Cuando revisamos los crímenes cometidos por la Alemania nazi durante sus doce años de vida, la tendencia general es a señalar el Holocausto judío. Algunos tal vez hagan referencia a los campos de trabajo forzado en Polonia e, incluso, es posible ver alguna mención al Porraimos u Holocausto gitano. Sin embargo, uno de los aspectos que más pasa desapercibido es que algunos arios, también fueron víctimas de los asesinatos nazis. Esta vez, a través de un programa de eutanasia.
Aktion T4
Aktion T4 (T4-Aktion en alemán) fue un programa de eutanasia llevado a cabo entre 1939 y, oficialmente, 1941 en la Alemania nazi. El programa fue creado y supervisado por el médico personal de Hitler, Karl Brandt, y ejecutado por Viktor Brack. Ellos escogieron personal y cuidadosamente a los médicos que iban a llevar a cabo la parte operativa del programa. Para ello, se basaron en su fiabilidad política, su reputación profesional y su conocida simpatía por la eugenesia. El objetivo de este programa era el de eliminar a personas señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos, es decir, todas aquellas personas que, aunque de raza aria, lastraban la sociedad ideal nazi.
El Tribunal Militar de Nürnberg situó en unas 275.000 las personas asesinadas por el Aktion T4. Sin embargo, el número exacto es complicado de establecer pero las estimaciones más realistas sitúan la cifra entorno a las 100.000 personas. El nombre T4 viene de los cuarteles generales de la organización que ejecutaba estos planes, que estaban situados en la Tiergartenstraße 4 de Berlín.
El programa se llevó a cabo en seis centros situados en Alemania y Austria: Grafeneck (Baden-Wurtemberg), Brandeburgo (Brandeburgo), Bernburg (Sajonia-Anhalt), Hartheim (Austria), Sonnenstein (Sajonia) y Hadamar (Hesse). Los lugares escogidos solían ser palacios o castillos relativamente alejados de los núcleos de población más grandes y de acceso altamente restringido. Además, su aislacionismo evitaba que posibles desertores, principalmente enfermeras, comentaran lo que estaba sucediendo en su interior.
Entre las personas asesinadas se encontraban hombres y mujeres de todas las edades. Los niños fueron los primeros asesinados, pues los médicos tenían obligación de informar de todos los casos de recién nacidos con enfermedades graves. Los ancianos, a pesar de su edad, también fueron asesinados por ser una carga económica. Entre los afectados había enfermos mentales y portadores de enfermedades o defectos hereditarios. Estos enfermos, según los criterios médicos nazis, suponían “ensuciar la pureza de la raza aria”. Defectos tales como esquizofrenia, epilepsia grave o la enfermedad de Huntington eran motivo suficiente para que la persona fuera víctima del Aktion T4. Con el paso del tiempo y la ampliación del programa a adultos, se añadió a otros “desviados”, como alcohólicos crónicos o prostitutas.
El funcionamiento del programa era relativamente sencillo. Los tribunales de Salud Hereditaria (Erbgesundheitsgerichte) inspeccionaban los asilos, los orfanatos, las casas de acogida, las prisiones y las escuelas especiales para seleccionar aquellas personas que debían ser “tratadas”. Tras recibir un informe positivo del Comité para el Registro Científico de las Enfermedades Hereditarias y Congénitas Serias, se les enviaba a un primer psiquiátrico desde donde eran redirigidos hacia uno de los seis centros. El “internamiento” era forzado y se aseguraba a las familias que el ambiente tranquilo y nuevas técnicas médicas serían de gran ayuda para su familiar afectado. A los pocos meses, la familia recibía una carta que informaba de la muerte de su familiar por alguna infección menor, generalmente neumonía. Para evitar que esa enfermedad se propagara, según la versión oficial, el cuerpo era inmediatamente incinerado y las cenizas se enviaban a la familia para que las enterrara.
Las víctimas del Aktion T4 fueron personas que, según la ideología nazi, eran consideradas como personas cuya vida era indigna de ser vivida y cuyo asesinato, por tanto, era una acción tanto de compasión hacia el enfermo, como de beneficio de la comunidad en general. Así se intentó conseguir el apoyo de la población para este tipo de programas médicos, y otros similares, como el de esterilización masiva de enfermos. La propaganda hacía hincapié en que aquellas personas, además de llevar una vida indigna de vivirse, suponían una carga económica y un impedimento para el futuro desarrollo de Alemania y su «raza», pues aunque prácticamente la totalidad de estas personas fueran de raza aria, su tara genética iba en contra de su perfección. Incluso, la propaganda se extendía a las escuelas, donde uno de los problemas matemáticos que los niños en la Alemania nazi debían resolver era el siguiente:
Sabemos que cuesta 15000RM construir una casa para una familia de la clase trabajadora, y cuesta, 6 Millones de RM construir un manicomio psiquiátrico. ¿Cuántas casas para familias de la clase trabajadora podríamos llegar a construir por el precio de un psiquiátrico?
