic/tr/fulltext/u2/a398480.pdf

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