Pero este tipo de programas médicos comenzaron mucho antes. La legislación nazi es, simplemente, una imitación de los programas desarrollados en muchos otros países, y está en línea con las organizaciones internacionales y el movimiento médico internacional a favor de la eugenesia y eutanasia existente en la primera mitad del s. XX. Y es que, aunque pueda resultar algo chocante, la Alemania nazi fue una de las últimas naciones en aprobar una legislación y programas relativos a la eutanasia y la eugenesia (su «Ley de prevención de la descendencia de personas con enfermedades hereditarias» data de 1933). Desde principios del s. XX, varios países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Finlandia, Dinamarca o Suecia, ya tenían y practicaban algunos de estos métodos, como por ejemplo la esterilización masiva de gente señalada como enfermos hereditarios.
En Estados Unidos, por señalar un ejemplo, se aprobó en 1924 el “Acta de Esterilización Forzada de Virginia”. Este acta supuso el pistoletazo de salida a que otros estados aprobaran leyes similares que supusieron la esterilización forzada de unas 60.000 personas conocidas, pues el número exacto es incierto. Las personas eran consideradas “socialmente inadecuadas», y se incluía desde débiles mentales a criminales, pasando por epilépticos, alcohólicos, deformes, huérfanos, vagabundos o locos. Nada que envidiar a lo que una década después aprobaran los nazis. En la actualidad, solamente en dos estados (Virginia en 2013 y Carolina del Norte en 2015) han reconocido estos programas y compensado a sus víctimas con entre 25.000 y 50.000 $. Otro ejemplo. En Suecia, cerca de 63.000 personas fueron esterilizadas entre 1935 y 1975.
En cualquier caso, volviendo a la Alemania nazi, el programa Aktion T4 no se dedicaba a la esterilización (higiene racial o Rassenhygiene), sino a la eutanasia. Y su aplicación fue muy útil para los propósitos e intereses de la economía alemana en ese momento. Por ejemplo, los recursos sanitarios (edificios, camas, personal médico,…) y los ahorros presupuestarios que suponían “liberarse” de estas personas, pudieron redirigirse hacia otras necesidades económicas, como decía el problema matemático antes mencionado, determinadas principalmente por la guerra.
De hecho, el programa de eutanasia también se extendió a determinados presos de los campos de concentración nazi, que mostraban un deterioro físico especialmente marcado y no servían ni para los trabajos forzados del campo ni para la experimentación médica, por lo que eran seleccionados probar el conocido como Aktion 14f13, el programa previo a la implementación de la Solución Final (Endlösung) en los campos de exterminio, donde fueron utilizados los mismos métodos, a gran escala, y en determinados casos también el mismo personal médico y sanitario, del Aktion T4. Precisamente, como se mencionó más arriba, se sostuvo e hizo hincapié reiteradamente (por ejemplo, en la propaganda respectiva) en que estos programas médicos, como el de eutanasia y el de eugenesia, constituían una higienización de la sociedad necesaria para la buena salud de la economía, pues todas estas personas eliminadas eran consideradas y presentadas como un lastre para la sociedad.
Resistencia y cancelación
El programa Aktion T4, en líneas generales, era aceptado por la totalidad de los médicos participantes. De ello se aseguraron Brandt y Brack. Sin embargo, el gremio de las enfermeras, mucho más implicadas con la visión humanitaria y sin tanto control por parte de las altas esferas nazis, rechazó rotundamente el programa, aunque no pudieron evitar verse involucradas en él por ser parte del sistema sanitario. Sin embargo, la principal fuente de resistencia y presión llegó desde el pueblo, principalmente por parte de los afectados, y también de parte de la Iglesia, tanto por su rama católica como protestante.
Aunque el programa se había llevado de la manera más discreta posible, el hecho de asesinar a personas de familia aria, obligó al régimen nazi a comunicar las defunciones a sus familiares. Esto dejó una puerta abierta a sospechas que algunas enfermeras disidentes confirmaron. Tras llegar la información a las personas adecuadas, resultó en una fuerte protesta ciudadana que condujo a que oficialmente se declarara suspendido el programa en 1941. Eso, sin embargo, no implicó que se desmontara ni el sistema de eutanasia ni la organización establecida para desarrollar estos planes. Y, aunque ya no se guardara registro, los asesinatos de personas con taras hereditarias se siguieron cometiendo durante el resto de la guerra.
La Iglesia jugó un rol fundamental en la cancelación de este plan de eutanasia. Al fin y al cabo, personas cristianas alemanas estaban siendo asesinadas. Tal vez eso explique la fuerte resistencia que opusieron al Aktion T4 y el, relativamente, bajo interés que mostraron en los campos de concentración donde estaban judíos o gitanos. El ejemplo más conocido de resistencia eclesiástica es el del obispo protestante Clemens August von Galen, conocido como el León de Munster. Von Galen se enfrentó públicamente al Aktion T4 mediante pastorales y otros escritos durante sus misas, intentando dar a conocer la situación a sus fieles y acabar así con el programa.
Aunque sus sermones no fueron publicados por la prensa alemana, circularon en panfletos ilegales. Entre los sacerdotes católicos, destaca Bernhard Lichtenberg, deán de la catedral de Berlín. Esta resistencia, junto con las de la gente afectada (familiares, pacientes, amigos,…) consiguió incluso provocar la oposición, o al menos la crítica, de algunos jueces y militantes nazis en contra del programa de eutanasia. Finalmente, las protestas culminaron en Baviera, la región más católica de Alemania, y por tanto, más aferrada a la defensa de la vida. Allí una multitud increpó a Hitler durante una visita. Ante este hecho, Hitler, consciente que no se podía permitir una confrontación con la Iglesia y el pueblo en tiempos de guerra, decidió cancelar el programa, al menos nominalmente, a finales de 1941.
Kurt Gerstein
Pero si hay una figura clave en la cancelación de este programa de eutanasia, y cuya memoria ha costado mucho rehabilitar, ese es Kurt Gerstein. Nacido en 1905, su padre combatió en la I Guerra Mundial y le enseñó los valores y el amor por defender a su patria. Eso hizo que en 1933 entrara a formar parte del NSDAP. Sin embargo, su fuerte conciencia religiosa (llegó a estudiar teología en la Universidad) pronto le hizo entrar en conflicto con algunos actos nazis. Ello forzó su detención en 1936 y su expulsión del partido. Volvería a ser detenido en 1938 y enviado a un campo de concentración.
A pesar de todo, su formación como químico era de vital importancia para el régimen. Así, fue reclutado a comienzos de 1941 por la Wehrmacht, donde, con el grado de Teniente (Öberstrumführer), se le permitió trabajar desarrollando filtros que depuraran el agua en el frente. Poco después fue transferido a las SS, donde recibe el encargo de preparar, transportar y vigilar el correcto uso del Zyklon B, un ácido cianhídrico que, según la información que el alto mando de las SS le entrega a Gerstein, se usa para curar el tifus.
Sin embargo, un doble acontecimiento cambiará la visión de Gerstein sobre la realidad de su trabajo. En noviembre de 1941 llega una carta a la hermana de Gerstein que informa de la muerte “por neumonía” de Bertha, sobrina de Kurt. Bertha padecía espina bífida y había sido enviada al centro de Hadamar. Bertha, había sido víctima del programa de eutanasia Aktion T4, y Gerstein comunica sus sospechas a su pastor. La denuncia de Gerstein acelera el proceso de oposición que había iniciado la Iglesia, tanto católica como protestante, poco antes. Pero Gerstein decide permanecer en el anonimato, pues era consciente de que actuar éticamente conforme a sus principios morales y/o religiosos, suponía atacar las directrices del régimen y el país que amaba, así como ponerse en peligro a sí mismo.
Así, Gerstein, aunque informa a las autoridades religiosas, continúa, sin embargo, proveyendo de Zyklon B a los campos de concentración, pues decide guardar lealtad al régimen nazi. Cuando en el verano de 1942 visita el campo de Belzec, donde contempla por primera vez las cámaras de gas y conoce el verdadero uso del Zyklon B, no puede aguantar más el silencio e intentó comunicar al mundo lo que estaba sucediendo, aunque sin éxito.
Con la invasión aliada, Gerstein deserta y se entrega voluntariamente a las autoridades aliadas. Además, les presenta todo tipo de documentos que demuestran los crímenes cometidos en los campos de concentración. A pesar de ello, el mando aliado se mostró escéptico. Gerstein fue encarcelado a la espera de ser juzgado junto con otros nazis en los Juicios de Nürnberg. Gerstein no soportó la presión y se suicidó en su celda el 25 de julio de 1945.
Bibliografía
ALY, Götz. Aktion T4 : 1939 – 1945. Die «Euthanasie»-Zentrale in der Tiergartenstraße 4. Ed.: Hentrich, Berlín (ALE), 1987.
HEY, Bernd, RICKLING, Matthias, STOCKHECKE, Kerstin. Kurt Gerstein (1905-1945). Widerstand in SS-Uniform. Ed.: Verlag für Regionalgeschichte, Bielefeld (ALE), 2003.
WEICHOLD, Stephan. Die Geschichte der Landesheilanstalt Blankenhaun im Zeitraum 1933 bis zur Auflösung im 1941. Ed.: Thüringer Universität, Jena (ALE), 2015.
http://www.gedenkstaette-hadamar.de/
http://history1900s.about.com/od/holocaust/a/gerstein.htm
COSTA-GAVRAS. Amen [DVD]. Francia, 2002.